Vulnerable

Capítulo 1

Disclaimer: Resident Evil y sus personaje no me pertenecen.

Advertencia: De momento nada serio, más adelante sí.

Nota de autora: He vuelto al fandom, me apetecía recupera esta historia Weskerfield que tenía medio escrita y al final nunca publiqué. Tengo más proyectos que tampoco han salido a la luz y otros que estan por terminar, pero prometo finalizarlos todos.

AAgradecimientos: A mi beta AdrianaSnapeHouse, que ya hace tiempo se leyó y releyó lo que llevo escrito cuidadoseamente y me ayudó a escoger el titulo !Muchas gracias!

Recomendaciones musicales:

My immortal de Evanescence.


Nada excepto la humedad.

Yacía sentada en la hierba, con el vestido mojado, empapada hasta la médula cual petirrojo con alas cortadas, la mirada atenta de una escultura celestial con las manos juntas y una túnica hasta los pies eran la única compañía que tenía.

Desde siempre había odiado los cementerios.

Nada; ya no podía sentir nada.

Frente a ella se encontraban postradas las tumbas de sus dos personas más importantes en su vida: su marido León y su hermano Chris.

Sus vidas habían sido arrebatadas de una manera tan… inhumana. Seguía sin poder creérselo, estaba en shock. No hacía ni dos años que había contraído santo matrimonio con el nuevo consejero de seguridad nacional, Leon Scott Kennedy, su primer amor. Aún podía visualizar a su hermano llevándola al altar, ya que los dos padecían de ausencia de padres, estrechando la mano a Leon, cediéndole a su única familia.

Tenían tantos planes… tantos. Leon recién había sido ascendido y formaba parte de un estable gobierno gracias al fin del bioterrorismo. Chris era instructor y capitán de la BSAA y aspiraba a ser el director.

Desearía estar dentro de una pesadilla, pero las gotas resbaladizas de la llovizna le recordaban que lo que vivió, ese infierno, era real.

¿Y ahora qué sería de ella? No podía hacer nada más que lamentarse. Releer el nombre grabado en las losas de ese camposanto se había convertido en su rutina de cada día. Sus ojos enrojecidos no hacían más que forzar la vista y llorar. Por la mañana llegaba, traía flores y se quedaba durante toda la jornada allí. Incluso el guardia hacía más descansos que ella. De hecho, de no ser por su intervención, Claire se habría quedado a dormir más de una noche.

No comía, no bebía y no quería volver a casa. Barry a veces la venía a buscar, o incluso Jill, quien se había tomado un descanso de la BSAA y generalmente pasaba el día encerrada en su apartamento.

No podía asumir que su familia se estaba pudriendo bajo la tierra en la que estaba reposando. Todo resultaba irreal. La puesta de sol había finalizado y las pequeñas farolas que iluminaban el caminillo de piedras hasta la salida del cementerio se habían puesto en funcionamiento. Si había alguna razón por la cual Claire seguía viva era por el rencor y la sed de venganza que acumulaba en su interior. Nunca había sentido tanto odio; era una sensación insoportable. Necesitaba hacerle pagar lo que había hecho. De tan solo pensarlo su cuerpo generaba adrenalina.

Ese demonio de ojos rojos, gafas oscuras y pelo rubio… Le odiaba, maldecía el día en el que su camino y el de Chris se cruzaron. Y lo que no entendía era el porque a ella la dejó vivir. Era para hacerla sufrir, seguro, no tenía ninguna otra razón de ser. Tan fácil que hubiera sido sumarla al número de fallecidos en la misión…


Un trueno resonó por las montañas, causando un estruendo más notorio hacia los alrededores. Sin embargo, ese ruido no era nada comparado con las pisadas de sus botas militares. Igual que Claire Redfield no era nada a su lado. Avanzó por el camino hasta llegar a la zona de tumbas honoríficas; de tipos buenos, falsos héroes, soldados caídos… Esclavos de un sistema condenado a la miseria.

Avanzó hasta encontrarse casualmente con su propia tumba. Su nombre grabado, las fechas de su muerte grabadas, burlándose de él. Wesker había conseguido la inmortalidad; el virus por el cual la corporación Umbrella fue fundada; los caprichos de Spencer. Ahora él poseía el derecho de ser un dios, literalmente era un ave fénix que resurgió de sus cenizas en un volcán de África. Había pasado todos estos años escondido, desempolvando el virus definitivo para atacar desprevenidamente. Sin embargo, su plan fue desbaratado cuando encontró a ciertas personas en su antiguo laboratorio secreto.

El señor Kennedy, el estúpido Chris Redfield y su dulce hermanita.

La había dejado vivir inconscientemente; simplemente no le apeteció unir a la menor Redfield a ese montón de cadáveres. No obstante, después de fugarse y desaparecer entre las sombras por unas horas, descubrió lo que su subconsciente quiso conseguir.

