Los días siempre serán buenos si hay una razón de vivir, esfuerzo y preocupación; obviamente acompañado de días de relajo y diversiones; pero, si hay solo éstos dos últimos, la vida pierde su chispa. La vida sin sufrimiento no es vida.

Hammer se sentía aún aturdido al despertar después de aquel estado de inconsiencia causado por el hechizo de aquel changeling. Al principio pensó que aún era de noche, y que había dormido casi a la interperie, como en Appleloosa. Pero estaba casi equivocado. Pronto abrió los ojos, y se dió cuenta de que estaba en lo que parecía ser al lado de un muro. Lo habían dejado ahí arropado solo con una manta. Rápidamente se levantó y miró alrededor buscando su alforja, el cual gracias a su buena suerte, estaba justo al lado suyo. Rápidamente la revisó, y sorprendentemente no faltaba nada. Eso le dio la de que, aún siendo desconocido, este pueblo era lo bastante amigable para darle una manta y vigilarlo un momento.

Pensado esto, rápidamente guardó la manta (ya la devolvería, pensó) y buscó los títulos de propiedad, los cuales los leyó detenidamente. Ahí aparecía la dirección, el problema estaba en que no aparecía señalizada ninguna calle. Miró alrededor; él Sol ya había salido, en general estaba nublado, el frío no importaba y aún no se veía nadie en tierra ni en el aire. Y al no encontrar a nadie, y al no poder dormir, decidió finalmente levantarse, tomar sus cosas y comenzar a caminar por el pueblo. En aquel estado, se sentía un poco indigente, pero también se sentía un nuevo habitante, quien comenzaba a conocer su nuevo hogar. Le sorprendió al principio una casa en forma de árbol, así como también algunos ponies que dormían en nubes (él debía probarlo también, pensó riendo).

Mientras él se distraía mirando el Ayuntamiento, una voz desconocida le dijo por detrás:

- Vaya, así que ahí estabas. Desapareces tan extrañamente como apareces.

Hammer volteó a ver. Una pony violeta con pelo del mismo color lo miraba en ese momento con expresión seria pero con una leve sonrisa.

- Perdón. Pero no me resistí a dar una vuelta para ver este pueblo.

- No importa. Esto es Ponyville, el pueblo más cercano a la capital de Ecuestria. Este lugar es multicultural y... bueno, ya lo sabrás más tarde. Me llamo Twilight Sparkle, ¿y tu?

- Bueno, soy Hammer Barbaric y vengo de... - al principio quiso decirle la verdad, pero mientras hablaba, pensó que no era hora de problemas- Appleloosa, y vine aquí para buscar un mejor lugar para vivir. Ahora, el problema está en que aún no me sé la dirección de mi nueva casa. ¿Me podría ayudar?

- Claro, solo deme su dirección.

Hammer le pasó rápidamente los títulos de propiedad. Mientras ella los examinaba, él comenzó a preocuparse, pues le llegó la angustiante idea de que probablemente la casa estuviera demolida, o que esos títulos ya no valían. Pero. para su parcial alivio, ella ya los había terminado de leer. Así que el veredicto de ésta fue:

- Bueno, la casa que aparece aquí aún existe, pero está un poco deteriorada. Debes darle las gracias al que te consiguió esta casa, pues esa fue la única en años que logró sobrevivir. Sígueme y llegarás a ella.

Twilight comenzó a caminar junto con Hammer, quien la seguía casi por detrás. Alrededor ya comenzaba a salir gente a las calles, pero aún no se fijaban en ellos. Hammer, durante el camino, quiso seguir hablando con ella.

- Oye, ¿y cuanto llevas acá?

- Hmmm... bueno, la verdad, no se. La paso tan bien que ya no tengo idea del tiempo que he pasado aquí, junto con mis amigas y mis deberes.

- Ah, ok. ¿Y por qué me seguiste hasta allá? ¿Me vigilabas?

- Bueno, pues... ya sabía que te ibas a dormir un largo tiempo, así que decidí vigilarte personalmente, pues seguro fuiste atacado por alguien.

