Disclaimer: Los personajes de Shingeki no Kyojin no me pertenecen, son propiedad de Hajime Isayama.

Advertencia: Relación Chico x Chico (Yaoi), Lenguaje Vulgar, Universo Alterno (AU), Riren.

Summary completo: ¿Qué es lo que haces cuando estas arto de todo? Simple, tres palabras; Lárgate de ahí. Al menos eso hizo Levi. Emprendiendo un viaje en busca de salir del escándalo en el que se metió, decide resguardarse en un viejo lugar de su infancia ante la decisión de reprimir sus impulsos y darle la espalda a su profesión. O al menos ese era su plan antes de que Eren lo mirara con aquellos ojos verdosos, con aquella sonrisa tierna y con aquellas ganas infinitas de ver las cosas especiales de la vida. ¿Se puede demostrar algo sin siquiera pronunciarlo? [Riren/ AU]

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« Respira »

« Concéntrate»

« Trata de no salir corriendo»

Su mente repetía aquello de una manera constante y casi rítmica, como si se tratara de una canción o algún tipo de hechizo inusual que le brindaba las fuerzas suficientes como para caminar y entrar a la habitación continua. ¿Estaba nervioso? No, claro que no. Todo lo contrario. Estar ahí le causaba un gran fastidio que muy apenas podía relajar el semblante. Sin embargo, a fin de cuentas –y ante su pesar– tenía que asistir a su propia exposición.

– ¡Levi!

« Al diablo, ¿Dónde mierda estaba la salida?»

– Levi – le llamo de nueva cuenta la castaña a pesar que él había escuchado perfectamente la primera vez.

En cuanto llego a su lado, la joven apoyo las manos sobre sus rodillas con una expresión jadeante, tratando de recuperar el aliento después de haber corrido en vestido de gala y en tacones, un reto para toda mujer.

– Esta aquí – continua la castaña a duras penas, mirándolo con un signo de emoción en los ojos – Rod Reiss está aquí.

En ese instante, Levi maldijo hasta al perro de su vecina.

Rod Reiss era un hombre importante en aquel mundo donde la pintura y la imaginación del autor se fusionaban para crear magnificas obras de arte para admiración de todo público. Rod era crítico, uno de los más temidos si se podría decir. Hombre de familia con una impotente imagen a transmitir, su sola presencia causaba revuelo entre las personas que rondaban su profesión: pintores, críticos de bajo nivel, expositores, periodistas, alcaldes; todos conocían de él.

Y para su más grande fortuna, ahora se encontraba ahí, observando sus pinturas.

– ¿Y quién mierda lo dejo pasar? – gruño el azabache mientras miraba a su compañera con una expresión de advertencia, muy en contraste con ella quien rebosaba de emoción.

– ¡Vamos, enano! Es una gran oportunidad – esquivo la pregunta, sabiendo de antemano que cualquier respuesta no sería suficiente como para calmar su enojo – Tus pinturas, mi galería de arte. Si esto va bien, seremos reconocidos y seguramente saldremos en el encabezado del periódico semanal. ¿Te imaginas cuanta gente nos conocerá? – expreso con un gritito de emoción.

– ¿Y todo lo conseguiremos gracias a él? – elevo la ceja, claramente inconforme por sus palabras – Es un hijo de puta, me vale una reverenda mierda toda la fama que tiene. Un simple "No" en alguna de sus oraciones y al siguiente ya te encuentras en la calle pidiendo limosnas. Que me chupe el culo, no lo quiero aquí.

– ¡Levi! – lo reprendió con tono lastimero – Anda, hazlo por mí – lo miro suplicante – Sabes que mantener una galería es muy costoso, hay mucha competencia y Erwin ya me dio un ultimátum. Si no consigo que la fama de la galería ascienda, tendremos que reducir empleados, probablemente en un futuro tendremos que cerrar.

– ¿Y eso a mí me afecta en…? – rodo los ojos con desinterés.

Hanji bufo frustrada: – En que yo soy la única que ha expuesto tus obras, todo porque tú tienes una pesada actitud que logra que cualquier persona interesado en tu trabajo salga corriendo con tan solo verte. Tus pinturas se venden gracias a mí, debo de aclarar – recordó con un tono superior.

