Capítulo 1
Bolt regresó caminando a casa. Estaba cansado y le dolían las almohadillas; había sido un día muy largo, y no era el primero, como no sería el último. Mantuvo un ritmo tranquilo mientras pasaba por debajo de los varios faroles que iluminaban la banqueta. A pesar de haber vivido así durante un rato ya, no se acostumbraba a la vida en las calles. La comida no era un problema, su carita de perro hacía todo el trabajo, pero aún estaba la sed, la dura intemperie, los perros agresivos o territoriales, los coches, control de animales y un sinfín de otras cosas de las cuales preocuparse. Durante mucho tiempo no habría ni imaginado que llegaría a vivir así, pero ya llevaba casi un año haciéndolo, e ignoraba como había pasado. No, no lo ignoraba, le gustaba fingir que lo ignoraba, pero sabía a la perfección porque había terminado ahí.
Terminó de volver a su caja, que no era más que otro constante recordatorio de lo que había pasado. Bebió un poco de agua antes de meterse y acurrucarse sobre el colchón de la misma. "Había mucho poliestireno y lo usé para el relleno, lo cual me pareció creativo e irónico…"
Sacudió su cabeza para sacarse esos recuerdos de la mente. Ya era tarde, y por la mañana tenía cosas que hacer. Cerró los ojos y suspiró. Justo antes de quedarse dormido, una pregunta le surgió. Ya sabía la respuesta, pero aun así no dejaba de preguntárselo: ¿Cómo había terminado ahí?
Abrió los ojos y se hallaba en un lugar familiar. Nunca podría olvidar que lugar era ese. Estaba en el jardín de su casa. Abrumado, observó alrededor. El cielo estaba cubierto de nubes, grises y amontonadas, como si fuera a llover en cualquier instante. Un poco alejado de él, distinguió dos figuras. Al principio no le parecieron conocidas, pero conforme se acercaba a ellas terminaron de resultarle demasiado familiares. Una era una gata, negra casi en su totalidad, pero con sus patas y su estómago blancos; cerca de ella y mirándola de frente se hallaba un pastor suizo blanco, bastante más grande y fuerte. Ambos estaban discutiendo por algo. Bolt, incrédulo, se acercó aún más al darse cuenta de que se estaba viendo a él mismo y a Mittens.
-No lo entiendes, ¿verdad, Bolt?- La gata estaba enojada, su mirada y su tono lo delataban. -Te está manipulando, solamente se acerca a ti porque sabe que tú le puedes dar lo que te pida.
-¡No es cierto!- Replicaba el can, enojado por igual. -Princesa es mi amiga, y no haría algo así.
-No, Bolt. Yo soy tu amiga, y estoy tratando de evitar que arruines tu vida. Te quiere usar como pareja para conseguir un hogar.
Bolt miró, congelado por la impresión, los movimientos de ambos. Estaban peleando por algo relacionado con una tal Princesa. Trató de forzar su cabeza, pero el nombre no le recordó a nadie, así que siguió poniendo atención.
-¿Y qué si quiere un hogar? Tiene derecho a una segunda oportunidad. Tú misma viviste una situación así y nadie te lo negó.
Por como la gata abrió los ojos, el can deseó que su otro yo no hubiera dicho eso. La felina comenzó a erizar su pelo, algo que él jamás le había visto hacer antes, y temió la respuesta mientras seguía observando.
-¡No puedes compararme con esa perra callejera! ¡Sí, yo manipulaba igual, pero nunca traté de engañar a alguien para que me diera un hogar!
-¡No es culpa suya que tú te dieras por vencida!- Aullaba furioso, antes de agregar, en voz más baja: -Y no es culpa suya que te estés portando así de egoísta.
El can maldijo mentalmente al Bolt que estaba discutiendo. ¿Cómo no se daba cuenta? ¡Estaba hiriéndola, estaba lastimándola! Trató de gritarle que se detuviera, pero no salió un solo sonido de su boca. Sintiéndose impotente, se acercó más a la escena.