Se sentía solo. Y quería a alguien con la misma situación que le hiciera compañía.

Pero ella no había sido elegida al azar, sino por culpa del recuerdo de Mary. Esa mujer fue la única que logró sacarle de su armadura emocional. Destronó sus atenciones y destrozó el narcisismo que tanto le caracterizaba. Pero ella se fue en su momento y ya no volvió ni lo haría. Y Claire era la viva imagen de ella; sus ojos eran azules y su voz angelical era la misma. Tampoco faltaba mencionar sus gestos, expresiones y el hecho de que, daba el caso, las dos tenían la misma edad. Era idéntica espiritualmente, su misma representación. Pero Claire tenía algo que esa chiquilla no tuvo en sus tiempos: la madurez.

La menor Redfield había mutado cual mariposa. Primero fue un gusano, nadie, una estúpida y cabezota Redfield caprichosa e ignorante. Luego, al morir sus padres, maduró y se envolvió en un capullo; una realidad que no quiso aceptar, un mundo cerrado, una mente sellada. Y ahora, gracias al golpe final, de liberarla de sus cadenas del pasado y de sangre, era toda una mariposa tropical.

Dejó de perder el tiempo admirando su tumba falsa, -aunque en cierto modo agradecía que le hubieran dejado en paz por creer que estaba muerto-, y continuó avanzando por el camposanto. Visualizó a lo lejos una melena pelirroja, la figura caída de una mujer rota.

Sonrió malévolamente, ya no estaría solo nunca más. Pensaba llevársela con él y no la dejaría ir… la machacaría hasta que sucumbiera ante él. Hasta que la chispa de sus ojos se apagara y fuera una criatura aterrada y obediente.


La B.S.A.A tomó las riendas y derrotó al bioterrorismo. Con la ayuda de ONG's como Terra Save y la DSO libraron al mundo de peligros como ese. Siempre quedaban esos negocios negros e ilegales de virus, que poco a poco iban erradicando. El bioterrorismo quedó en segundo plano, en el pasado. Y la organización de la que formaba parte Chris se encargaba de limpiar las cenizas de esa horrible etapa. El primer paso fue desmantelar los laboratorios, archivar información clave en lo más profundo de organización anti-bioterrorismo y destruir todas las evidencias. Lo que sorprendió a la mayoría de agentes de la B.S.A.A fue encontrar un laboratorio secreto bajo el río Hudson, en New York.

Y ese laboratorio pertenecía ni más ni menos que al mismísimo Albert Wesker.

Borrar todas las conexiones, datos, contactos, virus y proyectos de ese criminal fue algo tedioso, que creyeron ya haber terminado y solucionado. Ese hombre era una caja de sorpresas. Tras su muerte el mundo pasó a ser de un lugar inestable a otro más controlado. Porque claro, nunca se sabe qué peligros acechan en la esquina… Seguro que ese tirano descansaba a un lado de belcebú, en las entrañas del infierno.

Los Redfield junto con la compañía de Leon Scott Kennedy decidieron ir personalmente a ese laboratorio bajo tierra justo después de que los agentes se llevaran todos los virus y papeles de importancia.

Las paredes eran de metal y tenían buenos conductos de ventilación pese a que el ambiente estaba recargado. La mesa era el único objeto de madera; todo lo demás era de acero.

Chris despidió a los últimos oficiales con las camionetas que lo llevarían todo a la sede de Washington. Después bajó por el ascensor y llegó a la fortaleza de Wesker. Se desarmó, dejando todo sobre la mesa, incluido chaleco anti-balas.

¿Queréis ir a cenar algo?

Leon pareció muy entusiasmado por la idea y se dio la mano con el hermano de su esposa, su cuñado.

Mientras, Claire miraba atónita a una fotografía que estaba en un marco portatil. Esa imagen de una adolescente de melenón color miel y ojos azules había llamado la atención de la menor Redfield. Ni siquiera había escuchado las últimas palabras de su hermano. ¿Qué hacía una foto de 1997 en el laboratorio secreto de Wesker? No tenía sentido. Era algo fuera de lugar, no era lógico.

Te pareces a ella comentó de repente Leon.

Esa opinión hizo saltar a la pelirroja.

¡Me has asustado! gritó la pelirroja en respuesta.

Lo siento, cariño susurró Leon seductoramente mientras pasaba un brazo por su cintura.

Quizá pueda perdonarte.

Ella estaba profundamente enamorada de Leon Scott Kennedy. Era alguien dulce, atento y cariñoso, siempre y cuando no estaba trabajando. Su relación de coqueteo inició después de Raccoon City hasta que años después decidieron intentar tener una relación formal con pareja. Leon se olvidó de Ada y adora con devoción a su novia. Fue en una cena con Chris, Jill y los Burton donde él le pidió matrimonio. Hacía unas cuatro semanas habían cumplido dos años de casados. Y habían sido los dos mejores años en la vida de Claire.

