Super Smash Bros pertenece a Nintendo.


Un sonoro bostezo fue ocultado por el sonido de las olas golpeando la orilla. Se llevó las manos a la cara y se golpeó un poco las mejillas. Tenía sueño y estaba comenzando a quedarse dormido, la vista y el sonido no ayudaban mucho, menos lo pacifico que era el lugar. También sentía algo de nostalgia, aquella vista le recordaba a su bella isla, extrañaba su hogar. Miró a su compañero de viaje. Kirby no parecía tener sueño, parecía morir de hambre, a pesar de que habían desayunado antes de irse la pequeña bola rosada no lograba durar mucho tiempo sin comida. Habían llegado mucho antes del amanecer y ahora el sol apenas y quería salir, él también tenía sueño. Escuchó a Kirby soltar un quejido de agonía y sonrió. Al parecer el impedir que su compañero muriese de hambre le ayudaría a mantenerse despierto, que suerte que tenían al mar frente ellos y que a Toon Link se le daba bien la pesca.

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La mañana había llegado a la pequeña villa. Todos sus habitantes comenzaban sus actividades más tardar a las nueve de la mañana, otros más temprano. Entre ellos se encontraba un pequeño niño que sobre salía. Bueno, no era difícil sobre salir en un pueblo donde solo habitan animales y él era el único humano. Pacifico y amigable, no era un lugar muy conocido, sin embargo todos los lugareños se sentían orgullosos de su lindo pueblo. Aquella mañana se sentía distinta a otras.

Una vez salió de su casa y comprobó el correo, se sorprendió al no ver ni un alma caminando cerca, el lugar era pequeño, era normal encontrarse con algún vecino que daba un paseo matutino. Fue con la casa más cercana y llamó a la puerta, nadie atendió. Supuso que era por alguna oferta que Tom, el tendero local, tenía en su puesto. Pero eso cambio cuando vio llegar corriendo y con cara de horror a Stitches. El pequeño oso se detuvo frente a él y sin dejarlo hablar gritó.

-¡Jefe! ¡Ayúdenos!-.

Sin comprender mucho, fue tomado de la muñeca y jalado en dirección del mar. Mientras más cerca estaba, veía a más de los vecinos; todos estaban aglomerados y hablaban entre ellos, sin ningún tipo de discreción, en especial un par de vecinas. Una vez llegó, Stitches se abrió paso a empujones y habló.

-¡Ya lo he traído!-. Todos se callaron al instante.

Y de nuevo, sin que lo dejasen hablar, un panda se le impuso. Este era Chow, uno de los mayores, cerca suyo se encontraba Rowan, un tigre que intimidaba un poco. El panda miró al joven con cara de pocos amigos, como siempre, y seguido señaló al mar. Más confundido que antes, miró en aquella dirección y quedó bastante sorprendido. Volvió la mirada a Chow, pidiendo una explicación medianamente entendible.

-Caroline los encontró-. Dijo el panda, mientras levantaba un poco los hombros. –Todos les hemos llamado, sin embargo nos ignoran y siguen en su tema-.

-Si siguen así… El mar se quedara sin un solo pez-. Susurró Dora, bastante angustiada.

Todos los habitantes estaban alterados y no era para menos; no todos los días te encuentras a un par de extraños a la orilla del mar. Uno pescando y otro devorando todo sin siquiera estar cocido o… muerto. Sin moverse el recién llegado examinó a los extraños: Uno de ellos era una bola rosada, estaba sentada en el suelo y engullía todo lo que el otro le arrojaba. El otro extraño se parecía un poco a él, destacaba mucho por su cabello rubio, sus orejas puntiagudas y su curiosa manera de vestir.

-Chico, debes hacer algo. Como dijo Chow, nos ignoran, tal vez tú puedas moverlos-. Habló Eloise, bastante irritada. La habían ignorado antes y no estaba nada contenta.

