Vida de gatos
Summary: Kagome, mientras estaba en el Sengoku, encontró un gato muy peculiar: Ojos dorados, pelo blanco casi plateado. El gato parecía muy misterioso, pero eso no era todo, InuYasha había desaparecido, y nadie sabía por qué. [Este fic es una petición de ClauGazz, hecha para el foro "Hazme el amor"] Adv: Lemon.
Disclaimer: Todos los personajes de InuYasha pertenecen única y exclusivamente a Rumiko Takahashi.
Advertencia: Lemon.
Pairing: InuYasha/Kagome
Género: Romance/Humor.
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Caminaba tranquilamente por los prados del Sengoku. Les había dicho a sus amigos que iba a despejar su mente, y eso era cierto. Necesitaba reflexionar y estar sola un tiempo. Desde que InuYasha había desaparecido hacia ya dos días, no habían parado de buscarlo, pero mientras sus amigos descansaban para comer algo, ella decidió dedicarse a caminar un rato.
Estaba segura.
Lo más probable era que InuYasha los hubiera dejado y se hubiera ido con Kikyô. Él no desaparecería de esa forma de ninguna otra manera. Pero… ¿Por qué no decirlo? Todos sabían que ese día llegaría, para su desgracia, pero no esperaba que fuera tan pronto. Aun quería decirle tantas cosas. Quería decirle sus sentimientos, a pesar de ya haberlos expresado. Quería saber que era exactamente lo que él sentía por ella. Sabía que la quería, de eso no había duda, sino nunca hubiera dado su vida por protegerla de todo y de todos. Pero él no la amaba, la quería, pero no la amaba, de eso estaba segura, y no podía hacer otra cosa más que sentirse triste.
Siguió caminando un par de metros más y se detuvo frente a un árbol. Parecía que ahora todo árbol le recordaba al Goshimboku. Tocó la corteza con delicadeza, sintiéndola. Quería expresarle a ese árbol desconocido su dolor.
Se sentó a las raíces del árbol y se abrazó a sí misma. Hundió su cabeza entre sus piernas y dejó que un pequeño sollozo escapara de sus labios.
¿Por qué?
¿Por qué ella precisamente se tenía que enamorar de él?
No se arrepentía de quererlo. Eso nunca. Amaba a InuYasha y a pesar del dolor que pudiera tener no cambiaria el hecho de conocerlo por nada del mundo. No cambiaria el hacho de amarlo más que a su vida. Daria su vida por él, y él dio su vida por ella tantas veces. La celaba, no permitía que cualquiera se le acercase, la ilusionaba, la hacía sentir querida, amada…
Levantó su vista al cielo. Podía verse un poco a través de las ramas del árbol.
Suspiró.
Recostó su espalda en el tronco y cerró los ojos, concentrada en sentir la brisa fresca que acariciaba su rostro.
InuYasha…
—Quiero verte, InuYasha…—fue el suave susurro que salió de sus labios.
Y era cierto. No podía cumplir su promesa si él se iba. No podría vivir si InuYasha desaparecía de su vida así como así.
Mew.
Un maullido. ¿Habían gatos vagando por los bosques en esa época?
Mew.
Volteó a ver a su lado y abrió los ojos como platos.
Su pelo era blanco casi plateado, sus ojos eran color ámbar, algo que no era tan extraño en un gato, pero no con esa intensidad. No era ni exageradamente peludo ni calvo. Era peludito, eso sí, pero no como un angora.
El pequeño animal la miraba como si ella fuese una espacie de salvación. Había puesto sus patitas sobre ella y le seguía maullando.
— ¿Te has perdido, gatito? —dijo Kagome con una sonrisa tomando al gato y poniéndolo en su regazo. El pequeño seguía viéndola y maullándole desesperado.
— ¿Tienes hambre? —suponía que esa era la razón de tantos maullidos.
El gato la miró con expresión seria.
—Tienes… ¿sed?
El gato no cambió su expresión. Era como si le estuviera diciendo con la mirada que era más que obvio y estúpido preguntarle eso.
— ¿Estás perdido?
El gato maulló. Aunque, según el gato, eso era un más o menos, según Kagome, era un rotundo sí.
—Bien, me quedaré contigo. Seguro a Buyo le agradará tener compañía.
El gato pareció estar de acuerdo con el hecho de que ella lo dejara quedarse. La muchacha aun no parecía entender que él necesitaba otro tipo de ayuda, pero ya tendría oportunidad para decirle… de alguna forma.