-¡Te lavó el cerebro!- Siseaba la gata. -¡Te manipuló tanto que ahora sólo eres su títere! ¿Por qué no te vuelves su pareja de una vez y ya? Vayan y tengan cachorros, ¡y ojalá sean iguales a ella!
Entonces Bolt notó algo. La gata había dicho con demasiado sentimiento la parte de volverse pareja de esa Princesa, y había puesto más al mencionar a los cachorros. Rápidamente trató de pensar porque haría algo así, pero su mente no parecía estar funcionando.
-¿Sabes algo? ¡Olvídalo! Ni siquiera sé porque estoy hablando contigo. Desde que la conocí te has comportado extraña y esperas que yo adivine porque.
-¡Estoy tratando de ver por tu bien, perro!- Replicaba ella. -¡Desde que Princesa llegó te has metido en muchos más problemas que en el resto de tu vida!
El otro Bolt se quedaba callado. El can asumió que Mittens había tenido razón.
-E-Eso no es cierto. ¡Y-Y aunque lo fuera, no prueba nada!
-Bolt, tú no sabías ni lo que era el hambre hasta que yo te lo expliqué. No podrías ver sus intenciones ocultas ni aunque te golpearan en la nariz.
El otro can parecía estallar en furia. -¡Tú seguirías en tu asqueroso callejón si no fuera porque yo te encontré! ¡Todo lo que te pasó después, fue gracias a eso!
-¡Lo mismo digo!- Respondía ella. -¡No habrías ni salido de Nueva York de no ser por mí!
Bolt comenzó a asustarse. Ese no era el comportamiento normal, de ninguno de los dos. Desde que la sacó de la perrera, casi siempre habían llevado pláticas tranquilas y relajadas. Y ahora los veía a los dos, gritándose mutuamente, echándose en cara lo que se debían el uno al otro en vez de agradeciéndose por ello.
Entonces, como una piedra, el recuerdo lo golpeó. Princesa era una perrita, una pastor belga, que él había conocido un día cualquiera. Era callejera, como Mittens había dicho, y, ciertamente, solía pedirle cosas como comida o similares constantemente, con lo que, como la gata le había dicho, él se había metido en varios problemas en un lapso muy corto de tiempo. También era cierto que se le acercaba mucho, y solía pasarle la cola por el cuello o por el costado. Mittens tendía a ponerse de mal humor después de que él jugara con Princesa, y a él le había resultado cansado intentar averiguar porque, pues la gata nunca le daba una respuesta directa cuando preguntaba.
-¿Y sabes una cosa?- Proseguía la gata, furiosa. -No voy a perder más mi tiempo contigo. Estaré adentro, tal vez cuando Princesa me devuelva al Bolt que conozco, podamos hablar- Luego añadía, casi en un susurro. -Me decepcionas, Bolt.
El otro perro se notaba fuera de sí. Bolt temió que se hallara demasiado enojado para pensar con claridad, y corroboró que era cierto cuando este abrió la boca de nuevo para decir:
-Eso no pasará. Me voy.
La gata entonces se daba vuelta, su mirada de incredulidad.
-¿Qué dijiste?
-¡Dije que me voy! ¡No tengo porque aguantar esto, y no lo haré!- Aullaba furibundo. -¡Haz lo que te dé la gana, Mittens! ¡Goza de tu querido hogar!
El otro Bolt comenzaba a rascarse el cuello, mientras él mismo veía horrorizado lo que estaba haciendo. Luego de unos segundos, el otro can lograba su cometido: se quitaba el collar. Lo tomaba con el hocico y lo lanzaba en dirección a la gata. -¡Quédatelo!
La gata para entonces parecía más asustada que enojada. -Bolt, espera…
-¡Si ya no soy el Bolt que conoces, entonces me iré, como tanto quieres que haga!
