Disclaimer: El Anime de Naruto y Naruto Shippûden pertenecen a Masashi Kishimoto.


Algunas Aclaraciones:

–Diálogo del personaje.

Pensamiento del Personaje.

Diálogo del Bijû


Prólogo.

Una presunta noche pacífica


10 de octubre. De seguro esa noche hubiese sido la más serena, agradable y pacífica noche que hubiese tenido Konoha en toda esa semana. No había nada que pudiera arruinar esa tranquilidad. La luna y las estrellas estaban ópticamente visibles en el firmamento oscuro y el viento suspiraba suavemente las copas de los árboles. Todo estaba yendo de maravilla, hasta que…

—¡Kuchiyose no Jutsu!

Una enorme bestia demoniaca con nueve colas apareció en medio de la aldea tras una pared de humo. Un poderoso y macabro rugido rompió todo silencio existente. El viento sopló ferozmente y la pacifica atmósfera de tranquilidad se convirtió en un angustioso ambiente de desesperación y miedo. Aquel demonio se encargó de destrozar todo a su paso. Casas, establecimientos, hoteles, departamentos y residencias quedaron reducidos a escombros en pocos segundos. La bestia sólo con rugir o estrellar fuertemente sus patas contra el asfalto causaba una destrucción que abarcaba metros a la redonda. Todo aquel civil que se topó con algún ataque de la bestia quedó muerto. Los shinobi de mayor rango enfrentaron al demonio, sin embargo éste poseía una fuerza extremadamente poderosa y los ataques sólo le causaban cosquillas. En pocos minutos, gran parte de la aldea estaba envuelta en llamas y en escombros.

Cuando Namikaze Minato finalmente logró trasladarse hasta Konoha, o mejor dicho, el campo de batalla, logró observar la devastación que estaba sufriendo su aldea. Eso debía parar. No podía permitir que eso siguiera. Detendría al maldito demonio que se estaba metiendo con lo más sagrado para él. Pero por lo visto el nueve colas no sólo tenía como cometido exterminar la aldea, ya que segundos después de que el Yondaime Hokage apareciera en uno de los monumentos a los Hokage la bestia rugió fuertemente en esa dirección. Su mirada al ver el Hokage se oscureció aún más.

—Ya sabes que estoy aquí… — El demonio formó una poderosa bola negra de chakra comprimido, mejor conocida como Bijû Dama, y la arrojó a toda velocidad en dirección al monumento de los Hokage donde se encontraba Minato.

Tendría que hacer algo mejor que eso si quería acabarlo. Con su jutsu espacio-tiempo Minato desvió aquella Bijû Dama hacia un lugar alejado, muy alejado de Konoha. A lo lejos pudo observar el impacto del ataque que acababa de desviar, vaya que había causado gran destrucción en la naturaleza. Tenía que tener cuidado para donde mandaba los ataques del Bijû.

Estando de espalda una mano desconocida sujetó a Minato por el pecho y lo jaló hacia atrás. Algo un poco inverosímil ya que atrás de Minato sólo estaba la gran roca, además de tomarlo en un momento poco oportuno, por Kami, ¡su aldea estaba siendo destruida!

—Yo seré tu oponente. Punto.


Minato de pronto cayó al suelo. Colocó sus manos al frente de su rostro para protegerse de la caída. Palpó el césped con sus palmas luego de una pequeña fracción de lucidez en su mente. Parpadeó varias veces tratando de caer en cuenta en lo que había sucedido. Si, cierto, desvió el ataque del Bijû, una mano lo sujetó estando de espaldas y luego… Minato alzó la cabeza para observar a su alrededor. Había árboles rodeándolo, y también había aproximadamente ocho de sus kunai espacio-tiempo clavados en el suelo. Minato se levantó del suelo tomando en su mano uno de sus kunai especiales. Ah, también había un hombre. Posiblemente el hombre que le había llevado hasta ahí. El mismo hombre que había conseguido extraerle el Kyûbi a Kushina hace minutos. El hombre causante del desastre que estaba haciendo el demonio en Konoha. Pero Minato no tenía tiempo para ese sujeto, ya que su aldea estaba siendo destruida por el Nueve Colas así que no podía perder tiempo ahí.