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Caminaba con el gato en brazos. El pequeño era ligeramente pesado pero nada de que exagerar. Su pelo era muy suave y su nariz rosadita le parecía de lo más adorable. El gato parecía haberse dormido. Era tan lindo. ¡Kawai! Algo bueno tenía que pasarle después de todo. El universo se lo debía.
Llegó donde estaban sus amigos, quienes al verla, parecieron relajarse. ¿Tanto habría tardado como para que ellos se preocuparan así?
—Nos tenias preocupados, Kagome-chan, ya habías tardado mucho. —dijo la taijiya acercándose a ella con una sonrisa.
—No tienen que preocuparse tanto. —le dijo una Kagome sonriente. —Miren. —dijo enseñándoles el gato, que ya se había despertado y miraba a los chicos con curiosidad.
— ¡Kawai! —dijo Sango emocionada. —Pero que lindo. —dijo acariciándole la cabeza. El gato hizo seña de que no le gustaba y luego soltó un maullido.
—Parece no tener muy buen carácter. —dijo Miroku acercándose para examinarlo.
— ¡Yo también quiero ver! —gritó Shippô emocionado saltando al hombro de Kagome. —Parece una rata peluda. —se burló.
El gato le gruño y lo desafió con la mirada.
—No lo molestes, Shippô-chan, el pobrecillo estaba perdido, así que me lo llevaré a mi época. —dijo con una sonrisa en el rostro.
—Seguro sabrás cuidarlo muy bien. —le dijo Sango con una sonrisa.
El gato se bajó de los brazos de Kagome y corrió hasta donde estaba Kirara, maullándole con desesperación. La gatita pareció haberlo entendido perfectamente porque juntos comenzaron a maullar hacia los presentes, como tratando de decirles algo que solos no podían.
—Se ven tan lindos juntos. —dijo Kagome emocionada.
—Sigo creyendo que parece una rata mojada. —dijo Shippô.
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— ¿Estarás bien, Kagome-chan? —le preguntó Sango preocupada a la miko, quien estaba sentada en el borde del pozo con el gato en brazos, lista para regresar a su época.
—Sí… Necesito pensar, me vendría bien un descanso. Espero que si InuYasha vuelve no se moleste. —dijo con tristeza.
—Kagome-chan…—dijo sin saber cómo responderle.
— ¡Sayonara, Sango-chan! ¡Volveré pronto! —y dicho esto saltó por el pozo traspasando las barreras del tiempo.
Como pudo subió con el gato por el pozo y al lograrlo se dejó caer agotada en el suelo.
—Bueno, Mamoru*-chan, bienvenido a mi época. De seguro te encantará. Podrás hacer todo lo que un gato pueda hacer, serás bien cuidado y espero que no te portes mal, ¿eh?
El gato no le prestaba ni la más mínima atención. Simplemente salió del santuario del pozo y se dirigió a la casa de Kagome.
"Kagome no baka".
Le pareció escuchar la voz de InuYasha diciéndole idiota. Bufó. Precisamente eso tenía que imaginarse.
Siguió al animalito sorprendiéndose de que este se dirigiera directo a su casa.
El pequeño esperó a que ella abriera la puerta y rápidamente corrió hacia su habitación. ¿Cómo es que conocía su casa?
Entró a su habitación luego de haber saludado a su madre y a su abuelo, Sôta estaba en el cine con Hitomi. Vió al gato sentado en la cama mirándola expectante.
— ¿Cómo es que sabes que esta es mi habitación, Mamoru-chan?
El gato maulló.
—Bien, eso no importa. —soltó un suspiro pesado y se dejó caer en la cama. Se sentía triste, deprimida. El gato se acercó a ella, aparentemente sintiendo su tristeza. — ¿Quieres saber que me pasa? —el gato maulló en respuesta y ella sonrió. —Ven aquí. —lo tomó, se sentó y lo puso en su regazo.
El gato se acomodó allí y la miró expectante.
