-Cuestión de confianza-
─¡Nico Robin! – llamó Luffy mientras caminaba por la cubierta de su barco. Hacía un rato que los demás se habían ido a explorar la isla dejándole allí solo. Traidores. Se habían marchado sin él, solo porque durante la última batalla se había hecho unos cuantos rasguños que todavía estaban curándose. Nico Robin era la única que no había abandonado el navío, al menos él no la había visto haciéndolo así que se dedicó a buscarla por el barco. Buscó hasta dentro de los barriles donde Sanji guardaba cuidadosamente los víveres y de donde cogió unas cuantas manzanas pensando que el cocinero no se enteraría. Luego, salió nuevamente a cubierta, se dirigió hacia la popa y allí encontró a la chica. Sentada en el borde del barco, con la vista clavada en algún punto del horizonte.
─Te ha costado encontrarme, Luffy – dijo ella sin girarse a mirarlo. El capitán tomó asiento en el suelo, cerca de donde estaba ella y empezó a devorar con avidez las manzanas que había sustraído a Sanji.
─¿Quieres una? – le preguntó a la chica de cabello oscuro. Utilizó su habilidad para colocar la manzana enfrente de ella. Robin esbozó una sonrisa y la tomó, la manzana brilló suavemente bajo la potente luz del sol.
─¿Se la has robado a Sanji? – cuando miró a Luffy, éste tenía atabacadas dentro de la boca cinco manzanas y sus mejillas se habían hinchado para que todas cupiesen. La chica no pudo evitar reír cuando él asintió y todas las manzanas se movieron en el interior de su boca haciendo que apareciesen extraños bultos en sus mejillas – ¿Crees que no se va a dar cuenta, capitán? – Luffy sonrió de oreja a oreja. Engulló todo lo que tenía en la boca y habló.
─No creo que se enfade si le digo que te las traje a ti – Nico Robin sonrió, era imposible enfadarse con aquel capitán que tenían, era un auténtico trozo de pan incapaz de pensar con malicia – ¿Por qué no has ido con los demás? – dijo un poco más serio mientras limpiaba con su camisa roja una manzana que tenía una mancha – ¿Es por Zoro?
─No quiero hablar de él…
─¿Por qué? Estoy seguro de que le importas más de lo que parece. Pero, sois muy cabezotas.
─Luffy, él no confía en mí. Y no lo hará – Luffy movió la mano como quitándole hierro al asunto.
─No digas tonterías, Robin – dijo el chico del sombrero de paja con su habitual sonrisa – Ya verás como llegará a quererte como hacemos todos – Nico Robin esbozó una suave sonrisa. Se escucharon pasos en la cubierta y Nami apareció cargada con un cesto de frutas multicolores un poco extrañas pero que tenían aspecto de ser deliciosas. La pelirroja dejó el cesto y se arrodilló detrás de Luffy para rodearle el cuello con los brazos y besarle en la mejilla. Luffy se quitó el sombrero y se lo puso a Nami en la cabeza con una sonrisa.
─¿Ya habéis regresado? – preguntó Robin.
─Hemos vuelto todos menos Zoro que ha dicho que quería quedarse un poco más. Sanji nos ha hecho cargar todo esto como mulas, dice que va a preparar algo genial. Y vosotros, ¿qué hacíais? – dijo Nami, con una sonrisa.
─Solo estábamos hablando – dijo Robin.
─Robin dice que Zoro nunca confiará en ella pero yo le digo que él al igual que todos acabará queriéndola. ¿Verdad, Nami? – Nami enarcó una ceja, ¿en serio Luffy no se había dado cuenta de lo que realmente ocurría entre Zoro y Robin? Se veía a años luz que esos sentían algo el uno por el otro, solo era cuestión de tiempo que venciesen sus barreras. Solo tenían que dar un último paso. Nami cruzó una única mirada con Robin y le hizo un gesto con la cabeza para que bajase del barco y fuese buscar al espadachín. La otra chica se mostró un poco indecisa al principio. Sin embargo, poco después se lanzó por la borda. Cayó grácilmente dentro del agua a unos pocos metros de la playa, como el agua le llegaba solo por las rodillas caminó tranquilamente hasta la arena - ¿Adónde va? – preguntó Luffy sin acabar de entender lo que ocurría. Nami sacudió la cabeza y se colocó a horcajadas sobre él, frente a frente. Mantuvo los brazos en torno al cuello de su capitán antes de acortar la distancia y robarle un beso. Luffy se dejó caer de espaldas seguido de Nami, la pelirroja sonrió porque con un solo beso su capitán había quedado completamente desarmado y ya no parecía acordarse ni de Zoro ni de Robin mientras la rodeaba con los brazos para besarla de nuevo.