Todos asintieron y él igual. Se acercó con paso firme a ellos. Debía admitir que el de verde era bueno pescando. Una vez detrás de ellos, se aclaró la garganta, pero ninguno le prestó atención. Lo realizó por segunda vez y obtuvo el mismo resultado. Algo molesto decidió ser más directo.

-Disculpen-. Dijo. –Les estaría muy agradecido si dejasen de pescar, ¿sí? Están asustando a los vecinos y estamos preocupados por la población marina-.

Cero. Ninguno le prestó atención. Frunció el cejo, podía ser amable, pero no permitiría que nadie le ignorase de esa manera. Si no era por las buenas, sería por las malas. Decidido a ser más agresivo y claro. Tomó al pescador de la muñeca, impidiéndole arrojar la caña una vez más. Este giró al instante, un par de iris negros le miraron fijamente. Él permaneció firme en su mirada y agarre.

-He dicho: para de pescar-. Usualmente no usaba un tono tan serio y severo, pero esos extraños se lo habían ganado.

El rubio le miró unos minutos, para después dejar caer la caña en la arena. Se escucharon murmullos detrás de ellos. Soltó la mano de extranjero, suponía que era uno, y sonrió con alivió. Solo se necesitaba ser un poco más rudo y listo, aunque se preguntaba como Rowan no lo había logrado antes si era el que más intimidaba en el pueblo. Observó como el rubio escaneaba el lugar.

-¿Eres el único humano aquí?-.

Más murmullos estallaron cuando el rubio le habló. Ahora le miraba fijamente, ¿a qué venía esa pregunta? Asintió con la cabeza, ¿buscaba a alguien en especial? ¿Se había equivocado de autobús y termino sin querer ahí? Pues la cara que tenía no parecía para nada inconforme. Le miró caminar hacía la bola rosada y recoger algo que estaba en el suelo. Los murmullos se volvieron silencio y todos le observaban. Se colgaba algo en la espalda y se colocaba algo en el brazo.

-Kirby, lo hemos encontrado-. Dijo.

La bola rosada, que hasta el momento solo les daba la espalda se levantó y se giró, mostrando su rostro de inocencia. Miró al rubio y luego al otro. Hizo un sonido que parecía alguna afirmación y el de verde volvió a hablar.

-No te lo tomes personal, por favor-.

Un grito colectivo se escuchó cuando desenvaino una espada. Instintivamente retrocedió un paso, eso no podía ser real. Aunque ya había visto imitaciones, gracias a cierto zorro desconfiable, esta le daba mala espina, no sabía si era porque le apuntaban o porque su filo brillaba por el sol, ¿Tal vez la mirada decidida del chico que la sostenía? ¿En verdad lo iba a atacar? ¿Por qué haría eso?

-¿Qué… Qué harás?-. Su voz fue demasiado débil y había temblado demasiado.

Toon Link inhaló con tranquilidad. Había pasado todo el amanecer pescando para el insaciable apetito de Kirby, y a pesar de que había pescado tiburones. Había pensado que estaba en el lugar equivocado, por horas solo animales le habían hablado, pero ningún humano. Un alivio enorme le inundo cuando el chico apareció. Pero a la hora de apuntarle con el filo de la Espada maestra y al decir esas palabras los nervios regresaron a él. En verdad, no deseaba que ese niño pensara que le odiaba. Un hueco se creó en su estomago al ver la cara de terror del chico, se sentía como una mala persona.

Ni un solo grito pudo dar. Toon Link se arrojó sobre él, con la espada por delante. Se dejó caer al suelo, cerca del mar, gateando se alejó lo más que pudo de su atacante. No sabía que pasaba y no quería comprobar si esa espada era real. Se levantó y se giró al escuchar un grito detrás suyo. Él gritó igual y volvió a tirarse al suelo, aunque ahora la espada se clavó cerca de su rostro. Más aterrado que nunca se levantó y se alejó sin darle la espalda.

