RUMORES

· Refugio ·

Los rumores se escampan con facilidad, y nosotros no hemos desmentido nada. Creo que a él le da igual, y en verdad a mi también, pero¿como deja esto al equipo? Si solo se hablara de nosotros… Esto no es justo… Que mierda… ¡Como puedo ser tan imbécil! Si me hubiera controlado, llevo todo el año haciéndolo, y ayer yo… ¡Este campeonato es muy importante para todos, mucho más que todo esto, mucho más que yo mismo!

El chico moreno estaba encerrado en su habitación. En realidad esa no era su habitación, y como la añoraba en esos momentos. En cambio ese sitio era mohoso, en ese hotelucho todo le parecía incluso más frío que él mismo. Ese lugar era el único que el instituto podía pagar al equipo de básquet, ya se habían estrechado mucho, y todo porque era la primera vez que el equipo de básquet llegaba tan lejos. Por suerte el armario era más acogedor que la habitación, que por si fuera poco tenia que compartir con dos de los de primero, aunque mirándolo bien era una suerte que no hubieran puesto al pelirrojo con él, eso hubiera sido fatal. Pero seguro que el capitán tampoco no quería arriesgarse a empezar la tercera guerra mundial.

Todos esos pensamientos que le habían inundado la cabeza mientras comían fueron menguando en cuanto entró en el armario. Se sentó en frío suelo i se encerró dentro. Allí sentía que nadie podía hacerle daño, en casa lo hacía a menudo, aunque su armario era mucho más cómodo. Le gustaban los espacios pequeños, porqué entre esas cuatro paredes no había sitio para los pensamientos que le atormentaban. Poco a poco las imágenes de la noche anterior fueron desapareciendo, y a la vez todo se volvió borroso. Al fin se durmió acurrucado con su abrigo.


Justo después de Rukawa dejara la mesa al terminar la comida, se levantó él. No soportaba el silencio que se había creado. El equipo había estado incomodo con sus comportamientos, lo notaba. Los dos chicos problemáticos no habían discutido en todo el día, ni siquiera habían hablado. Vinindo de Rukawa era más normal un eterno silencio pero se hacia raro no sentir al pelirrojo reír constantemente y gritar pos doquier. Así que Ayako y Ryota intentaron animar los animos haciendo ver que no pasaba nada, le hablaban alegremente y los demás enseguida hicieron lo mismo.

Hanamichi echó a andar hacia la puerta con un timido "con permiso".

- ¡Espera¿Dónde vas? – No es que realmente Ryota quisiera saber a donde iba, pero le preocupaba su actitud.

- ¡Será cotilla el tio¡Ha ha ha ha! – Forzó una pequeña risa porqué no le gustaba que los demás se preocuparan por él. – Tranquilo, quiero ver la ciudad.

Se dio media vuelta y se marchó sin escuchar al Gori que le gritaba que esa tarde tenían entreno.

- ¡Quiero a todo el mundo a las seis y media en la entrda!

Al salir a la calle el sol de la primera hora de la tarde picaba fuertemente. Así que entró en el primer parque que encontró y se tumbó en la sombra de un árbol a descansar y se adormeció con la agradable brisa y el olor de la hierba.

Mientras, en el restaurante, el equipo acabo de comer más tranquilo, aunque más de uno se preguntaba si Hanamichi se había levantado para ir a buscar a Rukawa. Cuando acabaron todos de comer, antes de separarse, Akagi les dijo:

- Nos encontramos a las seis y media en el vestíbulo, iremos a entrenar a un parque cercano. Hasta entonces sois libres, pero ¡no os metáis en problemas¡Y sed puntuales!

Todos se fueron yendo a disfrutar de su tiempo libre hasta que solo quedaron Akagi, Mitsui y Kogure. Entonces el capitán se los miró, luego dijo:

- Veis, a eso me refería... - Luego se levantó y se fue sin decir nada más.

Mitsui hizo ademán de levantar-se de manera violenta, pero Kogure que lo veía a venir lo cogió por los hombros i con voz calmada intentando tranquilizarle le susurró:

- Hisashi… esta no es la forma.

- ¡Lo sé pero quien se ha creído que es! No lo aguanto.

- Sabes que su mirada no era de reproche, tan solo está preocupado…

- ¡Eso, hazle caso a tu capitán, como siempre! Yo he respetado tu decisión, pero no me pidas que la acepte. – Dicho esto se soltó el brazo que aún retenía Kogure y se fue del comedor con paso furioso.


