Akatsuki no Yona
Yona/Hak
Advertencia: futuro lemon, UA y rasgos de OoC.
Capítulo I
Había escuchado que ese chico hacía cualquier cosa por dinero, y su aspecto era todo lo que necesitaba: era alto, fuerte, guapo y muy popular.
Y ella tenía el dinero que él requería…
Lo que no sabía era cómo acercarse a él, porque no había nada que tuvieran en común.
Empezó por observar dónde él se desenvolvía y en realidad, si había pensado que no tenían nada en común en un principio, con el pasar de los días, la realidad resultó ser aún más desalentadora, porque no había ninguna instancia que se prestara para poder acercársele de manera natural, por lo que tomó la decisión de hacerlo como lo que era: un negocio y en un pasillo, viéndolo solo, fue que aprovechó su oportunidad.
—¿Hak Son? —le habló.
No sentía seguridad en lo absoluto, pero intentó demostrar que si lo hacía.
—Sí —confirmó —. ¿Y tú quién eres?
—Soy Yona —se presentó —. Estoy en primero.
Él la miró con una expresión difícil de interpretar.
—¿Y…? ¿Por qué me hablas? —inquirió —. ¿Hay algo que pueda hacer por ti?
Lo cierto es que la pregunta era muy obvia. Ellos no se conocían y no se suponía que se les hablase a los desconocidos, mucho menos sin algún motivo.
—Sí —aseveró —. He escuchado de ti…
Le pareció que el chico mostró una sonrisa ladina y sarcástica, que la hizo ponerse nerviosa.
—Y dime… ¿qué es lo que has oído de mí? —interpeló.
No se dio cuenta, pero la distancia que habían mantenido había desaparecido casi por completo, y su rostro estaba a escasos centímetros del suyo, y sintió sus mejillas arder.
Ella se paralizó por unos segundos, pero luego dio un paso hacia atrás, y con aquel espacio entre ellos nuevamente, recobró la determinación.
—He escuchado… —dijo titubeante —. Que haces trabajos un poco distintos a los convencionales.
El hombre llamado Hak, recobró su postura altiva, y se cruzó de brazos en una posición que era claramente defensiva; ella tuvo que admitir que se veía imponente.
—Eso es correcto —corroboró.
—Y… ¿tienes alguna clase de tarifa estandarizada? Por hora o algo así... —consultó.
No sabía cómo planteárselo todavía, por lo que escogió irse por la tangente.
—Eso depende de la clase de trabajo que quieres que haga —aclaró —. De la dificultad y la cantidad de tiempo requerido.
Yona asintió, sabiendo eso, sólo quedaba saber el precio después de que ella expusiera lo que necesitaba de él.
—¿Cuánto me costaría que fueras mi novio? —soltó sin anestesia.
Había costado decirlo, y no se había dado cuenta de que por la tensión las uñas se le habían marcado en las palmas de las manos.
—Te has hecho una idea equivocada —dijo él —. No doy esa clase de servicios.
Ella analizó su discurso, y se dio cuenta de que no había dicho las palabras correctas.
—Me equivoqué —corrigió —. Lo plantearé de nuevo… ¿cuánto me costaría que fingieras ser mi novio?
El chico frente a ella dejó caer sus brazos a sus costados. Le pareció menos intimidante esa posición.
—Primero… ¿por qué alguien como tú necesita que alguien finja ser su novio? —indagó él.
¿Alguien como ella? No entendió a qué se refería, pero estuvo de acuerdo en compartir sus motivaciones con él, pero primero debía saber si aceptaba, de lo contrario, no tenía sentido explicárselo.
—¿Siempre preguntas las razones a tus clientas? —averiguó ella.
—No, usualmente sólo pido la mitad del dinero acordado y luego, cuando finaliza mi trabajo, cobro la otra mitad —relató —. Pero nunca me habían pedido algo como eso, por eso me da cierta curiosidad… además el aceptar ser tu novio traería consigo ciertas consecuencias, por eso quería saber si vale la pena el motivo.
—¿Consecuencias? —repitió ella.
—Por supuesto, si finjo ser tu novio eso restringiría mis movimientos —indicó —. Me gusta hacer las cosas bien.
Ella de verdad entendía la mitad de las cosas que él decía.
—No comprendí del todo, pero si aceptas te diré mis razones —manifestó.
—Me temo que si quieres que acepte, tendrás que explicarme el motivo —interpeló.
