Primera parte
DÍAS DE RAIJIN
Para Katry-chan
PRÓLOGO
Departamento de Izaya
15 de abril, por la mañana
AUNQUE FALTABA SOLAMENTE una hora para que dieran comienzo las clases, Izaya Orihara continuó sin vestirse con el uniforme de Raijin y tendido en la cama. Con una mano empezó a jugar con la navaja que, hasta el momento, nadie sabía de su existencia.
Luego, siendo evidente su resignación, Izaya se levantó y guardó sus libretas dentro del maletín, incluida aquella de cubierta roja que despertaba la curiosidad de Shinra. Mientras acomodaba los útiles –y también otra buena serie de objetos que nunca consentirían los profesores que se utilizaran en las aulas–, pensó que era inusual que sus hermanas no estuvieran atormentándole.
Cuando los números del reloj despertador se acercaron peligrosamente a las 7:00 am, Izaya salió de su habitación, con el maletín sobre el hombro.
Como había supuesto, encontró a su madre esperándole en la sala. Hasta el momento, y aunque su pasatiempo de observar a las personas ocupaba la mayor parte del día, Izaya no conocía a una mujer más frívola que Kyouko Orihara.
–¿Qué hacías? –le preguntó ella con poco interés. No quiso saber la razón por la cual su hijo seguía luciendo una camisa blanca y pantalón corto negro.
–Pensando en cómo fastidiarle la vida a cierta persona.
Mejor dicho "a cierto monstruo".
–Ya veo, pero deberías buscar una mejor manera de emplear el tiempo; a nadie le gusta que le anden fastidiando todo el rato –Kyouko se miró las uñas inmaculadas antes de ponerse de pie–. Espero que las gemelas la pasen bien. Las dejo a tu cargo, Iza-chan.
–Es Izaya.
Deberías dejar de contarme obviedades, madre. Siempre haces lo mismo.
–Como gustes.
–¡Iza-nii! –Mairu no logró sorprender a su hermano; antes de que pudiera darse cuenta, Izaya se hizo a un lado de tal modo que la niña terminó por caer en el sillón que antes había ocupado Kyouko. La otra gemela no tardó en presentarse.
–Obedezcan a su hermano. No deberíamos de tardar en volver. Quizá una o dos semanas a lo sumo –dijo la mujer. Izaya pensó que ella callaba sus ganas de que el viaje de negocios se prolongara.
No le extrañaría que algo como eso sucediera.
–Sí, madre, obedeceremos a Iza-nii –mintió Mairu.
–Sí –la secundó Kururi.
Apenas se dio media vuelta Kyouko, las gemelas le dedicaron una mirada extraña a Izaya, extraña y peligrosa. Éste esbozó media sonrisa y negó con la cabeza. Ya le resultaba lo suficientemente doloroso quedarse nuevamente al cargo de ellas como para admitir su inminente derrota. Era demasiado pronto para eso.
Shirou Orihara, que había logrado captar la frustración de su hijo, le dio una palmada en el hombro antes de marcharse con Kyouko.
–¿No irás hoy a la escuela, Iza-nii? ¡Podremos pasar un buen rato!
–Divertido.
Izaya no tardó en cambiar su atuendo y salir rumbo a la Academia Raijin.
Shinra [¿Dónde estás?]
Shinra [¿Volverás a faltar?]
Izaya no se molestó en responder el mensaje de texto. Después de todo, estaba a solo unas cuántas calles de llegar. Ni siquiera tendría retardo. O puede que lo tuviera si decidía que ese día las clases no le despertaban el menor interés (lo de ser un alumno ejemplar había sido únicamente una faceta de tantas que podía tener).
Pensó que le animaría recopilar nueva información sobre los estudiantes que, en algunos casos, se volverían potenciales clientes. El trabajo impuesto, o "negocio" como diría su madre, lo emprendería durante la semana. Se preguntó si debía registrarlo en la libreta de cubierta roja.
Si acaso llego a sentirme aburrido, siempre puedo quejarme con Shizu-chan.
Afueras de la Academia Raijin
15 de abril, por la mañana
Shinra miró nuevamente la hora en el reloj del celular. Solo pocos estudiantes aun permanecían fuera del patio enrejado.
–Creo que Orihara-kun no se presentará hoy. Qué novedad.
