No cesaba de llover en la ciudad de Odaiba, la noche era fría y obscura; A duras penas se colaba un poco de luz por la ventana

Amor en tiempos de odio
by maneishida

Capítulo 1. "Tiranía"

No cesaba de llover en la ciudad de Odaiba, la noche era fría y obscura; A duras penas se colaba un poco de luz por la ventanas de los condominios del centro de la Ciudad.

En el quinto piso de aquella casa-habitación se encontraba una joven pelirroja, con ojos cual carmín y una esbelta figura, llorando desconsolada mientras hacia una maleta…

Sonó el teléfono, junto a una pequeña mesa en la sala de estar, de aquella habitación;

"Aló" - contestó la chica mientras sollozaba

"Sora, hija mía, estas segura de lo que vas a hacer" - se escuchaba una voz angustiada y desconcertada tras el móvil…

"Madre, le eh dicho ya que no se preocupe, estoy totalmente decidida de lo que voy a hacer, mi vuelo sale mañana a primera hora"

"Pero hija, ¿Qué fue lo que paso?, anda dime, soy tu madre y no soporto más esta desazón"- la voz de la madre comenzaba a oírse entrecortada a causa del llanto

"Madre, ya no insista más, entienda que si eh tomado esta decisión es solo, porque quiero viajar y conocer más oportunidades"

"Sora, hija, no me mientas más, ¿acaso crees que no me doy cuenta de que algo malo te ah sucedido en esa fastidiosa Universidad" – la madre sonaba más desconsolada que al principio de la llamada

"Se equivoca Madre, la Universidad iba bien, eh pedido que me trasladaran a la Universidad de Tokio, no tardé mucho en encontrar un lugar, mis notas eran las mejores de mi clase, además solo me faltan dos años y medio para terminar mi carrera, la Facultad de Tokio, no dudo en aceptarme, hasta me han encontrado un departamento justo dentro del Campus, por favor ya no se preocupe por mí, su salud no es… - La madre la interrumpió antes de poder terminar su discurso…

"Sora, sabes bien que mi salud no es la mejor, dime ¿Qué sucedería si un día ya no estoy más contigo hija? – preguntó la madre hundida en un mar de lágrimas

"No siga Madre, a usted no va a sucederle nada, me eh encargado de cuidarla bien desde que murió mi padre, perdóneme si tal vez no eh estado mucho tiempo con usted, pero es que el trabajo y la Universidad no me dejan el tiempo suficiente" – dijo la joven tan arrepentida

"Mi princesa, a tu madre no le queda mucho tiempo de vida" – tosió bruscamente a causa de la tuberculosis que la había invadido un año atrás, "Lo único que yo deseo antes de partir, es saber que tu estarás bien, que no te faltara nada y sobretodo que tendrás un buen lugar en esta vida" musitó la mujer de avanzada edad

"Ya no siga con eso Madre, usted sabe bien que eh dedicado todo este tiempo a trabajar y estudiar para salir adelante y poder internarla en un hospital donde la atiendan como usted merece, solo déme un poco de tiempo, primero necesito conseguir un empleo en Tokio, no se preocupe, no tardaré y volveré por usted para llevarla a conmigo en internarla en el mejor hospital de la capital" – La chica parecía tan entusiasmada al articular aquellas palabras, sus ojos expresaban el anhelo que tenía de hacer feliz a su madre…

"Se que estarás bien, hija" – expuso complacida su madre, al escuchar aquellas palabras de su sucesora…

"Gracias Madre, por ahora debo continuar haciendo mi maleta, en mi reloj dan las tres de la mañana y mi avión sale a las siete; Trate de dormir Madre, que la llamaré apenas llegando a Tokio"

"Si mi princesa, estaré esperando tu llamada, por ahora te haré caso y trataré de dormir, porque esta tos me esta quemando la garganta" – dijo la madre con una voz ronca, ya que su garganta estaba severamente lastimada a causa del fuerte carraspeo…

"Hasta luego Madre" – dijo para finalizar la joven, quien concluyó la llamada telefónica…

