"My Forbbiden Love" es un fanfic que empecé a escribir hace poco en inglés. Pero muchas personas me lo estuvieron pidiendo en español, así que aquí se los traigo finalmente :3
Lamento no haberlo traducido antes, como expliqué en "My Forbidden Love" el fanfic es un reto para mí, pues es la primera vez que escribo una historia en inglés y quería demostrarme que puedo (y estoy intentando irme a estudiar al extranjero, así que quería ver si era capaz de hacerlo. Mi autoestima en mi dominio del idioma inglés se elevó mucho al ver que en realidad si puedo escribir en ese idioma, y ahora estoy feliz TTuTT Ya me siento segura de ir a hacer el TOEFL en Noviembre XD (Mas me vale, porque es caro…))
Bueno, aquí les dejo el fanfic, un AU donde Eren es un ángel y Rivaille un demonio.
Disfruten!
Eren suspiró de nuevo. Era probablemente la décima vez que lo hacía en esta última hora, pero en realidad no lo estaba contado. Estaba demasiado ocupado intentando no parpadear para no perderse ni de un solo movimiento que la persona dentro de la burbuja hiciera.
-¿Eren?
La repentina voz de su amiga, Mikasa, le sobresaltó e inmediatamente reventó la burbuja con un movimiento de mano.
-¿Q-qué sucede?- preguntó, incapaz de ocultar el temblor en su voz.
Mikasa lo miró fijamente, parecía molesta, pero preocupada al mismo tiempo.
-¿Qué estabas haciendo?- preguntó, con la misma expresión en el rostro. Ya conocía la respuesta, pero esperaba a que Eren se lo confirmara.
-…- pero él no contestó. Sabía que una vez que abriera la boca, la verdad saldría sin que él pudiese evitarlo. No podía mentir. Era un ángel, después de todo.
-Estaba observando a… eso otra vez, ¿cierto?- le acusó Mikasa, cruzando los brazos.
-Es él, no eso.
-Así que lo admites.
-Sabes perfectamente que no podría mentir aunque quisiera.
Mikasa frunció el ceño.
-¿Por qué?- susurró, adolorida -¿Por qué haces esto? ¡¿Por qué te haces esto a ti mismo?! ¡¿Te odias a ti, a tu especie?!
-¡N-no!
-¡Entonces dime porque pasas todo el día mirando… esa… esa… COSA por la burbuja!
-Su nombre es Rivaille.
-¡No podría importarme menos su nombre! ¡Es un demonio!
Eren desvió la mirada de Mikasa, igual que un niño pequeño siendo reprimido por la misma cosa una y otra vez.
-La burbuja fue hecha para que nosotros vigilemos la tierra. Para proteger a los humanos y cumplir sus deseos. Tiene el poder de enseñarte lo que está sucediendo en este mismo instante en cualquier parte del mundo… Y pensar que tú la usarías para acosar al príncipe del Infierno…
Eren soltó otro suspiro. Uno impotente y triste.
Mikasa se mantuvo en silencio por unos segundos y después se sentó a su lado, su voz sonaba comprensible, casi maternal.
-Sólo hago esto por tu bien- le dijo, pero Eren continuó con la mirada hacia otro lado, a cualquier punto en aquella grande y blanca habitación en lugar de los ojos obscuros de Mikasa. Cualquier cosa era mejor que los ojos de alguien que te acusa de hacer algo malo. Especialmente cuando sabes que tienen razón –Es incluso más fácil enamorarse de un humano… pero… ¿un demonio? ¿Por qué?
-…No lo entenderías…- susurró, sentado en aquél cómodo sofá blanco, abrazando sus piernas. Intentaba ocultar su rostro con sus alas, moviendo la izquierda justo en medio de ambos, para evitar que Mikasa le acusara con la mirada, pero eso no evito que le acusara con la voz.
-Tienes razón. No entiendo. No entiendo tu urgencia por pecar y caer en la depravación.
Mikasa se puso de pie y se fue tras decir aquello. Eren sabía que estaba molesta. Los ángeles eran tan estrictos con sus leyes y todo eso. No es que quisiera ser un rebelde ni nada por el estilo, y no tenía ninguna "urgencia por pecar y caer en la depravación" como ella había dicho.