– ¡Para eso te pago! Te largas con un porcentaje de mis ganancias, maldita aprovechada.

– Y las cosas irán mejor si recibes un alago de su parte – cambio de tema con rapidez, viéndose acorralada por un instante – Tu carrera ascenderá en un parpadeo. Ambos sabemos que tus pinturas son excelentes – alabó, justo en su orgullo – Pero eso no impide que te las veas difícil, aun eres muy joven después de todo y la gente busca a alguien más reconocido.

Levi chasqueo con molestia sin negar sus palabras: – ¿Y porque necesariamente él? ¿No vino alguien más?

– Todo para ti solito – contesto con un tono pícaro – Hiciste que me encarga de todo y eso también conlleva las invitaciones, cariño – le guiño el ojo con diversión – Es una suerte que la tomara y aceptara venir. Somos afortunados.

Levi suspiro frustrado.

Ya casi.

– Anda, anda – le animo al tiempo que se acercaba para reacomodarle la corbata – Sal ahí y patéale el trasero con tus pinturas. Enséñale la última que hiciste, esa me encanto.

Levi sonrió con autosuficiencia. Claro que se la enseñaría.

– Solo diez minutos, no más – sentencio en advertencia, mirándola con una expresión que dejaba en claro que no estaba jugando.

– Ese es mi chico – le dio un fugaz beso en la mejilla antes de regresar de nuevo por su camino – ¡No tardes!

Levi lanzo un par de maldiciones por debajo mientras se frotaba la mejilla con el dorso de su mano. Era ahora o nunca. Lleno sus pulmones de aire antes de entrar a la recepción y comenzar a dirigirse hacia la sala de exposición principal. Escucho a lo lejos los murmullos de la gente junto con el chocar de sus copas, seguramente llenas de una bebida elegante ante la fiesta que se estaba celebrando. Introdujo su mano derecha dentro del bolsillo de su pantalón en un gesto despreocupado, caminando hacia su destino sin siquiera detenerse en pensárselo dos veces.

"Perfekte Belichtung"

La mejor sala de exposición del lugar.

Al entrar pudo notar como las miradas se centraban en él desde que sus pies pisaron el lugar. La gente comenzó a saludarle desde lejos pero él ni siquiera se molestó en dirigirles la mirada. Sin hacer contacto con nadie al saber que sería indicio de buscar una conversación no deseada, se acercó hasta la mesa de aperitivos en una busca de alguna bebida que pudiera relajarle y hacerle sentir que el tiempo pasaba rápido antes de hacerle frente a su mayor reto.

Las luces que se encontraban iluminando el lugar, emitían una luz tenue que ayudaba a destacar los cuadros que se encontraban localizados a lo largo de las paredes, siendo sostenidos en lo alto para admiración de todo público. La gente a su alrededor portaba ropas de las más reconocidas marcas, como si el único fin de asistir al evento fuera presumir las cosas materiales con las que contaban.

Si dejaba de lado aquella gente molesta, el ambiente del lugar le agradaba. Silencioso y limpio. Hanji era buena complaciéndolo.

Sin prestar atención en una figura que se acercaba hacia él, vertió la mitad del líquido en su boca de un solo movimiento, dejando que pasara por su garganta antes de que una voz lo interrumpiera de manera inesperada.

Una voz que reconocería hasta en el mismísimo infierno.

– Me alegra verlo por fin, joven Ackerman. Por unos momentos pensé que no asistiría a su propia presentación.

Levi retiro la copa de sus labios con un movimiento tenso, girándose lentamente para poder ver de reojo a su acompañante.

– Señor Reiss – lo llamo con una fingida voz de sorpresa, notando como algunas personas se encontraban a espaldas de él – Es un placer tenerlo aquí esta noche, no esperaba contar con su asistencia.

– Desde hace un tiempo quería venir a ver sus obras, después de todo comienza a ser reconocido y mencionado entre las reuniones a las que asisto – comento de una manera casi casual, sin embargo, lo que de verdad buscaba era sembrarle algo de nerviosismo – A veces las cosas resultan ser peor de lo que uno se imagina – asintió ante su propio comentario, siendo seguido por las personas que le acompañaban.

Lame-botas, como les decía Levi.

