N/a: Bueno eh regresado con otro mini fic jajaja, aunque no lo crean eh visto muchas cosas y eh leído muchas cosas jajaja pero siempre termino traumada con mi anime de la infancia awww y sobretodo mi pareja imposible jajaja aww en realidad soy perezosa para inventarme personajes así que por eso amo los fanfics, por lo que solo se toman prestados jejeje.

Resulta que al estar releyendo el manga de shaman King flowers jeje decidí tomar de nuevo a Tamao en esta loca faceta de su vida, así que si creen que se sale de su carácter sugiero vean esa parte del manga (obviamente hay muchas cosas que cambio). Gracias por leerme de antemano. Serán 5 capitulos. (este siempre es un universo alterno)


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Justo en los momentos de soledad es cuando pudo recordar todo…


La primera vez.

Capítulo I


La primera vez que se encontró con ella, estaba caminando en la noche por los limites de la ciudad de Tokio, cerca de Saitama. Había bebido hasta hartarse y sabía que caminaba con dificultad, solo deseaba olvidar por un momento el asco en que su vida se había convertido.

Al pasar por una zona casi abandonada, pudo ver una casa enorme muy tradicional por lo que paró en la entrada principal y pudo verla en ese momento de pie, dando órdenes a diestra y siniestra a un grupo de tres mujeres más jóvenes que ella. La mujer colocaba la mano en su cadera delineando su pequeña cintura mientras portaba pantalones de mezclilla color azul y una camisa blanca holgada.

Solo podía apreciarla de espaldas, pudo notar su cabello tomado en un moño, una extraña sensación de querer estudiarla de cerca que obviamente se lo atribuyó al alcohol y su abstinencia.

"- Señorita… - dijo una de aquellas mujeres señalándole con temor cuando se dieron cuenta de su presencia, mientras la susodicha giraba hacia él."

Aun ahora se preguntaba su primera reacción al ver como aquella esbelta mujer giraba moviendo los mechones de su cabello desordenado y le miraba con unos ojos serenos y fríos haciéndole contener el aliento, por un segundo sintió su garganta seca al recordar un rostro en particular, uno que lo venía atormentando desde hace dos años. Su expresión era similar. Casi preciosa y angelical.

"- Jeanne – llamó tambaleándose."

Sabía que estaba ebrio, pero aun podía recordar aquella ocasión, su cabeza daba vueltas, pero observó como aquella mujer se acercaba con los brazos cruzados y le miraba con una calma muy fría.

"- Me temo que se ha equivocado – se reclinó para mirarlo con curiosidad. – ha estado bebiendo…"

Al notarla tan cerca su lucidez volvió, no era para nada como Jeanne. Todo era producto de su imaginación como siempre.

"- Pensé que no eras muy lista – ironizó causando los gemidos de las otras jóvenes tras la mujer, como si fuese inconcebible que alguien le hablase así."

"- ¿por qué no habría de serlo?… - murmuró mirándole con gesto sombrío con más atención."

él sonrió con cierta maldad. La mujer podía mostrarse aterradora, pero sabía el efecto que tenía en ellas.

"- Por lo general las mujeres hermosas son unas idiotas – soltó causándolo un leve rubor en las mejillas."

No puedo evitar reír. Su pequeña coquetería había hecho efecto aun insultándole. La idea que la mujer fuese una tonta de pronto le agradó. No tendría que tomarla enserio.

"- Este lugar no es para merodear por la noche – murmuró mirándole nuevamente."

"¿Te gusta lo que ves? – sonrió al estudiar aquella piel cremosa y sus labios rosas que le miraban con cierta admiración cuando pudo deducirlo."

Incomoda aquella mujer se alejó dando un paso hacia atrás tratando de mostrarse frívola.

"- Si está perdido… podremos brindarle un par de servicios… - comenzó con tono impersonal."

"- Ah… - murmuró – una casa de prostitutas… - la miró de arriba abajo – si ese es el caso pagaré por ti."

Pudo ver como las otras mujeres se horrorizaron al oírlo y como aquella mujer frente a él luego de salir de shock acercaba su puño a él haciendo que todo se volviese oscuro de repente.


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La primera vez que despertó en aquel sitio fue recibido por aquella misma mujer quien le había observado con desconfianza y enfado.

Su garganta estaba seca y tenía la peor jaqueca que podía recordar. Permaneció quieto mientras la mujer limpiaba su nariz.

