Disclaimer: Harry Potter no me pertenece
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Giratiempos
Frío. Hace mucho frío. Corro por entre las trincheras. Mis pies pisan los charcos. El agua estancada, helada, se me mete por las botas y me hace daño a los pies. Pero no importa. El dolor, la pena, la pérdida… la muerte, no importan. Nada importa mientras hay una guerra.
Guerra. Estamos en guerra.
He perdido la cuenta de los años. De los meses, las semanas y los días. Ya no sé que fecha es hoy. Los días pasan con mañanas nubladas y noches oscuras. Muy oscuras. Cuando estás en guerra el tiempo, que pasa inexorablemente, no importa.
Cuando hay guerra, no hay victoria ni derrota. Hay muerte. Sólo hay muerte.
Llego al refugio. Nott está allí.
—Llegas tarde ¿Creía que tú nunca llegabas tarde? No al menos en el colegio.
El colegio. Hacía tanto de aquellos tiempos. Aquellos tiempos de paz, de cierta incertidumbre, pero de dicha y alegría a fin de cuentas.
—Lo siento, me he retrasado. No tengo excusa —dijo ella.
Nott rió, una de las pocas veces que lo hacía. Una de los pocas veces, a decir verdad, que alguien lo hacía en aquellos tiempos —La gran Hermione Granger llega tarde a una reunión previa a un ataque ¿Qué diría Minerva MacGonagall?
—Probablemente: "Diez puntos menos para Gryffindor" —pero ella no se rió. Hacía mucho que lo había olvidado.
Se sentó en su sitio. Sobre la mesa dispuesta había un mapa de Londres, con sus calles. Sintió una punzada que reprimió todo lo que pudo para luego escuchar lo que el Alto General Shackelbolt tenía que decir.
—Está todo dispuesto. Nuestras fuerzas se apostarán a la orilla del Támesis frente al Big Ben, debajo del puente de Westminster y en las trincheras. Nuestro objetivo, tomar el Gran Reloj, las Abadía y el Palacio de Westminster. El Cuartel General de los Mortífagos. Es arriesgado… pero hay que intentarlo. Si Londres es liberada, allanaremos el camino a las Tierras del Norte y a Hogwarts. Ahora, los Generales Granger, Nott, Lovegood, Bones, Longbottom y Chang concretarán las pautas del ataque.
Hermione, Theodore y Luna, que también acababa de llegar, se levantaron. Hermione sacó su varita, con la punta iluminada de roja y apuntó al puente de Westminster.
—Muy bien. Dividiremos nuestros batallones en cinco grupos. El grupo de Arqueros Hechiceros y Bombarderos, que se mantendrán en las trincheras en un principio, y después avanzaran si la situación así lo requiere. Las Generales Chang y Lovegood dirigirán a estos grupos ¿Generales?
—Así es, nos dispondremos en las trincheras sur y oeste, y con hechizos Bombarda y Desmaius, así como Petrificus, Impedimenta, y si es posible, Cruciatus y Avada Kedavra. Sin embargo, estas dos maldiciones no serán utilizadas a menos que el General Shackelbolt lo ordene —mencionó Cho Chang.
—Gracias General Chang —agradeció Hermione —. El grupo de Barredores dirigidos por la General Bones será el grupo más amplio, y junto con el grupo de Vuelo del General Longbottom, obligarán a las fuerzas de los mortífagos a retirarse al Palacio. Para este tiempo, el Grupo de Hechiceros y el de Bombarderos tendrán que salir de las trincheras, y la Abadía y el Reloj bajo nuestro control. Aunque esto es sólo por precaución, pues lo importante es el Palacio. ¿Generales?
Fue Neville quien habló —Tomaremos las escobas y volaremos en primera línea de combate, realizando ataques aéreos con hechizos. Los mortífagos también tendrán apoyo aéreo, así que debemos tener cuidado. ¿General Bones?
—Gracias General Longbottom. El grupo de Barredores formará una amplia barrera que poco a poco irá cercando el Palacio. Es necesario formar un sitio compactado, sin aperturas para que los mortífagos puedan escapar.