Se miraron desafiantes y fue en ese momento cuando ella recién notó lo vergonzosa de posición, al estarle pidiendo a alguien completamente desconocido algo como eso.
—¿Sabes? Olvídalo… te ruego por favor que no digas una palabra de esto… ¿debo pagar por tu silencio? —ofreció.
—Estás acostumbrada a que hagan lo que quieras sin que te lo cuestionen, ¿o me equivoco? —la encaró —. Déjame adivinar: eres hija única, de familia adinerada y tienes empleados que te sirven una cena que te fue consultada antes, porque no se atreverían a darte algo que tu paladar de princesa rechace.
Ella se sorprendió de que él hubiese sido capaz de dar un perfil escalofriantemente familiar. Ella era todo eso… él daba miedo, pero intentó no demostrárselo.
—Eres un imbécil —espetó.
Él volvió a aproximarse a ella, pero en esa oportunidad, lo único que encontró tras ella no fue espacio que le brindara seguridad, sino una pared. Estaba acorralada.
—Fuiste tú la que me ofreció dinero por algo tan absurdo como mi silencio —le habló en un susurro —. Me has ofendido dos veces, además de llamarme imbécil.
—El que comenzó a juzgarme fuiste tú —justificó su actitud.
No estaba acostumbrada a que nadie invadiera su espacio vital, y a él parecía no importarle tomar en cuenta eso de si estaba de acuerdo o no.
—No necesitas pagarme por no decir nada —aseguró él —. No soy esa clase de persona.
—Entonces por favor, olvida todo lo que hablamos —solicitó.
El hombre asintió, sin embargo aunque ya no se suponía que tuvieran nada más que discutir, él no se movió.
—¿Podrías dejarme ir? —pidió ella —. No me lo estás permitiendo.
Por su reacción, ella pudo darse cuenta que él no había notado aquel detalle, cuando por el contrario ella ni siquiera había podido pensar con claridad al tenerlo tan cerca.
—Yona —habló él.
Estuvo segura que no fue su impresión, pero su nombre viniendo de esa voz, sonó bien…
—Mis servicios no son baratos —declaró él.
—Eso no importa; de todos modos ya no los quiero —desestimó ella.
Ella siguió su camino, abochornada por lo que acaba de experimentar. Había sido una tonta al intentar hacer algo tan absurdo como pretender tener un novio de alquiler.
Pero es que de lo contrario, la persona que ella quería que ocupara ese lugar, seguiría pensando que ella continuaba enamorada de él y que no había podido cambiar la página de su vida, y lo cierto es que no lo había conseguido, pero lo último que necesitaba era su lástima…
—Nunca debí confesarme… —se lamentó —. ¿Por qué tenías que ser mi primo, Soo-won...?
La próxima reunión familiar se acercaba, y eso significaría que tendría que volver a verlo, compartir tiempo y espacio con él. Hubiese preferido no verlo más, pero aquello no era una opción, no cuándo había sido ella que la que había escogido como objeto de su afecto a un pariente.
Él tenía tres años más que ella, y habían sido muy cercanos. Enamorarse de él había sido muy fácil, porque él siempre estuvo ahí, cuidando de ella y protegiéndola. Guiándola en otras oportunidades también, por lo que cuando se le confesó, él eligió no tomar en serio sus sentimientos, diciéndole que simplemente estaba confundiendo las cosas y minimizó su afecto a un simple cariño de primos…
Con solo recordar cómo se había sentido con eso, las lágrimas amenazaban con aparecer, tal como lo habían hecho esa noche cuando estuvo en la oscuridad y protección de su habitación. Seguía doliendo, no obstante, sabía que no podía seguir sintiendo lástima de sí misma por no haber sido correspondida.
.
Llegó a su casa y su amoroso padre la había estado esperando. No eran demasiadas las oportunidades que tenía de ser recibida por él, por lo que no se preocupó en ocultar lo emocionada que se sintió, era lo mejor que le había pasado en lo que iba del día. Lo que había ocurrido con ese sujeto, la había puesto de mal humor, y recordar además a Soo-won y la última interacción entre ellos, no lo mejoró.
—¿Quieres que vayamos a cenar fuera? —sugirió su padre —. Tú escoges.
Por un segundo pasaron por su mente los diferentes menús que le encantaría cenar, pero recordó lo que ese sujeto había dicho: "Estás acostumbrada a que hagan lo que quieras" y no supo por qué, pero aquello resonó en su cabeza. Y la irritó más.
