Disclaimer: Bungo stray dogs no pertenece, es propiedad de Kafka Asagiri.
Advertencias: Posibles errores ortográficos y OOC. Vómito verbal nocturno(?.
Notas de Autora: Esto es lo que pasa cuando me aburro y me dicen "escribí".
Cruel.
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—Chuuya, ¿te importaría matarme?
"Sería el placer más grande" había respondido alguna vez, pero eso era cosa del pasado. Tan pasado como el shock en sus ojos azul profundo cuando apenas eran niños, y le hizo esa cuestión.
En todo caso, ni la sorpresa ni el entusiasmo estaban en Chuuya ya, quizá, su cuestión estaba perdiendo impacto.
—Por favor —canturrea, y se deleita con la irritación en las facciones de su compañero.
Bien, al menos aún podía contar con exasperarlo y así pasar el rato.
—Muérete, Dazai.
—Precisamente para ello te estoy pidiendo ayuda. En serio, ¿es que desde ahí abajo no se escucha lo que digo? —se burló.
El rechinar en los dientes del pelirrojo fue audible, y pronto se giró sobre sus pies, dándole la espalda, dispuesto a marcharse.
—Tengo mejores cosas que hacer —le respondió, pero contrario a lo que dijo, no se alejó de allí.
El pelirrojo se detuvo a mitad de camino y Dazai pudo notar la tensión en sus hombros, antes de volver a hablar.
—Dazai —llamó, y su tono atrajo su atención—. Tú… Tú, ¿de verdad quieres morir?
La pregunta lo tomó por sorpresa, esperaba gritos y una pelea como eran diarias, pero definitivamente no se esperaba que Chuuya lo cuestionara. Menos, que lo hiciera con seriedad.
Dazai contempló la idea de seguir la broma, pero descifrando el ambiente, supo que no era el momento.
—Sí —confirmó sin preámbulos.
Y el silencio se extendió entre ambos.
¿En qué momento su pelea del día se había convertido en una conversación seria? Quisiera el moreno reírse de la situación y burlarse de una falsa preocupación por parte de su compañero, pero estaba anticipando ese momento desde hacía un tiempo, con cada descenso en las reacciones de Chuuya ante sus bromas y las miradas desaprobatorias tras cada nuevo intento fallido de autoeliminación.
Chuuya era una persona sumamente emocional, y era cuestión de tiempo hasta verse realmente afectado por el accionar de Dazai.
—¿Por qué?
—¿Por qué? —el moreno pareció pensarlo— ¿Por qué habría de no quererlo?
La vida era algo tan efímero para Dazai, tan pesada de vivir y tan sencilla de acabar, que ciertamente el porqué vivir era algo cuestionable. No obstante, sabía lo cruel de su respuesta.
—Entiendo —respondió Chuuya, luchando por mantener su compostura, deseoso en realidad de no hacer más que gritar y golpearlo.
Pero no valía la pena, no en ese momento.
—Chuuya —llama.
—¿Qué quieres?
—Tú, ¿me matarías?
El rubio volvió a tensarse, probablemente por la seriedad del momento, pero se tranquilzó antes de responder.
—No —respondió—. Si no eres lo suficientemente capaz de acabar con tu propia vida, no me involucres en tus asuntos.
Dazai rió. Sabía que sin importar cuanto lo odiara, Chuuya jamás le haría daño. Chuuya no lo quería ver morir.
Y probablemente eso, fuera lo que lo mantenía vivo. No morir por el bien de Chuuya, era probablemente su razón para vivir.
Viéndolo de ese modo, soportar la tortura de no morir, no se veía tan insoportable.
—Tan cruel —murmuró en una broma, y su compañero agradeció internamente la capacidad de Dazai de aligerar los momentos.
Aunque él la había iniciado, no quería volver a tener esa conversación.
Una vida con Dazai era insufrible, pero descubrir una sin él, era algo que no deseaba tener que experimentar.
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—Gracias por leer—
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