Un gato.
Mas lo observa, más lo nota, más se cerciora.
El movimiento tranquilo, elegante y sigiloso que acompaña cada paso que hace, le provoca que parezca un gato. No obstante, no solo era la forma en cómo se mueve sino también en que como se comportaba: Cauteloso, distante, desconfiado.
Parecía un gato callejero, sin dueña.
Y Bridgette quería ser su dueña y mucho más. Quería acercarse, hasta ganar completamente su confianza.
Por eso le daba comida (Croissants, Macarons) Todo lo dulce que producía su panadería, además de animarlo todo lo que podía. Es difícil, sabía que acercarse demasiado, provocaba que recibiera una herida. Su lengua afilada la atacaba.
Pero ella, aseguraba que con su persistencia y buen ánimo. Si seguía tratando de acercarse, algún día, podía llevarse bien con él...
Sip, ¡Lo lograría!
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Sin saber que lo logro.
Chat Noir era fiel y mimoso con ella. Había ganado totalmente su confianza y principalmente su corazón.
Para nada guardaba distancias y era agresivo con ella.
Es más, no podía evitar ronronear en su cercanía y por esa razón Ladybug lucia sin expresión, sintiendo como la cabeza de Chat Noir se frotaba en su hombro.
Como un gato. Un gato bastante extraño.
¡Los gatos no eran así!
—Deja de actuar así —su voz salió fría.
—Eso me lastima, Bugaboo —haciendo una expresión triste— ¿Que intenta decir con eso?
—Eso —alegó— Los gatos son desconfiados, solitarios...
Su mente formulaba una imagen de Félix. (Son como él)
—No son como tú —concluyó.
—My Lady... —inició— Claro que no son como yo —repuso calmado— Todos los gatos son distintos y no únicamente en apariencia física —dijo sonriendo de manera deslumbrante— Yo en particular tengo algo que lo demás no tienen.
—Un mal sentido del humor.
—Muy graciosa —espetó— No... Tú.
Sus pupilas se dilataron.
—My Owner.