Eren, tras saber que se encontraba a solas de nuevo, creó otra burbuja justo frente a él. Dentro de ella, la imagen de su amor apareció de nuevo. Su piel blanca, su cabello azabache y esos ojos obscuros que tenía… Siempre se veía aburrido y molesto.
Y Eren sabía que, incluso si parecía ser imponente, grande y fuerte, en realidad no era tan alto (era unos 10 centímetros más bajo que él).
El demonio dentro de la burbuja le miró. Eren sabía que Rivaille era incapaz de verlo, pero quizás su fuerza le hacía posible sentir el poder de la burbuja. Incluso sabiendo eso, Eren no pudo evitar sonrojarse cuando los ojos de Rivaille le miraron fijamente.
-¿Escucharás mis rezos, mi lindo angelito?- Rivaille preguntó con ironía and después sonrió justo antes de mover la mano y hacer que la burbuja frente a Eren explotara.
Eren continuó mirando el lugar donde la burbuja había estado. Sonrió, feliz.
-Lo que sea por ti- susurró.
.
.
.
Erem se echó un último vistazo en el gran espejo con marco de oro. Peinó sus cabellos con sólo sus dedos e intentó quitarle las arrugas a sus prendas.
-Eren- la suave voz de Armin le atrajo su atención, él llevaba puesto las mismas ropas blancas y que asemejaban a un vestido, y le miraba con aquellos grandes ojos azules. A pesar de llevar siendo amigos cientos de años, Armin continuaba siendo tímido con él y con todo el mundo. El rubio miró al suelo, avergonzado y abrazando unos pergaminos a su pecho –E-es hora de irnos…- susurró.
Eren le son rió y comenzó a caminar a su lado.
-¿Nervioso?- preguntó Eren.
-¿S-se nota?
-Estás temblando.
-No puedo evitarlo… E-es la primera vez que voy al Puente.
-No es la gran cosa, ¿sabes? Sólo tienes que quedarte ahí parado y después darles los nuevos acuerdos.
-¡¿T-t-tengo que darles los pergaminos directamente?!- gritó.
-¡Por supuesto!
-¡N-nadie me dijo esa parte!
-¡Oh, vamos! ¡No es tan difícil! ¡Sólo dales los pergaminos y listo!
-¡Tú lo haces sonar tan fácil! ¡¿Y qué si me c-comen?!
-No lo harán. Están en el Puente, no pueden lastimar ángeles en el Puente.
-¡Son demonios! ¡A los demonios no les importan los acuerdos! ¡Lo único que quieren es matarnos!- Armin comenzó a llorar -¡Oh Dios, Oh Dios! ¡Lo sabía! ¡Sabía que no debí haber venido! ¡Me verán débil y me comerán! ¡No soy delicioso! ¡Juro que no lo soy!
-Dios mío, cálmate. Vamos a ir con los arcángeles, no van a lastimarnos mientras ellos estén ahí con nosotros. He ido cientos de veces y nada nunca me ha pasado.
Armin se mordió el labio inferior.
-¿Q-quiénes serán?
-Deberían ser los mismos de siempre. Hay dos Duques, un Conde… El… Príncipe…- el rostro de Rivaille apareció en su cabeza y batalló contra la sangre que comenzaba a subirle a las mejillas.
-¿Es el… Príncipe tan temeroso?- preguntó Armin, comenzando a temblar de nuevo. Sus manos temblaban tanto que casi tira los pergaminos.
-Él… Lo es, de hecho… Pero no te sientas tan intimidado por él…- Eren sonrió, divertido –Huele el miedo.
-¡¿H-HACE QUÉ?!
-Sólo bromeo, Armin- rió sonoramente Eren –¡Dios, más te vale no desmayarte en la reunión o nos harás ver débiles frente a los demonios!
-L-lo siento…
-Eren, Armin, ¿porqué tardaron tanto?- Mikasas estaba en la puerta principal, esperándolos. Detrás de ella estaban tres majestuosos ángeles, tenían los cabellos más brillantes que el sol y ojos más claros que el cielo, todos vestían túnicas blancas y sus rostros estaban ocultos bajo la capucha.
-Armin. No vayas a tirar los acuerdos- dijo una mujer.
-S-sí, mamá…
-Si no puedes evitar que tu voz tiemble, mejor no hables.
-…Si, mamá…- Armin bajó la cabeza, viendo al piso.
