morning.
Cuando despierta todas las mañanas lo ve a su lado, sus párpados apagados en señal de descanso, sus labios moviéndose quizá por un sueño que sabe a dulce, sus verdes cabellos desparramados por la almohada y su cuerpo en una posición sólo normal para los mininos. Hitoshi lo cree tierno, y no sólo eso, también increíblemente adorable, por eso reparte besos en sus mejillas (sobre sus pecas, porque le encantan aunque se lo guarde en el fondo de sí mismo) y caricias en su suave cabello.
Le agrada tenerlo consigo y seguir esa rutina (que se ha vuelto una, inevitablemente para él) todas las mañanas de invierno o de verano, de otoño, y también de primavera. Ha visto a Izuku dormido muchas veces sin ropa -cuando le gana el calor-, otras tantas despierta él mismo sin sábanas -cuando hace un frío de morirse y a Izuku dormido no parece importarle la salud de su novio-, y cuando llega la primavera las flores de cerezo rodeándolo, porque así es él y en esa estación le gusta dejar la ventana abierta.
Hitoshi de pronto no sabe cómo explicar el brillo en sus ojos antes siempre apagados, ni el aura de felicidad que le rodea desde que conoció a Midoriya y por el cual Monoma le inquiere todos los días. Tan de repente Izuku le ha cambiado que no sabe cuándo fue ni cómo pasó sin dar aviso, y aunque el rubio le haga burla (porque su rencor por la clase A no se ha ido ni con el tiempo) cree que no está tan mal, verse menos muerto -como le dijo tantas veces Katsuki- por Izuku es lo menos que puede hacer si tiene el placer de verlo todas las mañanas de esa vida que ahora comparten de ese modo tan lindo.
