3er lugar en el Reto "My One True Paring" del foro "The Vampire Diaries: Dangerous Liaisons!"
Título: Calle Bourbon
Rating: +18
Pairings: Damon & Elena ( Delena )
Sinopsis: La vida cambia cada instante, Elena vivía sumergida en la rutina, pero una noche de locuras hace que su mundo tome un giro de 360º, y que lo que ella creía que era estabilidad no era más que un sufrimiento que la ataba por completo, era seguridad si, pero iba a durar muy poco, porque esos ojos azules se habían clavado en ella, provocando que su pequeña cabecita se cuestione todo lo que había en su mundo, ¿una noche de copas puede marcar un antes y un después?
Y lo que nace como una mentira, ¿puede tener un futuro?
Disclaimer: Los personajes aquí narrados no me pertenecen; pertenecen a la escritora LJ Smith, al canal The CW, resumiendo: The Vampire Diaries.
Advertencias: Algunas escenas de sexo explícito. Relaciones M/M, F/F y M/F.
LEED CON ATENCIÓN LAS SIGUIENTES NOTAS:
ESTA HISTORIA NO ESTÁ CORREGIDA POR LO QUE ES POSIBLE ENCONTRAR ERRORES ORTOGRÁFICOS, GRAMATICALES, DE COHERENCIA Y/O COHESIÓN. LEED BAJO VUESTRA RESPONSABILIDAD.
ME GUSTARÍA PODER EDITARLA EN EL FUTURO PERO ESTOY FALTA DE TIEMPO.
SIENTO LAS HIPOTÉTICAS MOLESTIAS.
2 de agosto, 2017.
Calle Bourbon
La vida te da muchas oportunidades para enfrentarla, pero en miles de ocasiones ni siquiera te das cuenta que esa oportunidad está justo enfrente. Elena Gilbert acababa de cumplir veinticinco años, era una bibliotecaria de la universidad más reputada de Atlanta, y tenía al novio perfecto. Un chico de su edad que dirigía una de las mayores empresas deportivas de la zona, todo era como un cuento de hada, eran felices hasta que un día encontró a su perfecto novio bajo las sábanas lamiendo los tributos de otro chico: su hermano.
Así de fácil, Klaus Mikaelson le había traicionado con su adorable y tierno hermanito, Stefan, pero eso no era lo peor, lo peor era que para Stefan, su hermano ya habían cortado, y meses después se enteró que Klaus llevaba acosándolo desde hacía un año.
Un año de mentiras, un año de traiciones, ¿cómo esperaba la gente que la rodeaba que ella volviese a ser la misma mujer animada y divertida de hacía casi un año? Si, ya había pasado un año de ese encuentro, y volver a lo que una vez fue no era una opción. Simplemente esa idea le envenenaba el alma.
Salió este lunes más temprano de lo normal con un humor de perros, se había encontrado a una pareja en medio del acto sexual en el cuarto de la limpieza y a otro metiéndole mano a su novia en mitad de un pasillo, ¿¡qué pasa no tenían exámenes ni nada!? Bufando alcanzó las llaves de su apartamento justo cuando una oleada de rizos rubios pasaba por delante suya, la chica, dueña del cabello se quedó quieta, y se lanzó a sus brazos en cuanto la reconoció.
A Elena le costó un poco más reconocerla.
-¡Elena!-la rubia se apartó sin soltarla y la chica pudo, al fin, reconocerla, era Caroline su amiga de la facultad y la responsable de que ella conociera a Klaus, ese pensamiento provocó una oleada de náuseas que amenazaban con destruir, del todo, su día-No me lo puedo creer-se quitó los auriculares y la chica tuvo la oportunidad de observarla, iba vestida con unas mallas de color violeta y una camiseta de hombre bastante ancha de un equipo de fútbol que ella no reconoció-Hacía años que no te veía, ¿qué fue de vosotros?
Fue ese plural lo que destruyó por completo las ganas de Elena de fingir que todo iba bien, las lágrimas que amenazaban con salir no le dieron tregua y se derrumbó allí mismo, con una mujer que solo conoció durante unos meses de carrera, la rubia, sin saber muy bien que hacer, la abrazó y le arrebató las llaves, no sabía en qué piso vivía pero no le importó.