La chica de cabellos rojizos, Sora Takenouchi, continuó haciendo su maleta tratando de no demorar tanto, pues tenía que dormir al menos una hora, para estar descansada e irse al aeropuerto en aproximadamente cuatro horas más;

Sora comenzó a hundirse en sus cercanos recuerdos…

Flash back tres noches anteriores – Sora Takenouchi

"Relájate preciosa, no va a suceder nada malo, hemos estado esperando tanto por este momento" – forcejeaba un chico alto y musculoso con la chica pelirroja

"Suéltame Shoun, no quiero hacer eso, no ahora, por el momento siento que aún no estoy lista" – trataba de soltarse de los brazos de su pareja

"Por todos los cielos, Sora, me tienes muy caliente en estos momentos, no me vas a dejar así ¿cierto?, se que tu también quieres" – murmuraba el sujeto mientras deslizaba su libidinosa mano por el trasero de la chica

"Shoun ¡Ya!, no quiero que me toques entiéndelo por favor" – se separó bruscamente del tipo, dándole una fuerte bofetada en la mejilla izquierda

"Carajo, que chingados te pasa, pinche zorra, después de que te hago un jodido favor al tocarte, me golpeas puta" – logró articular el joven, sobándose el golpe del rostro

"¡Que demonios te pasa!, tu fuiste el que trato de agredirme, tú intentaste tocarme, maldito pervertido" – Dijo la pelirroja tratando de incorporarse y acomodando sus ropas que había sido revueltas por aquél joven tan salido

"Ja" – rió con sarcasmo, "Piensas que me voy a tragar ese cuento de que eres una niña buena, por favor, si eres una perdida igual que todas, se cual es tu plan, hacerte la interesante para tratar de engancharme, por ahora no me quieres dar lo que busco, pero luego vendrás arrastrándote para que te coja, Pinches zorras, todas son iguales" – le dijo a la joven mientras se acercaba a ella lujuriosamente

"¿Qué intentas hacer?, aléjate de mí, maldito bastardo, No logro comprender como es que acepte salir contigo" – logró musitar la joven mientras se quitaba de encima las manos de aquel asqueroso sujeto

"Si te relajas, no te va a doler putita" – expuso mientras desabrochaba ferozmente la blusa de la joven

"Suéltame" – gritó, dejando escapar una fuerte patada en la entrepierna del ahora ex novio, para después salir corriendo de aquél lugar…

Fin de Flash back – Sora Takenouchi

Después de aquel amargo recuerdo, Sora cerro bruscamente la maleta, que ya se encontraba terminada...

"No puedo creer, como después de 2 meses de noviazgo, el maldito asqueroso me hace esto" – pensó

Terminado el breve monólogo, Sora decidió dormir un poco, para tener al menos un poco el cuerpo descansado y poder aguantar el viaje que haría próximamente; Cerró los ojos y se dejo llevan por un profundo sueño.

No pasó mucho tiempo, cuando el pequeño reloj despertador, de su pequeña mesa de junto, comenzó a sonar, alertando a Sora de que faltaba solo media hora para que partiera su vuelo a Tokio; La chica se despertó sintiéndose aún un poco cansada, después de aquella noche tan pesada. No quedó más remedio que tomar una rápida ducha, vestirse de manera simple y salir corriendo para abandonar aquél dormitorio que tantos recuerdos le traían, tomó su maleta e inmediatamente al salir de aquellos condominios, abordó un taxi, que la llevaría al aeropuerto local.

No demoró mucho en llegar al Aeropuerto, tal vez unos diez o quince minutos a lo mucho; El chofer del vehículo público ayudó a la joven a cargar su equipaje y la acompaño hasta la sala principal del aeródromo.

"Gracias señor" – le expreso Sora al hombre que la ayudaba con su equipaje

"Por nada señorita, que tenga buen viaje" – respondió brindándole una sonrisa a la joven

Dando las siete en punto de la mañana, Sora abordó su avión con destino a la Ciudad de Tokio.

No más de una hora, le tomó a la aeronave llegar a su destino.

