Annie y Candy fueron adoptadas por la familia Britter, ambas serian hermanas, estaban tan felices de que todo fuera de esta manera, ambas se amaban como tal y por esa razón estaban más felices de que su sueño se volviera realidad.
-Señorita Pony, prometo que le escribiremos –Candy le dio un beso a su madre, pues para ella, la señorita Pony y la hermana Maria eran sus madres.
-Candy, cuídate mucho y cuida de Annie
-Claro que si hermana Maria
-Nos vemos Annie
-Nos vemos –Annie, las abrazo brevemente antes de salir hacia su nueva vida
Candy la siguió y ambas vieron a sus nuevos padres, clin se encontraba en la canasta que Candy llevaba, de inmediato su nueva madre protesto.
-Candy cariño no podemos llevarnos ese mapache
-Pero…Se…
-Candy ahora soy tu madre, es así como debes llamarme
-Bien, pero mama, clin solo me tiene a mí y Annie, debemos llevarlo, por favor
Candy la miro suplicante, aunque Grace Britter le costara admitir, esa chiquilla tenía un encanto peculiar y demasiado convincente, aparte de que era tan solo una pequeña niña de 6 años, debía entender que para ella y Annie, era difícil adaptarse a la nueva vida que les esperaba.
-Amor, deja que lo lleven con ellas –Intervino Peter Britter, su nuevo padre
-Está bien –Se resignó pero sonrió a las niñas
-Gracias –Candy les sonrió dulcemente
Ambas niñas subieron al automóvil de sus padres, después de decir adiós al hogar de Pony, se marcharon.
.
.
.
Aquella mansión de los Britter era maravillosa, les habían preparado habitaciones contiguas para que no se sintieran separadas, la señora Britter se había encargado de encargarles vestidos hechos por modistas de Lakewood famosos, así mismo les había encargado algunos juguetes y decorado las habitaciones con los colores favoritos de cada una, por lo que el de Annie era azul, mientras que el de Candy era rosa.
-Gracias mama –Annie le dio una sonrisa tímida a la señora Britter, quien le correspondió el gesto
-¿Te gusta Candy? –Pregunto al ver que ella regresaba por la puerta del baño que compartiría con Annie
-Si mucho, gracias mama
-Por nada cariño, ahora por favor pónganse cómodas, en un momento más les hablare para que bajen a comer
-Si
Tocaron la puerta, inmediatamente una mucama entro a la habitación
-Buenas tardes señora, señoritas
-Buenas tardes
-Rosy, ellas son mis hijas, por favor atiéndelas en todo lo que requieran –Grace miro a las niñas –Ella es Rosy y las ayudara en todo ¿De acuerdo?
-Si
-Bien las esperare abajo, queridas
Rosy trato de ayudarlas a cambiarse de ropa y a alistarlas para la comida que habría en su honor pero ambas jóvenes, que no estaban acostumbradas a que les ayudaran, se pusieron un tanto difíciles.
Media hora más tarde, ambas bajaron, con vestidos sencillos pero elegantes, Annie tenía uno de color azul y blanco, Candy rosa con blanco, se percataron de que no estaban solas con sus nuevos padres, había más gente que las miro al verlas bajar.
-Bueno, que bueno que bajaron, niñas –Peter se acercó a sus hijas –Bien, gracias por asistir –Los invitados que habían en el salón guardaron silencio –La familia Cornwall y Ardley, gracias por venir a conocer a nuestras hijas, hoy regresaron con su madre de Londres
Había una anciana que tenía la mirada fría e inexpresiva, que no le gusto para nada a Candy, además de ella, había otros dos adultos quienes les sonreía, también había otras 3 personas que estaban al lado de la anciana, en ese momento.
-¡Archibald, Alister les he dicho que no corran!
-Perdón mama –Se disculparon los jóvenes, parecían que tenían dos o tres años más grandes que ellas, pero inmediatamente el de cabello castaño claro la miro y Candy se sonrojo levemente
-¿Y Anthony?