Durante unos minutos eternos para ambas, Elena dejó salir la angustia de tantos meses en soledad, esas lágrimas que se había negado salir inundaron todos sus sentidos y se vio así misma confesándole a esa rubia toda la verdad. Caroline, sino recordaba mal era ese su nombre, la consoló diciéndole palabras de aliento mientras maldecía entre dientes a Klaus: ella si se acordaba de todo.
Elena se despegó de esa camiseta colorida comprobando como de húmeda estaba, no supo si estaba así antes o era a causa de sus lagrimones pero a la rubia de ojos claros realmente no le importó porque lo primero que hizo fue darle un tierno apretón de mano y arrastrarla hasta su apartamento.
El ático A.
La rubia ayudó a la chica a sentarse sobre el sofá, y fue en ese momento cuando pudo ver la belleza del apartamento, era una sola planta y no solo era un ático sino también un loft, todo un pasada, chifló en grado de comparación con su apartamento a las afueras, Elena soltó una risita.
-Tía me equivoqué de carrera...tenía que haberme metido en historia y no se que cosa más e irme para bibliotecaria-dijo medio en serio y medio en broma mientras se dejaba caer sobre la cama de matrimonio, Elena la miró sorprendida, esa chica no tenía ni un pelo de vergüenza eso seguro-Yo estoy trabajando como diseñadora gráfica de una empresa de publicidad, trabajo con dos tíos buenos más te los podría presentar-bromeó pero para la castaña fue una patada en las costillas, no quería que nadie le buscase un novio, Caroline no captó la atmósfera de tensión porque continuó con esa idea-ESO, podríamos quedar los cuatro, así me tiro al rubiales-rió bajito, dando patadas sobre la cama-Es inmensa.
-Lo sé, pero todo esto no lo tengo por mi trabajo-le aclaró, la rubia alzó una ceja incrédula, como diciendo "ale, dime como que voy embalada"-Sino por mis padres y su herencia.
-Oh, lo siento.
-Siguen vivos-le cortó tajante, pensar en la posibilidad de que no tuviese ese apoyo era aún peor que ser engañada por tu propio hermano-Pero la adelantaron porque quieren que la disfrutemos en vida.
-Es verdad-se dio cuenta dando un saltito-Tu eras la del hermano buenorro-sonrió, desprendiendo sexo por todos los poros, no tardó ni un segundo en alcanzar a Elena en el sofá-¿Tienes su número? Vaya tontería claro que lo tienes-rió-Lo necesito.
-Tiene pareja-se apartó, recibiendo una queja por su ex amiga-Un chico.
-Oh-gruñó-Todos los tíos buenos son gay's.
-Como Klaus.
A Caroline se le cayó la boca en el piso, ¿estaban hablando del mismo Klaus? ¿del sexualmente hiperactivo y ninfómano (si, para él se le puede aplicar ese adjetivo) Klaus Mikaelson? Se levantó de golpe frenando a una Elena dispuesta a irse a duchar. Se miraron fijamente.
-¿Estás de coña?
Elena negó evidentemente relajada, esa rubia le había hecho recordar que a veces es bueno salirse de la rutina, aunque la última vez que lo hiciese acabase con el corazón roto.
-Te propongo un trato-le comentó cuando, a la media hora después, salía del baño, alzó una ceja, ¿se había pasado media hora ahí en silencio?-Tu te vienes conmigo a una reunión de última hora que me acaba de salir con un viejales y después nos tomamos unas copas juntas.
-¿Y qué saco a cambio?-preguntó sin entender una mierda a qué venía eso-Caroline no estoy para tonterías, ¡hace años que no nos vemos!
-¿Y? Somos amigas, te espero a las siete...aquí abajo, vendré a recogerte, ponte..guapa-y salió de allí corriendo, a toda velocidad, pero, ¿de qué iba esa tía?