-No, Bolt.- Gemía la gata con lágrimas en los ojos. -Yo no quise… no quise decir eso; lo… lo hice por una razón.
-¡No me importa, en este punto ya no me importa!
-¡Maldita sea, escúchala, tonto!- Se reprochaba casi en un aullido, aunque no parecía afectar la escena en lo absoluto.
El otro Bolt se estaba dando vuelta para irse cuando la gata le dio alcance. Traía en una de sus patas el collar que recién se había quitado.
-Bolt, escúchame. Tengo que decirte algo…
-¡Díselo a alguien más!
Como si su grito hubiese sido una orden, el cielo tronaba finalmente, y las primeras gotas de lluvia comenzaban a caer, mojándolos a los dos.
-No, no lo hagas, tonto. Escúchala, ¡quiere decirte algo importante! No vas a… no lo hagas, no lo-
-Adiós, Mittens.- Añadía sin darle oportunidad a la gata si quiera de responder, con un tono totalmente neutro, observándola con ojos fríos como el hielo.
Antes de que la felina pudiera reaccionar, el otro can ya estaba corriendo lejos de ella.
-¡No!
Bolt corrió hasta llegar junto a Mittens y observó a su contraparte furibunda alejarse con velocidad de la escena. Ella no le quitaba la vista, durante varios segundos sin hacer nada, totalmente impresionada. Momentos después, parecía darse cuenta de lo que estaba pasando y las primeras lágrimas comenzaban a escurrir por sus mejillas. Susurraba el nombre del can un par de veces, entre sollozos, antes de bajar la cabeza y comenzar a llorar abiertamente, del mismo modo en que la lluvia aumentaba y el cielo lanzaba rugidos. Parecía que el cielo mismo estaba llorando también por lo ocurrido. Luego, todo comenzó a volverse gris lentamente. Bolt dejó de ver esa imagen de su otro yo, y de Mittens, así como la casa, el cielo, el jardín, todo. Todo se había ido. Entonces se quedó pensando sobre su sueño.
-No era un sueño.- Se dijo a sí mismo. -Era un recuerdo. ¡Yo hice todo eso, yo actué como un descerebrado!
Entonces se puso a pensar. Sin duda alguna la discusión había iniciado desde antes de la parte donde el sueño comenzó, pero lo peor era que parecía haber perdido el control de sus acciones durante ese tiempo. Había dicho, había hecho cosas de las que se arrepentía desde entonces.
Pensó un poco más y encontró algo nuevo: no había considerado ni a Rhino, ni a Penny. ¿Qué habría sido de ellos desde que se fue? ¿Qué le habría dicho Mittens a su admirador? ¿Penny lo habría buscado?
-Desde luego que sí.- Se regañó. -Y seguramente lo hizo durante meses.
Luego volvió a pensar. ¿Por qué había abandonado a su mejor amigo, y a su persona, por una discusión con Mittens? Haciendo memoria, recordó que no los había considerado hasta haber llegado lejos. Sólo cuando se halló sobre una carretera, alejándose aun de la gata con la que había peleado, se dio cuenta que estaba abandonando también a otras dos importantes presencias de su vida. Pero su orgullo le había prohibido volver a asomar su cabeza por esa casa, y su ira aún no había disminuido lo suficiente, así que simplemente había seguido corriendo, poco importándole estar dejando atrás a su persona y a su mejor amigo también.
¿Por qué no se acordó de ellos hasta después? ¿Era más importante la opinión de Mittens que la de ellos dos?
Luego, recordó como se había puesto la gata al mencionarlo a él como pareja de Princesa. ¿Por qué le molestaba tanto? ¿Por qué se veía tan enojada al mencionar que "tuviera cachorros con ella"?
Bolt sacudió su cabeza frenéticamente, sintiéndose tonto.
-No estaba enojada; estaba herida, y yo sólo lo empeoré.