– Puede que se lleve una gran sorpresa – contradijo el azabache, obligándose internamente a no soltar algún comentario ofensivo hacia su persona – ¿Por qué no pasa a comprobarlo usted mismo?

– ¿No me va a guiar, Ackerman? – cuestiono ofendido.

Levi tenso su mandíbula. Mil y un veces, mierda.

– Por aquí – señalo hacia su derecha, justo donde el recorrido comenzaba.

El hombre asintió complacido antes de comenzar a caminar hacia la dirección indicada. Levi agradeció internamente de que aquellas personas decidieran atragantarse con los postres que se ofrecían, por lo que sin tener más opción, camino tras Reiss para terminar lo más pronto posible.

Al girar, se encontró a lo lejos con la mirada de Hanji, quien al ver a la persona con la que se encontraba acompañado no tardo en abrir los ojos con sorpresa y satisfacción, alzando el dedo pulgar en una muestra de apoyo. A poco estuvo Levi de devolverle aquel gesto y levantarle el dedo corazón.

Frente a él se encontraban sus más de veinte obras en exposición, siendo clasificadas desde las más sencillas hasta las que más llamaban la atención. Había sido un trabajo duro de días largos, noches de insomnio, comidas saltadas y miles de horas invertidas. A pesar de su corta edad y de tener apenas un año de ser egresado de la universidad más prestigiosa de Artes, tuvo una fama ascendiente en cuanto sus primeras pinturas fueron expuestas a la vista del público.

Sin embargo aún no le era suficiente.

Sin perder el tiempo, le mostro a Reiss sus obras más pequeñas, mencionándole en el proceso algunos detalles sobre su elaboración, desde el tiempo que tardó en hacerla hasta el tipo de técnicas que utilizo en cada una de ellas. Pero para su inquietud, el hombre se limitaba a quedarse callado, observaba la obra unos segundos para después, retirarse a mirar la siguiente.

Levi solo fruncía el ceño ante su actitud, tratando de no malinterpretar su silencio y seguir con su trabajo en cada obra que pasaban. Cuando llego el turno de pasar a su obra principal, una sonrisa no tardo en adornar su rostro con seguridad. Apostando su propia vida a que aquella obra sin duda seria alabada.

Ahí frente a ellos, se encontraba la obra más grande, la más importante, la que tenía el mejor lugar;

"La brise du matin"

En ella se mostraba la silueta de una joven de espaldas, desnuda ante el ojo humano. Estaba pintada de una forma que te hacía suponer que la joven apenas despertaba de una tranquila siesta vespertina y que ahora, atraída por el buen clima que hacía en el exterior, comenzaba a dirigirse hacia su pequeño balcón, localizado seguramente en algún pueblo remoto y desconocido. De una silueta delgada y con ligeras curvas, la joven contaba con un cabello largo y rizado que le llegaba a altura de la cadera, siendo una imagen ideal para miles de hombres.

Un cuadro del que Levi se enorgullecía. Lo mejor que había pintado hasta ahora.

– He tenido un rango de quince días para terminarlo – informo con orgullo – La modelo fue contratada durante tres días, por lo que los demás detalles y los últimos toques los he realizado completamente a mi perspectiva e ideales. Las pinceladas las he aplicado de una forma suave, pero he agregado un par de tonalidades en color oscuro para que nada pierda su forma – delineo el dedo en el aire, como si tratara de demostrárselo – A mi parecer es un buen cuadro, espero venderlo en una buena cantidad de dinero.

Levi guardo silencio al terminar de decir todo lo que tenía planeado, esperando que ahora Reiss se dignara a pronunciar una simple opinión.

El hombre frunció levemente el ceño al escudriñar la obra por completo. Sus ojos se movían de un lado a otro, captando cualquier tipo de detalle antes de que se le pudiera escapar. Se permitió a sí mismo dar un par de pasos al frente y admirar más de cerca, teniendo el lienzo prácticamente frente a sus narices. El sitio a su alrededor se inundó en el silencio.

El azabache noto como un par de espectadores los rodeaban, atraídos y atentos hacia cualquier palabra que se pudiera decir. Sabían que aquello era el veredicto final.

– ¿Y bien? – se atrevió a decir Levi, algo impaciente por aquel grado de suspenso que se había formado.

¿Por qué no decía que sus pinturas eran magnificas y ya?