—El grupo de Barredores es vital, pues permitirá a los grupos de Incursión y Ataque, dirigidos respectivamente por mí y por el General Nott para entrar en el Palacio —sacó un largo rollo y lo desplegó. Era un mapa del Palacio de Westminster. Sabemos por nuestros espías, que la armería está en la Sala de los Comunes, y la sala del Trono en la Cámara de los Lores. El Salón Westminster es también importante. Allí se encuentran las salas de entrenamiento. Y con todo esto, creo que ya podemos empezar.
El Alto General Shackelbolt se levantó, asistiendo —Así es. Vistas las pautas, podemos empezar. Recordad que las Abadía y el Reloj mantienen prisioneros muy valiosos, magos y muggles. Suerte a todos y que Harry Potter y Merlín estén con nosotros. Marchen.
Todos ellos salieron, y después se dividieron. Hermione caminó junto a Nott. Sus grupos luchaban juntos.
—¿Nerviosa?
—Siempre.
Llegaron a las trincheras, donde los Bombarderos y los Arqueros Hechiceros se dispusieron en filas de a tres en cada trinchera. Las Generales Lovegood y Chang, con sus varitas en ristre, se prepararon. El grupo de Barredores, vestidos con armaduras ligeras, formó una amplia barrera compacta que se comenzó a andar hacia el Palacio. Detrás de ellos, Los Incursores y Atacantes, con vestiduras livianas y hombreras de metal, los seguían.
—¡Ahí vienen! —gritó Susan, que marchaba en primer afila, junto a Hermione y Theodore.
Sombras flotantes salieron del Palacio y aterrizaron enfrente de la estructura. Sombras negras, con capas oscuras y máscaras de plata. Blandieron sus varitas y caminaron en formación.
—Atención, Bombarderos y Hechiceros, apunten en un ángulo de cuarenta y cinco grados —ordenó Cho.
Los miembros de ambos grupos subieron sus brazos.
—Cuando de la señal —dijo Luna —disparen. Tres, dos, uno… ¡Fuego!
Todos a una dos hechizos fueron exclamados —¡Bombarda!
—¡Desmaius!
Cientos de ráfagas despegaron del suelo, describieron una pronunciada curva en el aire, sobre las cabezas de los tres grupos, e impactaron sobre el amplio grupo de mortífagos. Muchos cayeron, mientras que otros se protegieron con hechizos Protego. Los tres grupos de tierra caminaban prestos a la batalla. De la retaguardia de los mortífagos despegaron humos negros.
—¡Sombras! —gritó alguien.
—¡Grupo de Vuelo! —exclamó Hermione. Cientos de magos y brujas montados en escobas alzaron el vuelo en dirección a las sombras, mientras ambos esquivaban el fuego aéreo amigo y enemigo. Dirigidos por el General Longbottom, comenzaba así una apoteósica batalla aérea.
Los tres grupos seguían avanzando hasta toparse con los mortífagos de tierra —Blandad sus varitas ¿¡Preparados!? ¡Atacad! —gritó Nott.
Aceleraron el paso hasta chocar contra los mortífagos, empezando una sangrienta batalla en la que los hechizos color rojo se cruzaban con maldiciones de tono verde.
—¡Espadas! —dijo Hermione. Varios pronunciaron hechizos que hacían que filos de espadas plateadas saliesen de las puntas de sus varitas y chocasen contra las de los enemigos.
Hubo de repente una ruptura en las filas enemigas.
—¡Brecha! —gritó Hermione —¡Grupo de Ataque, marchen!
El grupo de ataque, junto al de Incursión, penetró en la brecha, teniendo el camino libre al Palacio. Evitando los hechizos, mortífagos y aliados abatidos que caían del suelo, llegaron a las puertas del Palacio.
—¡Traed el ariete!
Un grupo de diez magos gritó un fuerte hechizo conjunto que impactó contra la puerta, derribándola. Se dispusieron a entrar, pero:
—¡Cuidado! —exclamó un Incursionista —La torre… ¡se está derrumbando!
Todos alzaron la vista. La torre del Big Ben, que había recibido impactos de hechizos y de varias sombras, estaba en llamas y se derrumbaba sobre ambos ejércitos.
