EL CAMINO A SEGUIR.

PRÓLOGO.

"Sin fuerzas para continuar"

BOBBY.

Sabía lo que el mayor de los Winchester había echado en el café, pero hizo como si no lo hubiese visto. Cogió la taza sin una palabra y cuando el muchacho se giró a darle otra a su hermano, la vació con disimulo. Sam lo miró sin reproches, comprendiendo, no dijo nada. No iban a disgustar a Dean, si el chico creía que esa noche iban a descansar, pues perfecto, quizás así lo harían sentirse mejor.

Había discutido agriamente con el menor cuando éste aprovechó la ausencia de su hermano para contarle el fracaso de aquella noche, incluso estuvo tentado de abofetearlo por ocultarle aquello a su hermano.

- Hoy no Bobby, dejemos que respire… Esto es demasiado por sí sólo para hundirlo…

Y durante toda esa conversación Dean en la calle trataba de convencer al ángel de que lo llevara de vuelta a Carthago por su coche. "Eso sí te importa ¿verdad muchacho?" había pensado injustamente. Habían oído al ángel gritar al rubio, recriminarle, y al final había desaparecido. Cuando entró en la casa, lo fulminó con la mirada, pero se arrepintió en seguida, el chico parecía incapaz de continuar, como si hubiese perdido el último atisbo de voluntad.

Durante las dos horas siguientes nadie abrió la boca hasta que dijo de ir a acostarse. Sam rehuía su mirada, y Dean…

Y ahora, a las cinco de la mañana, con la vista fija en el techo de su habitación, su mente se perdía entre conjeturas e intentos de encontrar una salida. Escuchó un suspiro ahogado en el baño "¿todavía sigue ahí?". Siguió atento, pero no escuchó nada más. Aferró su silla e iba a levantarse cuando lo escuchó salir. Se volvió a echar.

Su cabeza iba por libre, el Colt había sido un trasto inservible, tiene que haber otra cosa. En el silencio de la noche oyó al mayor murmurar "¿qué he de hacer ahora?". Seguía levantado, vaya… Hubiese querido levantarse y hablar con él, tratar de apaciguarlo, conocía al chico hacía mucho tiempo y debía estar torturándose sin piedad.

Escuchó cómo el menor también se levantaba y se relajó, después de todo Sam se haría cargo de su hermano.

Eran más de las nueve de la mañana cuando el viejo se quedó dormido.

CASTIEL

Andaba entre los tornados y los relámpagos como si se tratase de un paseo campestre en un día primaveral. Había discutido con Dean Winchester. Cabezón como él sólo, el humano pretendía que lo trajese de vuelta a Carthago, ¡por su coche! Aquello le había sacado de quicio.

Quizás me equivoqué contigo - le había soltado a bocajarro mientras el rubio bajaba la cabeza aceptando sus palabras - quizás he renunciado a mi identidad, a mi gente, a mi fe por la falsa ilusión de que eras algo más que un humano caprichoso.

Pero el condenado Winchester lo había mirado, y la desesperación, el dolor y la culpa que podía leer en aquellos ojos hacían que la suya le pareciera una anécdota.

- Te traeré tu coche.

Y ahora caminaba entre la tormenta y la destrucción buscando el dichoso trasto que milagrosamente seguía entero. Decidió que lo conduciría ¿porqué no? Las palabras de Lucifer resonaban en sus oídos como una letanía: "Me rebelé, me desterraron. Te rebelaste, te desterraron… ¿quién será el siguiente enemigo público número uno cuando yo desaparezca?"

Desterrado, castigado por su deserción. Podría echar la culpa a los Winchester, pero sería injusto, el único responsable de aquello era él mismo.

En la radio del viejo auto sonaba "Llamando a las puertas del Cielo" de Dylan.

- humanos- murmuró fastidiado y quizás un poco emocionado por la belleza de la música. Paró el vehículo en mitad de ninguna parte escuchando como los acordes de la canción se perdían en el viento.

Salió del coche y gritó con toda la potencia de su voz de ángel que aún conservaba:

- ¡Padre! ¡ Dios! ¡Ayúdanos o destrúyeme! ¡Haz lo que tengas que hacer! ¡Pero haz algo hijo de perra!