La cuidad era enorme, talvez la más iluminada de Japón, la gran Isla; Había mucha gente transitando por doquier a pesar de la temprana hora del día. Sora miraba fascinada aquella Ciudad, tan distinta a su natal Odaiba, era sin duda mucho más grande, más urbanizada, pero sobretodo más poblada.

Al salir del aeropuerto, la chica estaba destinada a dar con la ubicación de la Universidad de Tokio, caminó unas cuantas calles hasta encontrar la estación del metro. Aquella Universidad era quizás la más reconocida de Japón, por lo cual, el metro tenía su conexión exclusiva con esta.

La pelirroja compró inmediatamente su boleto para el subterráneo, el cual saldría enseguida; Al entrar en él, consiguió velozmente un asiento disponible, antes de que todo el tumulto de gente ocuparan todos los lugares restantes. Inmediatamente llamó a su madre, avisándole que ya estaba en la capital y asegurando que todo estaba en calma, al menos hasta ahora.

Definitivamente el expreso subterráneo de Japón, sería uno de los más veloces del mundo, pues no tardo más que un par de minutos para llegar a la estación Universitaria de la localidad.

Sora salió, arrastrando su pesado equipaje, pues su gran tamaño impedía que la joven pudiera sostenerlo adecuadamente. Al contrario de Odaiba, la ciudad de Tokio, no parecía tener gente solidaria que estuviera dispuesta a ayudar a los otros sino lo opuesto, la gente aparentaba siempre estar atareada con tantas cosas por hacer y poco tiempo el que tenían disponible para cumplir aquellas obligaciones de la jornada.

Sora se adentró a al campus de la Universidad de Tokio, era enorme e indudablemente hermosa, con extensos jardines, tapizados de árboles de flor de cerezo, con un pequeño riachuelo artificial con unas cuantas aves marinas y sin duda algunos peces de acuario; Los edificios eran prominentes, de un color metálico cual acero, todos con el logo de la Universidad, la cual tenía una extensa gama de facultades, evidentemente había abundantes alumnos en los jardines de la Universidad, algunos muy refinados, otros mas comunes y el resto talvez de la clase baja, aquella gran Cátedra tenía sin duda gran variedad de clases sociales, religiones y nacionalidades.

Después de admirar aquel inmenso paraninfo, Sora caminó hasta las oficinas de Centro Escolar.

"Disculpe, quisiera saber, ¿a dónde van los alumnos de nuevo ingreso?" – preguntó la rojiza a una mujer de unos cuarenta y cinco años de edad, robusta, desaliñada, talvez un poco lánguida.

"Nombre, edad y precedencia por favor" – dijo con un cierto aire de cansancio, la corpulenta mujer

"Mi nombre es Sora Takenouchi, tengo diecinueve años de edad, vengo de la Universidad de Odaiba" – respondió rápidamente

"Takenouchi, ¿eres de algún tipo de intercambio, o deseas matricularte ahora? – cuestiono con fastidio la mujer, quizás por la monotonía de su trabajo

"Ya estoy matriculada, hace dos días pedí que me transfirieran aquí a la Universidad de Tokio, el rector de Odaiba dijo que no habría ningún inconveniente por mis notas"

"Podrías permitirme tu cédula por favor" – pidió la mujer

"Si claro, justo aquí la tengo" – Sora le entregó aquella boleta de su Universidad anterior

La mujer observó aquellas notas tan impecables, no había duda de que Sora era una excelente alumna…

"Muy bien Takenouchi, déjame aquí tu boleta, para revalidarte las materias en la Facultad de Diseño, necesito que vengas mañana a las ocho de la mañana en punto para entregarte tu papelería, porque al mismo tiempo empezaras tus clases a las nueve y media de mañana" – dijo la mujer, mientras observaba a aquella tan dedicada y sobresaliente joven

"Sí, aquí estaré, ¡muchas gracias señora!" – dijo agradecida la joven

"No hay de que" – respondió al tiempo en que cerraba la ventanilla por la cual se comunicaba con Sora

La pelirroja, de cuenta nueva se dirigió con algunos de los docentes de la Universidad, para que le pudieran otorgar la llave de su nuevo hogar, ahí mismo en el Campus Universitario.

