¡Hola! ¿Qué tal queridos lectores? Aquí les traigo mi primer crossover :D Uní las historia de Percy Jackson y Sailor moon XD dejando un verdadero "desmadre". Tal como me dijo una gran amiga a quien le comenté la idea antes de publicarla jajajajaja.
Esta historia parte con el final de la saga "héroes del Olimpo" y después de los "crossovers oficiales" del mundo Egipto y Griego. Y, por parte de sailor moon, comienza cuando Usagi ya es nombrada sailor cosmos (siguiendo un poco la idea del manga, que la última fase de sailor moon es sailor cosmos.)
Espero que les guste y que les resulte muy entretenida de leer :D
PD: La historia, por motivos de comodidad, posee mi estilo de escritura. Si son fans de Percy Jackson, por favor perdónenme por no escribir del mismo modo que el gran Rick Riordan.
Capítulo 1: "Caen rayos láseres del cielo… Y personas."
Luego de hacer las paces con los Romanos, derrotar a Gea y abrir relaciones con los Egipto, Percy al fin podía tener un momento de paz junto a Annabeth.
Ambos decidieron alejarse un poco del campamento. Ya que, tras la batalla, los campistas más jóvenes no dejaban de seguir y pedir autógrafos a "los héroes que volvieron del tártaro".
Según Will, los miembros de la cabaña de Apolo, ya estaban componiendo canciones y escribiendo Haikus sobre "la gran Azaña". Percy no podía evitar sonreír al imaginar los pésimos Haikus al más puro estilo de su padre.
- Creo que ya estamos suficientemente lejos, sesos de alga. -Dijo Annabeth con la dulzura de siempre. - ¿De qué te ríes?
Percy miró a su alrededor. Annabeth, como siempre, tenía razón. Ya estaban suficientemente adentrados en el espeso bosque que rodea al campamento.
- De nuestros Haikus. -Le respondió el pelinegro, mientras se estiraba y le sonreía alegre.
La rubia rodó sus ojos, rio y miró hacia adelante con nostalgia. Percy la siguió con la mirada. Desde aquella altura se podía ver el campamento en todo su esplendor. Literalmente.
El campamento se veía mucho más brillante gracias a la magia de la Atenea Partenos que los romanos habían "tomado por error" hace siglos atrás.
- Oye, listilla. -Dijo Percy levemente sonrojado.
Annabeth lo miró detenidamente y arqueó una ceja. Percy Jackson, ¿avergonzado?
- ¿Si…? -Dijo la joven.
- Pues… Ya sabes, por todo lo que pasó con Gea, la locura temporal de los dioses… Sobre todo, por la locura de la supuesta diosa más cuerda de todas…
De la nada, uno búhos comenzaron a ulular con fuerza. Y casi con tono de advertencia.
- Ok, ya entendí. -Murmuró Percy.
- Tienes suerte que te advierta, sesos de alga. -Dijo Annabeth con calma. -Ni Medusa ni Aracne contaron con esa posibilidad… -La chica de ojos tormentosos quedó pensativa. -Bueno, a Aracne le dio algunas salidas, pero no las tomó.
- Creo que le simpatizo. -Se jactó Percy.
Lo búhos ulularon con mucha más fuerza y con un tono casi de hastío. Lo cual hizo reír mucho más al joven de ojos verde mar.
- No la tientes, Percy. No quiero a un novio con cuerpo de araña o con cara de reptil. -Dijo Annabeth entre risas.
Percy miró a Annabeth con dulzura. Amaba verla sonreí con tanta alegría. Amaba como su larga cabellera rubia bailaba con el suave viento. Amaba como el sol mañanero iluminaba su rostro. Amaba el efecto que le daba a su cuerpo los rayos de luz y la sombra de los enormes arboles del bosque… Bueno, la amaba a ella.
El cielo, de pronto comenzó a emitir unos hermosos brillos fosforescentes rojizos, dorados, verdes y blancos.
Ambos jóvenes se pusieron en posición de ataque instantáneamente. A pesar que el espectáculo era hermoso, sabían, por experiencia, que las cosas que brillan a los alrededores del campamento no son buenas.
Annabeth sacó la daga que le regaló Sadie Kane. Bueno, en teoría era un báculo Egipto que se transformó en daga a penas la hija de Atenea la tomó. Percy, por su parte, sacó su bolígrafo. Le quitó la tapa y una reluciente espada de medio metro apareció al instante.
Annabeth vio que los campistas comenzaban a reunirse en armas ante un inminente ataque.
Los brillos fosforescentes aumentaban cada vez más, emitiendo un ruido similar a…
- ¿Son rayos láseres? -Dijo Percy con asombro. - Cool… Suenan como las pistolas que utilizan los clones en Star wars.
- ¿Cool? ¡¿Cool?! -Le gritó Annabeth, fulminándolo con la mirada. -Por los dioses, Percy.
Ambos comenzaron a correr hacia el campamento a toda velocidad.
- Bueno, no… Pero… -Dijo el joven mirando al cielo. -Bien listilla, ¿qué monstruo griego, romano o Egipto ataca con rayo láser desde el cielo?
La joven pensó un momento sin bajar el ritmo.
- Jamás había visto o leído sobre algo así. -Dijo negando con la cabeza.
Los jóvenes estaban a sólo unos metros del árbol de Thalia cuando las luces se apagaron repentinamente y el cielo volvió a la normalidad. Como si nada hubiese ocurrido. Percy y Annabeth pararon y miraron al cielo con recelo.