DEAN

Se miró al espejo del baño intentando encontrar una respuesta pero sólo hallaba su propia mirada desesperada y acusadora que lo perseguía como los perros del infierno.

¿Desde cuándo tenía esa expresión? "Te reconozco capullo". Cerró los ojos, no quería recordar nada más. "¿Qué crees que mereces? ¿Consuelo? ¿Comprensión?". Abrió los ojos. Repasó mentalmente su discusión con Cass, también se había llevado al ángel por delante con su torpeza y su incompetencia. "¿hacemos recuento?, ¿cuántos deben morir aún por ti?, ¿no has hecho bastante?". Y el maldito estúpido le había hecho caso, y había ido por su coche.

No había sido capaz de hablar desde la marcha del ángel. Bobby, Sam y él habían hecho una pequeña ceremonia de despedida a Ellen y Jo. Su propia mirada lo fulminaba desde el espejo "¿Cómo he sido tan imbécil? ¿Cómo he permitido esto? ¿Cómo he sido capaz de enviarlas a una muerte segura por una posibilidad de mierda?". Recordó la mirada de tristeza de la chica cuando la besó en la frente… y tuvo que besarla de verdad, ella lo quería, lo había querido y él la había sacrificado como una ofrenda a no se que estúpido orgullo, a ella y a su madre.

Salió del baño incapaz de seguir enfrentándose a su propia mirada. Por lo menos Sammy y Bobby dormían, no se dieron cuenta de que había puesto somnífero en el café.

"Joder, es lo único que he hecho bien hoy"

En la salita había un camastro y un saco en el suelo, le tocaba el saco, era demasiado pequeño para su hermano. Se sentó en el suelo y esbozó una mueca que quería ser sonrisa al ver las piernas del más joven colgando de la cama. Parecía dormir tranquilamente, suspiró ligeramente aliviado y se echó sobre el saco. Sin embargo su mente no le iba a dar tregua esa noche, siguió torturándose una y otra vez con la culpa y los recuerdos. Deseó coger el Colt y darle utilidad volándose la tapa de los sesos, "muy bien cobarde, sigue sin enfrentarte a tu responsabilidad". Gimió.

- Qué hago ahora - apenas reconocía su propia voz -¿debo rendirme? ¿Qué puedo hacer ahora?

OH!, vaya, Sam se revolvía en la cama, lo iba a despertar. Se levanto del saco y se fue a la biblioteca, junto a la chimenea.

Hacía frío, así que se acercó y en seguida se arrepintió de hacerlo, aún se distinguía la silueta quemada de la foto. ¡Dios!

Cayó de rodillas, postrado de angustia "¿Cómo voy a continuar? ¿Cómo voy a seguir…?". Deseó estar muerto, deseó incluso estar en el infierno siendo torturado por los siglos de los siglos, nunca tenía que haber sido salvado, quizás al mundo le hubiese ido mejor si nunca hubiera vuelto.

SAM

Mientras Dean le daba su taza de café vio a Bobby tirar el suyo. No dijo nada, no hacía falta si su hermano no se daba cuenta.

Ninguno había dicho nada desde que Cass se fue. Le preocupaba el ángel, jamás lo había visto tan alterado, si incluso gritó al rubio antes de desaparecer. Bobby de vez en cuando buscaba su mirada, a veces parecía de reproche otras de aliento. No tenía que haberle contado nada.

Pero Dean, no hablaba, no los miraba, parecía perdido en algún lugar de su mente.

No habían podido traer los cuerpos para una despedida adecuada. No había nada que traer. Sólo quedaba la foto de la tarde anterior y mientras ardía en la chimenea pensó que si su hermano se sentía como él en ese momento no podría superar aquello. Dos muertes más sobre mis espaldas. Pero tenía que ser fuerte, tenía que guardar la compostura, por Dean, por Bobby.

El viejo dijo que se iba a dormir, rechazó bruscamente el gesto de ayuda de su hermano y se fue. Dean vaciló, recogió las tazas del café y se puso a limpiar la cocina. Así que Sam apagó la televisión, medio Missouri se iba al infierno, por su culpa, no hacía falta seguir contemplando las consecuencias de su fracaso.