Ayako caminaba decidida disfrutando de su rato libre con Ryota que le seguía el ritmo a su lado con una sonrisa de atontado en la cara.

- ¡No sonrías así que pareces bobo! – Le dijo la chica dándole suavemente un golpe en el hombro jugueteando.

- ¿Quién parece bobo? Son imaginaciones tuyas – Le respondió con cara de pillín - ¡Ja ja ja ja ja!

Siguieron hablando y paseando tranquilamente por un paseo que llevaba a una plaza llena de flores.

- Ayako¡te invito a un helado! – Le dijo al ver una terraza veraniega.

- ¡Pero si acabamos de comer!

- ¡Oh vamos¡Si son los postres perfectos!

- Bueno, vale… Además, tampoco he comido mucho… - dijo poniéndose seria de golpe. – Oye… ¿crees que es cierto?

Mientras, se sentaron en una silla de la terraza de la heladería y Ryota sospesó su respuesta.

- No lo se, la verdad es que siempre se han llevado fatal… - dijo el chico que también se había puesto serio.

- Si, pero… ¿Sabes¿Y si es verdad, que? Quiero decir, mira¡a mi me daría igual! Además Hanamichi es nuestro amigo¿no? No podemos creernos las malas lenguas sin conocer su versión.

- Si, pero que ha pasado algo se ve de horas lejos. ¿Los has visto a la hora de comer¡Si casi no han hablado, y es más, no han peleado!

- La verdad es que se les veía fatal…

De repente una mano se posó en su hombro.

- ¿Quienes se veían fatal? – dijo el pelirrojo riendo por debajo de la nariz.

- ¡¿Hanamichi?! – exclamaron los dos a la vez.

- ¿Fatal? No, nadie… nosotros solo…

- Hanamichi sabes que… es solo que… - ninguno de los dos no sabía que responder.

- ¡Ha Ha Ha Ha Ha! – rió escandalosamente Hanamichi ante la cara de apuro de sus dos amigos. Ninguno de los dos se atrevía a mirarle a los ojos. – De verdad, no pasa nada. Mirad, os perdono si me invitáis a un helado.

Los dos muchachos lo miraron, luego se miraron entre ellos y sonriendo le hicieron un hueco en la mesa.

Hanamichi se había despertado de golpe sin saber muy bien donde estaba. Había tenido un extraño sueño que no podía recordar y entonces se dio cuenta que tan solo había dormido veinte minutitos, se levantó porqué empezaba a tener frío y entonces vio a la pareja sentarse en las mesas de la terraza de la plaza del lado del parque donde estaba.

Estuvieron hablando de tonterías y comiendo helado, pero cuando acabo su copa de helado de chocolate Hanamichi se levantó, estaba seguro que querrían estar solos.

- Bien, yo no quiero molestar más – dijo guiñándole el ojo a Ryota, que se puso ligeramente colorado – me voy a pasear, me gusta esta ciudad. ¡Nos vemos en el entreno¡Hasta luego! – les gritó mientras se iba con una sonrisa i saludándolos con la mano.

Empezó a caminar sin rumbo, recorriendo las calles de la ciudad y pasó un buen rato mirándose las paraditas del mercado del centro. Le gustaba estar rodeado de gente, aunque algunos se lo quedara mirando por su pelo y su altura, le gustaba observar a la gente que no se percataba de su presencia e iba comprando distraídamente.

- ¿Crees que realmente está bien? - dijo Ayako con voz preocupada una vez se hubieron quedado solos.

- No, creo que se está haciendo el fuerte. ¿Qué debe ser lo que ha pasado realmente¡Me muero por saberlo! Pero supongo que lo contará cuando él quiera.

- Sí, primero debe solucionar sus problemas… Y bueno¿Qué hacemos ahora?

- ¿T… Te apetece ve… venir al ci… ci… cine¡Yo invito! - dijo el chico sonriendo pero esta vez era una sonrisa sincera.

La verdad es que se moría de ganas de quedarse a solas con Ayazo. Eso no era una cita propiamente dicha, pero eso le daba igual mientras pudiese estar cerca de la chica.

Ella se lo miró de arriba a bajo como evaluándolo, se lo pensó i finalmente dijo:

- OK. ¡Pero mi entrada la pago yo!


Elshita: Ya sé que es cortito :S pero es el primero que escribo así en serio! Espero que os haya gustado... o almenos que me mandeis un review diciendome lo que no os gusta:P Intentaré seguir pronto! Besitos a todoooooos!