Eren le miró. Los padres de Armin eran muy duros con él. Si, bueno, tal vez era el hijo de dos arcángeles, así que todos esperaban grandes cosas de Armin, y él realmente no era el ángel más fuerte o valiente de todos, pero era listo. Era muy listo, y a Eren le molestaba que sus padres no vieran eso.
Armin caminó al lado de su madre; y Eren pudo escuchar como ella le decía que caminara derecho y con la cabeza arriba.
-Eren, ten cuidado- le dijo Mikasa.
-Lo sé, lo sé. No es la primera vez que voy al Puente, deja de actuar como mi madre, maldición.
-No digas "maldición", y no puedo evitar preocuparme, vas a ver a… esa cosa…
-¿Puedes dejar de referirte a él como si fuera alguna clase de bestia?
-Eso ES una bestia.
-ÉL no lo es. Y estoy algo apurado, adiós- intentó huir, pero Mikasa le detuvo tomando su brazo. Eren gruñó -¿Ahora qué?
-No hagas nada estúpido. Por favor.
Eren quitó el brazo, sin responder, y fue al lado de los tres arcángeles y Armin.
Abrieron las alas y comenzaron a volar juntos.
Su viaje al Puente había comenzado.
Sería capaz de ver a Rivaille de nuevo, después de tanto tiempo…
.
.
.
El Puente no era exactamente un "puente". Era más bien un pequeño y desértico pueblo. Pero era llamado "Puente" porque se encontraba en el centro entre el territorio del Cielo y del Infierno, un lugar donde habitantes de ambos lugares podían reunirse.
Estaba completamente rodeado de árboles tan altos que necesitarías una máscara de oxígeno para llegar hasta arriba. Tan altos que ni siquiera eran capaces de volar sobre ellos, y tenían que caminar hasta el Puente.
Cuando llegaron al lugar de encuentro, los demonios ya estaban ahí. Se veían aburridos como siempre, dos de ellos estaban sentados en el suelo, sin hablar, simplemente parecían cansados, al borde del sueño. Un tercero con el cabello rojo como la sangre estaba ocupada arrojándole piedras a los pájaros en los árboles. Detrás de ellos, recargado contra una pared y con los brazos cruzados, estaba Rivaille.
El Príncipe suspiró al notar la presencia de los ángeles.
-Están aquí- susurró con pesar.
Los dos del suelo se pusieron de pie y el que arrojaba piedras dejó de hacerlo y todos miraron a los recién llegados, vestidos de blanco, caminando hacia ellos.
-Llegan algo tarde, ¿no?- dijo el de cabellos rojizos, pero ninguno de los ángeles respondió.
-Terminemos con esto- dijo Rivaille y caminó hacia ellos.
-Armin. Los acuerdos- le ordenó su madre, y Armin, aún abrazando los pergaminos, caminó hacia delante y le dio uno al príncipe.
Armin no pudo evitar levantar la mirada para ver su rostro mejor. Era la primera vez que veía a un demonio tan de cerca, estaba mudo e intentaba no temblar o desmayarse. Al encontrarse con los ojos azules de Armin, los obscuros de Rivaille se volvieron rojos y sus pupilas asemejaron a los de un gato; sonrió al notar que Armin comenzaba a temblar.
-¿Eres nuevo?- preguntó Rivaille con voz grave, pero Armin estaba demasiado asustado como para contestar, así que simplemente se movió hacia los otros tres, para terminar rápido con esto.
Cuando le entregó el último pergamino al demonio de cabello rojo, éste detuvo a Armin, tomándole del brazo, cuando le vio la intención de marcharse.
-Miren, tenemos a una gallina aquí- rió el hombre, divertido –Estás asustad, ¿cierto? No dejas de temblar, es imposible no notarlo.
-Déjalo ir, Aragos- le ordenó Eren, y el demonio le sonrió antes de soltar su agarre y dejar a Armin libre.
-Lo que tú digas, lindura- rió Aragos.
Armin corrió al lado de Eren, demasiado asustado como para hablar, podía sentir sus piernas temblando, a punto de fallarle.
-Discutamos esto mañana en la mañana, como siempre- dijo Rivaille, dándole un vistazo al pergamino en su mano.
-Como deseen- respondió la madre de Armin.
Sin una palabra o señal de despedida alguna, los demonios les dieron la espalda y comenzaron a caminar hacia una de las casas, donde se suponía que descansarían el resto del día y la noche hasta mañana.