"- Si no hubiese tomado licor ni siquiera me hubieses tocado – exclamó retándola. De cierta forma indignado de que una simple mujer pudo dejarlo inconsciente."

No sabía porque la provocaba, la mujer parecía estarle ayudando ahora, pero de pronto la situación le pareció divertida. Ni si quiera un hombre había podido golpearlo jamás y por supuesto Jeanne había sido una joven educada que no se hubiese atrevido a levantar una mano a él.

"- Me llamaste una…. una – le miró furiosa notando como sus ojos parecían brillar de una ira interna."

"- Puta – sonrió con malicia haciendo que aquella mujer presionase con fuerza la gasa con la que curaba el golpe en su nariz - ¡Esta bien! – exclamó alejándose – solo que es difícil no pensar eso cuando ves quienes lo habitan – soltó con todo el veneno que pudo."

De pronto sintió como era tomado del cuello de su camisa blanca con fuerza, acercándola al rostro de aquella mujer. No pudo negarlo, la mujer era preciosa, aunque tosca.

"- Nunca eh estado en la cama con una mujer tan ruda, quien sabe creo que podemos intentarlo."

Lo había dicho con tanta arrogancia causando el rubor en la cara de aquella mujer quien lo soltó alejándose y poniéndose de pie furiosa.

"- No actúas muy sofisticada que digamos – le estudió de arriba abajo notando por primera vez un kimono floral que cubría delicadamente su cuerpo – solo es una fachada ¿no es así?"

Notó que la estaba enfureciendo aún más, pero hacía mucho tiempo que no se divertía tanto acosta de otro ser humano.

"- Este es una honorable casa de aguas termales – exclamó con frialdad – te cobraré el triple, este día – soltó cruzándose de brazos – sino eres capaz de pagar llamaré a la policía."

No puedo evitar reír ante aquella amenaza por lo que echó un vistazo a aquella habitación. Espaciosa, con buena iluminación y todo decorado de manera tradicional japonesa.

"- Es una posada…. – exclamó llevando las manos atrás de su cabeza – me quedaré."

"- Quiero ver que lo intentes – soltó tratando de retarlo con el mismo tono de su voz. - no creo que pueda pagar tu estancia."

Él no pudo evitar reír de forma estrepitosa, sorprendiéndose a sí mismo de cuando había sido la última vez que había reído así.

"- Solo eres un hombre sin suerte – notó la mirada fría de aquella mujer al estudiar sus ropas sucias y desordenadas, él nunca se había visto de esa forma, parecía normal que aquella mujer sacase sus propias conclusiones por lo que decidió seguir el juego. De pronto era agradable ver que no se le trataba distinto."

"- Puedo trabajar para pagarlo – exclamó tras una pausa."

"- No – soltó aquella mujer de porte elegante."

"- Mi nombre es Ren – exclamó no prestando atención a su negativa y notando como ella le analizaba con atención."

"- ¿Qué estabas haciendo ayer tan tarde por esta zona? – preguntó sin rodeos al colocarse de rodillas nuevamente y tomar el pequeño botiquín improvisado."

"- Tú nombre – exigió."

"- Yo estoy haciendo caridad – le desafió – responde."

Ren la estudió y debió admitir que a pesar de todo aquella mujer le estaba curando sin exigir algo a cambio sin mencionar que había ordenado que una de aquellas mujeres subiese su desayuno temprano por la mañana.

Era comida típica de aquella zona y casera. Hacía mucho tiempo no probaba algo similar.

"- ¿Quién cocina? – preguntó tratando de evadir el interrogatorio de la mujer."

"- Yo – murmuró haciendo una mezcla de ungüentos sin levantar su mirada."

"- Increíble – exclamó con cierto sarcasmo causando que aquellos ojos volviesen a brillar al mirarlo – no me lo imagino de una mujer tan tosca."

"- No puedes quedarte – soltó queriéndose poner de pie."

"- Solo estaba divirtiéndome ayer por la noche y me perdí… - murmuró al tomarla rápidamente de un brazo deteniéndola, se enfureció internamente al tener que darle explicaciones a esa mujer – déjame quedarme por cinco días, luego te pagaré."

"- ¿Por qué debería creerte? - sabiendo que la había asustado con su agarre la dejó ir"

"- Te pagaré el triple por cada día."

"- Eres solo un estafador – soltó sin medir su lengua."