Robin se apartó los mechones de cabello mojado que se habían quedado pegados a su rostro. Se desabrochó algunos de los botones inferiores de la camisa que llevaba, cogió las dos puntas y las anudó, dejando al aire su ombligo. Se adentró lentamente en la arboleda que era tan espesa que no dejaba que los rayos de sol llegasen a tocar el suelo. Todos los árboles eran muy altos y apenas si podían distinguir las últimas ramas desde allí abajo. No se oía nada más que los gritos de Sanji en la playa presionando a Choper para que acabase de traer las cestas con lo que habían recogido. La joven siguió avanzando, abriéndose paso entre las enormes raíces que desequilibraban el terreno, teniendo cuidado de no meter el pie en ninguno de los hoyos que se habían formado. A medida que se adentraba, parecía que la luz iba disminuyendo paulatinamente, los árboles cada vez eran más grandes y parecía que habían establecido como una especie de cúpula por encima de su cabeza. Volvió a detenerse un segundo, escuchando con atención. Desde allí podía escuchar el entrechocar de las espadas de Zoro, supuso que contra un árbol. Siguió el sonido de las katanas y llegó a un pequeño claro en el que estaba Zoro. Tal y como ella había supuesto, estaba entrenando, ensayando golpes con sus espadas contra uno de los árboles. Robin apoyó la espalda en un árbol y cruzó los brazos ante el pecho, cerró los ojos un segundo, escuchar el sonido del acero la relajaba. Supo que aquel momento duraría poco puesto que Zoro tardó treinta segundos en percatarse de su presencia y detener su baile de espadas. Zoro guardó una de sus katanas, se quitó la que llevaba en la boca y sostuvo una en cada mano.
─¿Qué haces aquí? – preguntó Zoro. Su cuerpo estaba cubierto de sudor y las gotas bajaban lentamente por su torso desnudo que subía y bajada rápidamente mientras el espadachín intentaba recuperar el ritmo normal de respiración. Robin lo miró, su corazón latía con fuerza como en el momento en el que expresó su más grande deseo, el deseo de vivir. Iba a decir algo pero supo que si abría la boca estropearía aquella especie de atmosfera que los rodeaba a ambos. Despegó su espada del árbol, lentamente. Movió la cabeza y su larga cabellera imitó el movimiento. Avanzó lentamente hacia Zoro, quien no se había movido ni un milímetro y seguía con la mirada cada movimiento que realizaba ella. Nico Robin se acercó hasta él y apoyó una mano en el pecho de él, rozándole la piel con las yemas de los dedos. Zoro la miró con su habitual expresión adusta. Sin embargo, Robin pudo sentir como los latidos del corazón de él se aceleraban a medida que ella se acercaba más.
–¿Por qué no confías en mí, Zoro? – aquello le salió del corazón. No había burla, provocación o ironía en aquella pregunta. En todo caso, a ella subyacía dolor. A Robin no le gustaba mostrar su parte vulnerable y, sin embargo, cuando estaba con él no le importaba, tenía la certeza de que él la protegería. Se sintió estúpida por experimentar esa sensación de certeza, por confiar tanto en él cuando él no confiaba en ella. Todo se basaba en una cuestión de confianza.
─¿Por qué tendría que confiar en ti? – dijo él clavando los ojos en los de ella. Zoro apretó con fuerza la empuñadura de sus espadas al ver como la mirada de ella se entristecía ante su réplica. No obstante, ella se enderezó y lo miró con aquellos grandes ojos que lo fascinaban, aunque nunca lo admitiría.
─Porque yo sí confío en ti – susurró ella, se puso de puntillas y rozó sus labios con los de ella. Las espadas cayeron de las manos de Zoro. Robin se apartó de él y vio la sorpresa pintada en su rostro. Dio media vuelta sobre sus talones para volver al barco, ahora ya había dado su paso adelante. Era turno de Zoro.
El espadachín la vio marchar mientras se recuperaba de la sorpresa. En cuanto ella desapareció entre los árboles recogió las espadas y reanudó su entrenamiento con una media sonrisa en los labios.
Un nuevo fic de One Piece, hacía tiempo que quería escribir sobre esta serie y aquí va un nuevo intento. Sé que queda cortito pero no sé si dejarlo aquí o hacer como una segunda parte. Supongo que si tiene aceptación subiré una continuación.
Takari95