Creía haber llegado a una conclusión. Mittens le había tenido celos a Princesa. Ella misma se los había explicado: en pocas palabras, se trataba de un instinto de proteger a alguien que te importa. Pero, aun así, los había llevado demasiado lejos para ser su mejor amiga.
-¿O quizás…?
No terminó de formular la pregunta; no supo cómo.
Entonces recordó otra cosa más. Él mismo. Había ido directamente hacia Las Vegas. No sabía porque, pero había llegado ahí, había encontrado el lugar en el que Mittens trató de convencerlo de quedarse, y había ocupado su caja. Ese se había vuelto su hogar desde entonces, pero no terminaba de explicárselo.
Lentamente, comenzó a repasar ese recuerdo suyo. Desde el principio hasta el final, y le empezó a doler el estómago conforme más lo pensaba. Lo que había dicho y hecho, la forma en que lo había hecho, las palabras hirientes que le había aventado a Mittens, quien solamente estaba tratando de hacerle ver la verdad como siempre había hecho, todo lo hizo sentir peor. Por una razón lo había tratado de mantener oculto en su mente, porque recordarlo lo hacía sentir mal. Le hacía querer volver al lugar al cual se había prometido que ni loco volvería.
"Me decepcionas, Bolt."
-¡Bolt!
El can abrió los ojos y se levantó de golpe. Su mirada se cruzó con la de un beagle de ojos negros y profundos que lo estaba mirando alegremente. Este se alejó un poco para dejar salir de la caja al pastor suizo
-¡Hola!- Saludó mientras movía la cola. -Te traje el desayuno.
-Eh, gr-gracias, Fox.- Musitó Bolt al cabo de algunos segundos.
El Beagle lo miró extrañado.
-¿Qué tienes?
El pastor suizo suspiró y se sentó con la cabeza gacha. -Nada…
-Si me creyera eso, me creería cualquier cosa. Algo tienes, llevas así desde… hace tiempo.
Bolt notó que Fox se había callado lo que realmente quería decir y se preguntó porque. Finalmente, decidió que no tenía motivo para mentirle a su amigo.
-Sí, bueno, no me siento bien.
-¿Razón?
-No creo que lo entiendas. No creo que hayas sentido que te aplastan el corazón.- Contestó, tratando de explicar gráficamente como se sentía después de haberse dado cuenta de todo lo que había hecho. No hubo respuesta inmediata y Bolt alzó la vista para encarar a Fox. El Beagle mostraba una mirada empañada por dolor y tristeza.
-Tú bien sabes que sí.- Le espetó dándose vuelta para sentarse de espaldas a él.
El can recordó en una fracción de segundo el accidente que había ocurrido un par de meses atrás y comprendió que había metido la pata.
-¡Oh, diablos! Lo lamento, Fox. No recordaba que Lily…
-Nah, no importa.- Interrumpió el otro.
-Estoy distraído, es todo.- Se apresuró a añadir, esperando no haber enojado a su amigo. No recordaba haber recibido una sola mirada como aquella en todo el tiempo que llevaba de conocerlo, y no quería empezar ahora. Se habían ayudado mutuamente desde que se conocieron y esperaba mantenerse así con él.
Fox volvió a mirarlo, su mirada alegre de nuevo. -Sí, es bastante visible. Ni siquiera te diste cuenta del pedazo de carne que te ofrecí.- Recalcó señalando con la nariz hacia las patas delanteras del pastor.
Bolt le dedicó una sonrisa y agachó la cabeza. Su vida actual no era mala; mientras le daba el primer bocado a su parte del desayuno pensó en las buenas experiencias que había vivido durante el último año. Otra sonrisa se le escapó al pensar en Fox y en Lily, sus dos buenos amigos callejeros, y no pudo evitar pasarse una pata por el costado, donde tenía una cicatriz, recordando el día que los había conocido.
-Gracias.- Ladró su compañero interrumpiendo sus pensamientos.
-¿Por qué?