Ren rió por lo bajo. Nadie le había mirado de esa forma nunca por lo que pensó que todo sería divertido hasta el quinto día cuando podría callar a aquella mujer insolente.

Permaneció en silencio justo cuando ella colocaba un poco de ungüento en su tabique nasal.

"- ¿Se acabó el interrogatorio? – preguntó claramente sorprendido por aquella actitud tranquila en esa mujer."

"- No creo que de verdad pagues por tu estancia… así que deberás trabajar por cada día – ordenó."

Parpadeó con sorpresa. En realidad, nunca había trabajado para pagar algo en su vida, por lo que permaneció callado por un momento. No podía decir tal cosa ya que ello atraería más preguntas.

Sin embargo, no era un idiota y su posición le hacía bueno con muchas cosas.

"- Soy bueno con los números – soltó de pronto casi inseguro causando que aclarase su garganta tratando de recuperar su porte."

Ella pareció claramente sorprendida y le miró con desconfianza.

"- ¿No me crees? – alzó una ceja y se acercó a ella con clara intención de incomodarla. Lo logró al ver como ella cerraba el botiquín con fuerza causándole gracia - ¿puedo preguntar el nombre de mi jefe?"

"- ¿Cómo sabes que soy la jefe?"

"- Eso es obvio – soltó mirando sus ojos directamente haciéndola desviar su mirada."

"- T-Tamao… Tamamura… - respondió casi tímidamente haciéndolo fruncir el ceño como si trataba de recordar algo. – puedes descansar por unas horas… te espero abajo para comenzar – soltó"

Ren la notó salir con prisa solo para haberse dado cuenta que reconocía aquel nombre.


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La primera vez que supo algo de ella fue ese mismo día, cuando notó el afiche por el cual quedó sorprendido. Una de aquellas simpáticas adolescentes en la pensión, Kanna, le había hablado de aquella mujer.

Tamao Tamamura era una cantante de música clásica japonesa, claro que, al verla con su rostro maquillado, su cabello finamente arreglado y kimonos más elegantes era más indistinguible que en ese momento.

"- La señorita ya no suele cantar demasiado… - murmuró otra de las jóvenes de nombre Marion quien parecía ser la más joven de ellas."

Ren pareció hacer memoria y recordar haber escuchado que aquella cantante se había retirado de los escenarios hace solo unos meses.

"- ¿Por qué lo abandonó? – preguntó con un interés que en eso momento le pareció solo una curiosidad más."

Las dos jóvenes que estaban en aquella recepción junto a él parecían mirarse entre sí como si tuviesen miedo de decirlo.

"- Porque la señorita debe cuidar a Hanna."

"- ¿Hanna? – parpadeó sin comprender."

"- si, el hijo de la señorita."

Ren no puedo quedar mas sorprendido, en primer lugar la trataban aun como una señorita a pesar de tener un bebe y en segundo… algo que le extrañó cuando aquellas palabras escaparon de sus labios.

"- ¿Está casada?"

"- No es así… - murmuró Marion – Hanna es hijo de…- notó que la chica calló al ver la figura de cabello rosa en el marco de la puerta – S-Señorita…"

"- A trabajar – ordenó en tono suave pero Ren pudo descubrir que aquella mujer causaba un gran temor – tú también – le miró casi con molestia."

"- Yo ya hice mi parte – exclamó señalando algunos libros con altanería – creo que no haces muy bien tus inversiones, prácticamente este lugar está aislado y no tienen muchos visitantes."

"- Tú lo encontraste – le retó haciéndolo sonreír sabiendo que debía controlar su propio carácter. Aquella mujer no le temía."

"- Y ya sabemos cuál fue mi primera impresión – le miró con arrogancia haciéndola ruborizar – deberías cantar de nuevo – se encogió de hombros de forma aburrida – eso atraería ingresos."

"- ¿C-Cantar? – repitió casi con timidez sorprendiéndolo de ver algo tan frágil en alguien tan duro – no… yo ya no…"

"- ¿De verdad ya no cantas solo por haber tenido un hijo? – preguntó con más molestia de la que debería. Debía recordar esconder ciertas cosas para él."

Tamao desvió su mirada y decidió ignorarlo apresurándose escaleras arriba.


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La primera vez que lo vio sintió un peso extraño en su pecho. Aquel era un bebe rubio, con mejillas rosadas y ojos color ambar, parecía no tener más de un año de edad.