-¡Hey! ¡Lamento haberlos interrumpido, no era mi intensión hacerte enfadar!-. Gritó, movió frenéticamente las manos.

El hyliano sacó la espada del suelo y volvió a su pose de pelea, la cual solo consistió en un correteo por toda la playa. Todos los habitantes gritaban cada vez que la espada era blandida cerca de su amigo. Los movimientos del rubio se volvían más certeros y rápidos que antes y eso lo ponía realmente nervioso. Sintió el miedo real cuando la espada le cortó el costado de la camisa, suerte que era holgada. En definitiva, algo estaba mal. Sin pensarlo dos veces continúo corriendo, hasta que se dio cuenta que corría hacia donde estaban sus amigos. Estos se alejaron, se detuvo frente a un árbol y giró.

Link se sintió aliviado cuando el niño se agachó. Su espada había entrado sin ningún tipo de resistencia al fornido tronco. Desde abajo el aldeano observaba la espada, aterrado; un segundo más tarde y la espada estaría insertada en su cabeza. Tragó saliva con dificultad y salió de ese lugar tan rápido como pudo. Link no hizo nada para detenerlo, le siguió con la mirada, cuando le vio de pie, jaló la espada para continuar, pero no pudo sacarla.

-¿Eh…?-. Tiró con más fuerza y esta no se movía de su lugar. Soltó un gruñido molesto y tiró con más fuerza.

La verdad, en su vida habían pasado cosas tan raras: primero unos extraños que pescaban como si su vida dependiera de ello, luego uno de ellos le atacaba y ahora lo veía atascado en un árbol. Se cuestiono si estaba soñando, pero el mero hecho de la espada le decía que no era un sueño. Escuchó a Bob gritarle desde lejos, se giró a verlos, si que estaban lejos. El gato morado avanzó unos cuantos pasos, las manos hechas puños y con cara de molestia.

-¡Neno, atácalo!-. Gritó. –¡No puede defenderse, acaba con él!-.

Se quedó anonadado con la petición de su amigo, la cual atrajo más de esas sugerencias, al punto de que todos gritaban lo mismo. Era verdad, el rubio lo atacaba, posiblemente lo quería muerto, pero de eso a ¿atacar? Él no era un luchar, lo más extremo y duro que había hecho había sido ganarle a Rowan en una carrera. Dirigió la mirada de nuevo al chico de verde, este continuaba forcejeando con la espada.

-¡Pero no tengo con que atacar!-. Les contestó a sus amigos.

-¡Algo has de tener en los bolsillos!-. El grito de Pinky casi deja sorda a Caroline.

Comenzó a hurgar en sus bolsillos y encontró algo; su red, ¿eso servía como arma? No lo pensó mucho, su atacante ya había sacado su arma del tronco. Tomó la red con ambas manos y se acercó al otro dando un grito de guerra. El rubio quedo atrapado dentro de la tela de la red, incapaz de levantar sus brazos, por lo tanto, la espada. Se retorcía y quejaba.

Link se sintió algo aliviado cuando fue atrapado por esa red, al menos el chico ya mostraba espíritu y eso era bueno, muy bueno. Aún forcejeando cerró los ojos, esperaba que la pela siguiera así. Al abrirlos se encontró con algo, terriblemente, familiar. Pegó un grito al reconocerlo, una avispa. Ahora forcejeaba con total desesperación porque no quería ser picado por esos odiosos e infernales insectos.

-¡No! ¡Fuera, fuera!-. Suplicó, pero la red seguía sobre él. -¡Kirby!¡Kirby!-.

El aldeano, sin soltar la red, se preguntó, ¿Quién era Kirby? Le sonaba de algo, pero no recordaba. Escuchó algo parecido a una "Poyo" y miró a su derecha. Aquella bola rosa estaba frente suyo, el contacto visual se había sentido eterno pero en realidad habían sido segundos, esa cosa le había propinado una patada en el estomago que lo mando a volar y rodar por el suelo. Los animales gritaron asustados y preocupados. Kirby estaba ayudando a su compañero con la red, una vez fuera Link respiró tranquilo.

