Prólogo

La pequeña bolsa llena de pastillas yacía en mis manos.

Había jurado no volver jamás a consumirlas, pero el dolor que sentía era tan inmenso que esa era la única opción para dejar de sentirlo. ¿O No?

Quizá ni eso lo aplacaría . . . Le fallaba a él, aunque quizá ya ni le importaría, le fallaba a mi hermano y también a mi nueva familia.

Ya no valía nada, me sentía vacía.

Entonces; coloque tres pastillas en mis manos y las contemple detenidamente antes de llevarlas hacia mi boca.

Volvería ahora sí a mi antigua vida.

Burbujínclea.