El Hokage se dirigió velozmente hacia el sujeto. Por cierto, esté poseía una túnica negra y una máscara que imposibilitaba su reconocimiento. Minato fue demasiado veloz, sólo una persona con extremado potencial o un usuario del Sharingan podría determinar el movimiento del rubio en ese momento. Arremetió su característico kunai en dirección al cráneo del hombre. Ese sería el fin. Seria… no obstante el enmascarado pudo prevenir el ataque de Minato y para evitarlo hizo que su cuerpo se tornara, de alguna manera, traspasable. El kunai y la mano del Hokage traspasaron la cabeza del enmascarado como si se tratara de simple aire. Y al final, el sujeto no sufrió daño alguno, por el contrario, sacó ventaja al hecho de que el ataque de Minato había fallado para luego él ser el atacante y propiciarle un golpe seco en el abdomen. Pero Minato detuvo la mano antes de que siquiera ésta se acercara a su cuerpo. Luego ambos volvieron a separase sin daños aparentes.

Bien, aquel enmascarado poseía un extraño jutsu el cual le permitía desmaterializar su cuerpo consiguiendo que los ataques no causaran ningún daño en él. También era usuario del jutsu espacio-tiempo al igual que Minato pero incluso más poderoso que el de él y el Segundo Hokage. Ese hombre sabía que el sello del Kyûbi se debilitaría en el parto de Kushina y podría así obtener el Zorro de las Nueve Colas fácilmente y por encima de esto, poseía la habilidad de controlarlo a su antojo. Además, había derrotado fácilmente a los Anbu élites más poderosos de Konoha y logró traspasar la barrera de contención secreta. Sólo existía una persona conocida en el mundo que sería capaz de hacer todo eso. Uchiha Madara. Pero esa conclusión seria, en cierto punto, incoherente ya que Madara debería estar muerto. En fin, fuera quien fuera ese sujeto enmascarado, era una total amenaza en esos instantes, incluso peor que el mismo demonio.

—¿Por qué quieres destruir mi aldea? — preguntó el Hokage sin bajar su mirada del adversario y sosteniendo su kunai firmemente.

—…Digamos que decidí cobrar una antigua deuda con Konoha. En realidad llevaba tiempo organizando ésta invasión y podría decir que se convirtió en un capricho para mí ver a esa maldita aldea destruida.

Minato frunció el entrecejo más pronunciadamente. En ese preciso momento las ansias de acabar con ese sujeto aumentaban rápidamente. No sólo las técnicas de ese individuo eran peligrosas, su manera de pensar también lo era. A veces el rencor va consumiendo el alma de una persona. Tal parecía que ese enmascarado no tenía ya ni alma ni conciencia. Debió haber sufrido un daño muy fuerte durante su estadía en Konoha ya que su odio podía verse sin necesidad de mirar sus ojos. La maldad afloraba a través de esa grisácea máscara. Sin embargo, ya no importaba qué cosa le había sucedido a ese hombre en Konoha para desarrollar tal odio, Minato no tendría piedad. Se estaba metiendo con la segunda cosa más importante en su vida.

— Luego de que acabe contigo me cercioraré de que Konoha desaparezca del mapa. Todos morirán, ninguna persona quedará en pie, yo no lo permitiré.

Volvió a mirarlo con recelo, pero ésta vez Minato estudió una manera para derrotarlo. El enmascarado sacó una cadena de la manga de su túnica, éstas cayeron al suelo produciendo el estrepitoso sonido del metal chocando con la tierra. Se ató los extremos de dicha cadena en cada muñeca para luego colocar una firme posición de combate. El hecho de que su cuerpo se desmaterializara resultaba realmente ventajoso si se le combinaba con el ataque de la cadena. Podría fácilmente atrapar a su contrincante para atacar con un poderoso ninjutsu o incluso podía llegar a causar gran daño si se combinaba con un buen taijutsu. Tenía que tener cuidado. Minato corrió nuevamente hacia el sujeto, éste corrió de la misma forma hacia Minato. Cuando sólo centímetros separaban sus cuerpos, el Hokage alargó su brazo para clavar su kunai en el pecho del enmascarado pero la mano de Minato simplemente traspasó el cuerpo del hombre, como había sucedido anteriormente. Espera, no sólo el brazo del Hokage, sino el Hokage enteró pasó a través del cuerpo del enmascarado. Ya lo había pensado. Minato por unos instantes estuvo rodeado por la cadena, sin embargo con sólo una rápida posición de manos logró salir de ese agarre, teletransportándose hacia unos de los kunai espacio-tiempo que se encontraban clavados en el suelo a unos metros del enmascarado.

