"Desgraciado"
Y de nuevo, Kagome estaba desesperada, como siempre, su hermano había empeorado, había perdido su trabajo y para colmo de males le habían atracado. Sólo le quedaban 3 Yenes, se lamentaba porque no podría enviarle dinero a su mamá que se encontraba en américa, tratando de salvar a su hermano; se sintío muy mal, por lo menos con esos tres yenes, compraría algunos panes para llevar a casa, era poco, pero la haría sentirse bien con ella misma, su amiga Sara, con la que compartía habitación casi siempre pagaba toda la renta y casi siempre compraba toda la comida, porque decía que lo importante era que Kagome mandara todo su sueldo a su madre, y además no le molestaba ayudar a su mejor amiga. A Kagome no le gustaba mucho eso de que Sara le ayudara, pero debido a su situación, tenía que aceptar, pero había jurado que algún día le pagaría todo.
Kagome, martirizada con sus dificultades iba distraída por plena calle 35 de Tokio, mientras tomaba un café, sintió como alguien la empujaba, se le regó en todo el café en la ropa y los tres yenes que tenía en su mano, se cayeron a un charco. Kagome miró quien le había empujado, quien era un hombre un poco alto, y de un extraño cabello blanco, a Kagome le molestó que el hombre ni siquiera le dio importancia, entonces Kagome gritó: -¡Desgraciado!
El hombre, volteó a ver, Kagome, se sorprendió que fuese tan, como podría ella decirlo, ¿"lindo"?, bueno, es que tenía unos ojos grandes y amarillos muy hermosos, él dijo: - ¿Quién te crees para decirme desgraciado?, ¿Acaso no sabes quién soy yo?
Así supiera, no me importara, por su culpa, acabo de perder mis tres yenes- gritó Kagome molesta, los transeúntes los miraban como a bichos raros.
¿Tus tres yenes?, vaya fortuna que acabas de perder- se burló el hombre con una sonrisa triunfante.
¡Desgraciado!- dijo finalmente la chica mientras se arrodillaba desesperada y en lágrimas.
El hombre del cabello blanco se conmovió y la levantó suavemente, y sin que ella pudiera quejarse, la llevó a una cafetería aledaña, cuando entraron a aquella cafetería, todos los miraron con sorpresa, sin embargo el chico, no le dio importancia, al sentarse, el chico que ahora arrepentido de burlarse de la chica le dijo cordialmente:- Mi nombre es Inuyasha Tsuruga, perdona por lo de allá afuera, no sabía que esos tres yenes eran tan importantes para ti.
Tú que vas a saber de mi vida, y no te preocupes por los tres yenes, tengo dignidad y no permitiré que un desconsiderado como tú, me de dinero- Dijo orgullosamente entre lágrimas, después nuevamente se echó a llorar encima de la mesa, lloraba fuertemente, todos los quedaban viendo, el chico hasta oyó decir : " seguramente él le terminó y por eso llora de esa manera, ese hombre es un desgraciado".
Inuyasha quiso enojarse pero, no pudo al ver a Kagome de esa manera, de repente se fijó en lo bella que era, en lo lindísima que era, era parecida a Kikyo- su exnovia- pero más bella, tenía un cabello negro hermoso, unos ojos chocolatosos divinos y una carita de ángel, y s ele ocurrió darle un trabajo, porque tal vez eso era lo que ella necesitaba.
Oye, de pronto, si no me aceptas dinero a mi, podrías aceptarme un trabajo- propuso Inuyasha esperando un si como respuesta.
¿Y que tengo que hacer?- preguntó esperanzada y sus ojos se iluminaron.
Sólo mostrar el lindo cuerpo que tienes- afirmó el de cabello blanco, mientras Kagome puso cara de mil demonios.
Perdone, pero usted se ha confundido conmigo, yo podré necesitar dinero, pero tengo dignidad- bufó la azabache con rabia levantándose de la mesa.
Oye de que estás hablando, cualquiera quisiera un trabajo de modelo en mi academia de modelaje- cuando Kagome, oyó esto, se volvió a sentar y sus ojos volvieron a brillar.
¿De modelo?, pero no tengo que hacer nada, ¿seré modelo y ya?- preguntó con ilusión Kagome, ya que pensar en ser modelo, siempre había sido uno de sus sueños.
Pues, sólo participar en un concurso de la academia, no creo que tenga problema Miroku en aceptarte para el concurso- dijo sonriendo Inuyasha con una gran sonrisa en su rostro, porque raramente le gustaba ayudar a esa chica, porque aparte de gritona era soñadora, y eso la hacía ¿simpática?
Muchas gracias señor, mañana estaré a primera hora en la academia, muchas gracias- concluyó Kagome, demasiado emocionada, tan emocionada que le dio un beso a Inuyasha y salió corriendo.
"Mira, el desgraciado le dijo que siguieran con su relación y por eso ella se fue feliz, él lo hizo por lástima, enserio, que es un desgraciado"- Oyó Inuyasha a una vieja chismosa, y por fin frunció el ceño.
Inuyasha no dejó de pensar en aquella señorita a quien ni siquiera pudo preguntarle el nombre, y no dejó de desear con ansias que pasara el tiempo para volverla a ver, la suerte siempre lo había acompañado, siempre tuvo todo y ahora había conocido a la chica más linda del mundo.
Kagome fue feliz a s apartamento, iba feliz a contarle a Sara, acerca de su gran día, aunque a Kagome la suerte siempre la esquivaba, yendo al apartamento un carro le echó todo un charco, sin embargo, eso era normal en su vida, por eso, seguía feliz por lo bueno que le había pasado.