-Creí que estabas recordando nuestro primer encuentro.- Respondió el beagle, obviamente refiriéndose al gesto que Bolt acababa de hacer. -Después de todo, si en nueve meses y medio no ha desaparecido, es lógico pensar que tendrás ese pequeño recordatorio en tu costado hasta que tus días terminen.
-A ti nada se te escapa.- Le dijo el pastor.
-Perspicacia es mi segundo nombre.- Siguió Fox luego de tragarse un bocado. -Al menos eso decía Lily.- Agregó antes de bajar la mirada otra vez.
-Lo lamento.
Fox volvió a mirarlo, sus ojos negros brillando de nuevo. -No tienes porque. Hiciste lo que pudiste y más. No fue culpa de nadie.
Bolt observó a su amigo seguir comiendo con tranquilidad. Se portaba demasiado maduro para los tres años que decía tener. Ambos terminaron de comer sin decir más y luego salieron a revisar lo que habían tomado como territorio suyo.
Luego de una media hora de caminar, Bolt se dio cuenta de que no podía concentrarse en lo que estaban haciendo. Sus pensamientos seguían vagando hacia su sueño una y otra vez, por lo que se limitaba a seguir a Fox a través de las calles y callejones. Pensó de nuevo en él. Ese recuerdo lo había tenido por un año, desde el momento en que eso había ocurrido; ¿por qué ahora lo recordaba tan claramente como si lo hubiera vivido ese mismo día? Había trabajado muy duro para suprimir esa memoria dentro de su cabeza, buscándose cualquier cosa que hacer para distraerse, pero parecía que no había nada que pudiera hacer al respecto. De un momento a otro, se dio cuenta de que ya no iban por la ruta que solían tomar.
-¿A dónde vamos?- Preguntó sin darle mucha importancia.
-Vamos a ver a Lily.- Respondió Fox con notable alegría.
Bolt salió impresionado. -¿Qué? No, Fox, no es necesario…
El beagle ignoró al pastor. -Lo necesitas. Y yo también.- Su voz se volvió ausente por unos segundos. Luego recuperó su tono habitual. -Andando, es por aquí.
Bolt se resignó y siguió a su amigo como había hecho todo el día. Para ese momento no le importaba a donde fuera a llegar, siempre que pudiera distraerse con cualquier cosa. Pero su mente seguía volviendo a una palabra, siempre la misma. Mittens. Sí, tal vez su vida actual no era mala, pero la forma en la que había cerrado la anterior era terrible, y le constaba, tanto como que el sol sale todos los días.
-Bien, llegamos. ¡Hola, Lily!- Saludó Fox. -Lamento no haber venido antes, pero estuve algo ocupado con Bolt estas últimas semanas.
Bolt se quedó atónito por la forma en que Fox le hablaba a Lily, aun después de lo que había pasado. Recordó cómo se veía cuando la conoció, una Cavalier King de color blanco con varias manchas grandes de color canela a lo largo de su cuerpo. Ahora veía en su dirección, pero…
-Bolt, ¿qué esperas? ¡Saluda!- Le gruñó Fox por lo bajo.
-Eh… hola, Lily.- Saludó Bolt, sintiéndose algo incómodo.
No hubo respuesta aparente de Lily, así que Fox continuó.
-Sí, yo también creo que Bolt se ve distraído. Por eso te lo traje, linda. ¿Qué opinas?
Bolt observó a su amigo poner expresión de estar pensando mientras él seguía observando el árbol junto al cual ambos habían enterrado a la hembra en cuestión. No estaba seguro si su amigo de verdad estaba hablando con su pareja fallecida, o si solamente fingía para no sentirse mal.
-Tienes razón.- Prosiguió luego de varios segundos para luego mirar a Bolt. -Dice que tienes que volver.
-¿Volver? ¿A dónde?
Fox alzó una ceja. -A Rumania, genio. ¡A tu casa, a tu hogar!