No supo porqué lo hizo, pero aguantó la reunión y se dejó arrastrar por cientos de locales de la mano de esa rubia alocada, incluso creyó ver una sonrisa pintada en sus labios, pero claro todo esto duró hasta que sus ojos se clavaron en la cita doble que la chica había preparado, se vio allí, sentada al lado de su amiga y saludando a dos maromos de toma pan y moja, pero no estaba cómoda y quiso irse en ese mismo instante.
Pero ella no era una maleducada.
Quiso ser amable, verdaderamente lo intentó pero esquivó toda pregunta personal y todo que se refiriese a una relación lo mandó a la mierda, sabía que la pareja que le había tocado estaba tan cansado o más que ella pero ninguno de los dos quiso irse primero, y ahí estuvieron dos horas enteras de carabinas, porque los otros dos, Caroline y ese tal Kol si lo estaban pasando de miedo. Cuando los cuatro se despidieron, el chico moreno fue el primero en tomar un taxi, la otra pareja se marchó en el auto del rubio, y Elena, disculpándose se dirigió a la barra, necesitaba un buen trago antes de continuar con la rutina. Porque volver a casa, a su casa hogareña no era una opción, bufó mientras pedía una coca cola, no iba a beber una copa más.
El camarero con su espléndida sonrisa le entregó un bourbon.
¿¡Qué cojones!?
Miró la copa boquiabierta, boqueó como si se tratase de un pez esperando que la respuesta cayese del cielo, pero no, cayó de la boca de ese mismo camarero.
-Invita el chico de la cazadora de cuero-y sus ojos corrieron en dirección al dedo del chaval, sus ojos café se clavaron en los ojos cristalinos de un achispado muchacho de cabello azabache con sonrisa espectacular, no supo si babeó pero si que se quedó con la boca abierta.
Era todo un dios griego.
Se golpeó así misma con la palma de la mano en toda la frente, ¿por qué se comportaba como una adolescente hormonada?
Y lo seguía haciendo, ¿quién se golpeaba por ver a un chico? Elenita, solo se golpean las adolescentes que son unas tontitas. Y tu ya no eres una adolescente.
Pudo escuchar una sonora carcajada, miró de reojo en dirección al dios griego comprobando que ahora golpeaba con el puño la barra mientras se tronchaba de risa, dibujó una mueca de disgusto, por lo menos tenía sentido del humor.
Se ocultó tras su cabello, podía tener sentido del humor y podía estar perfectamente riéndose de ella, sin pensarlo cogió la copa y se la bebió de un trago, sin darse cuenta que eso no era como beber un cosmopolitan o un mojito. En cuanto la bebida rozó su garganta empezó a toser por el ardor y a tientas buscó algo con lo que calmar esa quemazón pero su mano solo alcanzó el calor de otra mano, alzó la cabeza, encontrándose con la intensidad de unos ojos azules, se quedó ahí, con la lengua fuera, con las mejillas coloradas y los ojos totalmente vidriosos, la imagen perfecta de la seducción, si señor.
-Toma-solo una palabra y creyó que se derretía allí mismo, ¿de qué materia estaba hecho ese hombre? Sin pensarlo cogió el vaso que le ofrecía y se lo llevó a la boca, no, aunque fuese agua, eso no calmaba el fuego de su interior-¿Estás mejor?-le miró por encima de sus pestañas y pudo ver, en sus profundos, ojos azules la verdadera preocupación.
Asintió con desgana, alzando la mano para que el camarero viniese, fue el chico de la mirada, de cuerpo y de la voz perfecta el que le pidió una jarra de agua.
Le tendió el vaso pero la chica, haciendo acopio de su valor tomó la jarra de entre sus dedos y la vació por completo, el chico volvió a reírse pero esta vez de una forma mucho más moderada, sintiéndose aún peor se derrumbó entre sus brazos, ocultando el rostro en la barra.