Bien, ya sabía lo que debía hacer para acabar a ese sujeto. Los ataques no le hacían ningún daño, pero luego tenía que materializar su cuerpo para poder atacar a Minato. Lo que significaba que el momento específico para poder atacarlo sería cuando ambos atacaran al mismo tiempo. Si lo lograba, de seguro Minato podría derrotarlo. Pero había un riesgo durante el ataque. De seguro el individuo no quería alargar aún más la pelea ya que le quedaba poco tiempo al jutsu de invocación. El que lograra atacar un instante más rápido que el otro sería el ganador.

¡Ahora! — El enmascarado corrió hacia el Hokage el cual hizo lo mismo, pero cuando sólo unos pocos metros los separaban, Minato lanzó su kunai espacio-tiempo hacia la cabeza del sujeto. El kunai traspasó su piel, como era de esperarse. El enmascarado alzó su mano derecha para agarrar a Minato, éste a su vez había realizado un Rasengan con su mano derecha. En el mismo segundo que el sujeto materializó su cuerpo Minato apareció encima de él he impactó el Rasengan en su espalda. Sí, Minato ganó.

¡Maldición! ¡No vi el momento en que voló hacia el kunai!

— Ese fue mi Hiraishin no Jutsu Nino (Jutsu Volador dios del Trueno), segundo nivel.

El Rasengan de Minato pegó fuertemente en la espalda del sujeto enmascarado, incluso el suelo a su alrededor se destrozó. Sin embargo el condenado no sufrió daños en su piel. ¿De qué coño estaba hecho ese individuo? No importaba. En el momento que el Rasengan impactó su espalda, Minato lo marcó con su sello especial, el que le permitía transportarse.

El desconocido sujeto se levantó y rápidamente saltó para alejarse de Minato. Al final el Rasengan si había logrado causar un daño en él, ya que su brazo estaba totalmente desintegrado. Oh, se dio cuenta del inmenso poder e inteligencia del Yondaime Hokage. No debió subestimarlo. Minato se teletransportó hasta el sujeto enmascarado y lo apuñaleó con el kunai en el estómago. Ni siquiera le dio tiempo de pensar, reaccionar, esquivarse, Minato había sido extremadamente veloz.

¡Haraishin no Jutsu! ¡Seguro me marcó alguna parte del cuerpo! — dedujo finalmente el enmascarado. Pues lo dedujo muy tarde, ya que Minato estaba ahora colocándole un sello de contracción para quitarle el control del Kyûbi. Gracias a ese sello el Zorro de Nueve Colas ya no le pertenecería. Minato clavó su kunai más profundamente, hasta que sintió la sangre del adversario en sus manos. Bien, ya había acabado con la amenaza enmascarada, ahora debía ir a Konoha y rápidamente. El demonio ya no tenía quien le controlara, ahora estaba en el libre albedrío de escoger que hacer y Minato estaba seguro que no desaprovecharía la oportunidad para destruir lo que aún queda en pie de Konoha.

— En serio eres fuerte. Me has sorprendido. — comentó el enmascarado separándose de Minato y montándose en la rama de un árbol cercano. Vaya que tenía resistencia el desgraciado. — Me apuñaleaste, me quitaste el control del Kyûbi, fuiste más rápido que yo… definitivamente te queda bien el puesto de Hokage. Pero algún día volveré y controlaré nuevamente al Kyûbi, y luego al mundo entero. Yo los gobernaré a todos, eso no lo dudes. — dicho esto el enmascarado utilizó nuevamente su jutsu espacio-tiempo logrando así transportarse hasta otro lugar fuera de Konoha y sus alrededores. Esa había sido, hasta ahora, la especie de promesa más macabra que Minato había oído, y algo le decía que ese sujeto tenía palabra.


Mientras tanto en Konoha, las cosas no estaban mejor. La mayoría de los jóvenes había sido trasportado hasta las afueras de Konoha para que permanecieran a salvo. Obviamente no se les permitió pelear ya que, era obvio que no tendrían ninguna oportunidad contra el gran demonio. Y como generación futura de Konoha, no podrían morir aun. La mayoría de los civiles también fueron evacuados de la aldea.

