Título: Posdata Te Amo

Categoría: Romance, tragedia, drama, angustia. (Slash, relación hombre/hombre)

Rating: T+

Notas de autor: Y vuelvo ahora con la versión mejorada de "Posdata Te Amo". Esta vez reinventé toda la historia y la hice más compleja que la versión antigua puesto que no tenía mucho sentido. Además, la historia de trasfondo se me antojaba monótona y aburrida. Incluí una dedicatoria a la persona que inspiró mi vida a escribir este fanfic. Así que debo darle agradecimientos, supongo. Así que, Alexander. Esto lo escribí pensando en nosotros. Muchas gracias por todo.

La historia transcurre durante 1993 y 2010, cuando en el estado estadounidense seguía vigente la ley de "Don't Ask, Don't Tell", la cual prohibía la expresión romántica homosexual o bisexual durante la estadía del servicio militar. Esto conllevará a problemáticas de los personas a expresarse debido a que la ley ajudica sobre la B.S.A.A por igual.

Resumen: Durante los años noventa, la ley "Don't Ask, Don't Tell" sigue vigente en los Estados Unidos. Siguiendo de muerte a quienes osan romper tan sólida ley la cual prohíbe la expresión libre de amor homosexual en el ejército. Un amor nace en tiempos inestables y la única esperanza se ve desvanecida en la persecución de los involucrados. ¿Será posible mantener una relación o son contados los segundos de sus vidas?


Dedicatoria


Las palabras no son suficientes para explicar un sentimiento enigmático. Por mucho que se intente no se consigue de forma fluida. Se debe pensar el qué decir y cómo decirlo. El uso de palabras bonitas y mal ordenadas no sirve. Deben ser seleccionadas a buen conocimiento y, a veces, cuesta más que apuñalarse al corazón para dejar de sentir.

Comprendí que la soledad es bastante ingrata cuando se trata de acompañar; su presencia me molesta desde aquel 16 de junio donde te devolviste hacia mí.

Expreso adicción en tu silenciosa compañía, esperándome a cada momento para volver a hablar de las cosas consuetudinarias de la vida: el color del cielo, el porqué del trinar de las aves, el crepúsculo en la línea divisora entre el orbe y el claro del firmamento.

He allí mis mejores momentos de vida estando en tu comitiva no presencial. He allí mi más sensata felicidad.


"Si yo pudiera darte una cosa en la vida, me gustaría darte la capacidad de verte a ti mismo a través de mis ojos. Sólo entonces te darás cuenta de lo especial que eres para mí"

—Frida Kahlo—


Capítulo 1: "Talón de Aquiles"


La mañana llegaba con rayos de sol colándose por las persianas a entreabrir. Lamentablemente dormía yo debajo de la ventana y la luz recaía furiosa sobre mi rostro. A duras penas tuve que despabilarme y caminar hacia la cocina compartida por la guarnición. Grupo al cual pertenecí por cinco años desde mi ingreso.

Todos dormían; cada uno en su respectiva cucheta. Obligado me escapé de esa nevera. No puedo creer que con calefacción central aun pasemos frío. Incluso con frazadas polares, de esas que usan en la Antártida.

No podía quejarme. Suficiente era la atención que tengo aquí. Más que agradecido de poder tener para comer y dónde dormir. No dudé cuando escribí mi nombre en aquella lista. No, para nada. Lo hice a mucha honra porque siempre quise servir a mi nación y serle útil a la sociedad en caso de algún ataque extranjero. El tiempo pasó de rápido que en pocos meses me convocaron en la B.S.A.A.

Papá había dicho de mantener mi puesto en la milicia pero lo del bioterrorismo resultó más tentador. Poco más de dos años y mis superiores destacaron mi talento para las armas de francotirador. Calificado por; innato, capaz, firme y leal.

Al escribirle a mis padres, ellos me describieron su orgullo en mí para mal de mi hermano mayor a quien la idea le desagradó en lo absoluto. Desde pequeños, mis padres aportaron una creciente atención en mí acorde pasaban los años. Podría decirse que fui el preferido. En las cenas de Navidad, los halagos de los superiores sobre mí eran el tema principal mientras que algunos otros de mi hermano destacaban vagamente.

No conforme con eso, decidieron sobre dejar bienes a mi nombre, o al menos en su mayoría. Claro que agradecí aunque el hecho de que hicieran a un lado a mi hermano, me desalentó. Derek, mi hermano, no debió de verse aislado, al margen de la situación familiar.

Lo poco que mi padre se ganó, lo dejó para mí y Derek quedó varado en la nada. Un pobre diablo a visión de otras personas.

Sentí pena por él, lástima a lo sumo. Había decidido a informarle sobre la repartición de los bienes familiares apenas papá y mamá fallecieron cinco años después de mi entrada a los cuarteles de la B.S.A.A pero él se me negó. Me echó en cara el no poder haber asistido al último encuentro familiar.