—Bueno, te contaré lo que me pasa. —el gato maulló. —Tú me recuerdas a él. Ojos ámbar, y su cabello es plateado. ¿Sabes? Hace mucho que estoy enamorada de él. —acarició el lomo del pequeño, sintiéndolo ronronear. —Lo amo…—dijo en suave susurro. —Más que a nada en este mundo, le dije que me quedaría a su lado siempre, a pesar…—sus ojos se llenaron de lágrimas. —a pesar de que él ame a otra. —un pequeño sollozo salió de sus labios. —Se fue con ella. —sollozó. —sabia que el momento llegaría, pero no esperaba que llegara tan pronto. Me siento frustrada. Yo hubiera dado todo porque él me quisiera al menos un cuarto de lo que la quiere a ella. Sé que me quería, lo sé, sino nunca hubiera dado la vida por mí en innumerables ocasiones. Pero el solo me ve como una amiga. Nunca podrá verme como algo más. El siempre amará a Kikyô. —otro sollozo escapó de sus labios y el gato maulló. — ¿Por qué? ¿Por qué, Mamoru-chan? ¿Por qué tuve que enamorarme de InuYasha?
El gato maulló de nuevo.
—Él nunca podrá amarme, lo sé. Solo quisiera…—un hipido salió de sus labios. —solo quisiera haberme podido despedir, poder ver su rostro una vez más, abrazarlo una última vez… Sentirme protegida entre sus brazos. Sentir que me ama a pesar de que eso no sea cierto.
"Eso es mentira, Kagome".
El gato volvió a maullar y ronroneó acurrucándose en ella.
—Gracias, Mamoru-chan…—dijo acariciándolo.
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—Kagome, hija, ¿y ese gato? —preguntó su madre al verla bajar por las escaleras seguida de un gato blanco y ojos ámbar.
—Estaba perdido del otro lado del pozo, así que decidí traerlo para cuidarlo, ¿está bien?
Su madre asintió con una sonrisa.
—Espero que se lleve bien con Buyo.
—Igual yo. —dijo Kagome con una sonrisa. —Iré a dar un paseo. —avisó.
—Regresa para la cena.
— ¡Claro!
Y así salió de la casa seguida del gato.
— ¿Me harás compañía? —le preguntó con una sonrisa.
El gato maulló. La miko le sonrió y comenzó a caminar alejándose del templo.
Caminó tranquila seguida del gato hasta una banca del parque y se sentó dejando escapar un suspiro pesado. El gato subió a la banca de un salto y se sentó junto a ella, quien le acarició el lomo con cariño.
— ¿Sabes? —le dijo Kagome acariciándolo. —Tú me recuerdas a él. Tienes los mismos ojos. O tal vez lo extraño tanto que me estoy imaginando cosas.
El gato maulló.
—Siempre me pregunté por qué no podía ser como ella. Ella siempre fue mejor que yo en todas las cosas. Aunque digan que somos idénticas yo sé que ella es más hermosa. —El gato maulló. —Extraño a InuYasha, Mamoru-chan.
El gato se acurrucó a su lado dándole consuelo.
—Gracias…—susurró.
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Estaba saliendo del baño luego de un buen baño reparador. Se dirigió a su habitación con la toalla cubriendo su cuerpo. Al entrar el pequeño gato se encontraba sentado en la cama, esperándola.
La miko le sonrió y luego de cerrar la puerta de su cuarto se liberó de la toalla y la tiró a un rincón. Luego comenzó a buscar entre los cajones su ropa interior, sin notar como el gato se ponía tenso y la observaba minuciosamente. Volteó hacia donde estaba el pequeño animal y lo descubrió con la miraba en su trasero.
"¿Acaso está viéndome? No, no seas idiota, Kagome, solo es un gato."
Al voltearse no había notado que la vista del gato cambió en dirección a sus pechos.
Se puso su sostén y luego su calzón para luego tirarse en la cama y tomar al gato poniéndolo sobre su estómago. Lo sintió tenso, pero no le importó.
—Creo que me he encariñado contigo, Mamoru-chan.
El gato, de forma sumisa, se acostó de forma que su cabeza quedara en medio de los pechos de Kagome. La miko solo lo acarició.
Sus pensamientos volaron y le trajeron las imágenes de todo lo que había compartido con InuYasha. Su rostro se volvió melancólico y cerró los ojos para poder dormir un rato.
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En esos instantes se encontraba vistiéndose para la escuela. La vista del gato detallaba cada movimiento de ella sin que lo notase.
Al ver que la chica iba a salir el gato comenzó a maullar.
—No, ya te dije, Mamoru-chan, no puedes venir conmigo a la escuela, allí no dejan entrar a los animales.