Los shinobi de mayor rango fueron los que se quedaron a batallar contra el Nueve Colas. Gracias a Kami que al demonio no se le había antojado lanzar otra Bijû Dama, de lo contrario todos, tanto los shinobi como la aldea estaban jodidas. Aunque sinceramente la aldea ya estaba lo suficientemente jodida como para lograr ser jodida más. Las técnicas Katon (Elemento: Fuego) provocaron grandes incendios y las Fûton (Elemento: Aire) avivaban aún más el fuego.

— ¡Tenemos que sacar al Kyûbi de la aldea! — comunicó Shikaku Nara a los otros shinobi. Éstos rápidamente infundieron la información a los que no habían escuchado. Ahora el objetivo era sacar a la bestia de Konoha para evitar que éste la siga destruyendo y a su vez, para atacarlo de una mejor manera. Cinco shinobi del clan Aburame arremetieron al mismo tiempo sus insectos contra el rostro demonio, simultáneamente Chôza Akimichi aumentó su masa corporal hasta compararse con la del Zorro demoniaco, pero sin llegar a igualarla. De manera cronometrada varios shinobi del clan Uchiha atacaron alrededor cuerpo del demonio disparándole bocanadas inmensas de ardiente fuego mientras los insectos dejaban su objetivo principal para empezar a atacar en las patas del Zorro. Éste rugió fuertemente y comenzó a lanzar desesperadas patadas debido a los insectos y debido al fuego, eso lo había irritado de sobremanera. No podía creer que unos simples humanos le estuvieran causando tanto dolor, por esa razón el Kyûbi realizó varios sellos manuales. Tal hecho horrorizó a todos los shinobi que batallaban contra él, es decir, ¡No jodan! ¡El Kyûbi va a hacer un jutsu! Corrieron por sus vidas los que llegaron a la conclusión de que no tendrían oportunidad contra el demonio y se quedaron los que tenían complejos suicidas, o mejor dicho, los valientes guerreros que no se dejaron intimidar por la bestia, era lo mismo. Prontamente se arrepintieron.

— Fûton: Ôki Tatsumaki (Tornado Gigante)

El Kyûbi alzó sus gigantescas patas delanteras y las abrió en el aire, a continuación las cerró en un movimiento que fue extremadamente rápido, a pesar del tamaño. Esto desembocó a una gran ola de aire que se le podía comparar con un tifón de magnitud diez. Todos los shinobi fueron aplastados por la presión del aire. Era físicamente imposible evitar esas corrientes de aire, no podían impedir ser lanzados metros y metros por el viento. Los restos de la aldea salieron disparados fuera de ésta junto con algunas personas. El Kyûbi volvió a rugir ferozmente imponiendo su gran poder.

Chôza había sido revolcado afuera de la aldea, pero no se iba a dar por vencido, aun no mostraba su técnica. El mega obeso del clan Akimichi hizo de sí mismo una gigantesca bola humana que comenzó a rodar a altas velocidades en dirección al demonio. El Kyûbi vio venir aquella bola y con sus patas delanteras la detuvo antes de que ésta le impactara, sin embargo Chôza seguía dando vueltas en el mismo lugar mientras que la bestia forcejeaba para impedir que le impactara. Chôza siguió de largo en cuanto el Kyûbi realizó un salto para esquivar el Nikudan Shensha (Bola de Tanque Humano) pero en el momento que aterrizó, una gigantesca serpiente morada oscura apareció en el campo de batalla arremetiendo ferozmente al Zorro de Nueve Colas, mordiéndolo y logrando finalmente sacarlo de la aldea.

— ¡Toma eso Zorro de mierda! — gritó Tsunade Senju la cual acababa de entrar al ruedo junto a su animal de invocación. — Katsuyu.

— Dígame, Tsunade-sama.

— Cura a todos los shinobi mal heridos que estén en los escombros y dales una porción de chakra a los que aún están batallando.

— Entendido Tsunade-sama. — La gigante babosa empezó a dividirse en babosas más pequeñas las cuales empezaron a rebuscar entre los escombros para auxiliar a los heridos. Tsunade bajó del lomo de su babosa y se reunió con los shinobi que ya se habían recuperado de la reciente técnica del demonio.

— ¡Tsunade! Qué bueno que ya están aquí. — comentó Hiruzen Sarutobi colocándose en pie con ayuda de Inoichi Yamanaka.