Trató de reprimir aquel sentimiento de culpa y observó detenidamente como Tamao se miraba casi torpe al agarrarlo.

"- No se hace de esa forma – soltó arrebatándole él bebe de sus brazos haciéndolo en forma de mecedora – No es tu hijo – dijo notando su rostro pálido ante la afirmación – no se parece a ti y no sabes como cuidarlo."

La crítica pareció enfurecerla.

"- En cambio tú pareces un experto ¿es que tienes un hijo? – ironizó como si la idea fuese absurda."

"- Si… - soltó sin querer hablar de más notando la sorpresa en la mirada de aquella mujer quien sorprendentemente no pidió más explicaciones de nuevo."

Ren decidió respetarla entonces. Ella le aceptó sin preguntar nada y él haría de la misma forma.


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La primera vez que la escuchó cantar fue al tercer día de aquella extraña estancia. Se encontró bajando a la cocina muy temprano tras haberse vestido con kimonos que fueron proporcionados por aquella mujer conociendo por su misma boca que aquellas prendas habían pertenecido a un sujeto que vivió ahí unos días, como siempre zanjando la conversación haciéndolo suspirar y dejarlo estar. Se encontró sorprendido al escuchar como aquella mujer tarareaba una canción de cuna mientras, sentada, daba un biberón al pequeño Hanna de forma tranquila.

Sus cabellos esta vez estaban sueltos. Estos de verdad eran largos notando como enmarcaban su rostro haciéndolo casi infantil.

Extrañamente le hacían pensar en alguien más enfureciéndolo al recordar cada momento.

Se había reclinado sin querer en el marco de la puerta y solo el sonido de la sorpresa en los labios de ella le hizo salir de sus pensamientos.

"- ¿Desde cuándo estas ahí? – interrogó avergonzada."

"- El tiempo necesario – exclamó encogiéndose de hombros."

Notó como ella le observaba mientras le miraba con desconfianza.

"- ¿Por qué no intentas darle pecho? – exclamó burlón haciéndola ruborizar – Talvez funcione."

Como siempre solo lograba enfurecerla mientras él se reía a su costa.

Ella se puso de pie con gesto de indignación mientras colocaba al pequeño en una silla para bebes junto a la mesa.

"- Tienes muy pocos ingresos – repitió aquel consejo al estudiar cada movimiento de su cuerpo."

"- ¿Dónde se supone que debería cantar? – preguntó sin dejar de atender al pequeño Hanna"

"- ¿Dónde lo hacías antes?"

"- El teatro más cercano cerro y el hotel… - permaneció por unos segundos pensativa mientras guardaba silencio – No, les diré a las chicas que repartan boletines."

"- ¿Por qué no quieres cantar? – se arriesgó a preguntar notando que le miraba como si fuese un cervatillo asustado."

La debilidad duró solo unos segundos mientras ella pareció recuperar su porte arrogante y le miró con desafío.

"- ¿Quién es Jeanne?"

Sabía que por la expresión de triunfo en ella que él era el que ahora había palidecido.

"- ¿Qué has dicho?"

"- Ese fue el nombre que dijiste la primera vez que entraste aquí – se cruzó de brazos – si no estás dispuesto a hablar de ti, deberías permanecer con la boca cerrada cuando…"

"- Fue solo un consejo – respondió reclinándose en su silla mirándola de una forma que sabía la estaba poniendo nerviosa."

Tamao actuaba como una mujer segura y fuerte, pero en el fondo era tímida y hasta cierto punto muy ingenua. En solo tres días esa era la imagen que había captado de ella y es que a pesar de hacerla enfadar o reírse de ella, no parecía tomar represarías a él. A veces pensaba que era boba por dejar que alguien entrase a la pensión sin indagar en su pasado.

En dos días se marcharía, ciertamente hablar sobre sí mismo era algo que no había hecho hace dos años ni siquiera con su hermana.

"- Jeanne era mi esposa – soltó sorprendiéndola haciendo que lentamente tomara asiento sin dejar de observarlo."

"- ¿Era?."

"- Falleció hace dos años – soltó mirando la mesa delante de él como si tuviese algo interesante en su superficie- también… tuve un hijo…"

Imágenes de ellos se vinieron a su mente haciéndole fruncir el ceño y sintiendo aquella extraña presión en su pecho. Se distrajo al ver como la mujer se acercaba a él con un vaso de leche.