-Hey, ¿estás bien?-la removió, y oyó como una silla se movía a su lado, ¿¡por qué no cogía la indirecta y se iba de una vez por todas!? La vergüenza iba a acabar con ella en ese instante, ¿qué hacía un maromo como él perdiendo el tiempo con alguien, tan torpe, como ella?-No me asuste, di algo…
-Mmm…
-Bueno, me tomaré eso como "algo"-sonrió levemente, bueno, no supo si sonreía pero lo notó por todo su cuerpo, desde donde estaba la mano del chico hasta su mismísimo sexo, se removió inquieta, ¿qué poder tenía ese hombre sobre ella? Se alzó despacio, recibiendo la mejor de las sonrisas del mundo mundial, ahora si, que parecía una niña chica, le devolvió la sonrisa como pudo, alcanzando su bolso de la barra, quería mirar la hora y poner una excusa pero la voz del chico le pilló desprevenida-Te vi con tus...con tu amiga, en esa cita-señaló a la mesa que ella antes había ocupado, ¿ese chico llevaba ahí desde hace tanto tiempo? ¿¡cómo cojones no le había visto!?
Su cara tenía que estar reflejando esa incredulidad porque soltó una carcajada mientras pedía otra botella de esa bebida tan asquerosa: su bebida más odiada y más querida a partes iguales a partir de ese momento.
-No importa que no me vieras-la sacó de sus pensamientos, otra vez se había quedado emboboda mirando cualquier cosa, esperaba que esta vez no se tratase de ese cuerpo escultural que tenía el chico y casi sin percatarse otra vez, estaba haciendo un examen visual, no solo llevaba una chaqueta de cuero, sino también una camiseta oscura que se ceñía perfectamente a su musculatura, marcando cada centímetro de su pecho, tragó saliva y su mirada se trasladó ahora a sus pantalones, unos jeans oscuros, que una vez más, se ceñían marcando completamente sus tributos.
-Ejem-tosió de forma cómica, y la chica se dio cuenta de su error, no solo se lo había comido con la mirada sino también que había sido descubierta, quiso golpearse con la mano abierta-Tu...también eres...follable-murmuró de forma sensual sobre su oído, su aliento y sus palabras se clavaron como caricias en sus bajos más íntimos, quiso golpearlo con la misma fuerza que quiso besarlo pero simplemente se quedó ahí, paralizada, el chico soltó una carcajada-Normalmente no me dejo llevar por una primera apariencia-le explicó-Cuando te vi, mordiéndote el labio inferior, haciéndote incluso daño quise arrastrar todo lo que hubiese en mi camino para besar y lamer esos labios.
Ahora sí, sino fuese estado sentada se fuese caído de culo contra el suelo, clavó las uñas sobre sus muslos, ¿hablaba en serio?
-Y cuando me digne a estar serio y a intentar llamar tu atención simplemente me ignoraste-rió bajito y Elena supo que ese chaval tenía un ego muy grande pero eso no calmó el calor que se extendía por todo su cuerpo, ni mucho menos la tensión sexual cada vez más palpable, se moría allí mismo-Me miraste pero no me viste y no porque tu pareja fuese más interesante-clavó sus pupilas azules sobre Elena-Es que pasabas del mundo, eso me puso a cien-comentó como el que habla del tiempo.
El chico se pasó una mano por el cabello mientras removía lo que le quedaba de bebida, el muchacho podría llegar a desprender puro sexo mientras parecía un niño tímido, era increíble.
-Y dime, ¿qué piensas ahora mismo?-la pregunta le sorprendió y clavó su mirada en sus ojos-No voy a preguntarte en lo que has pensado porque eso lo sé-bromeó, o eso pensó Elena porque realmente con ese hombre todo era impredicible.
-No estás ligando conmigo-no supo de donde salió su voz pero pasó, y Elena, una vez más, había dejado que sus miedos y su desconfianza fueran superior que cualquier intento de sexo del bueno, el chico lo miró incrédulo, mientras ella agarraba sus cosas.
-Espera-se levantó agarrándola del brazo, ese mero roce provocó una descarga eléctrica que los sumió a ambos en una burbuja personal, ambos se quedaron ahí, parados mirándose fijamente-Te propongo algo, yo necesito olvidar...muchas cosas, y tu, quieres alejarte...del compromiso.
Asintió.
-Sexo de una sola noche, sin compromisos, sin llamadas al día siguiente, sin un despertar agradable, nada solo sexo, liberar nuestras almas, ¿qué piensas?