– Muy buenos trabajos, debo de reconocer – comenzó a hablar con una voz seria y profesional después de un largo minuto de silencio – Los detalles están bien hechos, la técnica es impresionante.

Levi sonrío con orgullo. Su victoria estaba asegurada.

– Pero lamento decir que no es suficiente para mi.

Los murmullos no se hicieron esperar. La sonrisa del azabache decayó en cuanto escucho aquellas palabras, siendo remplazada por un semblante de desconcierto y enojo.

– ¿Disculpe?

Todo se había acabado.

– Joven Ackerman, sus pinturas son hermosas, esta de aquí es una gran obra – dirigió su vista hacia la pintura frente a él – Pero hasta ahí, no me transmite nada. No hay sentimientos. Es un cuadro bien hecho pero no cuenta con lo suficiente como para ser reconocido por mí, y creo que por nadie. No me hace querer comprarlo ni para mi perro – un suspiro de resignación salió de sus labios – Suerte para la próxima, alomejor pude mejorar.

Crack.

– ¿Me está jodiendo? – gruño Levi con voz fuerte, dejando completamente su actitud educada para mirar al hombre frente a él con grandes signos de molestia.

– De gracias que le estoy diciendo esto antes de que pase vergüenza más adelante – aclaro con un aire superior – Creo que a fin de cuentas, nunca se debe de confiar en los rumores.

Los puños de Levi se cerraron con fuerza ante la informidad de la situación, provocando que sus nudillos se tornaran de un color rosado ante la presión de la que se tenían sometidos. Un joven principiante contra un viejo experimentado. Aunque le pesara, la victoria ya estaba asegurada.

Escucho como Reiss hacía un sonido de desaprobación con la boca antes de darse la vuelta para dirigirse de nuevo hacia la recepción principal, teniendo como plan el seguir disfrutando de la bonita velada.

Levi no lo soporto. No soporto que su trabajo fuera desechado de esa manera. Que su orgullo fuera pisoteado. Que su pintura fuera menospreciada. Que su imagen ante todos no era nada más que la de un joven fracasado con una carrera terminada.

Ante de que pudiera detenerse a reflexionar sobre sus acciones, se encamino hacia el hombre con paso decidido. Ignoro los llamados de Hanji y cualquier señal de advertencia que su cerebro le enviaba. Ahora solo tenía en plan una cosa. Tomándolo del hombro, giro al hombre para poder mirarlo de frente y estampar su puño con fuerza sobre su regordeta mejilla, provocando que Rod cayera al suelo ante el inesperado impacto.

Ahora si le daría motivos para quejarse.

– ¡Levi! – Hanji se abrió paso entre la multitud para tomar a su amigo del brazo y poder apartarlo de un tirón, dejando que los demás ayudaran al pobre viejo que se encontraba desorientado en el suelo – ¡¿Qué rayos te pasa?!

– ¡A la mierda con sus palabras! – exclamo Levi sin retenerse, furiosos por su 'consejo' – ¡Puede metérselas por el culo y tragárselas hasta el fondo!

Algunas damas que se encontraban presentes se cubrieron la boca con sorpresa al escuchar sus vulgares palabras, sin embargo muy poco le importo a Levi. Zafándose del agarre que mantenía Hanji sobre él, se dirigió hacia la puerta de salida sin tomarse la molestia de ir por su abrigo. Lo único que quería era salir de ese maldito lugar.

En cuanto atravesó las puertas el frío clima de invierno le pego con fuerza, consiguiendo que sus cabellos se despeinaran un poco ante el viento que comenzaban a soltarse.

Durante el transcurso el día una ligera nevada se había hecho presente, por lo que ahora las calle se encontraban cubiertas por una ligera capa de nieve. Una bonita vista para cualquiera, una tortura para Levi. Sin tener más opción y sin querer dañar su orgullo de nuevo ante la posibilidad de regresar, camino por entre las calles con destino a su departamento, ingresando las manos dentro de sus bolsillos en un viejo intento de mantener el calor corporal.

No se arrepentía del golpe que le había propinado, para nada. De verdad que ese viejo se lo merecía, pero sabía que sus acciones tendrían consecuencias en un futuro muy cercano. Probablemente ahora, se dedicaría toda su vida a trabajar en una oficina del gobierno mientras sobrevivía de comida procesada y precalentada durante el resto de sus noches. Su sueño hecho realidad. Yupi.