Le entregaron una tarjeta como llave, tal como la de los hoteles de cinco estrellas, no cabía duda de que la Universidad de Tokio era muy elitista.

El edificio de inquilinos universitarios no estaba muy alejado de los edificios, si acaso algunos veinte minutos caminando. Eran ya las dos de la tarde en Tokio, Sora se encontraba desvalijando su equipaje y acomodándolo en su ahora nuevo hogar.

Sora ahora se encontraba más tranquila, a cientos de kilómetros de aquella ciudad que le traía tan malos recuerdos, tan alejada de aquel cerdo que intentó propasarse con ella, lejos de la repentina muerte de su padre y la llegada de la enfermedad de su madre, pero sobretodo lejos de su oscuro pasado…

Takenouchi sintió ánimos de salir a conocer un poco la ciudad, tomó una refrescante ducha la cual enseguida la reanimo, se vistió con unos skinyjeans y una blusa entallada a su figura y unas sencillas sandalias, su cabello suelto, que era tan largo que llegaba a cubrirla hasta la cintura, de color rojizo cual escarlata.

Al salir de la habitación, muchas de las miradas masculinas se posaron en ella, pues Sora no era cualquier chica, sino, era delicadamente hermosa, baja de estatura, pero con un cuerpo esbelto y muy bien formado, con un caminar tan sutil y refinado y una blanca sonrisa capaz de seducir a cualquiera; Al caminar se topa con una chica al igual que ella muy bella, un poco más alta de cabellos castaño, pero de largo normal, de piel muy blanca tal como la porcelana y unos ojos color ámbar.

"Hola, mucho gustó soy Sora Takenouchi, al parecer tu eres mi vecina ¿cierto?" – preguntó Sora a la chica que estaba frente a ella

"Supongo que sí" – respondió un tanto tímida la joven, "Mi nombre es Mimi Tachikawa"

"¿Qué tal Mimi?, verás, soy nueva aquí y quisera conocer un poco la ciudad, ¿no se si tu quisieras mostrármela? – preguntó la rojiza

"Me encantaría la verdad, pero por ahora tengo que hacer algo urgente" – respondió rápidamente mientras intentaba de una manera torpe abrir la puerta de su habitación y entrar desesperadamente a ella y poner todas las cerraduras de dicha puerta

"Vaya, esa chica si que es rara" – se dijo Sora a su persona, mientras caminaba sola sin alternativa, decidida a conocer esa gran Ciudad

Salir del Campus no era nada sencillo, debido a su gran extensión territorial, pero era necesario que Sora saliera a la Ciudad ya que necesitaba comprar algunas cosas para su larga estancia en la Universidad de Tokio.

El día de Takenouchi pasó largo, en un abrir y cerrar de ojos ya se encontraba duchándose para su primer día en el Campus de la gran Capital de Japón.

Se arregló de una manera sutil y sencilla, tan y como acostumbraba a hacerlo siempre, tomó enseguida su bolso, en el cual llevaba su cuadernillos de dibujos, ya que la pelirroja era una gran dibujante; en Odaiba se dedicaba a esbozar cuerpos humanos, conseguía modelos, damas y varones y los pintaba perfectamente, ya sea tal cual o también acostumbraba a hacer dibujos de desnudos en una academia cercana a su antiguo departamento, con el fin de desarrollar sus habilidades artísticas, según un viejo maestro, quien había sido su preceptor por muchos años, tras la muerte de su padre. Su ideal siempre fue trazar la belleza natural del ser humano, que después heredo a Sora junto con su estilo de trazos, posteriormente de que el viejo cayera gravemente enfermo de Cáncer pulmonar y haber perdido la vida a causa de aquella enfermedad algunos meses atrás.