-Creo que está afuera jugando –Comento el chico de gafas
En ese momento apareció un niño rubio que se veía más pequeño que los otros dos, pero no más que ellas, Annie, lo miró y se percató de que el niño estaba llorando, pues inmediatamente se abrazó a la anciana.
-Mucho gusto niñas, soy Jessy O'Neill Cornwall –La señora las saludo amablemente –Ellos son nuestros hijos Alister y Archibald Cornwall
-Mucho gusto –Respondieron ambas
-Igualmente –Dijeron los niños
-Bien me presentare, yo soy la señora Elroy Ardley y él es mi sobrino Anthony Brown Ardley
-Mucho gusto
-Igualmente –Anthony poso sus ojos en la niña rubia, pensando solo en lo hermosa que era.
Candy sintió la mirada pero no dijo nada, ella simplemente miro hacia otro lado, incomoda, pues no estaba acostumbrada a que la observaran tanto, si hubiera estado en el Hogar de Pony, seguramente habría comenzado una pelea contra el niño, pero no podía.
-Bien la comida está servida, Señora Elroy, ellos también pasaran –Pregunto Grace mirando a los señores que acompañaban a la señora Elroy
-Si querida, pero ellos estarán en la cocina, si no te molesta
-Por supuesto que no, adelante
.
.
.
Candy había salido un momento del comedor, donde estaban todos los adultos conversando, había tratado de aguantar, pero le fue imposible, en ese momento vio al niño rubio que se acercaba a ella.
-Hola, Candy ¿cierto?
-Si
-¿Qué edad tienes?
-6 años, ¿Tu?
-Tengo 8 años
-¡Candy!
-¿Qué sucede Annie?
-Jajaja vamos solo fue una broma
Annie corría para alejarse de Archibald quien la correteaba con un gusano en la mano
-¡No hagas eso!
-Vamos solo fue una broma, Candy ¿verdad?
-No lo hagas más, no molestes a mi hermana –Dijo molesta, pero tratando de controlarse –Vamos Annie
-Si
-Es hora de irnos chicos –Los adultos habían salido del comedor para ir a sus casas –Fue un placer, gracias
-Gracias a usted Señora Elroy por aceptar venir
-Bien, querida pero por favor dime tía Elroy
-De acuerdo tía Elroy
-Vámonos, Anthony
-Si
-Annie, Candice, fue un placer
-Igualmente –Candy y Annie le sonrieron, desde lejos pero ambas tomadas de las manos
.
.
.
-Fue un duro día verdad cariño –Grace se encontraba arropando a Candy
-Si
-Lamento que no les hayamos dicho, pero debíamos presentarlas como nuestras hijas, ante las dos familias más poderosas de Lakewood y debo decir que también lo son en otros lugares como chicago.
-Mama
-Si Candy
-¿Qué pasa si alguien se entera? Ya no nos vas a querer, si alguien se entera
Candy tenía miedo de esto, al final de cuentas era una niña, pese a que muchas veces ella había sido valiente y fuerte, ahora que alguien la cuidaba y veía por ella, que le daba cariño y podía llamarla mama o papa, sentía miedo perderlos.
-Nadie se enterara cariño, también si tú no lo dices
-No diré nada
-Bien, Candy, sé que quieres mucho a las personas que te cuidaron y no estoy en desacuerdo, si deseas escribirles está bien, amor, pero procura que nadie vea esas cartas ¿de acuerdo?...discreción es la mejor arma, pequeña
-De acuerdo –Dijo feliz
Peter entro a la habitación –Todavía no se duerme
-Estaba hablando con mama, papa
Peter sintió una hermosa calidez recorrer en su interior, era verdad que el había querido adoptar a Candy primero, porque vio su alegría, su fortaleza y sencillez, vio que tenía un corazón maravilloso y eso le había encantado.
-Claro, hija, pero ya es hora de dormir, cariño
-Sí y ¿Annie?
-Ella ya se durmió, pequeña, ahora tú descansa
-Bien, buenas noches
-Buenas noches –Ambos señores salieron de la habitación de su nueva hija, felices de tenerlas ahí, por fin.
