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Paring: Jacob Black/ Harry Potter
Autora original: Mariel Nightstalker
Nota de autora: Creo que no puedo escapar de las garras pegajosas de Twilight/ Harry Potter todavía. Realmente traté de seguir adelante, pero Jacob exigió más atención.
Descargo de responsabilidad: yo no obtengo ningún beneficio de ello. Los derechos de Twilight van a Stephanie Meyers, y Harry Potter es propiedad de JK Rowling. Alguna influencia se ha tomado de "Juventud y Revolución", que pertenece a CD Payne.
Capítulo Uno
Era un día hermoso. El sol estaba fuera, y había incluso algunas aves tardías que trinaban en medio del helado y brillante paisaje. La hierba era de color marrón, los árboles eran marrones, y los zapatos eran marrones.
Había una roja filtración debajo de ellos, corría tan calurosamente por el dorso de sus pantorrillas que no hubiera creído que estaba sangrando, si no viera las pruebas de alimentación de la tierra. Se extendió, tiñendo las escarchadas puntas del césped de color rosa.
Levantó los ojos, encontrándose con los de Tom. Los ojos de Tom no eran de color castaño. Ellos eran rojos, rendijas delgadas puestas en su apuesto rostro.
Harry no sentía nada al verlo caer hacia atrás. No se suponía que debía acabar así. Diablos, no iba a iniciar de la manera en que lo hizo tampoco, pero esta guerra parece tener una mente propia. Salvo... salvo que no podría existir otra vez hasta que todos se hubieran ido, quedaban todavía los miembros del Círculo Interno. Sólo hace unas horas, seguramente, pensaron que eran inmortales.
Sus labios temblaban, y volteó a parpadear perezosamente en el silencio de los Aurores antes de desaparecer. Les dejó que piensen lo que quieran. No fue ningún asunto de ellos si él decidió apuñalar a un hombre que se parecía a un ser humano ordinario a excepción de los ojos, en medio de un parque público. Fue un buen día, justo el tipo de día como las guerras deben terminar.
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-Usted está acusado de dieciocho cargos de asesinato a sangre fría, tres cargos de incendio, un cargo de consumo de alcohol por menor de edad, traición contra el Ministerio, conspirar para matar a varios de cientos de personas en una explosión, tratos con los reclusos, la asistencia en el asesinato de Albus Dumbledore, y varias otras acciones de variedad terrorista.
Harry decidió centrarse en el eco y no el hecho de que él estaba atado a una silla en el centro de la sala de audiencia más grande del Ministerio. Fue la más grande, de modo que podría caber la prensa y sus flashes, la gran multitud de personas ricas que había pagado un buen dinero por el honor de decir a sus nietos que estaban en la audiencia de Harry Potter, y las numerosas figuras políticas que decidieron a aparecer.
Se rascó el muslo con vaguedad, preguntándose si habría papilla marrón o gris para el almuerzo de hoy cuando fuera retenido de nuevo en su celda.
El había terminado la guerra. El asesinato a sangre fría era necesario. El Ministerio nunca habría sido capaz de sortear las lagunas legales para condenar a los del Circulo Interno, por lo que los mató él mismo. Tom era ridículamente simple. Estaba sólo a una pizca de convertirse verdaderamente en inmortal cuando Harry lo mató. Si él no lo golpeaba cuando lo hizo, en un parque público, estaban condenados, estarían bajo un reino eterno del terror, en lugar de acusarlo de todo lo que podían. Como se decía en los Estados Unidos, si quieres que algo salga bien, hazlo tú mismo.
Tristemente, Voldemort había recuperado su aspecto juvenil de Tom Riddle, y llevaba documentos de identidad falsos muggle cuando lo mató. Como tal, los resultados de su heroísmo parecían bastante malos.
El mundo mágico todavía se negaba a creer que Voldemort se había ido, para agregar insulto a la injuria.
-... Por la presente se le condenará al beso del Dementor.
¡Oh, mierda! Debería haber prestado más atención. La sala se iba congelando, y se puso rígido como el primer grito fantasma de su madre, empezó a sonar a través de sus oídos.
No. No iba a terminar de esta forma. No podia. Se había pasado toda su vida escapando de la muerte, y estaría condenado antes de que se diera la vuelta y dejar que el Ministerio pomposo lo condenara a la miseria sin alma.
Cerró los puños, y la silla en la que estaba encadenado empezó a tambalearse. Las ventanas decorativas se doblaron hacia afuera y hacia atrás por las olas de furia que giraba fuera de él. Los cristales se rompieron, y el suelo tembló.
La gente estaba gritando, pero él no prestaba atención. Todo lo que podía pensar era, que no moriría de esta manera.
Fin del capítulo 1