El gato gruñó resignado y se acostó de forma molesta en una esquina de la habitación.
La miko lo miró con tristeza. De nuevo pensó en InuYasha, parecía que tenían una personalidad parecida. Suspiró y luego se dispuso a caminar en dirección a la escuela.
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— ¡Tadaima! —gritó Kagome al entrar de nuevo al templo. El gato fue el primero en aparecer maullándole. —Hola, Mamoru-chan, ¿Me extrañaste?
El gato la miró serio y luego se dio la vuelta.
—Aparentemente no.
—Kagome, iré con tu hermano y el abuelo de compras, date un baño y cuida de Buro y de Mamoru. —le dijo su madre saliendo de la casa junto a su hermano y su abuelo.
—Está bien. —fue lo que alcanzó a pronunciar. — ¡Bien! Ahora un baño. —dijo estirándose y dejando la mochila cerca de la puerta.
Rápidamente se dirigió a su habitación. Vio al gato echado en su cama y sin importarle se dispuso a desvestirse.
Como siempre, sin que ella lo notase, el gato detallaba cada uno de sus movimientos. Parecía que le gustaba verla en esa posición.
Tomó su toalla y enrollándosela fue en dirección al baño, dándose una ducha rápida, no tenía ganas de pasar horas en la bañera.
Entró de nuevo en su habitación y vio al gato su cama, igual que como lo había dejado.
La miko le sonrió.
De pronto una extraña luz comenzó a rodear al animalito, quien asustado saltó de la cama y se paró en medio de la habitación. En un instante la luz fue tan brillante que tuvo que tapar sus ojos.
Al disiparse esta pudo ver en medio de la habitación a InuYasha visiblemente aturdido.
—I-¿InuYasha? —tartamudeó Kagome al verlo en el centro de su habitación.
—Eh… Yo… ¡Puedo explicarlo! —se apresuró a decir.
— ¿Acaso tú eras… el gato?
—Eh, yo… ¡Adiós! —y antes de que pudiera salir por la ventana la chica le gritó "Osuwari". —Joder, Kagome.
— ¡Tú eras el gato! ¡No puedo creerlo! ¡Te dije todo lo que pensaba y… y…! ¡Me viste desnuda, idiota! ¡No eran solo presentimientos! ¡Pervertido! —chilló.
—Keh… Yo no soy ningún pervertido. —dijo poniéndose en pie de nuevo.
— ¡Fui una tonta! ¡Se supone que tú te habías ido con Kikyô!
— ¡Yo no me fui con ella, joder! ¡¿Qué demonios crees que tienes en la cabeza?! ¡Habíamos quedado en que estaríamos juntos siempre, ¿o acaso lo olvidaste?!
— ¡Pero a quien tú amas es a ella! ¡Solo estás conmigo porque en realidad te recuerdo a Kikyô!
— ¡Deja de decir estupideces, joder! ¡Ya te lo había dicho, tú eres tú, yo no estoy contigo porque te parezcas a ella, ¿qué no lo entiendes?!
— ¡Cállate! —dijo al borde de las lágrimas. — ¡Haces que me ilusione y luego siempre te vas con ella! ¡Me duele, InuYasha! ¡No tienes idea de cuánto!
— ¡Pero en estos momentos estoy contigo, Kagome!
— ¡Pero…!
— ¡Maldición! —le interrumpió y sin darle tiempo a nada la atrajo hacía sí y juntó sus labios con los de la miko, quien abrió sus ojos como platos al sentir que la lengua de InuYasha pedía entrar en su boca.
No podía ser cierto, ¿no?
InuYasha separó sus labios de los de ella.
— ¿Por qué no puedes entender que es contigo con quien quiero estar?
—InuYasha… Yo…
Volvió a besarla apretándola hacia su cuerpo. La miko gimió al sentir como su lengua recorría cada centímetro de su boca.
En esos momentos él supo que estaba perdido.
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N/A: Jeje, yo sé que lo lógico sería que se convirtiera en perro, pero como el pedido es así. Además creo que la idea está divertida, y aquí está el primer cap. del fic.
*Mamoru: Proteger.
Próximamente… El segundo capítulo. XD
¡Chao! ¡Ciao! ¡Adiós! Bye! ¡Sayonara! ¡Hej då! ¡Adjö!
Atte. Tsuki-chan Scout.
PD: LOL c: Por fin encontré este simbolito en la compu "ô".