-Espera, ¿dices que Lily…?
-Lily y yo estamos de acuerdo. No eres feliz aquí; bueno, tal vez sí eres feliz aquí, pero no tan feliz como podrías llegar a ser si vuelves y arreglas las cosas.
Bolt entonces sintió dos cosas. La primera fue alivio: había estado tratando de encararse a él mismo para volver desde que se dio cuenta de lo que le había hecho a Mittens, aunque siempre intentaba ahogar ese recuerdo entre sus demás pensamientos, no creía que podría durar otro mes más, menos otro año. La segunda fue preocupación, pues estaría dejando a Fox a su suerte.
-¿Y qué hay de…?
-Yo estaré bien, Bolt. Tengo las cajas, tengo a Lily y tengo nuestro territorio.
Al pastor se le ocurrió otra solución. Ya le había dado hogar a Mittens y a Rhino. Fox también podía unírseles.
-Podrías…
-No lo creo.- Interrumpió de nuevo. -Ese es tu lugar, no el mío. Con lo que tú y yo hicimos estos meses podré vivir bien. Además, Lily está aquí, y no podría separarme de ella por mucho tiempo. ¿Verdad, linda?
Esta vez, después de que Fox le hablase a Lily, una hoja se cayó del árbol y aterrizó sobre la cabeza del beagle con suavidad. Bolt no le dio importancia, pero Fox abrió los ojos con emoción.
-¡Dice que sí!- Gritó emocionado. -¡Está de acuerdo!
Bolt decidió que su siguiente pregunta se la haría a Lily, aun no muy seguro de que ella hubiera tenido algo que ver con la hoja.
-Lily, ¿estaría bien si paso un último día con tu pobre enamorado?
Esta vez, Fox contestó sin esperar a ver lo que ella tenía por decir.
-Desde luego que está bien. Pero lo dejaremos en medio día. ¿Qué dices si terminamos de revisar el territorio, vamos por comida y luego comemos los tres una última vez juntos?
El can sonrió. -Te sigo.
El dúo siguió su ruta y terminó de revisar que no hubieran otros perros dentro del territorio que se habían hecho; si bien a ninguno de los dos le habría molestado compartir lo que tenían, los forasteros normalmente eran maquiavélicos, abusivos o llegaban ahí con intenciones de sacarlos, por lo que habían acordado que su amabilidad sólo la mostrarían cuando las circunstancias así lo requirieran.
-Bien, todo despejado.- Dijo Fox mientras se sentaba en un callejón detrás de una tienda de carnes.
-Así es.- Bolt pensó por algunos segundos en lo que sería de su amigo si él se iba. -Fox, ¿estás seguro de que no quieres venir conmigo?
-Creo que ya habíamos hablado de esto, Bolt. No hemos visto perros en nuestro territorio desde hace poco más de un mes. Creo que ya tenemos reputación suficiente para que respeten lo que reclamamos como nuestro. Y no es como que ellos sepan que tú estás por irte, por lo que no tienen razones para venir hacia acá.
Bolt suspiró. Las palabras de su amigo iban con su típico optimismo, pero él no lograba verle tal enfoque. Centró la vista en Fox, mientras este hacia su carita de perro para que su persona de siempre le lanzara un par de pedazos de carne antes de entrar de nuevo en la tienda. ¿Por qué no quería volver con él? Pero no pudo seguir pensando pues su compañero ya iba en dirección hacia él.
-Andando.- Ladró tras dejar la carne en el suelo. -Lily seguro nos estará esperando.
El pastor suizo se limitó a asentir y tomar el pedazo de comida que era para él antes de levantarse y salir del callejón.
Ambos volvieron al árbol donde Lily estaba y comieron relativamente en silencio, siendo que sólo lo rompían para contar un anécdota ocasional. Ya pasada la hora de comer, los dos perros se habían echado bajo la sombra del árbol a platicar un rato más.
-Lily dice que no olvides disculparte.