—Por mi está bien que tú lo hagas, padre —se contuvo —. Lo que tú quieras comer será bueno.
—¿Estás segura? —dijo él —. Eres tú la que después se queja porque no le gustan muchas cosas…
"Y tienes empleados que te sirven una cena que te fue consultada antes, porque no se atreverían a darte algo que tu paladar de princesa rechace…"
¿Por qué las palabras de un completo desconocido le estaban afectando? ¿Por seguía recordándolas...?
—Lo que escojas estará bien para mi —recalcó lo dicho anteriormente.
Su padre la miró un poco confundido, pero le sonrió abiertamente, y aceptó su sugerencia, aunque ella sabía que donde habían ido era porque él sabía que a ella le gustaba y no porque él realmente quisiera ir ahí.
.
Ella no tenía amigos y además de su primo, en realidad no se había relacionado con demasiadas personas. No era que la aislaran, era que ella no se sentía cómoda con los demás, y ella parecía hacerles sentir a los otros lo mismo.
Había terminado yendo a ese instituto en primer lugar porque su padre estaba preocupado de que no tuviera amigos de su edad, y la enseñanza en casa no estaba dándole resultados en el ámbito social y aquella había sido la primera diferencia de opinión que había tenido con su padre. Era un instituto de prestigio, pero aun así ella no logró encajar, seguía siendo diferente ahí, aunque académicamente, ella no tenía nada que envidiarle a nadie.
Ella atribuía la reticencia de la gente a su persona al cabello rojo del que era poseedora y que ella detestaba.
.
Era extraño como pasaban las cosas, porque hasta oír acerca de ese nombre, Hak Son, en un baño, mientras unas chicas hablaban de él, nunca antes lo había notado, pero después de que pasara una semana desde esa única vez que habían dialogado, era como si el tipo apareciera en cada una de las locaciones en las que ella estaba, por lo que cuando vio el comedor y él no estaba creyó por unos instantes que su fortuna estaba de vuelta.
—Yona —saludó alguien desde atrás —. ¿Buscabas a alguien en particular?
Fue imposible no reconocer esa voz, porque había estado atronando su cabeza desde que la había oído.
—No a ti, eso tenlo por seguro —clarificó.
—Eso lo tengo claro; ¿crees que has hecho un trabajo excelente escondiéndote y evitándome desde ese día? —se burló —. Pero sabes algo… tu cabello no pasa desapercibido y aunque trates de ocultarte, no se te da bien.
Al estar tratando de mirar a escondidas a través de la puerta, no notó que alguien la abría desde el otro lado, por lo que no había sido vista, y por poco la golpearon, pero el hombre que comenzaba a detestar, lo evitó.
—¡Ten cuidado! —le advirtió a la otra persona él.
Yona sabía que no era culpa de la otra persona, sino de ella misma, por lo que abrió la boca para pedir aclararlo, pero antes de poder conseguirlo, él volvió a hablar.
—Fíjate en la cara de quien abres la puerta, casi golpeas a mi novia —vociferó amenazante —. Y no me gusta cuando algo o alguien que no sea yo la toque.
El hombre pidió disculpas, aun cuando no había sido causado por él.
—¡Oye! —reclamó ella —. Él no tuvo la culpa, y en cualquier caso, no soy tu novia.
—Pero por alguna razón querías serlo, ¿no? —se burló.
—Te dije que lo olvidaras —refutó su argumento.
—¿Pero que puedo hacer? No conseguí olvidarlo… ¿qué harás, princesa? —espetó él —. Ese tipo al que amenacé es el sujeto con la lengua más larga de todo este lugar… de aquí a que terminen las clases todos se enteraran de nuestra relación...
—¿Qué relación? ¡Nosotros no tenemos nada! —exclamó con indignación.
—Pero eso no es lo que piensa él… y estoy seguro de que dirá lo que él crea —explicó él —. Me tengo que ir… te esperaré a la salida.
Volvió a acercarse a ella y fue como si su presencia la paralizara; se arrimó a ella lo suficiente como para besarla, pero no lo hizo, sino que sólo fingió hacerlo, porque le habló al oído.
—Y con esto, desde dónde él está mirando, creerá que te besé —susurró con suavidad —. Eres oficialmente mi novia, Yona…
Continuará...
Tengo toda la intención de seguir escribiendo en este fandom, pero primero necesito saber si están interesadas en leerme jajajaja
Así funcionan las cosas...
Por lo pronto, espero que sea un hasta luego muy breve...
¡Saludos!