- Así es, en el bosque Everfree. No sé que me atacó, pero me dejó con bastante sueño, y bastante débil hasta para hablar.

- Bueno, ya llegamos.

La casa en sí no era tan grande como las otras que había más lejos. Además se veía bastante sucia incluso desde afuera; pero, al fin y al cabo era una casa habitable, pensó Hammer. Alrededor, parecía ser la última casa en una corrida de varias, y al lado habían lo que parecían los restos de otra. Tras observarla un momento, fue interrumpido por Twilight.

- ¿Y qué te parece tu nueva casa, Hammer?

- Bueno, es bonita, pero tomara largo tiempo limpiarla - respondió Hammer sonriendo-.

Twilight rió un momento, pero luego debía despedirse.

- Bueno Hammer, te dejo por el momento. Tengo muchos deberes que hacer. Y por si necesitas ayuda, ¿Viste la casa en el árbol? Pues ésa es la biblioteca del pueblo, y ahí vivo yo. Y ven al centro más tarde. ¿Ok?

- De acuerdo.

Mientras ella se iba, Hammer buscó las llaves en su mochila. Tras encontrarlas, fue a abrir la puerta, la abrió, y tras entrar, se dio cuenta primero de que necesitaría largo tiempo para limpiar. Pero luego, dando una mirada mas minuciosa -y sacar el polvo de un par de ventanas- vio que la casa era habitable y ancha, algo que no acostumbraba. Estaba compuesta de dos pisos, donde el primero tenía un living con chimenea, una cocina, una habitacion y un pequeño comedor, mientras que el segundo tenía un baño, dos habitaciones mas, una bodega y un cuarto con escritorio. Pero el problema estaba en que todo estaba cubierto de un polvo mas o menos grueso, y solo una escoba no sería suficiente para limpiar aquel desastre. Rápidamente sacó una escoba que estaba en un rincón y comenzó a barrer. Y mientras lo hacía, notó la enorme cantidad de polvo que había en el suelo. No, con la escoba no bastaba, pensó. Debía encontrar otra opción. Y sabía que debía ser algo muy fuerte, algo que solo el aire podía empujar con fuerza...

¡Las alas! Realmente no sabía lo que tenía a mano, de lo contrario lo habría pensado de inmediato. Rápidamente preparó sus alas, abrió una de las ventanas, se ubicó frente a ella y empezó a aletear con fuerza. Al principio todo funcionó como pensaba: El polvo se iba rápidamente afuera; pero de pronto, de la nada se escuchó un grito afuera.

- ¿Pero que...? ¡Quien es el que esta ahí tirando esto!

Salió Hammer rápidamente de la casa, y al salir, vio a un pony mas o menos de su tamaño de color blanco, cabello y ojos rojos. Ya con solo verlo, se sintió intimidado, pero fue donde él a pedir disculpas.

- Lo siento... no sabía que alguien pasaría por aquí...

El extraño, quien se sacudió por un momento del polvo, miró de pronto a Hammer un poco enojado; pero, viendo lo intimidado que se veia su contendor, decidió calmarse y verlo con seriedad.

- Así que tu eres el nuevo, ¿eh? ¡Vaya! Agradece porque es tu primer día, porque si no... bueno, no importa.

Vió la extraña forma en que lo miraba Hammer, entre susto en incomprensión. Decidió seguir hablando.

- Bueno chico, me presento. Me llamo Burning. Soy un trotamundos de por acá, no se necesita una casa para vivir en este pueblo. ¿Y tu?

- Bueno.. - respondió Hammer, viendo en que podía confiar por un momento-, soy Hammer Barbaric, vine aquí desde Appleloosa, y estoy aquí para una nueva vida.

- Hmmm, me parece. ¿Y conoces este pueblo?

- En verdad, no. Solo me pude presentar con la pony que me vigilaba.

- Me parece. Sabes, si me das un par de monedas, yo te mostraré con mejor detalle lo que hay aquí. ¿Te parece?