—¡Rápido! ¡Entrad en el Palacio! —ordenaron a gritos Hermione y Theodore.
A duras penas, ambos grupos, o al menos parte de ellos, pudieron entrar en el amplio vestíbulo mientras los llameantes enormes escombros de la torre del Big Ben caían sobre los ejércitos, aplastándolos. Tras un enorme estruendo, la puerta quedó bloqueada, encerrándolos. El silencio y la oscuridad se hicieron patentes.
—¿Estáis todos bien? —preguntó Hermione a los reducidos grupos, que quedaron unificados. Todos afirmaron, aunque la General pudo ver heridas sangrientas y cortes profundos, pero caras con la moral muy alta —Estamos atrapados, me temo. Tendremos que seguir solos. Espero que los Barredores, Arqueros y Bombarderos hayan sitiado el Palacio.
—Tened cuidado, hay mortífagos en el Palacio. Creevey, tú dirigirás un grupo para liberar a los prisioneros —dijo Nott —. Adelante.
Se dividieron. Mientras que el grupo de Creevey entraba en una sala contigua, el de Hermione y Nott lo hacía en la sala contraria.
—Hermione —dijo Nott —. No lo hablamos en la reunión, y Kingsley tampoco lo mencionó, pero no hay noticias de que Malfoy o Él estén aquí ¿no?
Hermione le miró —No, no las hay. Pero eso no quiere decir que sea verdad. Sabemos que este grupo lo dirige el despiadado Rabastan Lestrange, que Malfoy está en el Norte, en Hogwarts. De Voldemort es de quien no sabemos nada.
—Y, ¿eso es bueno?
—Eso me da miedo. Al no saber dónde está nuestro principal enemigo, perdemos oportunidades de destruirle, así como desconocemos si estará allí donde atacamos. Si matamos al Comandante en jefe, acabaremos con esta guerra.
Nott no dijo nada esta vez. Aunque él pensaba lo mismo que Hermione, que había que destruir a Voldemort, sabía que eso era tarea imposible. Los únicos que sabían cómo hacerlo estaban muertos y enterrados. O desaparecidos o capturados. Horace Slughorn, había sido encerrado al poco de empezar la guerra, para que sirviese en las filas mortífagas en contra de su voluntad. Dumbledore había muerto hace ocho años, Ron Weasley un año después, en la Batalla de Hogwarts. Y Harry Potter estaba desaparecido. La única persona que sabía el secreto de Voldemort, Hermione, había perdido ese conocimiento durante su cautiverio en Azkaban.
Llegaron a la Cámara de los Comunes. Estaba vacía —Esto no es normal —dijo Nott —. Aunque todos los mortífagos estén fuera, siempre hay algunos en el interior. ¿Crees que…?
—No lo digas nunca.
Hubo una explosión, y parte del techo se derrumbó, haciendo que dos sombras saliesen del agujero. Tras describir varios círculos, aterrizaron en el suelo, materializándose en dos hombres.
Uno tenía el pelo rubio platino, la piel blanca y mueca que mostraba una sonrisa superior. Draco Malfoy, Primer General Mortífago del Éjército de Lord Voldemort. Y a su lado, para horror de todos, una figura alta, de piel blanca cetrina, como si fuera la de un cadáver andante. Los dedos largos sujetaban una varita blanca. Las ropas eran grises y negras, símbolo de su título de Señor Oscuro. Y su cara, una cara que no era humana, mostraba dos ojos rojos como la sangre y dos rendijas parecidas a las de una serpiente. Era él. Lord Voldemort.
Hermione entró en cólera. No esperó para dar órdenes o coordinarse con Theodore. Simplemente gritó la maldición —¡Avada Kedavra! —pero no iba dirigida a Voldemort, sino a Malfoy. Y por una buena razón. Fue él quien mató a Ron.
Pero Malfoy había esquivado la maldición para después esconderse.
—¡No huyas asesino! —gritó de nuevo Hermione, pero fue detenida a tiempo por Nott, que la instaba a no separarse a la vez que señalaba al Señor Oscuro, quien había convocado a unos inferis.
