- Bueno bueno bueno, la ladrona del sombrero de paja ya no tiene a donde huir. ¡Cogedla!

Nami instintivamente intentó dar un paso atrás, pero la pared del final del callejón le cortaba la huida. Frente a ella, varios marines se iban acercando siguiendo las órdenes de su capitán. Ella se estremeció, maldiciendo su suerte, y la discusión que había tenido con Luffy apenas hacia cinco minutos, y que había sido el motivo por el que se había ido sola, y al final, los marines la tenían atrapada.

- El primero que dé un paso más, está muerto.

Nami levanto la vista, y sobre la pared que tenía a su espalda, pudo ver al espadachín sentado, con sus tres espadas junto a él. De un salto, se colocó a su lado, le dio una rápida mirada y se puso frente a ella.

- Vaya vaya, también esta Zoro. Me voy a hacer famoso.

- No, lo que vas a hacer es morir.

Desde lo alto del edificio de enfrente, dos personas observaban la escena.

- No deberías ir a ayudarle?

- ¿A Zoro? ¿Para derrotar a un capitán? – respondió sonriente – le va a derrotar fácil

- Entonces, ¿para que hemos venido detrás de ella?

- Por si acaso Zoro no llegaba a tiempo. Por cierto, mira – señalo hacia el lugar donde, en ese momento, el espadachín estaba terminando con el capitán de la marina.

- Vaya, no ha durado nada. Nuestro espadachín se ha vuelto muy fuerte. ¿Tal vez tanto como tu capitán?

- Pero Robin, Zoro siempre ha sido muy fuerte, sobre todo cuando hay que proteger a Nami.

- Vaya, capitán, entonces, ¿no soy la única que se ha dado cuenta?

- Creo que ya lo sabemos todos – dijo poniéndose en pie – vámonos, antes de que nos vean.

- Pero, alguien debería advertirles de que no hay necesidad de que se escondan. – dijo Robin viendo como el espadachín y la navegante, una vez superado el momento de peligro, se besaban – Tal vez deberías hablar con Zoro, es tu amigo.

- Estas cosas se te dan mejor a ti – respondió el con una gran sonrisa – Sí, está decidido, se lo vas a decir tu

- ¿yo? Pero…

- No, sin peros. – respondió manteniendo la sonrisa mientras esperaba la llegada de Robin. – Díselo a Nami, ella se maneja mejor en estas cosas.

- ¿y que me vas a dar a cambio capitán? – respondió ella llegando hasta a su altura.

- A ti – dijo Luffy mirando fijamente a Robin – te daría lo que me pidieras.

Y estirando el cuello, dejó un fugaz beso en los labios de la arqueóloga.