— Estaba durmiendo plácidamente en mi cama cuando de repente escuche un estruendo, me encontré en el camino al idiota y vimos a ver qué ocurría. — bromeó Tsunade.

— Ya el Kyûbi salió de la aldea, ¿Ahora qué? — inquirió Wasabi Matarashi al observar a lo lejos al demonio, el cual estaba más cabreado que hace momentos.

— Será imposible acabar con el Kyûbi con simples ninjutsu, tenemos que sellarlo. — propuso Shikaku.

— ¿Pero cómo?

— El Yondaime es el único que sabe cómo sellar al Kyûbi en una persona. — Hiruzen observó con recelo la frontera de la aldea en donde se encontraba el demonio. ¿Dónde rayos estaba Minato, será que le había sucedido algo?

— La antigua Jinchûriki era Kushina-san pero si ella no murió, de seguro debe estar muy débil como para volver a contener al Kyûbi en su interior. — comunicó el Nara tomando su barbilla en un acto pensativo. — Quizás ya dio a luz.

— ¿Entonces quién será el nuevo Jinchûriki? — preguntó Hiashi Hyûga.

— El nuevo contenedor del Kyûbi tiene que ser alguien con el chakra especial para aguantar al Biju, de lo contrario esa persona puede morir.

— ¿Cómo coño sabremos quién tiene el maldito chakra para contener al maldito Kyûbi? — preguntó Fugaku Uchiha.

— Solamente las personas del clan Uzumaki nacen con este exótico chakra.

— Oigan, no quisiera interrumpir esta maravillosa velada pero tenemos un poderoso problema con nueve colas haya afuera. — señaló Wasabi apuntando su dedo hacia la nueva batalla que se estaba formando a las afueras de Konoha.

El demonio estaba cabreado, realmente cabreado. Al frente de él se imponía una gigante serpiente que lo igualaba en tamaño y fuerza. Aunque no habia nada más fuerte que el Zorro de Nueve Colas. Nada en la tierra era capaz de derrotar al Kyûbi cuando éste desataba su poder. Konoha iba a desear no haber nacido nunca. La bestia comenzó a realizar otra Bijû Dama. Mierda.

— ¡Manda! ¡No permitas que ese ataque llegue a la aldea! — ordenó Orochimaru mientras pisaba reiteradamente la cabeza de su invocación.

— ¡¿Y que mierda quieres que yo haga?! ¡Que me interponga y me pegue a mí!

— Si eso es necesario, sí. — Una maligna concentración de chakra se sintió al redor de la nueva técnica del Kyûbi. Una poderosa Bijû Dama, incluso más poderosa que la anterior fue dirigida por el demonio hacia la aldea. Ahora sí, todo estaba a punto de terminar. Estaba… Ya que el Yondaime junto a Gamabunta, su animal de invocación, llegaron justo a tiempo para desviar la Bomba Bijû hacia el bosque al igual que con la primera utilizando el jutsu de espacio-tiempo. Ésta sin duda había sido más poderosa que la anterior pero gracias a la velocidad del Hokage pudo ser desviada.

Ahora, ahora debía actuar rápido.

— ¡Orochimaru-sensei, necesito su ayuda! — Orochimaru asintió desde el lomo de Manda y rápidamente se dirigió hasta Minato. El Hokage con toda la concentración que pudo obtener en ese momento utilizó su jutsu de espacio-tiempo para teletransportar al Kyûbi junto a él y Orochimaru hacia el lugar en donde había dejado a Kushina minutos atrás.