-¿Por qué yo?-el chico abrió la boca pero no supo qué decir a esa pregunta y simplemente volvió a cerrarla, la chica aprovechó la confusión para zafarse de su agarre-No te digo que no quiera tener sexo, sino, ¿por qué yo? Con todas las mujeres hermosas que ahí por aquí.
-Yo solo veo a una.
-No me salgas con esas, en serio, mira-le señaló el recinto, había más de una mujer hermosa o más de una mujer dispuesta a tener el mejor sexo de su vida, ¿por qué ella? El chico siguió su mirada, y pudo ver el torrente de desconfianza que había en esos ojos castaños.
Sin darse cuenta quiso golpear al idiota que le había roto el corazón.
Apartó esa idea al segundo de que rebotara en su cabeza, él no necesitaba tener sentimientos ni emociones el solo necesitaba olvidarse de su pasado y de esa mierda que le rodeaba siempre, y esa chica, bueno, solo cuando sus ojos se clavaron en su rostro supo que era la indicada, la chica perfecta para calmar a sus fantasmas y disfrutar de la compañía de alguien que no sabía ni nunca sabría quién era él. Si, ella era la indicada, temiendo perderla por sus dudas la tomó de las manos y sin pensarlo tiró de ella hasta presionar sus labios contra los de la chica.
La misma descarga eléctrica los empujó a profundizar el beso, Elena se relajó contra él, aprovechando esa confusión para introducir su lengua, esas sensaciones, todo los que lo rodeó a ambos era indescriptibles, las manos de ambos jugaban con el cuerpo del otro, Elena enredó sus dedos sobre su cabello negro mientras el chico metía una mano bajo la camiseta para rozar su espalda en cientos de caricia. Sus lenguas luchaban por tomar el control y ambos sintieron como la temperatura aumentaba peligrosamente, como nada ni nadie les importaba en ese instante, ese beso fue dulce al principio pero se volvió deseado y pasional al instante, ambos se separaron tras un jadeo, intentando recuperar la respiración se apoyaron en el otro, ambos perdidos en el calor del otro. El chico pudo ver su reflejo en los ojos turbios de la muchacha, como el deseo se hacía espacio entra la cordura y la coherencia.
-Vámonos-esa única palabras descolocó por completo todos los esquemas del chico pero era lo que iba buscando, una distracción y ahora la tenía más que en bandeja, con una sonrisa de oreja a oreja, la agarró con fuerza y salieron de la estancia sin pagar ni una sola bebida.
Corrieron por la calle principal, sintiendo como el frío de la noche despejaba sus mentes, Elena quiso parar, realmente quiso soltarse y salir corriendo pero en dirección contraria pero algo en su interior le decía que se quedara con él, que necesitaba esto para no estar atada a un pasado amoroso terrible, y sin pensarlo lo agarró con más fuerza, recibiendo la energía de ese completo desconocido.
Cruzaron la calle encontrando un camaro azul, Elena se le quedó mirando embelesada, el chico sintió como su orgullo y su deseo aumentaban por momentos.
-¿Te pone más el coche que mi persona?-la chica le fulminó con la mirada mientras rozaba con la yema de los dedos la pintura-Es mi bebé.
-Típico-rodó los ojos, apartándose del coche, justo cuando el chico se lanzó sobre ella, notando la clara erección por su vientre bajo, jadeó ante la intensidad y solo pudo buscar sus labios-Por dios…
-Lo sé, te excito.
Elena no respondió a eso, porque el chico se colocó sobre su cuello y lamió desde su clavícula hasta el inicio de sus labios, en todo el proceso Elena clavó sus uñas sobre sus brazos y se mordió el labio ante la intensidad del momento, era estúpido, lo sabía pero ese chico conseguía sacar sus más bajos instintos. Sonrió contra sus labios mientras la besaba con toda la fuerza que tenía en su cuerpo, y acariciaba sus senos sobre su camiseta; en ese momento Elena quiso estar desnuda y follada contra el coche. Si, ese chico podía hacer lo que quisiera con ella porque se iba a dejar.