-Nosotros también debemos irnos- dijo uno de los arcángeles y todos se dirigieron a su respectiva casa.
.
.
.
Eren estaba sentado en la cama, sólo viendo hacia el reloj que decoraba la pared.
-Sólo un poco más…- susurró para sí mismo.
-¡Eres tan-!- podía escuchar a la madre de Armin gritándole en la otra habitación. Intentó no escuchar, pero la mujer era demasiado ruidosa -¡¿Cómo pudiste verte tan débil frente a ellos?! ¡Sabía que no debí de haberte dejado venir! ¡Le dije a tu padre que aún no estabas listo! ¡Por el amor del cielo! ¡Nos humillaste!
Eren frunció el ceño. No era de su incumbencia, lo sabía, pero esa mujer comenzaba a pasarse de la raya…
De repente, la puerta de su habitación se abrió, y Armin entró, llorando. Cerró la puerta tras de sí y se sentó en su propia cama, al otro lado de la habitación.
Eren le miró, preocupado.
-Armin… ¿estás bien?- preguntó.
-…Si… Ella es siempre así… Lamento que escucharas eso…
-No, está bien… Intenté no escuchar, pero… hombre, esa mujer es tan ruidosa.
-…¿Sabes?...- susurró Armin, mirando a sus pies descalzos –A veces…. Desearía ser humano…
-¿Humano?
-Si… Así podría huir de todo… Huir de casa. De mi madre y de mi padre. De mis hermanos menores perfectos. De mis responsabilidades. Podría ser lo que yo quiera… Los humanos son tan suertudos…
Eren le miró fijamente.
-…Tienes razón- admitió –Estoy tan celoso…
El moreno se levantó de su cama repentinamente de un salto.
-Bueno, pero no podemos hacer nada sobre eso… Así que no vale la pena pensarlo mucho. Anímate. La primera vez que vine casi me orino- confesó, y después le susurró a su amigo –Mi papá me contó que la primera vez que tu madre vino, lloró.
-¡¿E-enserio?!
-Enserio. Así que no te preocupes- Eren se estiró, y sus alas hicieron lo mismo, después soltó un gran suspiro –Bueno. Me voy.
-¡¿Q-qué?! ¡¿A-a dónde vas?!- preguntó el rubio, preocupado –¡No tenemos permitido salir de la casa! ¡¿Y si algo te pasara?!
-No te preocupes, he venido durante años, no hay nada que temer.
-¡Si lo hay! ¡Hay demonios probablemente discutiendo los acuerdos que les dimos hace casi una hora en la casa de enfrente! ¡¿Y-y si no están de acuerdo e intentan tomarte como rehén para que hagamos todo lo que dicen?!
-Entonces no lo hagan. Eso ya lo sabemos. Cálmate, estaré bien. Sólo quiero salir un rato.
-¡¿Eren?! ¡Espera! ¡Eren!- pero Armin no pudo detener a su amigo de salir volando por la ventana y correr hacia el bosque.
.
.
.
Eren finalmente dejó de correr, respirando agitadamente. Estaba cansado. Que mal que no pudiera usar sus alas dentro del bosque, habría sido más rápido.
Llegas tarde. ¿Cuánto querías hacerme esperar?- preguntó Rivaille, recargado contra un árbol frente a él.
Eren sonrió.
-Pudiste haberte ido.
-¿Es un nuevo método de seducción? ¿"Darte a desear"?
-Tal vez lo sea.
Rivaille sonrió. Tomó a Eren de la cintura y lo acercó a él, sintiendo la mano de Eren sobre su pecho.
.No es así como deberías de saludarme- dijo Rivaille en su habitual tono profundo, y le robó un beso al joven ángel.
-Lo sé- susurró el castaño y acarició el rostro de Rivaille con las puntas de los dedos, sintiendo cada centímetro de su piel fría –Hola, mi amor- saludó y le dio otro beso al mayor en los labios.
Esa era la razón por la que siempre esperaba ansioso eso días en el Puente. Porque era el único momento en el que podía encontrarse con su amor prohibido.
Bueno, espero poder subir la traducción del capítulo dos pronto. El fic original apenas va en el 2, y actualizo cada Jueves (o eso intento...)
Este va a ser un fic cortito, para no quitarme tiempo de "Está en los Genes", serán unos 3 o máximo 5 capítulos :3
Bye!
Review, plis? :')