Sí, tenía un plan. Un plan un poco descabellado pero podía resultar. Siempre había que arriesgarse y Minato era un hombre decidido y perseverante. Ese plan tenía que salir bien. El Kyûbi junto a los otros dos shinobi aparecieron en un lugar un poco alejado de la aldea. Ahí, en una pequeña cabaña se encontraba Kushina Uzumaki, la mujer del Hokage, junto a sus dos residenciados hijos. Ella debería estar muerta ya que cuando se le extrae el Biju al Jinchûriki, éste muere. Pero las agallas de Kushina, y la característica de longevidad del clan Uzumaki, rompieron esa regla. Ella no podía morir sin siquiera ver a sus hijos, esa era unas de las razones que la ataba al mundo de los mortales. Ahora, en ese preciso momento ella estaba muy débil, sentía que en cualquier momento perdería la conciencia, pero la tranquilizaba estar al lado de sus hermosos gemelos. Parecían dos pequeños querubines abrigados al pecho de su madre, con sus respiraciones calmadas y constantes, con sus ojitos serrados y sus mejillas sonrojadas. Esos dos bebes eran unos rubios angelitos. Tristemente el silencio que por varios minutos había envuelto a la madre y a sus hijos terminó abruptamente con el sonido de los arboles siendo arrancados en el exterior. Kushina en acto reflejo atrajo aún más hacia ella a sus rubios gemelos. Una ruidosa explosión alertó a la pelirroja. Ésta se levantó lenta y cansadamente de la cama donde yacía junto a sus hijos. Verdaderamente no se quería levantar de allí pero tenía un mal presentimiento. Sentía que debía sacar a sus pequeños retoños de ese lugar. Kushina tomó a sus gemelos con cuidado para no despertarlos, éstos dormían muy plácidamente, sacarlos de su dulce sueño podría calificarse como un delito para la pelirroja. Sacó fuerzas de su almacén interno de chakra y finalmente logró abrir la puerta de aquella cabaña para salir de ese lugar con sus hijos en manos, pero... Sorpresa. El Kyûbi y Minato estaban batallando justamente en frente de ella.

Quiso correr pero sus piernas no reaccionaron. Kushina estaba a punto de desfallecer pero Minato no permitió que ésta siquiera tocara el suelo. El Hokage sostuvo a Kushina y la llevó hacia un árbol, donde la recostó. Ella aún tenía a los gemelos en sus brazos, sus piernas podían fallar, pero sus manos nunca los soltarían.

A unos pocos metros, Orochimaru se enfrentaba a la bestia él solo. Demonios, en qué momento se había metido en medio de todo ese lio. Ahora el Bijû más poderoso sobre la faz de la tierra lo estaba atacando con jutsus Katon, ni siquiera sabía que los Bijûs podían hacer transformaciones de naturaleza, aunque no era irrelevante.

— ¡Que pasa idiota! ¡¿Necesitas ayuda?! — Tsunade y Hiruzen se posicionaron al lado del sannin de las serpientes. Aunque Orochimaru no lo quisiera admitir, era un alivio que esos dos hayan aparecido ahí para ayudarlo. Jamás admitiría que le alegraba ver a Tsunade y a Hiruzen, pero así era.

— Que va.

— ¿Dónde está Minato? — preguntó el Sarutobi.

— Fue a buscar a sus hijos.

— ¡QUE! ¡Y PARA QUE LOS FUE A BUSCAR! ¡Acaso Minato se voló!

— No, Minato sellará al Kyûbi en sus dos hijos. — informó el sannin. Las miradas de incredulidad en la rubia y el Sandaime no se hicieron esperar. Luego no tuvieron tiempo de seguir discutiendo ya que el Kyûbi los había atacado con una de sus colas. Esa maldita bestia estaba desatada.

— ¡Entonces tenemos que capturar al Kyûbi! — exclamó Hiruzen luego de haber esquivado el ataque del demonio. Tsunade lanzó su poderoso puño hacia el hocico del Kyûbi, y debido a la monstruosa fuerza de la sannin éste calló estrepitosamente al suelo, destruyendo varios árboles y causando un gran cráter en la superficie. Sin embargo la bestia no sufrió un daño abrumador como lo fuera sufrido una persona normal. Después de todo se trataba del Bijû más poderoso. Repentinamente salieron unas veinte manos de madera rodeando al Kyûbi. Estas eran controladas por el Mokuton (Elemento: Madera) de Orochimaru. El demonio pareció tornarse más histérico al sentir que los brazos de madera le impedían el movimiento. Detestaba que le amarraran, sobre todo odiaba ser encarcelado por técnicas de Madera, eso le hacía recordar a la batalla entre El Primer Hokage y el Líder de clan Uchiha en antiguas épocas. Pero ahora era el sannin quien le ataba con esa madera. El Kyûbi volvió a rugir ensordecedoramente debido al hecho de que le resultaba imposible deshacer el amarre de aquella madera.

— ¡Malditos humanos! ¡Los mataré en cuanto me libere! ¡Malditos sean!

