Disclaimer: Nada es mío, nada me pertenece

Disclaimer: Nada es mío, nada me pertenece.

Summary:Sig intentó decírselo de todas las formas. No era su culpa.

Mamá.

La miró apoyado en la jamba de la puerta, las lágrimas rodándole por las mejillas. Aquellos días, más que nunca, se sentía impotente por no poder hacer nada. Izumi ni siquiera levantó la mirada cuando él se sentó a su lado, en el suelo. Siguió con la cabeza entre las rodillas, que aún estaban en carne viva. Se había arrastrado desde aquel lugar hasta su casa, poco antes de encontrarla.

El médico había indicado reposo, pero Izumi era cabezota y no habían pasado ni dos días cuando se levantó, alegando que ella era una ama de casa y que no podía dejar que su marido viviera en un desastre de hogar. La primera vomitona les asustó tanto que por un momento pensó que la perdería a ella también. Luego la noticia les golpeó tanto o más que la muerte de su primer hijo.

-Lo siento –murmuró, en voz tan baja que Sig tuvo que hacer esfuerzos por escucharla.

-¿Qué?

-Lo siento –repitió.

-¿Por qué? –sorprendido, la rodeó con un brazo e Izumi ni siquiera se inmutó. Siguió clavada en el suelo, mirando hacia algún punto de la habitación que escapa a la vista de su marido.

-Ha sido mi culpa.

-¡No!

-Ha sido mi culpa –susurró, apretando de pronto su brazo derecho con tanta fuerza que Sig tuvo que apartar su mano con cuidado.

-No… No digas que es tu culpa. ¿Entiendes? No me digas que es tu culpa.

Pero ella se siguió disculpando durante toda la noche, hasta que se quedó dormida y Sig la cogió en brazos, llevándola hacia su cama. Cuando se inclinó sobre las mantas, abriéndolas para arroparla, su mujer se giró, hablando en sueños. "Yo lo maté. Yo lo maté. No soy una buena madre"

El tiempo pasó sin que ninguno de los dos volviera a hablar de lo ocurrido. Sig procuraba por todos los medios no dejar sola a Izumi, por lo que contrató a Mason para que les ayudara en la carnicería. Cuando los Elric llegaron a su casa pidiendo que les enseñara alquimia, lo primero que pensó fue que ella no podría hacerlo. Sólo era un ama de casa.

Pero acabó por enseñarles. Alphonse y Edward eran lo más parecido a un hijo que ella podría tener nunca, y con el tiempo les cogió cariño, enseñándoles todo lo que pudo. Y así, el día en el que Edward la llamó, años después, preguntándole si lo que había creado cuando intentó resucitar a su hijo era él, su hijo, la mujer colgó.

Dándose cuenta de que no lo había matado. Y que no había sido su culpa.

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Eeew. Es mi primer intento en el fandom. Sed buenos T.T

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