"- Eh notado que te gusta… - murmuró con calma – no es necesario que sigas si te sientes…"

Ren la estudió de reojo. El rostro de aquella mujer se había suavizado mostrando expresiones muy maternales.

"- Me recuerdas a ella – soltó casi sin querer, tensándola por la información- aunque ella era más hermosa, tranquila y jamás levantaría la mano contra un hombre."

Sabía que no podía morderse la lengua, pero disfrutó ver la expresión de ira en ella junto a sus ojos. Algo realmente atractivo para él.

"- Jeanne imagino nunca tuvo que estudiar y encargarse de una pensión – exclamó regresando con Hanna con un aire molesto – nunca tuvo que practicar por su carrera y por supuesto nunca tuvo que cuidar de un bebe que ni siquiera es suyo."

"- Tienes razón – se reclinó tomando el vaso de cristal y mirándola con astucia. Sin darse cuenta ella estaba sacando todo - ¿Por qué entonces si has pasado por eso aun cuidas de un bebe?"

"- E-Es…"

"- Estaríamos a mano – soltó notando una mirada de lastima hacía él enfureciéndolo interiormente. Por esta vez lo soportaría para que aquella mujer hablase."

"- La familia dueña de la pensión me recogió cuando era una niña… - murmuró notando como en su ojos se notaba una alegría que se perdía – ellos tenían un hijo, con el que compartí mi infancia, es una persona amable dulce y siempre sonríe…"

"- ¿Estas enamorada de él? – soltó sin compasión haciéndola desviar su mirada."

"- E-El está casado con otra persona…. – respondió sin ocultar su dolor – están de viaje así que cuido a su bebe."

"- Debe ser un recordatorio horrible – alzo una ceja haciendo que ella se pusiese de pie molesta."

Tomó a Hanna en sus brazos con el intento de alejarse por lo que Ren tomo de nuevo la palabra.

"- ¿Tiene todo esto algo que ver el que abandonaras el canto? – al no escuchar respuesta continuo – por donde lo mires pareces más una sirviente que una hermanastra."

"- ¡No lo soy! – se giró a él furiosa causando el llanto de Hanna quien comenzó a mecerlo casi con torpeza hasta que él se acercó y lo tomó en brazos."

"- Debes hacerlo de esta forma – soltó con arrogancia al tomar al pequeño y calmarlo – debes hacer que comience a dar sus primeros pasos."

"-E-Es muy pequeño, no creo que aun pueda… – murmuró mirándole con admiración por como calmaba al bebe, algo que interiormente le agradó."

"- Si podrá, tiene un año, no puedes cargarlo todo el tiempo."

"- Claro que puedo – soltó tercamente haciéndolo suspirar y mirarla con fastidio."

"- ¿Qué edad tienes? – exigió saber y supo, por como trataba a Hanna, que ella había respondido con docilidad."

"- veintisiete… - soltó sorprendiéndolo, parecía más joven, aunque él era mayor por tres años."

"- Así que has decidido dar tu vida por esta familia – afirmó poniéndola tensa - ¿acaso esperas por tu hermanastro todavía?"

"- ¿Tú aun lloras por tu esposa? – dijo mientras él pudo notar la cara apenada de ella tras formular aquella pregunta."

"- Yo viví con ella – soltó con suave amenaza al acercarse y notar la actitud nerviosa de ella – yo disfrute mi vida con ella, y solo hace dos años que la eh perdido junto con mi hijo – soltó aquella información paralizándola aún mas - dime ¿por lo menos has besado a tu hermanastro?"

Sabía que había sido un golpe duro cuando ella le arrebató a Hanna y salió del comedor sin mirar atrás.

Sonrió por lo bajo solo por un momento para luego maldecirse por el extraño sentimiento de culpa que lo embargaba.

Si la hubiese conocido hace algunos años no hubiese tenido piedad por aquella mujer. Le hubiese parecido tonta y aburrida, pero al recordar sus palabras y la forma en la que trabajaba para mantener todo en orden era algo sumamente admirable.

Aun así, el hecho que ya no cantase le parecía un desperdicio y es que le había parecido escuchar un par de canciones que habían sido reproducidas en eventos importantes.

Miró el vaso de cristal que aun contenía leche y no pudo evitar recuerdos dolorosos que le hicieron suspirar en voz alta.

Su vida era un asco ahora. Por lo menos devolvería la caridad que aquella mujer le había dado.


Continuara…


Notas finales: me plagio sola XD