Hammer tuvo que pensar un momento. Aún no conocía a aquel tipo, pero no quería perder la ocasión de conocer mejor el pueblo. Decidió ir, pues después de todo, sabía pelear y derribaría fácilmente a aquel tipo, a pesar de su altura.

- Muy bien, iré. ¿Te parecen bien 5 monedas?

- Mmm... sí

Hammer fue rápidamente a su casa, para luego salir de nuevo y entregarle las monedas. Burning las recibió y dijo:

- Muy bien, vamos rápido y en silencio. Las preguntas vienen después.

Fueron caminando por el pueblo, mientras él le indicaba cada lugar importante, como las tiendas. Al principio, Hammer miraba todo el tiempo su casa y andaba con cautela con Burning; pero viendo pronto que era cada vez más confiable, decidió seguirle el juego de veras, y escucharlo.

- Esta es la granja, donde viven los Apple, la familia más humilde... allá está Sugar Cube Corner... y allá, en ese árbol, vive la estudiante personal de la Princesa...

Ya perdido cualquier temor en aquel tipo, Hammer terminó tranquilamente el recorrido tranquilamente junto con Burning. Miró alrededor otra vez; el sol ya estaba desviándose a la derecha, y conocer todos esos lugares lo había cansado bastante. Ahora solo faltaba conocer a los demás, pues aún había tiempo.

- ¿Algo más que quieras saber?- le preguntó Burning.

- No, ahora quiero conocerlo todo por mí- respondió Hammer mirando hacia arriba. Quería volar, algo que siempre olvidaba hacer, y probar sus alas en otro clima, más tranquilo que el que le tocó hacía dos días.

- Bueno, si tu quieres... - dijo Burning tras la respuesta, sonriendo-, al parecer ya sabes que hacer. Cuídate y pásala bien...- pero vió que cuando Hammer estaba ya en el cielo, decidió gritarle-: ¡Por cierto! De todos los clientes... ¡eres el primero!

Hammer comenzó a volar desconcertado por eso, y cuando estaba en el aire vió a Burning irse a lo lejos, aún ríendose. Se sintió extraño por no entender aún ese chiste; pero decidió olvidarlo y seguir mirando alrededor. Al parecer no era el único pegaso en el aire; habían varios pegasos en el aire, surcando y rompiendo nubes. Y en ese momento le surgieron muchas dudas. ¿De verdad eso abajo parecía un pueblo? ¿Eso en el aire a lo lejos era otra ciudad? ¿Y aquella otra, en la montaña? ¿Esa pony gris tenía de verdad los ojos bizcos? ¿Y que es eso que viene allí?

No tuvo tiempo para más preguntas. Algo lo había embestido y hecho girar sobre sí mismo por un momento. Cuando al fin pudo detenerse, vio a lo lejos el origen: Una pegaso color celeste que había dejado un rastro de varios colores. No pudo ver más, debido a que aún se movía. Decidió volver rápidamente a tierra, ya que comenzó a asustarse y despitarse, y pronto se había dado cuenta de ello, cuando sin darse cuenta chocó de nuevo, pero esta vez con una nube; pero como la nube era débil, ésta se desvaneció y cayó una última vez a tierra.

- ¿Que puede ser más humillante o extraño...?

Hammer, tras unos momentos de inconciencia, se levantó y partió de nuevo a su casa. Pero se detuvo un momento, debido a que, tras otra mirada a su alrededor, vio que todos alrededor lo miraban.

- Oye, ¿estás bien? - le dijo un terrestre alto color rojo y crin rubia.

- Si, estoy bien, gracias - respondió Hammer mientras se levantaba-, gracias por preguntar.

- De nada... así que eres el nuevo de por acá. ¿Ya conoces Sweet Apple Acres?- dijo apuntando a los grandes manzanos, a lo lejos-.

- Así es... me lo mostró alguien del pueblo. ¿Por qué?

- Bueno, soy de los Apple, la familia dueña de esa gran extensión de manzanos. Ah, y me llamo Big Macintosh. Estoy aquí porque me tocó a mí vender estas manzanas -dijo mostrando el carro que tenía detrás, el cual tenía solo unas pocas manzanas -. Si mi hermanita no se hubiera escapado...- dijo, y rió un poco-.