Ese día no pude asistir a su funeral puesto que ejercía una misión de suma importancia. Cosa que me arrepiento cada día y desahogo mi tristeza sobre mi cama cuando nadie me ve. El no poder verles una última vez, decirles que les quería o siquiera abrazarlos una vez más. Para Derek fue una ofensa y quedó en vivir en lo que era nuestro hogar al cabo de meses de mudarme hacia la ciudad donde se hallaba la sede. Desde entonces nuestro único contacto es el apellido "Nivans". Luego lo otro es imaginario, inexistente.

Callado y severo salió el capitán por el pasillo. Trayendo consigo cara de pocos amigos y un mal sabor de boca ante el ejercicio fallido de ayer en la que, dos novatos, tuvieron un percance al ser lesionados en un combate cuerpo a cuerpo.

Estiró la mano hacia la cafetera de la cual yo me había preparado un café y sacó una taza a medio llenar. Un bostezo prolongado y su ronca voz sonando por el lugar.

—Buenos días—ha dicho antes de llevase la taza a los labios.

—Buenos días, señor—respondí firme y con el tono más respetuoso que pude imitar. Una media sonrisa se dibujó en su rostro y mi mundo se puso de cabeza. ¿La razón? Bien, no es algo que se vea en los cuarteles aunque suele pasar, y muy seguido.

Mi admiración por el capitán Redfield llegó a un límite donde me negaba rotundamente a sentirlo. No por discriminación por parte de colegas, más bien por parte del gobierno, el cual, con sus leyes anti-homosexuales, ha prohibido toda clase de expresión romántica en personas del mismo género durante su servicio en la milicia, en eso entraba la B.S.A.A también.

Después de comprender mi sentir, intenté en varias ocasiones de evitarle hasta que pareciera más que obvio, como una B.O.W a la cual todos esquivan. Por mucho que doliera, sería más doloroso el ser herido por él mismo cuando me diga que lo nuestro estaba a millones de años luz de ser posible.

Muchas veces pensé en la renuncia, dejarlo todo para vivir una vida sin peligros. Apenas lo decidí, llega él para decirme que me necesita para otra misión.

Esa necesidad no es más bien laboral aunque me guste pensar ser importante en su vida y en su carrera como capitán. Me daba una falsa alegría, un calor confortante en el centro de mi pecho y un dolor agudo en el corazón al caer nuevamente en mi absurda imaginación.

—¿Cómo has estado ayer, Piers?—se dirigió a mí, observándome por encima de la curvatura de la taza al beber de ella.

Cerré los ojos y enarqué la ceja como pensativo, recapitulando algo más que el incidente de ayer. En cambio no hallé nada nuevo, la misma rutina de siempre salvo aquellos dos heridos.

—He estado muy bien, señor. Aunque lamento lo ocurrido ayer en el entrenamiento diario—resoplé con preocupación—. Siento no haber sido lo suficientemente firme y maduro como para saber que podrían salir heridos por ello. Mis disculpas.

Sonrió. Lo hizo de una manera la cual sólo él sabía hacer. Asomó su cuerpo y palmó mi hombro aún con esa sonrisa ensanchada hasta sus sienes sobre su rostro de hombre de sabiduría.

—Tranquilo, Piers. No fue tu culpa. Sé que haría cualquier cosa para mantenerles a salvo. Ya sea en una misión o en la vida cotidiana—entonó severo, firme pero con su voz jovial e inspiradora de absoluta confianza. Uno de sus puntos fuertes por el cual me siento completamente atraído: su confianza.

Asentí con una pequeña sonrisa. Él giró depositando su taza vacía sobre la mesada y caminó por el pasillo directo a las habitaciones. Dobló a la compartida conmigo y otros dos soldados más; Marcos y Finn.

Soldados novatos, hermanos de corazón. Desde que entraron a las filas me sentí acompañado. Alguien a quién contarle mis inconvenientes, mis problemas y ellos nunca juzgaron a mal juicio. En ellos recosté mi confianza plena. Recaí en ese par al contarle mis sentimientos, llegando a tomarlos seriamente. Claro que las bromas respecto a Chris no faltaron. Con ellas un par de insinuaciones delante de él que, para mi suerte, no las captó.

En misiones también insinuaron cosas como que mi debilidad tiene nombre y apellido. Describiéndola descaradamente con las iniciales de "C.R".

No lo niego, es verdad. Desde hace años que lo conozco y se podría decir que doy todo con tal de salvarle. Chris es mi talón de Aquiles.

Pasó unos pocos minutos hasta que los antes mencionados caminaron por el pasillo. Lucía somnolientos, pastosos y apenas podían entreabrir sus ojos los cuales refregaban con el puño. Tras ello aproximaba el capitán animando a los novatos quienes rezongaban en desacuerdo. Chris chasqueó la lengua a la vez que cruzaba sus brazos por el comportamiento perezoso, algo que le molestaba.

Esta vez lo tomó a modo de broma y nos informó sobre los ejercicios que debíamos hacer. O debían hacer ellos ya que cuando quise ir a vestir mi ropa de entrenamiento, él me detuvo tomándome por el brazo.

—Tú no. Tú vienes conmigo. Tenemos una reunión importante nosotros dos—aclaró con una sonrisa. Yo ensimismado con la grata curva de sus labios, asentí como quien quiere una cosa.


Espero lo hayan disfrutado.

Saludos,

Ronald B. Knox