Celty aguardó con Shinra unos momentos más en la entrada de la academia. Se preguntó para sus adentros que sensaciones tendría si acaso fuera humana y debiera asistir a la escuela, como todo mundo hacía. Los paseos diarios con Shooter podían compensar esa experiencia que nunca tuvo y que tampoco tendría, pensó, sintiendo entre sus dedos el manubrio de la moto negra.
–¿No te gustaría más que botara la escuela y me dedicara a estar en todo momento a tu lado, mi adorada Celty? –le preguntó de pronto Shinra como si en verdad albergara la esperanza de que ella pudiera consentir aquella propuesta.
Como no podía mostrar su exasperación con las volutas de neblina negra, la dullahan se limitó a señalar con el dedo la entrada de Raijin.
Shinra no se desanimó:
–¡¿Pero por qué dices eso, Celty?! Sabes bien que mi única aspiración en la vida es tener un trabajo poco honesto, desde el punto de vista legal, que me permita darte todo lo que necesites, absolutamente todo. ¡Mi adorada Celty merece el mundo y más! –parloteó Shinra sin darse cuenta de las miradas que estaba atrayendo con semejante escándalo.
Un par de estudiantes cuchichearon entre ellos antes de ir a sus salones correspondientes. Shinra los ignoró con gracia.
Sin embargo, tras fallar patéticamente en su intento de estrechar en brazos a Celty, Shinra se marchó a su primera clase. Se reunió con Kyohei Kadota en el pasillo y no se percató de que Izaya había entrado un poco antes que ellos.
Durante el viaje por Ikebukuro, Celty pensó que quizá era tiempo de comentarle a Shinra, por segunda vez, que podría ser buena idea que tuviera amigos, aunque fueran unos cuantos. El chico Orihara no parecía ser un buen partido, pero al menos lograba que Shinra se entretuviera un rato durante el periodo libre y, en ocasiones, después de clases. Luego estaba Heiwajima. Celty no había logrado saber mucho de él. A lo mucho había sido capaz de verle armando revuelo en el patio.
Al igual que Orihara, el chico parecía bastante problemático. Más de una vez escuchó decir a los jóvenes, e incluso al personal docente, que Shizuo Heiwajima era un delincuente en potencia. Contrario a Izaya que rumoreaban era de buena familia y bien parecido, por mencionar solo algunos detalles.
Celty no sabía que podía ser cierto y que no.
Le pidió a Shooter que doblara en una esquina para luego perderse por entre los callejones de la ajetreada ciudad.
Residencia de Shizuo
15 de abril, por la mañana
A sabiendas de que era una mala influencia para su hermano dado su carácter temperamental, Shizuo Heiwajima se planteó con total seriedad faltar a clases, no solo ese día sino también el resto de la semana. Había despertado irritado y se daba cuenta de que, apenas viera a la odiosa pulga, destrozaría mucho más mobiliario del que su padres podían costear en esos momentos.
Aun con la botella de leche vacía sobre la mesa y ya dentro del saco azul (que le impedía moverse con soltura), Shizuo siguió dándole vueltas al asunto.
Namiko se dio cuenta de las dudas de su hijo, pero no dijo nada. Desde hacía un par de semanas atrás no encontraba palabras apropiadas que decirle. Para sorpresa suya, ella no había tardado mucho en aceptar aquella fuerza sobrehumana de Shizuo, al contrario que el propio Shizuo que no dejaba de renegar de sí mismo. La cuestión empezaba a preocuparle, lo mismo que a Kichirou Heiwajima.
–¿Sucede algo, Shizuo? –dijo ella como si no se diera cuenta de que el joven pareciera querer estampar el puño en la pared más próxima.
–Nada. Ya me largo –dijo Shizuo en tono desenfadado pese a lo dicho.
Namiko lo vio tan apesadumbrado que no quiso pedirle que procurara no romper nada o meterse en alguna pelea como últimamente sucedía. Lo anterior le resultaba extraño porque, pese a todo, Shizuo nunca había tenido problemas durante la secundaria. O habían sido menos que a la fecha. ¿Qué no le estaría diciendo?
No pensó que la pregunta que debía hacerse era ¿de quién no le estaba contando?
[ … ]
N. del A. ¡Hola! Como habrán podido notar, ahora he decidido hacer una historia corta que cuente mi perspectiva de cómo debieron de ser los días durante la época de estudiantes de mi trio de "amigos" favorito (al menos del anime). En fin, espero que les haya gustado este primer capítulo. Me haría muy feliz saber su opinión o también sugerencias. ¡Hasta la próxima!
