- Sueños -

Era un día muy corto a inicio de la primavera, cuando sin querer queriendo te encontré. Ibas tan tranquila por la calle, con tu vestido pastel y cabello al aire... creo que fue magia o el destino que te cruzo por mi camino en ese momento, pero juro ante cualquier dios que desde ese instante no aparte mi vista de ti. Eras la personificación de todo aquello que aspiraba tener a mi lado... eras la personificación de todo lo que jamás tendría, pero aunque sea por un minuto o dos me permití soñar.

¡Y que sueño tuve!

Soñé que me acercaba a ti, te habla con tanta seguridad y picardía, te saques unas cuantas sonrisas y entre ellas tu nombre, un nombre digno de la realeza, por supuesto que el sueño no se detuvo ahí. Te vi a mi lado en una primera, segunda y hasta décima cita, imagine nuestro primer aniversario de novios, como sería el día en que conociera a tu padres y la noche en que te propondría matrimonio.

Soñé con nuestra boda, en un jardín de rosas o frente al mar durante al atardecer, una fiesta que duró más de tres días y una luna de miel en un país exótico.

Soñé con nuestra casa en los suburbios, con tres habitaciones y un patio pequeño atrás, sería un barrio tranquilo. Tendríamos dos hijos y un perro, incluso más, serían los que tú desearas.

Nos soñé juntos y viejos, solos nuevamente después de que nuestros hijos se fueran a tener su propia familia, su propia vida. Esperaríamos sentados en el porche la visita de nuestros hijos los domingos, con sus parejas e hijos propios, y esperaríamos a nuestros nietos todos los viernes por la tarde. Te soñé con el cabello corto, entre plata y nevado, con un vestido pastel y los ojos brillantes aún, pero lo más importante: nos soñé enamorados todavía, después de toda una vida de estar juntos.

Tan solo nos soñé...

Pero el sueño terminó cuando tu doblaste en la esquina del otro lado de la calle, perdiéndote de mi vista. Juro qué hay días que me siento aquí, solo esperando a que vuelvas a pasar, sin saber si algún día volverás.

Puede que vuelvas algún día a cruzarte por mi camino, y quizá la próxima vez pueda alcanzarte, tomarte la mano y preguntar tu nombre o si me concederías el honor de conocerte al fin.

Y quizá la próxima vez que te vea, si tengo el suficiente valor, podré volver ese maravilloso sueño en una espectacular realidad.

Quizá ese día sea mañana o tal vez mañana nunca llegue. Quizá solo nos equivocamos de tiempo. Quizás solo nos falta volver a coincidir.

Pero mientras espero volver a verte, estaré aquí, en la misma esquina y en el mismo local, con la mejor vista a la calle y a esa bendita esquina en la que desapareciste junto a mi corazón.

Esperaré a que cruces la calle, con pasos ligeros y una sonrisa en tus labios, pero en está ocasión acercándote a mi.