Tosió violentamente, una cosa nueva a su extraño día; ser atacado por una pelota rosada. Levantó la mirada y los vio a ambos, se acercaban a él. Ambos no se veían prácticamente amigables. Se levantó, ignorando el dolor, busco en sus bolsillos; la red estaba perdida. Encontró cosas inútiles, hasta que dio con la pala. La sacó sin dudarlo. Estaba asustado, claro, pero ahora prefería luchar a dejarse empalar. Tal vez era la adrenalina o el hecho de que ya había podido con uno, quien sabe, pero iba a dar lo mejor de sí.

Link soportó aquella sonrisa traviesa, ese chico ya estaba decidido, era lo que quería. Volvió a lanzarse contra él y ahora su espada no golpeó el suelo, fue detenida por la pala de hierro. El chico lo empujó y seguido le quiso dar un golpe un la pala, lo evitó con facilidad. Ahora el turno de Link para caminar hacia atrás y evitar golpes. Al aldeano estaba impactado, ese rubio evitaba los golpes como si nada y su manera de caminar hacia atrás era tan natural. Levantó la pala para darle un buen golpe desde arriba, pero Kirby volvió a intervenir.

De una patada le mando la pala a volar bastante lejos de él. Sin girarse a buscarla, se concentró en el rubio frente suyo. Las estocadas no paraban de llegar. Rebuscó de nuevo en sus bolsillos: solo cosas inútiles. No tenía tiempo para pensar, sacó una maseta que le había comprado el día anterior a Tom y la puso frente suyo. Link destrozó la maseta al instante y el golpe que recibió en la cabeza fue igual de rápido que su espada. Le había dado directo a la sien, cayó de rodillas al suelo.

El alivio de ver al contrincante en el suelo le duro poco, Kirby llegó de nuevo y ahora a base de puñetazos y patadas era alejado del rubio. Esa cosa redonda era más ágil de lo que uno se podría imaginar. Se defendía lo mejor que podía con su regadera, con la cual había golpeado al otro; seguramente su regadera ya estaba llena de abolladuras. De nueva cuenta, Kirby le arrebató el arma de las manos. Evitando como podía, busco otra cosa. La caña de pescar, no era la cosa más resistente del planeta, pero al menos servía para defensa. Arremetió contra Kirby, dándole fuertes golpes, el héroe de Dreamland comenzó a quejarse al instante, si que dolían los latigazos de la caña.

Sonrió victorioso, levanto la caña de nuevo y al bajarla no golpeo al contrincante: su caña estaba partida a la mitad, de manera limpia, ni él había sentido el corte. Se giró y un fuerte golpe le dio en el rostro, cayó de sentón. Sin poder masajearse la nariz evitó la espada. Link tenía un dolor de cabeza, pero no era nada. El aldeano arrojó la caña rota y entonces se dio cuenta que su pala estaba detrás del rubio, a unos cuantos pasos. Arriesgándose, y sin pensarlo realmente, corrió por ella. Una vez la tuvo en sus manos se sintió más seguro.

Kirby y Link se detuvieron y lo miraron. El rubio miro a su compañero y este a él. La bola rosada sacó, de quien sabe dónde, una espada. El estilo era distinto a la otra, pero era igual de intimidatoria. Al joven aldeano pensó en ese momento; No debía haberme levantado. Un grito por parte del rubio fue el inicio de la actividad más estresante, y peligrosa, de su vida.

