Era difícil, muy difícil. El primer cumpleaños con mi esposo, el primer cumpleaños de él que pasamos juntos.

No era solo difícil pensar en que regalarle, sino que además Alice había tenido la genial idea de hacerle una fiesta de cumpleaños, sorpresa. Durante toda la semana había tenido que tener mi escudo extendido para que Edward no se enterara de nada y eso me mantenía muy cansada. Además, que Edward, con lo curioso que es, había estado tratando de menoscabar el escudo de maneras muy poco sutiles (hace uno momentos atrás me había abordado en la cocina y me había besado de una manera muuuuuy sensual y fogosa con el interés de que el escudo flaqueara, gracias a dios llego Alice y me trajo de compras).

- Y bueno, Bella, has pensado que le regalarás?

- para serte bien sincera, no.

Había pensado en regalarle un nuevo auto, pero ya tenía el Volvo, su Aston Martin y hace poco había adquirido un Lamborghinni (se suponía que era para Reneesme, ya que ella lo escogió, pero como no tenía la edad y tampoco la aparentaba no podría conducirlo hasta unos 4 años más, donde seguramente él ya lo consideraría obsoleto)

- yo tengo una gran idea, y estoy segura que a él le va a encantar- me dijo Alice dirigiéndome una mirada picarona.

- me das miedo a veces, Alice- Alice me sonrió

- ya verás, tu también lo disfrutarás.

Llegamos a la casa para decorarla, Edward ya no estaba, porque para que el plan funcionara solo debíamos pedirle a la única persona a la que Edward jamás le negaría algo que salieran a dar una vuelta, y Reneesme había accedido feliz, porque nada la hacía más feliz que pasar horas con su papá jugando, leyendo, escuchando música, escuchando lo que Edward habla o simplemente estando con él y dejando que él la consienta.