Bolt rodó la mirada.
-Lo sé; me lo han repetido cerca de quince veces. Metí la pata, créeme, disculparme será lo primero que haga.- Contestó Bolt relajado. Después de haber pasado ese tiempo en compañía de los dos, no se veía volviendo a casa.
-Y yo te digo que escojas tus palabras con cuidado.- Agregó Fox, antes de bajar la voz. -Después de todo, estamos hablando de una hembra. No quieres tratar con una hembra molesta; te arrancará las orejas si tiene oportuni… ¡Auch!- El beagle había sido interrumpido por una manzana considerablemente grande que le cayó en la cabeza. -Perdón, linda, estaba jugando.- Luego bajó la voz de nuevo. -¿Ves?
Bolt se rio un poco. Luego optó por decirle a Fox lo que estaba considerando.
-Fox, realmente creo… que no debería volver.
El beagle se levantó de golpe y se le quedó mirando
-¡Ah, no; eso no! Te pones en tus cuatro patas y comienzas a caminar hacia California, pero ya.
Antes de que Bolt pudiera responder, el perro pequeño siguió.
-Lily me apoya, y dice que ya te vas. Y también dice que trates bien a Mittens.
-¿Qué?
-Que la trates bien. Después de todo, si logras hacer que te perdone, quizás se vuelvan pareja.
Bolt no podía haber quedado más confundido por lo que le dijo Fox.
-¿De qué hablas?- Preguntó.
-Bolt, Lily y yo lo supimos desde que comenzaste a hablar de ellos. Es obvio que te enamoraste de ella, y, por como describías su forma de ser contigo, es obvio que ella se enamoró de ti.
El can se puso a pensar unos segundos, sintiendo algo extraño dentro del estómago. ¿Era posible que se hubiera enamorado de Mittens? ¿Más aun, ella de él? Eso sin duda explicaría porque sus celos habían sido tantos y porque se había molestado de esa forma. De hecho, eso explicaba todo. Pero, ¿él también se había enamorado de ella?
-Puedes pensarlo en el camino. California no está tan cerca.- Puntualizó su amigo al ver su cara de confusión.
-¿Qué debería hacer… suponiendo que tengas razón?- Preguntó Bolt de nuevo, aun incapaz de afirmar o negar la suposición del beagle.
-Dile lo que sientes. Y que lo lamentas.- Fox debió notar su expresión de duda, porque siguió hablando: -Tú puedes. Eres Bolt, el súper perro, ¿recuerdas?
Bolt se rio un poco y, con ayuda de las palabras de aliento de Fox, tomó una decisión. Parecía que todo apuntaba en dirección a casa. De vuelta con Rhino, con Penny… y con Mittens. Entonces se dio cuenta de que debía estar loco. Se había dicho, se había prometido, que no volvería a acercarse a ese lugar, ni estando fuera de su sano juicio. Y como iba a hacerlo, entonces debía haber perdido su sano juicio. ¿Qué le iba a decir a Mittens? ¿"Hola, qué tal"? Más aun, ¿cómo podría llegar a compensar lo que había dicho y hecho?
-Bueno, si no vas allá, no lo averiguarás.- Le dijo Fox, dando respuesta a sus pensamientos.
-¿Seguro que estarás bien?- Volvió a preguntar, sintiendo que una mitad de su ser esperaba que el beagle recapacitara y le pidiera que se quedara. No se sentía capaz de encararla después de lo que había hecho; llegó a pensar que podría ser más fácil pelear de nuevo contra una banda de callejeros que arreglar todos esos asuntos.
-Afirmativo.
-¿No te molestará estar solo?
Fox soltó una leve risa. -Nunca estaré solo.
-¿Seguro que no quieres…?
-Bolt,- Interrumpió con suavidad. -sólo ve.