—Debemos irnos —dijo Nott a Hermione, instándola a salir de la sala.
Hermione tiraba para si, tratando de liberarse de su amigo —Tengo que ir tras él… ¡tengo que matarle!
—¡Voldemort nos matará a nosotros si no huimos! ¡Ya conoces las órdenes de Kingsley! ¡Tenemos que irnos si Él está aquí! ¡Vámonos!
Hermione no tuvo elección, y ambos tuvieron que salir de la sala mientras su grupo se enfrentaba a los inferi y caían ante ellos. Mientras tanto, Hermione y Theodore corrían. Pero estaban atrapados. Habían olvidado que medio Big Ben se había derrumbado sobre la entrada principal.
—Estamos atrapados —dijo Hermione.
—Habrá que encontrar otra salida —dijo Nott —Vamos por aquí.
Corrieron a través de salas y habitaciones, y subieron por amplias escaleras, buscando una ventana donde poder escapar.
De repente oyeron una gran explosión y parte de una pared se derrumbó. Tras disiparse la humareda, Voldemort apareció.
—Dos Generales del Ejército de Dumbledore no se pueden dejar escapar. No dos tan preparados.
Hermione puso su varita en ristre. Si iba a morir, lo haría luchando —¡Avada Kedavra!
Voldemort lo esquivó y lanzó su propia maldición asesina —Me está usted decepcionando, General Granger. Dumbledore la tenía en muy alta estima. Vamos, seguro que lo hace mejor.
Hermione estaba muy cansada. La batalla había durado mucho, y Voldemort seguramente no había tenido que luchar. Simplemente habría estado observando… observando como todos ellos morían, regodeándose en su propia victoria.
Nott la instó a huir, a alejarse de Él. Tenían y debían de huir de Él, o les mataría a los dos. Pero no tardaron en darse cuenta de que era imposible. De que estaban atrapados allí, y de que iban a morir a manos de Voldemort.
Llegaron a una habitación sin salida alguna —Hermione, quédate detrás de mi.
—¿Pero qué dice? Tenemos que luchar. Tenemos que vencerle…
—¡No podemos vencerle! ¿No lo entiendes? No Dumbledore, ni Harry… ni siquiera tú. El secreto más importante del mundo mágico, el que decidirá el destino de la magia se ha perdido para siempre —de repente se sacó algo del cuello. Una cadena dorada que a Hermione le resultó muy familiar. Al final de la cadena había un artefacto circular. Un giratiempos.
—¿Por qué…, por qué tienes un giratiempos, Nott?
Nott lo puso en la mano de su amiga —Es el giratiempos de mi padre. Lo utlizaba mucho en sus tiempos de mortífago, cuando era espía para Voldemort. Quiero que te lo quedes y lo uses para escapar.
—Pero… ¿y tú?
Nott permaneció en silencio —Yo me quedaré aquí y lo entretendré ¡No discutas! Si lo utilizamos, tardaríamos en desparecer y nos mataría a los dos.
—¡Pero te matará!
—¡Eso ahora no importa Hermione! Nada importa. Lo único que quiero ahora es que tú estés a salvo. Lo único que quiero es…
Y tras eso, sin decir más palabra, se acercó a ella y la besó apasionadamente. Hermione pareció sorprendida, pero se dejó llevar. Hacía mucho que no la besaban. No lo hacían desde la batalla de Hogwarts, cuando Ron le besó por primera y última vez.
Nott le acarició la mejilla —Te quiero, Hermione Granger. Ahora vete —le puso el giratiempos y dio varias vueltas hacia atrás.
De repente, la puerta se vino abajo, y Voldemort entró por ella. Hermione pudo ver cómo todo se volvió borroso salvo Nott y Voldemort, que luchaban frente a frente durante unos segundos antes de que una maldición asesina golpease con el chico, matándolo.
En última instancia, Hermione pudo ver a Voldemort gritando una nueva maldición que no la alcanzaba a ella, pues desapareció en el tiempo. Lo último que oyó fue un terrible y desgarrador grito de muerte.