Al salir de la habitación, Sora volvió a toparse, con aquella castaña tan misteriosa, quien se encontraba caminando de una manera desesperada y misteriosa…

"Disculpa, ¿acaso te diriges al recinto?" – cuestionó Sora, esperando recibir una respuesta positiva

"Emm, talvez en un momento me vaya para allá, por ahora debo hacer algo muy importante" – de nuevo coincidió con su respuesta de un día anterior

"Sí, comprendo, debe ser difícil la vida estudiantil aquí ¿no?" – interpelo insistente la pelirroja, pues estaba un poco desconcertada, por el comportamiento tan anormal de la castaña

"Claro" – respondió sin expresar algún tipo de interés en la conversación establecida con la rojiza, ya que parecía tan hundida en alguna búsqueda

"Oye, disculpa, ¿estás buscando algo en especial?" – dijo la joven, mientras veía como la castaña revolvía todo su departamento, aparentemente tratando de localizar algún objeto, al menos así parecía

"Sí, pero yo puedo sola" – concluyó, cerrando la puerta de aquél dormitorio, dejando a Sora con las palabras en la boca, y totalmente sorprendida por aquél trato de esa joven, quien en ningún momento de sus conversaciones, se había atrevido a mirarla a la cara

Sora no tuvo más remedio que marcharse a las aulas; Caminando por aquellos hermosos jardines, se dirigió a recoger su papelería, donde también le asignaron su respectivo horario. Al tomarlo, inmediatamente se ubico en sus clases correspondientes.

Al irse adentrando más a la Universidad, se iba notando una gran diversidad de gente, todos ubicados en sus diferentes facultades. Escaso era el número de personas que se ubicaban en la de Diseño, a la cual se dirigía Sora Takenouchi

"Disculpa, ¿dónde debo ubicarme para entrar a la primera aula del día?" – preguntó a una joven que se encontraba de espaldas…

"¿Me hablas a mí"?, - despectivamente respondió una chica de piel blanca cual nieve, de cabello largo con un ligero color rosado, un cuerpo bastante atractivo y unos ojos verdes tales como la esmeralda, quien miraba a Sora de una manera fría y desdeñosa tratando de inferiorizarla

"Sí, te hablo a ti" – respondió altiva la pelirroja tratando de mostrar osadía ante esa procaz mujer

"Ja" – rió, "Pero como se atreve una plebeya como tú, hablarle a alguien tan eminente como yo" – musitó con un notable aire de superioridad

"Oh, disculpe su alteza, no estaba al tanto de que me encontrara entre celebridades en una Universidad" – agregó con sarcasmo, mientras la desafiaba con la mirada

"Eres una igualada, ¿Qué acaso no sabes quien soy yo?"

"Perdoname por no conocer a tan destacada personalidad" – de nuevo acentuando aquel sarcasmo

"Soy Aya Natsume, mi padre en compañía de otros seis socios, son los dueños de todo el Campus, sin olvidar también que son propietarios de cada lugar en Japón, así que niña insolente, vale más que vayas bajando tu supuesta entereza, si es que quieres seguir tu estancia aquí en Tokio" – concluyó mientras caminaba coquetamente hacia los adentros del edificio

Sora desconcertada, no tuvo mas remedio que seguir al conjunto de personas que se dirigían al mismo sitio que la chica tan desmedida

Su estancia en la Cátedra paso lenta y un poco desgastante para la pelirroja, gracias a la joven Aya, quien en todo momento intentaba ridiculizarla personal y públicamente en la clase, Sora no tenía más remedio que defenderse de sus déspotas e insensibles palabras, o si no simplemente ignorar a la joven.

Al terminar la jornada académica, que no duraba más que unas cuatro horas al día, los universitarios acostumbraban reunirse en el enorme y lujoso refectorio localizado en el corazón del Campus.

Sora de adentró en el, escogiendo una pequeña mesa, algo alejada de donde se acomodan normalmente los jóvenes, sacó su cuaderno de dibujo de su moderado bolso y comenzó a hacer bocetos.

