DISCLAIMER: Bones no me pertenece, es propiedad de Hart Hanson, Kathy Reichs y FOX. Yo no pretendo violar las leyes de copyright ni recibo nada por escribir esto. Lo hago por simple diversión.

El secreto de Michael

Christine caminaba descalza por un prado. La hierba era alta, fresca y verde. Llevaba un vestido blanco, bastante más encima de sus rodillas. Michael también estaba. Llevaba una camisa y unos pantalones también blancos. Se acercaron. Los ojos azules de Christine se cruzaron con los chocolate de Michael. Se acercaron aún más y se besaron. Cuando se separaron, Michael la agarró por los hombros y empezó a moverla.

-¡Christine! Vamos, Christine, ¡despierta! –Christine abrió los ojos. No vio a Mike, sino a su padre.

-¿Papá? –preguntó. No entendía nada.

-Sí, soy yo. Vamos, despierta, que es el cumpleaños de Ángela y hemos quedado para ir a comprarle algo con Hodgins y Mike –Christine se levantó como un resorte al oír el nombre del hijo Hodgins.

-¿Michael? –preguntó ilusionada.

-Sí, Michael Hodgins y su padre –¿qué le pasaba hoy a su hija?-. Vamos, tienes 16 años, estaría bien levantarse antes de cumplir los 17. –Le dijo y la besó en la mejilla.

Christine se levantó y se metió en la ducha. Cuando salió, debatió delante del espejo cómo estaría más guapa. Era un día especial, ¡iba a ver a Michael! Se probó diferente ropa hasta que su madre le gritó desde abajo que el desayuno se enfriaba.

-¡Ya voy! –le gritó, poniéndose unos pantalones blancos con una camiseta azul como sus ojos.

Desayunaron los tres juntos y se metieron en el coche para ir al centro comercial.

Cuando llegaron, Hodgins les saludó con la misma alegría de siempre. A su lado estaba Michael, con su pelo rizado castaño y sus ojos marrón claro. "Tan guapo como siempre", pensó Christine.

-¡Hola Chris! –la saludó cuando llegaron.

-¡Hola Mike! –se acercaron y se dieron dos besos en la mejilla, como siempre. Luego hizo lo mismo con Hodgins.

-Bien, vamos a ver qué podemos comprarle a Ángela –dijo su madre.

Se pasaron toda la mañana buscando. Al final, Brennan y Booth le compraron un vestido, Hodgins un perfume y Christine y Mike un pañuelo.

Cuando llegaron a casa de los Hodgins, Ángela aún no había llegado. Se había ido al Spa. En cambio, sí que habían llegado Cam y el padre de Ángela. Entraron y les dijeron a los chicos que fueran a guardar los regalos en la habitación de Mike.

Subieron las escaleras y él le dijo que iba un momento al baño, que metiera los regalos bajo su cama. Christine se dirigió hacia su cuarto y se metió bajo la cama boca arriba para ir dejando los regalos. En una de las fustas de la cama de Mike, vio que sobresalía algo. Lo cogió y vio que era una foto. Una foto de una chica y un chico. La chica tenía el cabello oscuro y los ojos azules. El chico tenía el cabello rizado y claro, y los ojos de color chocolate. ¡Una foto de ellos dos! "¿Qué significará esto?", se preguntó Christine. En la otra cara de la foto ponía: Chris y Mike, diciembre 2028. ¿Guardaba una foto de ellos bajo la cama?

-Chris, ¿te has perdido? –preguntó la voz de Michael con sorna.

Al oír su voz se asustó y se dio un golpe en la cabeza.

-¡Au! Ja, ja, ja, qué gracioso eres Mikey. –y salió de debajo la cama.

-No me llames Mikey. ¿Qué hacías allí abajo?

-Bajo tu cama hay cosas muy interesantes… –Mike palideció."No puede ser, no puede ser, es imposible, no la habrá encontrado, no…"

-¿Cómo cuáles? –dijo, tratando de calmarse.

-Christine, Michael, ¡bajad que ya llega Ángela! –la voz de Booth les interrumpió cuando ella iba a contestarle. Bajaron sin mirarse ni decirse nada. Cada uno estaba en su propio mundo.

El resto del día transcurrió con normalidad, aunque a ninguno de los adultos se les escapó el hecho de que cuando Michael y Christine, que les tocó sentarse de lado en la mesa, no se dijeron nada y hacían todo lo posible por no tocarse mientras comían. Caminaban en puntos opuestos cuando fueron a dar un paseo, y no se dieron dos besos cuando los Booth volvieron a casa. En el coche, Christine tampoco dijo nada.

Al llegar a casa, les dio las buenas noches a sus padres y se fue a su cuarto.

-¿Qué le pasa hoy a Christine? –preguntó Brennan a su marido.

-No lo sé, pero algo le ha pasado con Michael –contestó él-. Huesos, sería mejor que fueras a hablar con ella.

-¿Yo? ¿Por qué no vas tú?

-Pues porqué es un tema de chicas, así que mejor tú que yo.

Christine estaba estirada en su cama pensando cuando oyó que llamaban a la puerta. "Por favor, que no sea papá", se dijo. Su padre sabía muy bien cuando le pasaba algo, y lo último que quería era que le preguntara qué había pasado con Mike.

-¿Puedo pasar? –la voz de su madre la sacó de su ensimismamiento.

-Sí, claro mamá. –Brennan entró y se sentó a su lado en la cama.

-¿Qué te pasa, cielo? –su madre parecía realmente preocupada-. ¿Por qué os habéis enfadado tú y Michael?

-No nos hemos enfadado, mamá.

-¿Entonces qué ha pasado?

-Nada. –Christine decidió que sería mejor no contarle lo de la foto por ahora.

-¿Seguro? Siempre habéis parecido muy… amigos, digamos, pero hoy…

-Pero mamá, ¿qué dices? Michael es cómo mi hermano –Brennan sintió una especie de dejà-vu.

-Está bien, no quiero ser pesada si no quieres contármelo. Pero está claro que algo ha pasado. Llámalo mañana y habláis.

-De acuerdo, lo haré.

-Buenas noches cariño –se acercó y le dio un beso-. Que duermas bien.

-Buenas noches mamá.

El día siguiente, sus padres se fueron a comprar por la tarde. Christine estaba sola en casa, mirando la tele, cuando se oyó el timbre de la puerta. Abrió y se encontró con Michael.

-Chris, por favor, ¿qué encontraste bajo mi cama?

-Hola, yo también me alegro de verte, Mike –dijo ella con sorna-. ¿Por qué quieres saberlo?

-Encontraste la foto, ¿verdad?

-Sí. Y no me parece bien que tengas cosas mías bajo tu cama. ¿Por qué la tenías, Mike?

-Pues… Porque… Yo… -lo que quería decirle le estaba costando mucho-. Yo te quiero Chris –dijo soltándolo de repente. Christine notó que se le paraba el corazón.

-¿Me quieres?

-Sí, siento no habértelo dicho antes, pero es que...

-Yo también te quiero –le cortó Christine.

-¿Enserio? –dijo él, abriendo los ojos como platos.

-Sí –dijo ella sonriendo.

Entonces se acercaron y se dieron un beso dulce, con mucho amor, aún en la puerta. Desde ese mismo instante, Christine y Michael se volvieron inseparables.

FIN

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