— Mi madera no soportara mucho. — advirtió Orochimaru manteniendo sus manos unidas en el sello de la serpiente para mantener la fuerza de su agarre. El sannin empezó a sudar y sus manos empezaron a temblar levemente. Si Minato no se apuraba el Kyûbi se liberaría del agarre.

— P-pero Minato… son nuestros hijos… ¡No puedes hacerle eso a nuestros hijos! — reclamó Kushina viendo hacia sus dos pequeños con ternura. De sólo pensar que algo les podía suceder sus manos comenzaban a temblar.

— ¡No hay otra forma! Kushina… — intervino el rubio arrodillándose junto a Kushina y tomando sus manos, quedando los bebes en medio de ambos.

— Tienes razón, pero… si algo sale mal.

— Todo saldrá bien. — animó Minato sonriendo. — Puede ser un riesgo sellar un Bijû tan poderoso en el prematuro cuerpo de algunos de nuestros dos hijos, por ello utilizaré el Sello Bloqueador Demoniaco para dividir el alma del Kyûbi y luego sellar esa energía en ambos bebes con el Sello de los Ocho Trigramas que me enseño tu padre. Nada puede salir mal. — ambos permanecieron callados por un momento mientras contemplaban a sus hijos dormir. Se veían realmente hermosos. Parecían dos gotas de aguas, eran idénticos. Y los dos habían heredado los rubios cabellos del padre, este hecho hizo sonreír a Minato.

— ¡MINATO! — se escuchó a lo lejos la voz de Tsunade. Ya era hora del sellado.

— Confío en ti. — Kushina tomó con delicadeza a sus hijos y se los entregó a su padre. Minato asintió a su mujer y rápidamente se dirigió al lugar en donde estaba el Kyûbi apresado. Parecía que en cualquier momento el Kyûbi se zafaría del Mokuton de Orochimaru ya que actuaba desenfrenadamente. Movía las nueve colas intentando deshacer de algún modo el fuerte agarre e la madera alrededor de su cuerpo. Su cometió rindió frutos cuando tres de los brazos de madera se rompieron.

— ¡Apresúrate Minato! — gritó Hiruzen.

— ¡Hai! — Minato le entregó sus gemelos a Tsunade para luego colocarse al frente del Kyûbi. Ambos cruzaron penetrantes miradas de odio. Sus ojos batallaron ferozmente en fracciones de segundos. ¿Cuál de los dos era más poderoso? El Kyûbi, obviamente. Aunque… era Minato quien tenía la situación bajo control. Con rapidez el Hokage realizó un sello manual tras otro. Carnero, serpiente, jabalí, pájaro, perro, rata, carnero, gallo, buey. Ya estaba listo. — ¡Tamashi Fûjin! (Sello Bloqueador Demoniaco) — El Shinigami (Dios de la Muerte) que Minato acababa de convocar apareció delante del Kyûbi. El Shinigami poseía una larga bata blanca, un largo cabello negro y liso y una guadaña en sus manos. Éste básicamente se encargcamente anca, un largo cabello negro y liso y una guadaña en sus manos. rmir. a mala madera. e y a sus hijos rrados y uaba de absorber el alma del enemigo y sellarla en su guadaña sin causar ningún daño al usuario. Sin embargo este Shinigami también tenía la capacidad de dividir el alma de un ser humano o demonio sin absorberla utilizando su guadaña. Éste Fuinjutsu (Técnica de sellado) fue muy utilizado por los integrantes del clan Uzumaki y afortunadamente el padre de Kushina le había enseñado ese secreto y legendario Fuinjutsu.

Sin más tiempo que perder, el Shinigami alzó su guadaña por encima del Kyûbi y en una sola estocada introdujo su mística arma en el cuerpo del Bijû. En si la guadaña no causó ningún daño físico, ni a la bestia ni a la contención de madera de Orochimaru. Sin embargo el alma junto con la energía del Kyûbi quedó dividida. Eso era realmente doloroso para el Zorro de las Nueve Colas, jamás en su larga existencia había sentido un dolor tan jodidamente insoportable. Quizás el hecho de que su alma acababa de ser dividida tenía algo que ver.

— Ahora el Sello de Ocho Trigramas. Voy a sellar el Kyûbi adentro de los gemelos. — avisó Minato uniendo sus manos para invocar un pequeño altar rodeado de velas encendidas. Tsunade colocó suavemente a los dos gemelos dentro del altar.