Al cabo de unos minutos, las puertas del gran comedor se abrieron dejando entrar a siete jóvenes, el primero de ellos, de mediada estatura con el cabello rojo carmesí, ojos negros azabache, con una linda sonrisa, de unos dieciocho años aproximadamente, llamado Koushiro Izumi, junto a él se encontraba un joven de similar estatura, con el cabello negro azulado, largo hasta el mentón, ojos de un azul oscuro y una mirada seria y tranquila, quien respondía al nombre de Ken Ichijouji, de su brazo se colocaba una joven un poco más bajita de cabellos lilas y ojos marrón, de cuerpo esbelto y bien delineado, con el nombre de Miyako Inoue, tras ellos nos encontrábamos con un joven notablemente mas alto que el resto, de cabellos azules y ojos negros como la noche, opacados por unas enormes gafas de colorado armazón, se trataba de Joe Kido, estudiante de medicina a punto de graduarse, tras estos jóvenes, se encontraban los aparentes líderes masculinos de la banda, un joven alto, moreno, de cabellos castaños y revueltos por el viento, ojos marrón, brillante sonrisa, y un cuerpo esbelto y trabajado, tratándose de Taichi Yagami a su lado, teniendo una semejante estatura, con un cabello dorado cual oro, la piel blanca, lisa y sedosa, ojos azules y profundos como el mismo océano, un cuerpo delgado pero bien torneado, marcando perfectamente sus músculos, con una sonrisa fría y al mismo tiempo encantadora, era Yamato Ishida quien estaba sujeto de su brazo por Aya Natsume.

Los siete jóvenes se sentaron en una mesa relativamente cercana a la de Sora, sin por ahora notar la presencia de aquella…

Las miradas femeninas del recinto estaban exclusivamente posadas en aquellos cinco atractivos caballeros, quienes aparte de ser populares y admirados por su belleza física, se trataban nada más y nada menos de los futuros herederos de Japón.

"Pero miren nada más, aquella zorra es de la que les hablaba" – decía la Aya, apuntando a Sora Takenouchi quien estaba hundida en sus bocetos, haciendo que los otros miembros del grupo posaran sus miradas sobre ella

"Se le nota a simple vista, que no es más que una marginada" – reía la joven de cabellos lilas, mientras tomaba la mano de su amiga, haciendo una especia de seña de burla hacia la pelirroja

"Pues se ve que la pollita no esta nada mal" – miraba morbosamente el cuerpo de Sora, aquel joven castaño, "¿O no Yama?, mira nada más" – rió sabiendo que a la joven Aya no le caería nada en gracia su comentario

"Por favor Taichi, si no es más que una guarra, al igual que todas las mujeres en este lugar" – dijo fríamente el rubio, sin siquiera mirar a la pelirroja

Mientras algunos cuantos juzgaban a la pelirroja, Koushiro y Joe miraban atentamente cada movimiento de aquella chica, que mas que parecerles, marginada o guarra, aparentaba ser una agradable mujer e indudablemente bella

"Aya, ¿Por qué no invitamos a la muchacha a nuestra mesa?, será divertid ver como alguien de la clase baja se desenvuelve entre nosotros" – rió insolentemente la joven lila

"Me parece una excelente idea, iré por ella, no tardo chicos" – decía mientras se levantaba de su lugar y se dirigía a una concentrada Sora, "Takenouchi" – exclamó la Joven

"¿Y ahora que quieres? – pregunto con fastidió la pelirroja

"Te ordeno que vengas inmediatamente a nuestra mesa" – exclamó

"Muchas gracias por la invitación su alteza, pero no estoy en lo absoluto interesada" – aclaró con un cierto desanimo

"No te estoy preguntando Golfa, ¿que no has escuchado?, es una ¡orden! Ó acaso quieres largarte en el primer avión a tu pinche ciudad" – dijo alterada la ojiverde

Sora desesperada, cansada, agobiada por todo, no tuvo otra alternativa que obedecer a la insolente joven, aunque eso le hiriera en lo más profundo su gran orgullo, pues era de vital importancia para ella su estancia en Tokio…

Caminaron ambas hacia la mesa popular del comedor, Aya triunfante, Sora pisoteada.

"Les presento a la nueva mosquita muerta del Plantel" – rió exultante Aya

Las miradas de los seis integrantes restantes del grupo cayeron en Takenouchi, quien se mostraba serie y fastidiada por todo el teatrito de la inhumana joven; Sora tomó asiento entre Inoue e Ichijouji quedando justo al frente de los restantes.