Suspiro con frustración y con unas ganas infinitas de mandar todo el diablo, provocando que una pequeña nube de humo saliera de sus labios en cuanto soltó el aire contenido. Siguió caminando hacia el complejo de apartamentos en donde vivía, agradeciendo internamente a cualquier divinidad que se le venía a la mente por estar solo a un par de cuadras del lugar donde fue la exposición, después de todo no quería morir de hipotermia en una de las sucias calles de Sina. Ni de joda.

Varios pensamientos comenzaron a rondar por su cabeza, buscando la manera más efectiva de poder salir de ese pequeño bache –O más bien, pozo sin hondo– ¿Qué haría ahora? Nada le quedaba.

Antes de llegar a su destino, paso por un gran parque que se encontraba a tan solo una cuadra de su hogar. Había dado con él desde hace mucho, prácticamente desde que se mudó por ahí, pero al ver que todas las tardes los mocosos inundaban aquel lugar, la idea de pintar por ahí fue rechazada desde el momento en que cruzo por su mente.

Sin embargo, al ser horas de madrugada el lugar ahora se encontraba completamente solitario y con una pequeña capa de nieve recubriendo los juegos que le adornaban. Se detuvo unos momentos para poder observar con más detalle, dándose el tiempo de notar por primera vez los juegos que se encontraban a su alrededor.

Estaban los típicos; un pequeño columpio, un resbaladero de una altura algo aceptable pero sin decaer en lo aburrido y un pasamanos grande y largo, siendo seguramente el desafío de la mayoría de los niños que rondaban aquel lugar. Los demás juegos eran de una apariencia más moderna y nueva, buscando atraer con ello la presencia de más mocosos seguramente. Pero, ahí en medio de todo, un juego al fondo logro que sus pupilas se posaran sobre él con interés. Su estructura asemejaba el caparazón de una tortuga, grande y en medio circulo que invitaba a todos los niños a escalar sus pequeños barrotes para poder llegar hasta la cima. Un juego algo peligroso pero que sin dudas era tentador.

Se acercó hasta el sin importarle lo ridículo que seguramente se iba a ver ¿Qué más le quedaba? Lanzando una maldición entre dientes en cuanto sus dedos tocaron el frío metal, subió lentamente los peldaños de aquel objeto hasta poder llegar a la cima. Su trasero se mojó un poco por la nieve derretida en cuanto se sentó en medio de un pequeño hueco.

Miro a su alrededor ahora que se encontraba en un nuevo sitio de observación, sintiendo un leve signo de nostalgia ante aquella sensación, recordando vagamente las veces en las que era estudiante y las cosas no eran tan difíciles a cómo eran ahora. En cuanto las vacaciones llegaban, emprendía un viaje para poder visitar a su tío y quedarse con él durante el transcurso de todos aquellos días de descanso. Siendo completamente ajeno al no tener idea de que su vida se truncaría en unos años más adelante.

Nunca fue bueno haciendo amigos, pero aquello no le impidió pasar buenos momentos en un viejo parque que se encontraban cerca de la casa del viejo amargado. Aquel lugar le permitía salirse de la realidad y disfrutar de buenos momentos consigo mismo, entreteniéndose con todo tipo de cosas que se encontraba por allá.

Como si de una coincidencia se tratara –Levi no creía en el destino– una idea le vino a la mente con fuerza. Miro a su alrededor con burla, irónico al pensar que un lugar seria el responsable de enseñarle el nuevo camino de debía seguir. Suspiro por debajo antes de chasquear ante su decisión, molesto consigo mismo por dejarse llevar por cursilerías. Dirigió su mirada tras su espalda donde el camino se abría hacia su departamento.

¿Cuánto tardaría en empacar todas sus cosas?

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Miro la pantalla frente a él con un semblante de concentración, buscando de entre todo ese mar de lugares su número de vuelo. La gente a su alrededor iba de un lado a otro, causando bullicio al ser seguramente días de descanso. Las familias y los oficinistas era lo que más se podía ver sobre el lugar. Antes de comenzar a frustrarse por no encontrar su destino, sus ojos se detuvieron poco antes de llegar al final.

