Capitulo I: En commençant
Un ruido muy fuerte, de antemano sabe que quien lo está provocando acabará muerto. Se incorpora sin abrir los ojos, sabe que hay luz pues puede sentirla a través de sus parpados finos; si tan solo alguien pudiese mirarla en ese momento, la confundiría con una muñeca de porcelana: Cabello corto, lacio y negro que le llegaba al ras de la barbilla y nunca se despeinaba por más que se moviera. Su piel blanca, sin lunares, manchas, pecas… nada. Sus ojos cerrados poseídos por grandes pestañas que le rozaban las mejillas, labios delgados y rozados… Una muñeca.
Duerme con su varita debajo de la almohada, la busca a tientas y apunta al frente:
—Evanesco —pronuncian apenas sus labios. El reloj que ocasionaba el ruido desaparece.
Ella se acomoda de nuevo, se arropa entre las frazadas y decide volver a dormir. Escucha la puerta abrirse, frunce el seño con desagrado sabe que después será azotada.
— ¡Levántate! —gritan. Ella odia los gritos.
— ¡¿Quieres levantarte ya?! —grita un segundo del cual ella reconoce su voz, aun así hace caso omiso y sonríe, sabe que se molestará.
Encienden las luces de la habitación adornada con verde y plata, su cama es como la de una princesa con cuatro torres a las esquinas y una seda fina cubre el cielo. Siente que ambos tiran de las sabanas que cubren su cuerpo, ella está sonriendo intenta detenerlos pero no lo consigue. Miran su cuerpo pequeño cubierto por el camisón de tirantes amarillo que lleva para dormir esta vez. Se sientan a cada lado de se cama y se miran con complicidad creyéndola dormida.
Uno posa su mano en el hombro de ella, sabe que no soporta las cosquillas, no le gusta que la toquen.
Con un rápido movimiento se incorpora quedando a horcajadas encima del chico que intentó tocarla, le encaja la varita en el cuello amenazadoramente, no logra asustarlo, el sabe que así es ella:
—Te atreves a mover tu mano medio milímetro y te convierto en cenizas —dice amenazadoramente.
El otro se levanta de la cama y la mira:
—Pansy, levántate ya —dice severamente.
— ¡Pero es viernes! —grita con fastidio.
— ¡No me importa! ¡Necesito que te levantes! ¡Tienes una hora para estar lista y bajar a desayunar!
— ¡Draco! —le replica—. ¿Quieres relajarte?
— ¡No! ¡No quiero! ¡Es el último año y necesito la copa para mi casa! Bastante se nos ha humillado ya—se acerca a ella quedando a milímetros de su rostro —, y tú, no me vas a arrebatar eso.
La morena baja de las piernas del otro chico, al tiempo, este se recuesta plácidamente en su cama, cosa que a la chica le molestó demasiado.
— ¡¿Por qué demonios no le dices nada a Blaise?!
—Se que él estará listo —dice Draco imitando al moreno, recostándose a su lado con los brazos detrás de la cabeza— Igual que yo.
Pansy se queda recargada en el marco de la puerta del baño mirándolos fijamente:
— ¿Cuál es tu obsesión por la copa?... Que quieras ganar en quidditch lo entiendo —ríe fríamente— pero la estúpida copa que ganan los idiotas por no tener vida social y se la pasan acumulando puntos, no lo entiendo Draco…
—Quiere restregárselo a Granger el resto de su vida —la interrumpe Blaise.
Ella estira los brazos al tiempo que bosteza:
—Está bien, no te arruinaré tu patético juego de niños —finaliza y entra al baño.
Sonríe, es su último año en ese castillo viejo que sinceramente desprecia. Siempre se sintió más bonita, más inteligente, más astuta, siempre deseo ser una veela. No lo era y se había resignado hace mucho tiempo a que nunca lo sería. Al salir del baño, colocarse su uniforme y cepillar su cabello; se mira al viejo espejo con molduras de plata, está satisfecha con el resultado, como siempre.
— ¡Al fin! —grita Blaise, que trae puesto su uniforme completamente gris con los clásicos ademanes verdes. Un chico muy alto de cabello al extremo corto, piel negra y ojos marrones, además de una sonrisa encantadora.
—Creí que no saldrías hasta que acabara el curso —dice Draco Malfoy, prefecto junto a ella de la casa de Slytherin.
Ella sonríe— Vamos Draco ¿Crees que me perdería como te humilla Granger?
—Que graciosa Parkinson —se mofa el rubio con tono irónico, le pasa un brazo por lo hombros y se deciden a salir.
Caminan por el pasillo, donde los alumnos de todos los cursos van en distintas direcciones. Pansy sabe que la miran, su reacción es nula, sabe que miran a Draco, no por que sea atractivo, al contrario; se gana las miradas de curiosidad al tener un padre en Askaban y todos saben que esta a punto de perder su fortuna, es humillante para él, pero lo ignora y sigue caminando con la barbilla en alto. La chica se refugia en su brazo acogedoramente, él no reacciona, sin embargo la morena sabe que se siente confortado.
