Disclaimer: nada del Potterverso me pertenece
Este fic participa en el minireto de septiembre para "La Copa de las Casas 2015-16" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
Frase: Lo malo del amigo es que nos dice las cosas desagradables a la cara; el enemigo las dice a nuestras espaldas y como no nos enteramos, nada ocurre.
—Harry, tenemos que hablar.
Harry Potter se puso en tensión. ¿Acaso Ron había descubierto que Ginny le gustaba? Mucho. Pero mucho, mucho, ¿eh?
—Claro, Ron, ¿qué ocurre?
—Harry, no sé cómo decirte esto sin que te sientas herido, porque soy tu mejor amigo, pero esto ya es pasarse un poco… Deberías tirar de la cadena cuando vas al baño.
El aludido se quedó mirando a su amigo, quien le miraba seriamente.
—¿Perdona?
—Y no es sólo eso, también deberías apuntar mejor, estoy harto de ir al baño a cagar y remojarme todo el culo.
—Vaya, yo…
Pero Ron no había acabado, vaya que no.
—Y también me molesta que no te laves las manos después de mear, salgas del baño y me des un par de cachetes en la cara. Tío, da asco porque sales con las manos empapadas.
—Lo siento, Ron…
—Deja, que no he terminado. Total, ya que estoy… Cuando te duchas, esa es otra. Estoy harto de ver tus pelos en el desagüe, eso hace que se atasque. También podrías dejar de tirarte pedos allá por donde vas, es desagradable. Y no entiendo tu manía de pasearte desnudo por la habitación, ¿sabes que Dean, Seamus y Neville sólo pasan por aquí para dormir? Están hartos de verte la…
—¡Vale! ¡Vale! Lo tendré en cuenta.
—Sólo quiero que sepas que te cuento esto porque soy tu amigo y me preocupo por ti.
—Está bien.
Ron se dio la vuelta y se marchó, dejándole solo. Harry decidió hacerle caso y vestirse al menos, que estaba desnudo en ese momento. Aun así, consideró que Ron se había pasado un poco. Ni Voldemort mismo diría esas cosas de él.
Mientras tanto, a kilómetros de allí, Lord Voldemort escribía sobre un pergamino, mientras recitaba lo que escribía.
—Harry Potter es feo. Le huelen los pies. Se hurga la nariz en público. Y se rasca la entrepierna delante de ti. Qué vergüenza.
—¿Qué hacéis, mi señor? —preguntó Bellatrix Lestrange.
—Escribo una carta a El Profeta en la que echo pestes de Potter. Es mi estrategia para deshacerme de él.
—¡Qué gran idea, mi señor!
Era una idea de mierda, seamos realistas, pero estaba claro que ella no iba a decírselo.