¿A cambio de un bes…?

Kennedy fue interrumpido por un estruendo torrencial. Y un quejido. Ambos miraron hacia el estrepitoso sonido. Una figura negra, impecable, silenciosa e inmortal estaba sosteniendo en el aire a Chris. ¿Como había entrado alguien ahí? ¿Acaso alguien más conocía la localización de lsl laboratorios secretos de Wesker?

Destrozaste mis proyectos, ¡¿creías que habías logrado matarme?!

Y con un golpe contra la pared, esa criatura de oscuridad dislocó el cuello del mayor Redfield pese a toda la resistencia. Claire quedó en shock en el otro lado de la sala junto a Leon. El hombre de cabello color trigo corrió hacia al asesino y empezó una lucha cuerpo a cuerpo. La pelirroja corrió hacia donde estaba su hermano y se arrodilló sacudiendole, intentando que de alguna manera volviera a la vida. Susurraba cosas muy rapido, desesperada y sus lágrimas caían sin límite, continuamente.

Apártese de mi camino, Kennedy.

En menos de un segundo, el desconocido aventó a Kennedy contra el borde de la mesa, golpeándole la sien y dejándole en estado de mareo constante y dolor insoportable. Después de eso, la pantera oscura avanzó rápidamente, de un modo inhumano hacia la menor Redfield, que estaba llorando al cuerpo sin vida de su hermano mayor. Al ver que la figura oscura avanzaba, la pelirroja se puso de pie, dispuesta a defender el cuerpo de su difunto hermano aunque no sirviera de nada. Wesker se quitó la capucha con el abrigo y acorraló a la activista de Terra Save, dejandola en un estado de shock… ¿Como podía seguir vivo? ¡Imposible! No, no, no…

El ex-capitán de los S.T.A.R.S sacó un cuchillo de una funda de su cinturón y lo presionó en el cuello de la menor, por donde pasa la yugular. Ella alzó el cuello con dignidad pero sin dejar de llorar, animado a que la reuna a su hermano.

Y en cuanto a ti, mi estimada dearheart…

El rubio detuvo su discurso al ver la fotografía que sostenía con fuerza entre sus brazos, como si estuviera abrazándola.

Era el retrato de Mary.

Y comparándola con la hermanita de Chris, compartían parecidos muy razonables. Tuvo la misma sensación que cuando conoció a esa universitaria rubia quien fue su amante. Se quitó las gafas por un momento para analizarla bien. Temblaba y resultaba adorable verla tan… expuesta e indefensa pero a la vez siendo ó de nuevo el filo con el que segundos atrás había planeado liquidarla, sin dejar de mirarla a los ojos. Mientras, en su cabeza, pensaba en que Leon seguía vivo y no debía permitir que lo matara Wesker como había hecho con su hermano.

Tú… tú tienes otro propósito, mi querido petirrojo.

Claire intentó correr hacia donde yacía Leon probando levantarse, pero el brazo férreo de Wesker no lo permitió.

¿Dónde crees que vas, pequeña? preguntó el mayor con un tono ronco.

La pelirroja vio a su esposo medio levantado, sobándose la cabeza. Estaba segura que vendría a por ella y el demonio de ojos rojos le aniquilaría en cuestión de segundos. Wesker parecía mucho más fuerte que en los últimos enfrentamientos que relató su hermano...

¡León, vete! ¡Busca ayuda!

Tras enfrentar la triste realidad, el dolor de la pérdida se transformó en odio e ira incontrolable, que la consumía y le hacía actuar de manera impulsiva. Claire no dejó de golpear al tirano para mantenerlo ocupado y dejara en paz a su esposo. Sin embargo, Kennedy era incapaz de acatar las órdenes de su amada y dejarla allí, rodeada de una muerte segura. Leon corrió hacia Wesker como pudo y disparó con el arma de Chris, que estaba en la mesa, contra la espalda ancha y fuerte del ex-capitán de los S.T.A.R.S. La sorpresa fue inmensa al ver que la bala no había perforado su piel, sólo su ropa. No pensaba, Leon actuaba por inercia al ver a Claire acorralada, gritando, llorando y golpeando contra el criminal. Centró su vista nublada y pudo identificar a Albert Wesker. Era más fuerte que nunca y un segundo disparo no fue efectivo para herirle, siquiera raspar la piel bronceada.