En el gran Comedor no miran ninguna mesa, excepto la que está llena de serpientes; afortunadamente el desayuno todavía no había aparecido. La luz del sol se filtra a través de los congelados cristales en los que el hielo se derrite. Hay una enorme chimenea encendía y huele a dulce, se siente caliente, ella ama el frío. Hace un gesto de desagrado, pero que más da, nadie va a notarlo.
Los chicos se van y toman asiento con otros tantos de su casa, mientras Pansy, como siempre se aísla de ellos con su grupo de tontas seguidoras, que al paso de siete años la tienen más cansada que nunca. Mágicamente en el instante en que la chica toma asiento, el desayuno aparece, como siempre, nada le apetece.
— ¡Buen día! —saluda una chica de largo y esponjado cabello negro, piel trigueña y ojos oscuros, se acerca a besarle la mejilla, la slytherin corresponde.
—Daphne —se limita a decir secamente.
— ¿Dormiste bien? —pregunta casi amablemente.
Pansy le sonríe en un aparente gesto de irónica amabilidad— Como si te importara —responde.
Al instante llega otra, se sienta— Nos amargas la vida a todas cuando amaneces insoportable —comenta la misma.
Esto la hace reír— Alden ¿Qué haces despierta a las nueve de la madrugada?
—Lo mismo que tú querida —responde la chica a la que Pansy ha llamado Alden.
Pansy sigue sonriendo, al parecer, Alden es la única persona a la que tiene cierta envidia: Una mujer hermosa, de cabello castaño que le llega a los hombros, labios gruesos, rostro cuadrado, facciones perfectas y ojos verdes, tal vez hasta más hermosa que ella… Solo tal vez.
—Me duele la cabeza —comenta Pansy.
—Usa un hechizo —la taja Alden.
La morena pone los ojos en blanco: — ¿Cómo no se me ocurrió antes? —pregunta con ironía.
Alden toma una tostada: — Lo siento, solo fue una sugerencia —dice y muerte la tostada.
El desayuno transcurre como siempre, Pansy no se ríe, casi no come, la cabeza le da vueltas por lo caliente del salón, el ruido de las conversaciones ajenas le llega a los oídos. La chica mantiene su vista en un punto fijo lo mas lejano posible… Y lo encuentra a él, parece que lo esta mirando, sin embargo ella no mira nada. El chico le sonríe, solo entonces lo mira y como si nunca hubiera pasado cambia la dirección de su vista para posarla en su compañera.
— ¿Weasley te sonrió? —pregunta Daphne.
Ella se encoje de hombros— No tengo la menor idea.
Alden ríe— El muy estúpido tal vez creyó que lo estabas mirando.
Pansy sonríe falsamente— Que siga soñando.
Pasan los minutos, las tres slytherin se quedan en silencio, una distraída leyendo, la otra con la mente en blanco y el semblante ido, la tercera está pensando y una carcajada involuntaria se le escapa.
— ¿Te estás volviendo loca o que, Alden? — le pregunta Pansy.
—No, sólo… —la risa le impide hablar— ¿Le gustarás a Weasley? —dice la chica de ojos verdes.
Una carcajada de Daphne estalla.
—Si, definitivamente estás loca —responde Pansy dando después un sorbo a la copa de jugo que está casi intacta— ¿A quien le importa?
—Pansy le gusta a todos, sería normal —comenta Daphne con una enorme sonrisa.
Alden estira su cuello— ¿No les parece que este curso está un poco aburrido?
— ¿A que te refieres? —pregunta curiosa la chica de ojos oscuros.
—No hay nada que hacer, por la batalla contra Voldemort no hay a donde ir…
— ¿El punto es? —interrumpe Pansy.
Alden se pasa la lengua por el labio superior — ¿Qué tal si jugamos?
— ¿Jugar a que? —pregunta la morena.
— ¡Escondidas!— grita la otra
— ¿Por qué eres tan estúpida? — dicen Pansy y Alden al mismo tiempo mirando a la sobrante con desconcierto.
Alden viene de Francia, donde no pudo ser veela y término siendo hechicera, conoce a los Casanova, les habla entonces de Hantise: El juego de la obsesión, consistía en engatusar a una virgen, quitarle todo y después… Matarla.
— ¡¿Que?! —grita Daphne haciendo ademanes hacia su cabeza
La ojiverde ríe— Obviamente no llegaremos a eso.
Pansy suspira, sólo es un juego después de todo— Me parece un juego estúpido y una perdida de tiempo, Astor —escupe al fin.
— Odio mi apellido, Parkinson —dice Alden.
— No me importa —responde y sonríe—. Hagan lo que quieran, yo no voy a jugar.
La vida no le apasiona, vive el día a día esforzándose, casándose para poder dormir en la noche y empezar otra jornada igual de fatídica que la anterior, eso no cambiaria con nada… Eso piensa, por ahora.