El chocar de hierros, los gritos, las caídas y los quejidos; definitivamente no. En aquel pueblo eso no concordaba. Bob y Dora temblaban y estaban muy tensos. Pinky y Eloise sentían que la respiración les faltaba cada vez que las armas colisionaban entre sí. Caroline y Stitches no querían verlos, sin embargo tampoco podían dejar de ver. Rowan apretaba los puños y las venas de sus brazos sobresalían. Chow trataba de permanecer lo más impasible posible, estaba hecho un manojo de nervios. ¿En qué momento su amigo se vio involucrado en una pelea a muerte?

La lucha se postergo por mucho, el joven residente no soporto tanto como creyó. Además, estaba acorralado contra la pared. Su pueblo que estaba dentro de un hermoso valle ahora lo tenía al borde de la muerte. Cansado y desarmado, culpa del rubio, estaba en el suelo, aún mirándolos desafiantemente. La intimidante aura de esos dos era sorprendente, Rowan no les llegaba ni a los tobillos. El rubio levantó la mano derecha, donde portaba el escudo. Cerró los ojos rápidamente, esperando el golpe final.

El cual nunca llegó, espero por algo de tiempo y nada paso, abrió uno de sus ojos y miró. Frente suyo estaba una carta, la cual era sostenida por el chico de verde. Miró la carta y después al chico, no comprendía que pasaba. El rubio se la acerco más y la tomó, dudoso. Entonces, ambos atacantes se alejaron, ya varios metros lejos se detuvieron. El rubio envainó su espada y la de la bola rosa desapareció. Entonces lo miraron, ambos realizaron una corta reverencia.

-En verdad, lo lamentamos mucho-. La voz y el rostro del chico mostraban autentico pesar, la bola rosada no que quedaba atrás. –Lamentamos todo lo sucedido-.

Sin decir nada más, Link y Kirby dieron media vuelta y un círculo de colores morados y azules se mostro ante ellos dos. Carentes de alguna duda o desconfianza ambos ingresaron. Una vez dentro, el círculo se cerró. Y él se quedo en su lugar, sin procesar la información. Observó la carta que le había sido entregada, tenía un curioso sello, que no había visto nunca.

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No recordaba que había pasado en el resto del día. Ni sabía cómo había llegado a su casa. Estaba en su cama, en su buro había un plato con sopa y una jarra con agua, junto a esta un vaso vacío. Miraba fijamente la carta, no la había abierto, tenía una extraña sensación y muchas dudas. Ese par lo había atacado, solo a él, ninguno de sus amigos se vio envuelto. Lucharon contra él y tan de repente le daban aquella carta misteriosa. Tragó su saliva con dificultad, retiro el sello de cera roja y sacó el papel donde, esperaba, estuvieran sus respuestas.

"Estimado Iván.

Si estás leyendo esta carta significa que has pasado la prueba que te fue impuesta, felicidades. Aquellos con los que luchaste eran fieros guerreros de mundos distintos al tuyo. Seguramente tendrás muchas dudas, de las cuales te responderé unas pocas ahora.

Yo, Master Hand, he creado un torneo que llevó a cabo cierto tiempo. Solo los mejores luchadores son convocados para participar; héroes, villanos, mercenarios. Un gran desfile de ellos. Tú has sido seleccionado para formar parte de las filas esta vez, una prueba debe ser pasada con gratos resultados antes de ingresar. Dicha prueba la creo yo.

El lugar donde esto se lleva acabó es especial, totalmente diseñado solo para el torneo. Tus demás preguntas las responderé personalmente, si decides acudir.

Para acceder a dicho lugar solo deber tomar el sello de la carta, rómpelo y la puerta se abrirá ante ti. Confió en que la reconocerás al instante. Un encargado te recibirá y te guiara.

Sugiero que lo medites con cautela, esto no debe tomarse a la ligera. Es una competición importante y, sobretodo, peligrosa. Se consiente de estos factores y decide sabiamente.

Atentamente:

Master Hand."