El chico se separó de ella, totalmente excitado, notando como en cualquier momento iba a perder el control y la iba a tomar allí mismo, en esa pequeña calle, miró la obra de arte de esa chica, totalmente excitada, temblando por un simple toque de sus dedos, sus labios totalmente rojos e hinchados y esos ojos que destilaban puro sexo, se pasó la lengua por su labio, iba a disfrutar de la chica durante toda la noche.
Con una sonrisa ladeada la agarró de la mano y le ofreció pasar, pudo notar como murmuraba una sarta de insultos, cada vez, y sin lugar a dudas, le gustaba mucho más esa chica.
El viaje fue mucho más duro de lo normal y eso que había cogido el hotel más cercano, pues tener a la chica a su lado hacía que el tiempo fuese en contra suya, no tuvieron un accidente de puro milagro. Tras pagar la entrada y recibir las llaves corriendo en dirección a las escaleras porque esperar un ascensor era aún más traumática que sudar un poco entre escalón y escalón, pero era tal la excitación que los rodeaba, que el chico no dudó en agarrarla de la mano y tirarla hasta su cuerpo en mitad de uno de los pasillos, ambos podían sentir el latir del corazón del otro y como la erección, después de tanto rato, era más que notable. El chico notó la mirada de la castaña en sus partes y con una sonrisa que quitaba el hipo la besó, Elena jadeó contra su boca, mientras buscaba la forma de tomar el control para alcanzar la puerta de su habitación, en cuanto entraron el chico lanzó a la muchacha contra la pared y empezó a desvestirse. La cama estaba de más.
Elena gimió cuando sus ojos se cruzaron con el musculoso torso del chico pasó las manos de forma furtiva por sus brazos, localizando en uno de ellos un tatuaje, quiso preguntarle pero enseguida el chico captó su atención masajeando sus senos.
-Oh dios mío…-gimoteó mientras pegaba su espalda aún más si cabía en la pared, sintiendo como el frío muro provocaba en ella una oleada de calor.
-No soy dios-murmuró ronco de deseo, clavando sus pupilas dilatadas en la mueca de satisfacción de la castaña-Y eso que aún no hemos empezado…-le arrancó la blusa sin preguntar, provocando que la chica soltase un gritito, el corpiño de encaje negro se abrió paso antes las manos del muchacho de ojos azules que solo pudo gemir mientras se lo sacaba.
Elena ya había notado el grado de su excitación cuando notó el roce de sus pezones duros contra la tela negra, pero ahora, que el chico la miraba se sintió ridícula, ella estaba a punto de correrse solo con eso, y el muchacho no había hecho más que empezar.
-Eres mucho más hermosa de lo que pensé-dijo mientras le apartaba un mechón de pelo del rostro, besando con ternura sus mejillas hasta alcanzar el lóbulo de su oreja, Elena soltó una exclamación cuando notó las manos del muchacho viajando más allá de su estómago hasta el comienzo de su falda de tubo, en ese momento maldijo a Caroline por haberle convencido de llevar esa ropa tan ajustada. El pelinegro soltó una risita contra la piel de su cuello, mientras se agachaba furtivamente, rozando con las yemas de sus dedos sus caderas, le subió la falda más allá de sus rodillas lamiendo sus largas y perfectas piernas, arrebatandole los tacones de aguja-Deliciosa…-le pareció que decía, sin pensarlo Elena captó su atención tirando de su pelo hacia arriba teniendo acceso a su boca, le besó como si nunca le fuese besado, como si ese chico acabase de rozar el mismo cielo, jadeó, gimió y por puro instinto se sacó sus pantalones, Elena aprovechó ese momento para quitarse del todo la falda y lanzarla lejos-Me gustaba esa falda.
-Y a mi tu cuerpo…-jadeó, lanzándose contra el chico, enredó sus piernas sobre su cadera, notando la erección contra sus braguitas de encaje, las manos del chico apretaron con fuerza sus nalgas, metiendo uno de los dedos por debajo de su ropa interior, ambos acabaron cayendo contra la cama-Eres mío…
Y lo besó, se mimaron, se arañaron y repartieron miles de mordisquitos por todo el cuerpo del otro, era un proceso lento pero satisfactorio, sin pensarlo mucho, el chico se levantó con ella a cuestas y la empotra contra la pared, ambos se perdieron en la mirada del otro unos segundos más, descubriendo que la vergüenza o las inseguridades eran algo que no tenía la menor importancia.