- Bueno, algún día podré comprar algunas...

- ¿Por qué no ahora?- lo interrumpió Big Mac rápidamente, sacando un par de manzanas y arrojándoselas. Luego miró el cielo y dijo asustado:

- Vaya, ya es hora de irse. Gusto en conocerlo.

Continuó su camino rápidamente, sin responder al "¡Igualmente!" de Hammer. Y éste, con las manzanas en su casco, decidió comer una mientras caminaba a su casa.

¡Vaya, sí tenía buen sabor! Aunque pensándolo por un momento, decidió no compararlas con las de Appleloosa, ya que, a pesar de sus diferencias de origen, aún eran manzanas y tenían el mismo sabor, sean verdes o rojas. Tras pensarlo un momento, esa parecía una buena idea que podría usar más tarde.

Finalmente llegó a su casa. Miro una última vez antes de entrar, y resultó ser de noche, aún con algunas nubes en el cielo oscuro. Entró a su casa teniendo claro que sería oscuro ahí dentro. Ya dentro, se preguntó donde se encenderían las luces. Caminó unos pasos en medio de la oscuridad para irse a la cama, cuando al llegar al living, se encendió una luz de la nada, seguido por un fuertísimo grito colectivo de ¡SORPRESA! y pronto se vió rodeado de muchas ponies, las cuales tras verlo un momento se pusieron a hablar y bailar. Antes de que pudiera decir algo al respecto, apareció una pony color rosa con una cutie mark de tres globos, quien tras verse de frente dijo muy rápidamente:

- ¡Hola! ¡Soy Pinkie Pie! Quizá no me hayas visto antes, pero Twilight y Burning me hablaron de tí. ¿Dices venir de muy lejos? Bueno, yo igual, de esa granja de rocas... Perdón, que desconsiderada fui, no te pregunté. ¿Como te llamas?

Hammer se sorprendió de lo rápido de esa expresión, como también lo mirara sonriendo y fijamente. Tras un par de segundos, respondió:

- Hammer Barbaric...

- ¿Hammer? Que nombre tan extraño...- dijo Pinkie, igual de rápido que la vez anterior-, En fin. ¡Hice esta fiesta para tí! Costó limpiar esta casa un poco... pero aprovéchala cuando puedas y conoce gente, porque no querrás estar solo aquí, ¿o si?

- ¡Por supuesto que no...!

- ¡Así me gusta! ¡Ahora ve allá y diviértete!- Dicho esto, le puso un plato con pastel en el casco y lo empujó hacia un grupo de ponies en un rincón.

Hammer se sintió asustado en un principio, pero luego recordó que no debía ser tímido, pues ¿como había conocido a toda aquella gente en la aldea y en su viaje?
Rápidamente se dirigió a aquel grupo, quienes vió que eran 3 y pegasos, al igual que él.

- ¡Hola!- dijo, mitad tímido, mitad atrevido Hammer.

- Vaya, así que tu eres el pegaso que cayó por Rainbow Dash...- respondió un pony color café y crin café claro, quien era un poco más bajo que él

- ¿Rainbow qué?

- ¡Rainbow Dash, la que te pasó al lado y te hizo ver como idiota! -dijo otro pegso color naranja claro y crin cafe-, a ver si te zafas de esta, todos se burlarán.

Hammer se sintió atacado tras esto, pero respondió seria y rápidamente:

- ¿Quien aparte de ustedes se ríe? Ustedes no tienen poder aquí, así que mejor me alejo si no quieren ver mis alas arriba.

Esto lo había dicho casi sin pensarlo, por lo que se dió media vuelta rápidamente y se alejó sin ver los rostros de aquellos rufianes, quienes ya comenzaban a murmurar. Pero no pudo ponerse al tanto que lo decían, pues había chocado sin querer con Burning; y éste, tras verlo le dijo alegremente:

- ¡Hola pequeñín, tanto tiempo desde hoy! No te quise hablar de Pinkie Pie para no arruinarte la sorpresa. Recuerdo cuando hizo mi fiesta sorpresa, en Sugar Cube Corner, lástima que supieron que yo era medio indigente. ¿Y como la estás pasando tú?