Tenía miedo de enfrentarse a su hermano, no le había mirado directamente desde que Cass los trajo, y ahora seguía eludiendo su mirada, mientras se quitaba las botas. "Te entiendo, no quieres desquitarte conmigo, pero si es preciso para que te sientas mejor lo harás" pensó erróneamente.

- Voy a dormir - dijo en voz alta,

Le vio asentir sin levantar la cabeza e irse al baño. Él se echó en el camastro, se iba a echar en el saco pero era ridículamente pequeño, hasta para el otro. No se quitó las botas y se quedó mirando el techo con las piernas colgando medio metro. Se concentró en tratar de escuchar a su hermano, pero no oía nada. ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Una hora? ¿Dos? , "tres, voy a ver si está bien"

La puerta del baño estaba entreabierta y la mirada de su hermano en el espejo le heló la sangre. Volvió a acostarse, "Dios, ¡cuanto odio!". Pero no podía culparle si lo odiaba después de todo.

Le escuchó salir del baño, y le pareció distinguir una mueca cuando entró en la habitación. Cerró los ojos para que no sospechara que seguía despierto. Le oyó suspirar.

- ¿Debo rendirme? ¿Qué puedo hacer ahora?- le oyó decir con aquella voz destrozada por el dolor

Sam ahogó un sollozo comprendiendo que el odio de aquella mirada del espejo no era para él. Qué su hermano trataba de protegerlo hasta en ese mismo instante, después de todo lo que había pasado.

Se dio cuenta como el mayor se levantaba, callando y observando a ver si lo había despertado, y de milagro pudo contener las lágrimas. Notó cómo dejaba el cuarto y se iba al salón.

Se levantó y lo siguió a hurtadillas, Dean de rodillas frente a la chimenea hacía terribles esfuerzos por no hacer ruido consumido de desesperación. Los hombros hundidos, los puños apretados contra el suelo, se estremecían a intervalos irregulares. Pero luchaba contra sí mismo a pesar de todo por no hacer ruido.

Era más de lo que estaba dispuesto a soportar, el joven Winchester se acercó a su hermano y lo abrazó por la espalda fuertemente, para que no intentara zafarse del abrazo. Temía lo que Dean podía decirle, alguna broma de mal gusto, alguna acusación o que simplemente tratara de rechazarle, pero no lo iba a soltar, su hermano iba a comprender esa noche que no iba a traicionarlo nunca más. Estaba preparado para la peor pelea que hubiesen tenido jamás, pero no para esto.

Dean no se resistió, no trató de zafarse, se asió a sus brazos y rompió su máscara en mil pedazos, lloró… Como si le fuera la vida en ello, lloró 26 años de inseguridades, temores, dolor y abandono. Sam sujetó a su tembloroso hermano y se sentó en el suelo, sintió como las lágrimas acudían en manada a sus ojos, Dean lloraba, como jamás lo había hecho, abandonado a su desesperación. Y él tenía que consolarlo, acarició el rubio cabello de su hermano con una mano mientras lo mantenía sujeto de forma firme y protectora con la otra.

- tranquilo, todo irá bien, todo va a salir bien.

CASTIEL

Aparcó el Impala en la puerta, y entró en la casa, eran las diez de la mañana. Le había venido bien el paseo, había tomado su determinación y sabía lo que tenía que hacer. Todo es más fácil si sabes lo que tienes que hacer. La casa estaba en silencio, tal y como había esperado, probablemente hacía poco tiempo que habrían ido a descansar.

Pensó quedarse en la cocina, algo parecido a la añoranza se coló en su mente al ver la mesa vacía dónde no hacía veinticuatro horas habían tratado de emborracharlo.

Esperaría en la biblioteca, cuando despertasen habría tiempo de decidir cual era el camino a seguir. Pero no estaba sólo.

En el suelo, Junto a la chimenea Sam Winchester dormía sujetando protector a su hermano. Éste también dormía, temblando entre pesadillas aferrado fuertemente a su hermano como un náufrago a un salvavidas.