-No cierres los ojos-el ruego la desconcertó por completo, no tenía intención de cerrar los ojos para nada, pensaba disfrutar de esas sensaciones clavando sus ojos en los suyos, le sonrió, mientras el chico se colocaba el preservativo.
"¡Que tonta!" pensó la chica, ni siquiera se acordaba de eso, no dijo nada simplemente dejó que el chico soltase sus boxer lejos y la mimara, mientras uno de sus dedos jugaba en su interior, embriagándose con cientos de sensaciones, jadeó y se dejó llevar tanto por sus manos como por su lengua.
-¡Me voy..!.-gritó, sintiendo como el espasmo la superaba por completo, corriéndose entre sus manos, y en vez de sentirse estúpida se sintió libre, no acababa de recuperarse cuando el miembro del muchacho se adentró en su pequeña cavidad haciéndola gritar desesperada, fue más la sorpresa y el placer que el mismo dolor, las embestidas fueron suaves y constantes, mientras Elena clavaba sus uñas en su espalda desnuda, sabía que le tenía que estar haciendo daño pero lo único que le importaba, tanto a él como a ella era de no saltarse ni un solo segundo de esa sensación placentera.
Ambos se corrieron al instante, alcanzando el clímax casi a la misma vez, ninguno gritó el nombre del otro, no se conocían de nada, no sabían nada del otro, pero no les importó en ese momento, el chico se dejó caer sobre ella, aún dentro, ambos jadeantes intentaron recuperar la respiración, controlarse, pero por un segundo, la fricción volvió para ambos, los dos se miraron a los ojos, y sin pensarlo el proceso volvió a repetirse.
Durante horas la pareja de desconocidos convirtió esa habitación una zona de sexo puro, en la pared, en la cama, en la mesa e incluso en la terraza, sin importarles quienes o no escuchaban, ahora mismo eran libres y el sabor del bourbon, por obra y gracia del muchacho de ojos azules, se degustaba por toda la estancia.
-¿Confías en mi…?-le había dicho mientras la deposita contra unos cojines en el suelo, totalmente desnuda y a su merced.
-¿Me queda otra?-dijo jadeante.
-Ahora eres mía...al completo-le comentó sugerente, mientras una sonrisa ladeada se instalaba en su perfecto y sudoroso rostro, la chica asintió dubitativa, ya no tenían más condones y sin conocerle no estaba dispuesta a hacerlo sin precaución pero el llevaba puesto sus boxers, sus pensamientos se vieron apartados a un lado cuando sintió un líquido frío correr desde sus senos hasta la caída de su estómago, se estremeció cuando sintió la lengua del chico haciendo el mismo recorrido-Bourbon...y tu...lo más exquisito-le pareció escuchar, pero en ese instante sintió otra vez el líquido ambarino sobre su cuerpo, y la lengua rozando y alterando cada neurona de su cuerpo, durante media hora Elena sintió una oleada de sentimientos contradictorios, frío, calor, excitación, sudor, y lo más importante una devoción casi indiscutible a las manos y a la lengua de ese chico, no solo la hizo alcanzar el epítome del deseo sino que le hizo creer que realmente aún era hermosa.
Su lengua viajó hasta su sexo, haciendo que es un espasmo la superara, el chico rió contra su cuerpo mientras deposita un tierno beso sobre su vulva, para después introducir su lengua, con sabor a bourbon sobre su clítoris, dibujando pequeños semicírculos. Elena clava los dedos sobre la tela de los cojines, sintiéndose que eso la superaba en todos los sentidos, llevaban horas ahí encerrados, había sido un día agotador y ahora estaba teniendo el mejor sexo de sus vidas.
Si no tuvo diez orgasmo poco le faltaba.
Ambos cayeron dormidos en los brazos del otro minutos después, ni ella ni el chico querían romper esa conexión tan especial que tenían, pero los dos sabían que al día siguiente nunca más se verían, porque eran unos simples desconocidos unidos por el bourbon y el deseo.
¿O no?