- Mas o menos. Me encontré con aquellos tipos -dijo apuntando al trío de pegasos, quienes ya habían dejado de mirarlo-, y no son muy... agradables.

- ¿Y sabes como se llaman? -dijo Burning un poco serio, pero sin perder un poco su alegría.

- No me dijeron nada, solo me hablaron de mi caída, después de que una pegaso color arcoiris llamada Rainbow Dash pasara al lado mío...

- ¿Acaso es esa de allá?- dijo Burning apuntando hacia ella, quien sacaba ponche en una mesa cercana, mirando a todos lados, por lo que al parecer estaba esperando a alguien.

- Así es, pero... - y sintiendo el aire bromista en Burning, dijo:

- ¡No, espera! ¿¡No querrás...!?

No pudo terminar la frase, ya que Burning le había cerrado la boca y llamado a gritos a Rainbow, para sorpresa suya. Ésta vino, pero sin mucha buena gana donde ellos.

- A ver, si quieren un autógrafo, no estoy de humor ahora. Vayan mañana a la plaza si quieren uno - dijo en tono evasivo Rainbow Dash, disponiéndose a retirarse. Al terminar de decir esa frase, Hammer había sido soltado al fin, por lo que dijo de inmediato:

- ¡No, no quería eso! Vine a saber por qué pasaste al lado mío esta tarde, echándome abajo.

- ¿Que no sabes presentarte? Yo soy Rainbow Dash, la encargada de los cielos de Ponyville. Y sí, ya sé quienes son tú y tu amigo. Espero que algún día puedas volar de verdad.

- ¿Que quieres decir?

- ¿No te diste cuenta? Tus alas están débiles, y por eso no soportaste esa embestida. Empieza a entrenarte o te seguirán atacando - dicho esto, se retiró para ir a ver a la otra pegaso que estaba esperando, de color amarillo y crin rosa. Hammer la miró por un momento con furia.

- ¿Que acaso todos los pegasos son engreídos? - dijo Hammer a Burning, pero recordando a la que había recordado en el tren añadió:

- No será fácil estar con alguien acá, incluso en mi propia fiesta- y se alejó, dejando a Burning atrás. Pinkie Pie, tras verlo deprimido, salió en su busca alegremente. Se le apareció desde arriba al frente de Hammer y cambiaba de lado a medida que hablaba.

- ¡Oye! ¿Como está la fiesta? ¿Te gustó? ¡Dime que sí! ¿Hablaste con alguien?...

- Sí, está buena, pero... no quiero hablar ahora - dijo Hammer dirigiéndose a la escalera.

- ¡Espera! Aun te falta... comer tu pastel.

Hammer vio que era verdad. En su casco aún tenía el pedazo de pastel, el cual había pasado desapercibido para él todo el tiempo. Tras oírla, tuvo que probar una mordida; total, algo se podía disfrutar acá. Pero tras probarlo, se dió cuenta de algo extraño: ¿Los pasteles suelen tener ese sabor dulce picante?
No pudo responder esa pregunta de inmediato. El ardor lo obligó a buscar rápidamente un lugar para apagarse la lengua; y eso lo hizo tirarse a la fuente de ponche, para luego caer empapado al suelo y oír las risas de todos alrededor.
Tras esto, se sentió extraño. ¿De que sabor era ese pastel? ¿Por qué de repente olía así?

Luego apareció Pinkie Pie con una cubeta de agua para decirle:

- ¡Bienvenido a Ponyville¡ - mientras le arrojaba el agua encima, mientras todos aplaudían. La fiesta, las risas de los demás, el saludo de Pinkie y el hecho de que estaba solo en esto, no le dieron mas remedio a Hammer a aceptar su estado y reír también. Desde ese momento, la pasó toda fiesta bien, sin importar si estaba solo o acompañado; el era el invitado esa noche.