"Shiganshina – 8:45 a.m."

Solo faltaban quince minutos.

Sin tener más opción se tumbó en uno de los asientos en la sala de espera hasta que su vuelo fuera llamado por los altavoces. Saco el boleto de avión desde su bolsillo izquierdo y lo paseo por sus manos, mirándolo detenidamente ante el pensamiento de que tal vez con eso podría tomar conciencia de sus acciones y arrepentirse de su decisión.

Espero y espero. Nada.

Se dio palmaditas internas con satisfacción, como si se premiara así mismo de no haber gastado en una cosa innecesaria. La vibración de su celular lo motivo a dejar el boleto sobre el asiento de al lado y atender la llamada que, a pesar de no haber mirado el nombre del contacto, dedujo de inmediato quien era la persona que se encontraba al otro de la línea.

– ¿Quieres sacar tu plana retaguardia de la cama y venir a abrirme? – Hanji sonó enojada para su sorpresa, reclamándole en cuanto la llamada fue aceptada – Llevo aquí varios minutos tocando la puerta y tu vecino de al lado ya se asomo por la puerta varias veces ¿Sabe que eres gay?

Levi giro los ojos con fastidio.

– ¿Qué haces ahí? Sea lo que sea, olvídalo y lárgate – contesto mientras dirigía su mirada al reloj. Cinco minutos menos.

– Levi… tenemos que hablar – su tono de voz decayó a comparación del principio – Ayer que te fuiste se creó un revuelo, tuve que quedarme para arreglar las cosas. Cuando tuve la oportunidad de buscarte habías desaparecido, por eso vine hoy. Vamos enano, que me muero de frio aquí afuera. Abre de una buena vez.

Levi pudo escuchar de fondo como la palma de Hanji volvía a golpear la puerta con fuerza.

– ¿Quieres dejar de dañar mi jodida puerta? No te voy a abrir porque no estoy ahí ¿Contenta? – contesto antes de que pudiera dejar alguna abolladura sobre ella – Ahora vete de ahí, no sirve de nada que te quedes.

– ¿De qué hablas? ¿Dónde estás? – la duda y confusión estaban latentes en su tono de voz – Si estas en algún bar dime y voy por ti, dejaste tu carro en la galería – recordó con un tono de regaño.

– No estoy hundiendo mi miseria en el alcohol – gruño Levi, un tanto ofendido por sus palabras.

– ¿Entonces?

Levi se lo pensó unos segundos, dirigiendo su mirada de nueva cuenta al gran reloj que se encontraba en el pasillo, observando como las manecillas se movían a su ritmo, sin detenerse por nada.

Ni por nadie.

– En el aeropuerto – contesto con simpleza y sin culpa.

– Levi, no estoy para tus bromas – sentencio.

– ¿Y yo para que mierda quiero hacerte reír?

Hanji entendió que hablaba en serio.

– ¿Qué mierda haces en un aeropuerto? – cuestiono con un tono chillón, provocando que Levi frunció el ceño ante lo aturdido que habían quedado sus oídos. Agradecía no tenerla enfrente.

– Tomare unas vacaciones, tal vez regrese en un par semanas – respondió sin tomarle mucho interés – Puedes tirar las pinturas de la galería, ya no me importan. Es más, quémalas.

– Estas loco si crees que voy a hacer eso – negó ante su orden – He logrado vender unas ayer, y a una cantidad justa – informo de manera inmediata, buscando una forma de hacerle cambiar de parecer – Los precios son buenos.

– Pues devuelve el cheque – respondió como si fuera obvio, deduciendo que la castaña estaba saliendo de su edificio con paso apresurado a juzgar por los pequeños jadeos que se escucharon cuando hablo – No quiero que nadie tenga esas pinturas, Hanji. Como el autor tengo todo el derecho de tomar decisiones sobre ellas. Si te ordeno que las quites; las quitas.

– Pero Levi, ¿Enserio vas a dejarte llevar por sus palabras? – cuestionó al darse cuenta del rumbo que habían tomado sus pensamientos. Jamás había pensado que aquella crítica le hubiera afectado tanto.

No a Levi.

– Tú fuiste la primera que me dijo que sus palabras eran importantes.