— ¡El Trono Ceremonial! ¿¡Acaso piensas sellarme nuevamente… en esos mocosos!? — Pocas habían sido las veces en la que el Kyûbi se había visto tan angustiado y desesperado como en ese momento. Cómo podía ser posible que él, siendo El Kyûbi. El Kyûbi. Kyû-bi, Fuera a ser derrotado por un simple humano… otra vez.

— Así es. — concluyó Minato ordenándole al Shinigami extraer finalmente el alma dividida del Kyûbi con la guadaña. En ese momento Orochimaru deshizo los brazos de madera que mantenían a la bestia aprisionada ya que ésta ahora no podía hacer absolutamente nada para defenderse. El Kyûbi se dividió en dos demonios más pequeños. Uno con el pelaje color negro, en el cual se mantenía la energía Yin (Oscura) del Kyûbi. Y el otro con el pelaje anaranjado, en el cual se mantenía la energía Yang (Luminosa) del Kyûbi. — Hakke no Fûin Shiki (Sello de Ocho Trigramas). — El Kyûbi Yin fue sellado en uno de los bebes y el Kyûbi Yang en el otro. Con chakra en la punta de sus dedos, Minato dibujó el sello en el estómago de sus dos hijos para sellar finalmente al Kyûbi en el interior de sus dos hijos.

Instintivamente ambos bebes empezaron a llorar. Su dulce siesta había sido interrumpida por una extraña sensación en su interior. Pero tan sólo eran unos recién nacidos, que podrían saber esas dos criaturas de lo que acababa de suceder a su alrededor…

Cuando el Shinigami se espumó junto con su guadaña, el ambiente se tornó más tranquilo y pacífico. El llanto de ambos bebé no contaba.

— Lo lograste Minato. — expresó Tsunade con una relajada sonrisa. Sí, todo había terminado. Había sido un poco complicado, tedioso y arriesgado pero ahora el Bijû ya no causaría estragos por un buen tiempo.

— Sin su ayuda no lo hubiese podido hacer. Bueno, en realidad si hubiese podido. — comentó Minato colocándose de pie.

— Uy que arrogante. — Tsunade se cruzó de brazos curvando una ceja a su vez.

— Si ustedes no fuesen intervenido yo me hubiese visto obligado a usar el Sello de la Parca. Y en este mismo instante estuviese muerto. — agregó el Hokage tomando en sus brazos a sus hijos para trasladarse hasta Kushina.

— Menos mal que estábamos aquí. — Tsunade siguió a Minato para verificar el estado de Kushina. Hay que agregar que Orochimaru y Hiruzen estaban bien. Gracias a Kami…

Unos metros desde el lugar del sellado, se encontraba la pelirroja recostada en el mismo árbol donde su marido la había dejado minutos atrás.

— Minato… — balbuceó la mujer alzando su rostro.

— Kushina. — Minato se arrodilló en frente de Kushina para mostrarles a sus hijos, los cuales habían dejado de llorar hace minutos.

— Minato… ¿Cómo están los niños?

— Bien, ellos no sufrieron ningún daño. — Al escuchar aquello, Kushina sonrió y lentamente serró sus ojos. A continuación la pelirroja calló desmayada al suelo. Cualquier otra persona habría dicho que Kushina cayó muerta al suelo por que las apariencias daban a entender que estaba muerta. Pero eso no podía ser cierto, Kushina no pudo haber muerto así como así, no más. Minato tenía sus manos ocupadas con ambos bebes así que no pudo hacer nada para comprobar el estado vital de Kushina. Sin embargo su acompañante era nada más y nada menos que Tsunade Senju, la ninja medico más ágil y poderosa del mundo.

— ¡QUÍTATE! — pidió amablemente la sannin empezando a revisar a Kushina. Minato miró angustiado a Tsunade esperando pacientemente un veredicto en el que le dijera que su amada estaría bien y que solamente necesitaba descansar. — Tranquilízate Minato, ella está bien, sólo necesita descansar, igual que todos. Ha perdido mucho chakra y está muy débil pero se recuperará. — dictaminó Tsunade sonriendo. No falta más decir que Minato respiró en paz luego de escuchar esa noticia tan alentadora. De veras pensaba que Kushina había muerto en ese momento. Pero no, y estaba feliz por eso. Lo que Minato menos quería en ese momento era perder a otro ser querido.