Soltó el papel y miró a un punto fijo en la nada. No comprendía nada, en cualquier otro caso habría pensado que era una broma de Bob o una carta equivocada que le entregó Pete, pero después de lo sucedido era difícil dudar de esas palabras. Observó el sobre, aquel sello significaba una puerta a un extraño lugar, peligroso seguramente. Suspiró frustrado y cansado, se dejó caer de espalda, su cabeza golpeó la suave almohada. Se llevó las manos a la cara y se tapó los ojos, ¿Por qué estaba considerándolo?

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Suspiró y su aliento se mostró, aquella madrugada era muy fría, demasiado para ser verano. Miró alrededor, no había nadie. Ya eran las cuatro con veinte de la madrugada, todos estaban dormidos a esa hora. Observó sus maletas, dos de ellas repletas de ropa y otra donde portaba sus "armas", había gastado mucho en las más resistentes. Ya había dicho que iría de viaje y no sabía cuando volvería, o si volvía, sus amigos le desearon sus mejores deseos. Encargó que cuidasen de sus plantas a Stitches. Después de una fiesta de despedida que le realizaron y decir que su "auto" llegaría tarde se la había pasado pensando.

Lo había meditado por un mes y medio. Y al final había aceptado la peligrosa propuesta. Él no era un héroe, ni un luchador, pero igual había sido invitado. Tenía muchas dudas sobre el proceso de selección y pensaba obtener las respuestas, tal vez el aceptar no era lo mejor y quizás lo mejor habría sido olvidarlo, pero su curiosidad y un desconocido sentido aventurero le ganó. Era joven y estaba caminando a la horca él solo.

Suspiró de nueva cuenta. Sacó el sello del bolsillo de su abrigo y lo destrozó en su mano, las moronas del mismo las dejo caer al suelo, no sabía bien cómo funcionaba eso, esperaba que fuese así. Una corriente de adrenalina le llenó cuando el círculo que había visto antes se abría ante él. Era mucho más brillante de lo que recordaba y más enigmático que antes. Según decía la carta, un encargado le recibiría, ¿el encargado le atacaría igual?

En el portal se creaba una silueta, esta poco a poco salió. Iván dio un paso hacia atrás, estaba preparado para luchar si era necesario. La figura salió completamente y se detuvo frete suyo; no era alguien peligroso. Una mujer rubia, vestida con un ostentoso vestido de color rosa y con una corona de oro en su cabeza, le miraba.

-Me alegra que aceptases-. Sonrió. –Soy la Princesa Peach, y seré tu guía, sígueme por favor-.

Tomó sus maletas y siguió a la mujer, un hueco en el estomago se le formó al pasar por el portal, había aceptado y ya no había vuelta atrás. Ahora solo podía ver al frente y permanecer fuerte ante cualquier situación… Esperaba poder hacerlo.


Errr... Hola xD Antes que nada me presento, bueno, soy Ruko (viva los nickname xD) Y bueno, desde que vi los trailes de los nuevos personajes, además de emocionarme, me llegaron tantas ideas. Nunca he escrito en esta sección (se nota, creo yo xD) hasta ahora me animo. Tengo un fic importante sin terminar y comienzo este, viva yo (?) Como el aldeano carese de un nombre y en el juego puedes poner el propio, decidí usar este. Me gusta y no se me ocurrió hasta el final por eso hasta la carta tiene nombre xD

Tengo planeado hacer uno de cada nuevo, tratare de seguir el orden en el cual están posteados en la pagina oficial. Si bien el Aldeano, Mega-man y la Entrenadora aparecieron al mismo tiempo, este y los otros dos se pueden interpretar que vienen juntos xD Algunos estarán inspirados en sus trailers, otros no, este es un ejemplo o muy minimamente xD

Si esto gusta a los lectores (no se como sera recibido D:) me temo que actualizare con bastante dificultad, estoy en la universidad y muy pocas veces puedo escribir con fluidez.

Sin más, me despido, gente bonita :D