"¿Así que eres nueva aquí?" – preguntó un interesado Koushiro

"Acabo de mudarme de Odaiba, para caer en esta condenada ciudad" – respondió la pelirroja sin ningún tipo de retracto

"Vaya, pero si tiene carácter la fierecilla" – le comentó Taichi con algún tipo de interés descomunal

"Si necesitas ayuda con alguna de tus materias, yo podría ayudarte" – agregó de nuevo el fascinado Koushiro

"También podría ayudarte yo, estoy por graduarme en Medicina" – dijo casi al unísono que Koushiro, desafiando a este, gracias al mismo interés que sentía por Takenouchi

"Nunca eh necesitado de nadie para nada, mi vida la hago yo sola" – finalizó la pelirroja, haciendo que aquellos insistentes jóvenes, sintieran aun mas interés por la joven.

Aya y Miyako se sentían coléricas por aquella reacción que tuvieron los jóvenes al estar cerca de Sora Takenouchi, haciendo que en ellas brotara un inminente odio

Yamato e Ichijouji también miraban a aquella mujer, que con tan solo unas cuantas palabras había cambiado radicalmente el ambiente del grupo…

"Y dinos zorra, ¿Qué es eso que traes de tu brazo? – preguntó Aya curiosa, arrebatándole aquél cuadernillo de bocetos a Sora

Sora estaba molesta, por aquel arrebato de la joven insolente quien sin ningún previo aviso arranco de sus manos, su más preciado tesoro

"Pero miren nada más, tenemos aquí a una depravada sexual" – dijo Aya, alzando hacia arriba uno de los desnudos que Sora dibujaba

Sora se sentía humillada ante aquel desmedido comentario de la joven, un desnudo de ser hermoso y natural, pasaba a ridiculizarse al extremo de ser algo grotesco y degenerado…

"Devuelveme inmediatamente ese cuadernillo" – le dijo Sora con un tono severo y firme

"No te atrevas a hablarme así perra, ahora mismo te largas a Odaiba" – respondió aquella tan desconsiderada

"Ella no se irá a ningún lado" – añadió el castaño, "Me parece muy interesante que una mujer como ella, tan fiera y tan atractiva permanezca aquí cerca de mí" – miraba con lujuria a Takenouchi

"¡Qué te sucede Taichi!, ¿no me has escuchado?, La zorra se va" – afirmó Aya

"Cierra tu pinche boca Aya, recuerda que si sigues con nosotros, es solo porque sabes chupar bien las bolas, por que te recuerdo que tu padre esta en quiebra y tu familia no tarda en desmoronarse, solo viven de la caridad de nosotros" – gritó fúrico Yagami, quien odiaba que lo contrariaran

Aya se paró de la mesa hecha una fiera y salió corriendo de aquel comedor seguida por Miyako quien había sido su mejor amiga desde el jardín de niños.

Quedándose los cinco varones a solas en la mesa con Takenouchi…

"No te preocupes Sora, ahora ya eres de nosotros" – aseguró Taichi

"A que te refieres con que ahora soy de ustedes…" – interrogó

"Eres nuestra protegida, te daremos protección de esas brujas a cambio de que seas nuestra esclava"…

"Yo no soy esclava de nadie" – exclamó mientras intentaba apartarse de ellos, sin lograrlo, por ser acorralada por los fuertes brazos de Ichijouji

"Es muy sencillo, fiera, tu vas a hacer exactamente lo que nosotros declaremos, y si no lo haces, personalmente nos encargaremos de que tu estancia en Tokio sea muy breve…" – le advirtió Yamato, siendo esta la única dedicación hacia ella en todo ese momento

"Así que tu decides…" – concluyó Taichi…

Sora se sentía totalmente acorralada y sin alternativa alguna, ella necesitaba terminar la Universidad para poder tener un buen empleo e internar a su madre, pues sabía que solo con medicamentos no duraría mas de dos años; Se sentía humillada y sin opción, necesitaba trabajo y dinero que solo en la capital podría conseguir…

"Está bien, acepto…" – agregó Sora, haciendo puño su mano y golpeándola contra la mesa, por aquella enorme impotencia que sentía ante aquellos autócratas…