A paso más lento entraron al campamento. El lugar era una confusión. Los semidioses no sabían si dispersarse o esperar un ataque.
- ¿Piper? -Dijo Percy al ver a la líder de la cabaña de Afrodita cerca de la casa grande junto a Quirón. - ¿Qué fue eso?
- No lo sabemos. -Confesó. -Yo estaba hablando con Quirón cuando escuchamos los gritos de los campistas sobre un ataque aéreo… Pero, a penas salimos, las luces comenzaron a apagarse.
- ¿Hay alguien herido? -Preguntó Annabeth con preocupación.
- No. No hubo ningún ataque. -Dijo el centauro con recelo. -Sólo las luces y el ruido. De todas formas, les diré a los demás campistas que no bajen la guardia. Esto pudo ser un distractor.
- Bueno, al menos fue una falsa alarma. Está todo bien. -Annabeth lo miró furiosa y Percy se tapó la boca.
Esas palabras, esas simples palabras estaban prohibidas en el vocabulario de un semidiós.
Desde el cielo, algo cayó hacia el suelo. A apenas unos centímetros de donde se encontraban Quirón, Piper, Percy y Annabeth. La fuerza del impacto case bota a los tres semidioses.
- ¡¿Qué rayos fue eso?! -Gritó Percy tensando sus músculos.
En el lugar donde solía haber unas viñas plantadas por el señor D. había ahora un humeante agujero.
Quirón se acercó lentamente al lugar, seguido muy de cerca de Annabeth, Percy y Piper. Los demás semidioses del campamento se comenzaron a reunir a su alrededor, al igual que un furioso señor D.
El rostro de Quirón se desfiguró.
- ¡Es una chica! -Gritó Percy, quién instantáneamente entró al agujero a socorrerla.
Will corrió al lugar junto a Nico y otros tres campistas hijos de Apolo.
- ¿Cómo está? -Preguntó el centauro con preocupación.
- ¡Está viva! ¡Hay que llevarla a la enfermería ahora! -Respondió Will.
Tan rápido como habían entrado, salieron con una chica entre los brazos. Annabeth la miró asombrada. Detrás de la sangre que la rodeaba y los profundos cortes que demostraban que la joven estuvo luchando, había una chica hermosa. Sumamente hermosa.
Su cabello era largo y dorado, horriblemente peinado con un estilo que la hacía parecer un conejo. Su piel era pálida, pero la joven de ojos tormentosos no estaba segura si era por la pérdida de sangre o no. Llevaba puesta una camiseta blanca bajo un vestido rosa. El atuendo debió ser bastante lindo, sin embargo, estaba hecho girones y manchado con lodo, fertilizante y sangre.
- ¡Mis viñas! ¡Mis hermosas y jóvenes uvas que no tuvieron oportunidad de transformarse en vino o jugo! -Gritó el señor D. con dolor y furia. -Cuando esa mocosa despierte deberá pagar por este grandísimo daño. ¡Nadie destruye mis uvas y queda impune!
Piper rodó sus ojos exasperada. Por otro lado, ya estaba acostumbrada a esa gran muestra de claras prioridades por parte de los dioses. Obvio, una estúpida viña era más importante que el hecho que una chica cayera del cielo.
- Tal vez la transforme en un delfín por unos días… -Continuó el señor D. con tono pensativo. - Sí, eso no estaría nada mal.
- ¿Cómo puede estar viva? -Preguntó Annabeth luego de salir de su asombro. – La vimos caer, fue una gran caída ¿Quién es? ¿Qué es? -Dijo furiosa por la falta de respuestas de cada una de sus preguntas.
El señor D. fue enumerando cada pregunta de Annabeth.
- Primero, no estará viva por mucho si resulta que su espectacular llegada al campamento, la cual muchos semidioses deberían imitar para mi entretención, dejó infértil la tierra donde planto mis uvas. -Dijo el señor D. – Segundo, si fue una gran caída la pobre quedará, a lo menos, tullida como Hefestos. Lástima, se veía una chica linda. Tercero, no sé quién será, no me parece conocida. Dudo olvidar a algún dios u otra criatura que llegue a mis fiestas con tal estilo. Y por ese mismo motivo descarto que sea un ser inmortal. Por lo que, lo más probable es que sea como ustedes. Una semidiosa ¿Alguna otra pregunta, señorita? -Quedó un segundo esperando. -Bien, entonces me largo. Necesito un trago de Diet Soda y pensar una venganza que no moleste a algún dios.
El dios del vino se largó, dejando a Annabeth, Piper y Quirón a solas.
La chica de ojos tormentosos quedó un largo rato contemplando el agujero que dejó la chica tras su llegada.
- Iré por algunas ropas y comida para ella. Querrá darse un baño y comer algo cuando despierte. -Piper vio el agujero con tristeza. -Debió ser un día muy duro para esa pobre chica.
La joven se alejó. Al igual que la mayoría de los semidioses.
- Iré a la enfermería a ver su estado. -Dijo Quirón. -Sea quien sea, lo sabremos cuando despierte. – El centauro revolvió el cabello de Annabeth.
Quirón se fue galopando hacia la enfermería. Parecía preocupado. Él, al igual que Annabeth, sospechaba que aquella chica caída del cielo no era una semidiosa cualquiera.
La joven de ojos tormentosos fue la última en alejarse del humeante cráter. Decidió, al igual que Quirón, ir a la enfermería.