Con dificultad pudo atinar un tercer disparo, que ya hizo enfurecer al tirano. Él tiró a Claire al suelo y se volteó para terminar con la vida de Leon. Avanzó hasta pararse delante de la figura tambaleante del agente de la D.S.O y agarró el cuello de su camisa. Tiró la otra mano atrás, estirando sus dedos y preparando fuerza para poder arrancarle el corazón del pecho.

¡No! ¡No! ¡No! exclamaba con miedo y desesperación la esposa de Leon.

Fue demasiado tarde: de un golpe, Wesker atravesó su pecho e hizo que su corazón dejara de bombear sangre a todo su organismo. Tiró al difunto a un lado, desganado. La pelirroja empezó a gritar, golpear y llorar con rabia. Se levantó y golpeó con el puño el cuello del tirano. El rubio la detuvo y la derribó, tirándola al suelo, al lado del cadáver de Kennedy. Claire se impregnó de sangre al caer en el pecho de su esposo. No se atrevió a levantarse, quedó abrazada a quién había amado.


El rubio salió de sus pensamientos, deslumbrado al ver la pequeña Redfield sentada en la hierba, cabizbaja, corazón partido. Sus ojos postrados en dos piedras de mármol macizo con inscripciones doradas. Se acercó sigilosamente cual pantera acechando a su presa. La hierba junto con la lluvia no le hizo un favor y descubrió el camino que debía seguir para dar con la pelirroja. La mujer notó su presencia y sus llantos se convirtieron en sollozos discretos. El rubio ralentizó su marcha pero no dejó de ganar terreno. En el laboratorio de Nueva York tuvo que retirarse urgentemente al saber que unos soldados de la B.S.A.A volvían al lugar y no quería matar a más gente. Se prometió a sí mismo volver a por la menor Redfield y aquí estaba.

Al estar casi tocando su espalda con las puntas de sus pies, la mujer habló:

—Barry, déjame cinco minutos más.

Sin embargo, quien la pelirroja pensaba que era su segundo padre y colega, Barry Burton, era Wesker, el asesino de su alma.

—Es hora de irse.

Esa voz torrencial, tono exigente, ronquera de caverna y arenosidad agradable… no, simplemente no lo creía.

Solo le hizo falta girar la cabeza para darse cuenta de que su pesadilla se volvía en realidad una vez más. Y allí estaba él: pose estoica, porte de monarca y crueldad de tirano. Le despreciaba, nunca había sentido un odio tan profundo hacia alguien. No le dejaba vivir; era como estar atada a una cadena y llevar una bolsa de piedras en la espalda. Una ira se apoderó del cuerpo de la pequeña Redfield y la impulsó a levantarse de golpe y encarar a ese asesino. Actuando una vez más como lo haría su hermano, se abalanzó con una fuerza muy grande hacía el demonio con gafas oscuras.

— ¡Tú no deberías vivir! ¡No lo mereces!

Empezó una ronda de golpes, puñetazos, patadas desordenadas que el rubio eficazmente pudo detener. Una vez que tuvo las extremidades de la pelirroja en su posesión, el rubio la atrajo contra sí y la sostuvo firmemente. Los golpes y movimientos que Claire fueron reducidos a simples cosquilleos gracias al sistema inmortal de Albert.

— ¡Te mataré! ¡Pagarás por matarlos! ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio! —gritó estridente la menor.

Su voz melódica sonaba desgastada de llorar y sus cuerdas estaban machacadas de tanto gritar a pleno pulmón. Estaba desgarrándose la garganta al soltar todos sus sentimientos. Wesker no tenía ganas de montar un numerito entre la penumbra de un camposanto y apretó de forma exagerada entre sus brazos a la menor para hacerla reaccionar. Pronto el dolor pudo con ella y los gritos y reproches se convirtieron en quejas y lágrimas. Al comprobar que se le dificultaba la respiración por la presión, el rubio midió su fuerza.

—Le dije que tenía otro propósito, Redfield —susurró el indeseable en su oreja.

—Mátame, acaba conmigo ya.

—No, señorita Redfield. Ese no es su papel.

De la nada, la joven empezó a temblar en los brazos de Albert y a hipear. Era un temblequeo incontrolable y las lágrimas de la joven no se detenían. Él no la soltó y la mantuvo firme hasta que se desmayó al cabo de unos segundos. Wesker sacó la conclusión de que un ataque de pánico con mezcla de nervios habían creado esa reacción a su sistema.

Demasiadas emociones.


¿Que tal? ¿Valió la pena la espera? ¿He marcado una buena entrada con esta nueva historia Weskerfield? Si os ha gustado, el segundo capítulo os gustará más.

Queridos lectores, si habçeis llegado hasta aquí apreciaría un review aunque solo fuera diciendo hola, te leo. Me motivan mucho a escribir y sinceramente me alegran el día. Los leo todos atentamente y con cariño.

Os leo dentro de nada.

Att. Frozenheart7