El tono que usó terminó de tranquilizarlo; sólo tenía que hacerle ver a Mittens cuanto lo lamentaba y dejarle lo demás a… a lo que fuera. Finalmente, sintió que su decisión ganaba fuerza. Iba a volver. El can entonces sintió una punzada de tristeza. Si iba a volver a su hogar, eso a su vez significaba despedirse de un amigo que lo había acompañado durante meses. Sin dudarlo, se le acercó para darle un abrazo al beagle, que correspondió con gusto.
Durante los segundos que duró el abrazo, Bolt recordó todo lo que habían vivido. La pelea en que se metió para salvarlos a los dos cuando los vio por primera vez, siendo perseguidos por un par de rottweiler; la cicatriz que se había ganado en esa ocasión y como ellos lo habían ayudado mientras se recuperaba; la forma en que se habían hecho con un "territorio" donde conseguir comida; como, irónicamente, había ayudado a Fox a declararle sus sentimientos a Lily y como ella lo había aceptado; el accidente de Lily, algunos meses después de la declaración de Fox; como la habían enterrado entre los dos, y como habían llorado su partida; como el beagle se había recuperado y la seguía amando, aunque no fuera a verla mientras estuviera con vida; como, entre los dos, se habían enseñado mutuamente a defenderse y a sobrevivir en las calles; como, ese mismo día, Fox le había llevado el desayuno y le había motivado a hacer algo que sin su ayuda no se habría atrevido a hacer y como, innumerables veces, le había ayudado, incluyendo ese momento.
-Cuídate.- Le dijo Bolt al separarse de Fox. -No te metas en problemas. Ya no estaré alrededor para hacerme una cicatriz defendiéndote. Y ten cuidado cuando estés cerca de una calle.
-Y yo ya no estaré para hacerte ver lo que tienes frente a tus ojos, así que ábrelos bien. Y lo tendré, ya aprendí de la experiencia.- Contestó el beagle, mirando hacia el infinito. Bolt dedujo que estaba recordando el accidente de Lily.
Bolt luego se giró hacia el árbol. -Cuídalo, Lily.
-Dice que lo hará.- Respondió Fox con un ladrido alegre pocos segundos después. -Ahora, ve.
El can sintió una oleada de emoción. ¡Iba a volver a casa! Se lo había negado mucho tiempo, primero por enojo, luego por orgullo y luego por cuidar de Fox y Lily. Ahora ambos lo habían instado a que volviera. Sin embargo, luego de comenzar a correr con dirección a California, una duda volvió a asaltarlo. ¿Qué iba a hacer, y a decir, para compensárselo a Mittens? Tenía la idea, pero la duda que permanecía era: ¿Cuáles serían las palabras correctas?
Jejeje, que tal. Resumiendo, esta historia se me ocurrió mientras hacía mi otro fic y decidí subirla mientras terminaba con las curiosidades; no fue la única pero vamos de uno en uno. La idea orignial pintaba para un oneshot, aunque luego creció a uno de dos capítulos y siguió creciendo hasta terminar en una historia que, yo estimo, tendrá entre 5-6 caps, tal vez 7 y va a ser una historia sencilla. Ahora, tengo dos comentarios al respecto: el primero es que, como siempre, mi principal objetivo es ser original, para evitar que la sección termine siendo un cliché. Como pudieron leer, fue Bolt quien se fue, cuando sería más común imaginar que Mittens se iría; todo eso viene porque pretendo mantener algo de originalidad en lo que escribo. La segunda es que no estoy muy seguro de donde entra esta historia. De cajón lleva romance, todo lo que yo escriba en esta sección va a llevarlo, pero no estoy seguro del segundo género, aunque creo que podría ser drama, así que les voy a pedir que me ayuden a acomodar esta historia. Si tampoco están seguros, entonces no tardo en subir el siguiente cap, quizás eso ayude. Bueno, esto fue una enorme nota a pie de cap, así que los dejo y nos vemos en cualquier día y a cualquier hora, pero siempre por el mismo canal.