– Si, per-

– ¿Pero qué? ¿Creíste que todo iba a resultar perfecto? Pues lamento informarte que no fue así – la interrumpió antes de cualquier justificación que pudiera decir – No puedes simplemente regresar las cosas a cómo eran antes, así que deja de tratar de sonar como si nada hubiera pasado y ponte a pensar en alguna jodida idea para que tu reputación no caiga como la mía. Deja de pensar que el mundo es una estúpida fantasía.

Al reaccionar sobre su comentario, Levi se sintió un poco mal ante el ataque que tuvo, sin embargo las palabras ya estaban dichas y nunca las podría volver a retener.

Ninguno se atrevió a hablar de nuevo.

"– Pasajeros del avión con el número 2806 favor de reportarse a la fila K para su abordaje"

Levi suspiro con pesadez. Las personas que se encontraban a su alrededor comenzaron a erguiste ante el llamado, siendo seguramente los que tomarían el vuelo junto él. Las cosas estaban a punto de cambiar y él estaba dispuesto a afrontarlo.

– Me tengo que ir – anuncio y sin más, colgó.

Miro la pantalla de su celular durante unos segundos, esperando en el interior que volviera a sonar ante una llamada del mismo remitente, pero nunca paso. Hanji no le devolvió la llamada. Levi presiono el botón de apagado antes de enterrar el celular en el fondo de su bolsillo, sin darse tiempo de arrepentirse de su decisión. Tomo su boleto mientras se levantaba de su asiento y se colgaba la maleta sobre el hombro.

La decisión ya estaba tomada.

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Miro a su alrededor con atención, tratando de recordar en lo más recóndito de su mente algún recuerdo que le indicara qué camino seguir.

Después de haber aterrizado, decidió tomar un taxi que lo llevara hacia el centro del pueblo. Durante el recorrido del camino y mientras se dedicaba a observar por la ventana, notó como las cosas habían cambiando conforme pasaron los años. Más renovador y moderno. El problema de todo aquello es que logro desconcertarlo y desorientarlo a tal grado de que no sabía exactamente a donde ir.

¿Desde cuándo las casas eran de dos pisos? ¿Ese puente siempre estuvo ahí? ¿Dónde mierda había quedado la vieja casona abandonada?

Sin tener otra salida y sin querer pagar una buena suma de dinero por ir a rodear todo el lugar, bajó del vehículo sin un plan en mente. Tenía el celular pero ni siquiera sabía el número telefónico de su familiar. Hace un montón de años que no pisaba aquellas tierras, por lo que a pesar de haber visitado aquel lugar ahora se sentía un completo desconocido. Aunque le pesara, la única opción era caminar, tal vez así su mente se despegara un poco.

A pesar de ser la misma época que cuando estaba en la ciudad, el invierno de ahí se sentía diferente. Si, hacia frio, pero el cielo se mantenía despejado al dejar que un par de rayos de luz se colaran por entre las nubes. Camino por entre las calles con paso lento e indeciso, maldiciendo en voz baja por su nulo nivel de orientación. A estas alturas se lamentaba no tener una maleta con ruedas. Al transcurrir los minutos y con la latente idea de echarse sobre una calle a la espera de ser salvado, pudo escuchar como un par de villancicos sonaban cerca de él. Atraído por ello y con un fuerte calambre en su hombro, camino hacia aquel lugar siendo guiado por la música. Su ceño se frunció con desconcierto al descubrir un pequeño centro de tiendas. Los adornos de navidad abundaban por los estantes mientras que una suave música se hacía sonar por los altavoces, como si quisieran recalcarte a viva voz en que época del año estaban. A juzgar por la poca gente que se encontraba paseando por ahí, Levi dedujo que la mayoría se encontraba aun en la escuela o trabajando.

O eso pensó hasta que vio a un adolescente cruzar la calle frente a él.

El azabache lo observo durante unos momentos antes de resignarse por hacer el ridículo y acercase al joven en busca de ayuda.

– Hey, mocoso – le llamo en alto al tiempo que se acerca a él con paso apresurado, asegurándose de que pudiera escucharlo por sobre la música que para esas alturas, ya le estaba provocando un dolor de cabeza.

