Una breve historia de Lincoln y Lola, disfrútenla. Allons-y!

Un gesto inocente

— ¿Puedo preguntarte algo, Lincoln?

El chico dejó a un lado para prestarle atención a su hermanita. Ese día, tal como muchos otros, Lola llevaba un vestido color rosa, sin embargo, no llevaba su típica tiara. Ella lo miraba nerviosa; se frotaba las manos y miraba al suelo mientras se mordía el labio. Aquello no era nada normal, por lo cual decidió que su tarea de historia podía esperar mientras la ayudaba.

— ¿Qué pasa? —preguntó cargándola para ponerla junto a él en el sofá.

—La maestra hizo un ejercicio donde participaba toda la clase —contestó todavía con algo de vergüenza.

— ¿Y…?

Las mejillas de Lola se pusieron rojas mientras desviaba la mirada lejos de la de Lincoln; seguía frotándose las manos y mordiéndose el labio mientras él no dejaba de preguntarse "¿dónde estaba la tiara de Lola?". De todas formas, apenas y pudo escucharla debido a todo el ruido en el segundo piso. La pequeña princesa se sentía incómoda de saber que estaba interrumpiendo a Lincoln con sus deberes.

—Es una maestra sustituta, así que hizo un ejercicio donde podíamos preguntarle algo a un compañero al azar —Lola le mostró el suyo, donde venía anotado el nombre de una tal Jenna—. Lo que pasa es que a mí me hicieron una pregunta muy rara.

Su hermano mayor se empezó a reír por haber pensado que algo más grave le había pasado. Sin embargo, al notar la expresión malhumorada de la pequeña rubia, Lincoln tomó un aspecto más serio. Lola comenzó a frotarse el cabello, mostrando otra forma de remarcar su nerviosismo.

— ¿Qué te preguntaron?

—Me preguntaron: ¿con quién te quieres casar cuando seas mayor?

Hasta entonces, Lola dejó de tocarse el cabello y frotarse las manos mientras agachaba de nuevo la mirada. Al menos podía agradecer que sus hermanas estuvieran en sus propios asuntos, así no habría interrupciones. Él le alborotó el cabello con cariño, sacándole una sonrisa.

—Vaya que es una pregunta extraña —contestó mientras Lola reía nerviosa.

—La pregunta la hizo Sophie Niels.

Por fin, ella se acomodó para verlo frente a frente (aunque él fuera más grande)

— ¿Y qué respondiste?

—Lo pensé un poco y dije, bueno… —otra vez la mirada nerviosa y el rubor se acentuaba—. Dije: quiero casarme con mi hermano Lincoln, ¿eso es raro?

Lincoln no supo qué responderle, así que se quedó pensándolo durante un momento mientras trataba de procesar el pequeño juego en el que Lola estaba haciéndolo caer. Solo le sonrió mientras le pasaba un brazo por la espalda.

— ¿Qué dijo la clase? —preguntó.

—Supongo que Scott se puso un poco triste, pero nadie dijo nada —le dijo ya un poco más tranquila.

Lincoln comenzó a reírse de nuevo, halagado por tal acción. Era como cuando Lisa no lo corregía solo porque preparaba sus sándwiches favoritos. Hubo un breve silencio donde ambos quedaron mirándose hasta que Lola alzó la ceja con algo de molestia y cambió su voz a un tono más severo.

— ¿Y bien? —habló la pequeña diva.

— ¿Qué pasa?

— ¿Es raro que dijera eso?

—Claro que no, yo estaré muy feliz de casarme contigo cuando seamos mayores, Lola —le respondió con una cariñosa sonrisa y un beso en la mejilla.

— ¿En serio? —preguntaba la chiquilla con una gran sonrisa.

— ¡Por supuesto, Lola!

Ella le dio un gran abrazo para luego bajarse del sofá e irse corriendo hacia escaleras mientras Lincoln la miraba irse. Luego de ello, volvió a su tarea de historia, pero cuando se disponía a continuar, Lola regresó y alzándole el rostro le robó un beso en los labios. Segundos después, ella se marchaba de nuevo como si nada hasta que Lincoln la detuvo sin levantarse del suelo.

—Oye, ¿dónde está tu tiara?

La pequeña se hizo la desentendida y, ladeando la cabeza, se acercó hasta su oído para susurrarle con una traviesa sonrisa.

—La guardaré hasta el día de la boda.

Sin más, ella se marchó cuando Lincoln la soltó y ambos volvieron a sus respectivos quehaceres. Por un momento no quiso darle importancia, pero Lincoln no podía dejar de pensar que ella no traía su tiara incluso antes de iniciar la conversación. Entonces se hizo un cuestionamiento interesante:

«¿Lola ya sabía lo que iba a responderle?»

Decidió no darle más importancia, después de todo, solo se trataba de un gesto inocente de su hermanita.

Muchas gracias por leer, espero que les haya gustado.

Slash.