Si el universo de Harry Potter fuese producto de mi imaginación definitivamente estaría tomando unas vacaciones en Nueva Zelanda. Pero como eso no está sucediendo, aún todo le pertenece a J.K. Rowling y yo soy una pobre loca, nada más. Je.
"Esta historia participa en el reto Más de 1.000 historias del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black."
Reto elegido: "Hogwarts a través de los años"
Viñeta: 1/4
Personaje: Helga Hufflepuff
Palabras: 917
«A veces pienso que seleccionamos demasiado pronto a nuestros alumnos…»
―Albus Dumbledore.
Es cuestión de puntos de vista
Por:
PukitChan
I
Hufflepuff
Helga esbozó una cálida sonrisa a los nerviosos estudiantes que se acumulaban entorno a ellos. Pocos la notaron y respondieron, pero eso fue suficiente para que ella también tranquilizara la ansiedad que la consumía por dentro. Le era difícil creer que esos niños, apenas adolescentes, eran los magos que ellos ―los cuatro fundadores― educarían. Era extraordinario y emocionante descubrir que finalmente, luego de todas las dificultades, lo habían logrado: Hogwarts estaba lista para su primera generación de estudiantes.
Ella apretó sus manos mientras escuchaba a un sonriente Godric dándoles la bienvenida a los chicos. Su discurso fue fuerte, apasionado y lleno de entusiasmo. El de Rowena, tal y como Helga lo esperaba, fue educado, grandilocuente y con ademanes elegantes. Cuando el turno de Salazar llegó, el mago miró a los estudiantes fríamente antes de decir con su voz ronca que esperaba únicamente a los mejores estudiantes. La mujer tuvo tiempo de soltar un discreto suspiro antes de notar que todas las miradas estaban centradas en ella. Sólo cuando miró confundida hacia Rowena y su amiga le devolvió una estudiada sonrisa, Helga entendió que estaban esperando sus palabras. Su ligero sonrojo provocó una pequeña lluvia de cálidas risas que aligeraron el ambiente. Lo agradeció internamente.
―Bienvenidos a Hogwarts ―pronunció fuerte y claro para estar segura de que todos la escucharan. ―Hagamos nuestro mejor esfuerzo para hacer de éste un inicio extraordinario.
Tal vez su discurso no había sido mejor que el de sus amigos, pero la calidez de su voz y la amabilidad de su mirada lograron llenar el ambiente de aplausos. Y aquello la hizo sentir tan orgullosa y feliz que hizo a su corazón desbordar de alegría. Sabía que ese momento sería para siempre único en su vida.
Al cabo de unos meses, Helga aprendió a reconocer las habilidades de sus estudiantes. Existían chicos entusiasmados, otros arrogantes, algunos siempre atentos y otros más, dispuestos siempre a trabajar. Ella acogía en sus clases a todos, siempre siendo justa con la enseñanza, incluso después de que cada fundador exaltara sus cualidades favoritas. Aún le preocupaban los comentarios de Salazar y la pureza de la sangre. Realmente no deseaba que hubiese problemas, pero si estos aparecían, estaba dispuesta a hacerles frente.
Como en aquella tarde.
En un inicio pensó que la imagen mostrada frente a sus ojos no era más que un error. Sin embargo, al acercase lentamente descubrió que no estaba equivocada: había un elfo realizando interminables reverencias ante un sonrojado chico que movía sus manos tratando de detenerlo. Helga sonrió.
―¿Sucede algo? ―preguntó, llamando la atención del estudiante y del elfo. De inmediato, Helga reconoció al muchacho como uno de los favoritos de Slytherin. Pertenecía a una familia de Sangre Pura muy conocida.
―¡Profesora…! ―exclamó el conmocionado chico. No obstante, fue el elfo quien corrió hacia la mujer y mostró las plantas que traía cuidadosamente envueltas.
―¡Ama! ―dijo el elfo y señaló al muchacho que evitaba mirarlos―. ¡El amo me ha ayudado con las plantas que usted ha mandado traer para la cena! ¡El amo sabe mucho sobre los muggles!
Helga abrió sutilmente los labios en los que murió una exclamación sorprendida al ver cómo las mejillas del chico se sonrojaban fuertemente. Él no parecía arrepentido, pero sí preocupado cuando se animó a girar hacía ella y mirarla.
―Profesora, ¿le importa no decirle esto al profesor Slytherin? ―preguntó el chico, apretando su brazo.
―¿Por qué? ―deseó saber ella, aunque de antemano sabía la respuesta. No hacía falta ser muy perspicaz para entender que el estudiante había aprendido la ideología que predominaba en la mente de Salzar.
―Al profesor Slytherin no parecen agradarle demasiado los muggles…
«…y a mi me parecen curiosos. No los odio» completó Helga en su mente cuando las palabras dejaron de escucharse. No quería asustarlo. De ese modo, ella simplemente se acercó y colocó una mano sobre el hombro del niño para luego sonreírle y asentir con la cabeza. Lo entendía. Comprendía que no quisiera perder a un mentor como Salazar sólo por tener curiosidad hacia un mundo que era lo más cercano a lo prohibido.
―Es mejor que vayas al interior del castillo. Está comenzando a oscurecer.
El chico sonrió sutilmente y obedeció, como también lo hizo el elfo cuando Helga le ordenó ir a preparar la cena. Ella permaneció un largo rato de pie, observando al chico irse. No obstante, aquel día una duda empezó a crecer su interior. Una duda que siguió aumentando con el avanzar del tiempo y que finalmente se vio reflejada en su rostro la mañana en la que se detuvo a contemplar, en las entradas del castillo, cómo Salazar caminaba seguido por un pequeño grupo de estudiantes. Entre ellos estaba el chico de aquella ocasión.
―¿Estás bien, Helga? ―preguntó una voz a su lado. Por un instante la mujer se sobresaltó, pero enseguida recuperó su compostura cuando descubrió a Godric mirándola con curiosidad. Al analizarlo, Helga recordó las, cada vez más frecuentes, peleas entre Gryffindor y Salazar.
―Godric ―pronunció Helga, mirando el rígido andar de Slytherin más allá―, ¿está bien que nuestros estudiantes sean definidos y escogidos por ciertas cualidades? El valor, la inteligencia, la astucia… la pureza. ¿Eso no podría causar dificultades?
Gryffindor entrecerró los ojos, al parecer entendiéndola. Colocó una mano sobre la espalda de la mujer y negó.
―No lo sé ―susurró. Helga, que no esperaba esa respuesta del siempre confiado Godric, se abrazó a sí misma y bajó su mirada.
―Yo acogeré a todos los estudiantes.
Godric sonrió.
―Lo sé. Por eso confío en ti.
Y Helga Hufflepuff deseó confiar también.
Autora al habla:
¡Buenas madrugas! Aquí presentado una serie de cuatro viñetas para este reto tan especial. ¡El foro de la Noble y Ancestral Casa de los Black con cada reto presentado ha aportado al fandom ya más de 1000 historias! *-* ¡Felicidades por este gran número! :D
Para celebrar esto, se hizo una recopilación de todos los retos. Yo me apunté en este donde se tenía que hablar de diversas épocas en Hogwarts y deseé basarme en la premisa de que designaban a sus estudiantes para cada casa muy rápido. Claro, tendría que haber en ellos más que las simples cualidades que más destacan, ¿verdad? ¿VERDAD? Eso espero. xD
Gracias por leer y muchas gracias si les nace un review para esta historia. ¡Un beso enorme! :D