El joven se giró a verlo en cuanto lo escucho, deteniéndose a mitad de calle para buscar la procedencia de aquella voz. Ahora que Levi lo tenía más cerca puedo apreciar con más claridad la apariencia que portaba. A pesar de tener un gorro que cubría gran parte de su cabeza, un par de mechones castaños salían de él de una manera rebelde mientras que una bufanda se encargaba de cubrirle el cuello ante el viento frio que a veces se soltaba. Su ropa eran las típicas de un adolescente de su edad, pero lo que logro desconcertar al azabache era el peculiar tono de ojos que el chico portada. Eran como si un par de colores de tonalidad verdosa se fusionarán e hicieran una hermosa combinación que a Levi le hubiera encantado crear y plasmar en un lienzo.

Casi se da una bofetada interna al darse cuenta de sus pensamientos.

– Me he perdido y estoy en busca de una dirección – informo sin siquiera presentarse o decir su nombre, obligándose a sí mismo a restarle atención a aquel par de esmeraldas que ahora lo miraban con atención – La calle se llama 'Trost' o al menos así se llamaba. Kenny Ackerman vive ahí, me imagino que lo conoces.

El joven alzo las cejas en cuanto escucho el nombre. El castaño le dedico una pequeña sonrisa nerviosa antes de apartar la mirada y prestarle atención a su ligera mochila que colgaba sobre su pecho. Levi lo miro con desconcierto en cuanto el joven comenzó a hurgar con algo de urgencia por el interior.

– Si no saber mejor dímelo – contesto ofendido, pensando que aquel mocoso se estaba burlando de él al ignorarlo.

El castaño se sobresaltó por sus palabras y de un rápido movimiento, negó repetidas veces con una expresión de pánico en su rostro. Como si se tratara de una ilusión, Levi pudo notar como el color de ojos del menor cambiaba a una tonalidad más ligera, casi al instante en que sus emociones se demostraron. Los dedos del azabache hormiguearon con urgencia en cuando la curiosidad se hizo presente, como si lo que más deseara en esos momentos era tener un pincel en su mano para poder plasmar tan peculiar imagen digna de admirar.

¿Qué mierda le estaba pasando?

– ¿Sabes qué? Mejor olvídalo, gracias por nada – repuso de mala gana, girando sobre sus talones para dar media vuelta y comenzar a caminar hacia el lado contrario con grandes zancadas, enojado con el mocoso y consigo mismo por dejarse llevar por la tentación.

El simple hecho de volver a tomar un lienzo entre sus manos ya era un tema botado por su mente.

Guiado por su molestia camino por varios minutos sin un rumbo fijo, rehusándose a la idea de volver a pedir indicaciones; no tenía que ser tan difícil después de todo. Como si se tratara de un milagro, comenzó a notar como las casas comenzaban a ser como las recordaba a su infancia. De una apariencia algo vieja, aún seguían conservando las características que guardaba en su memoria. Ahí estaba frente a él se encontraba la casa que tanto adoro durante sus años más jóvenes, grande y deteriorara, justo como la recordaba. A fin de cuentas Kenny nunca fue un hombre de hogar.

Sin pensarlo mucho, ingreso por el barandal que dividía el terreno de la casa, evitándose la molestia de anunciar su llegada. Se dirigió a la puerta principal y toco el timbre con un solo movimiento rápido y fugaz, escuchando como el eco se extendía por el interior de la casa.

Espero unos segundos y nada. Ni siquiera un sonido.

Sabiendo de ante mano la actitud de su tío, decidió esta vez golpear la puerta repetidas veces con los nudillos de su mano, con la suficiente fuerza como para hacerla temblar un poco.

– ¡Ya voy! – una voz algo ronca y desgastada se logró escuchar con cierta lejanía.

Levi bufo con burla, escuchando como un par de murmullos llegaron a sus oídos, donde más de tres se asemejaban a algún tipo de maldición. Kenny seguía siendo el mismo de siempre.

– Si eres un niño explorador más vale q-

En cuanto la puerta se abrió el hombre dentro de la casa se quedó pasmado al reconocer la presencia de Levi, deteniendo sus palabras a la mitad ante la sorpresa de tenerlo frente a él.

– ¿Levi? – lo miro con algo de inseguridad.

– ¿Es que acaso tienes otro sobrino? – cuestiono con ironía, viendo su pregunta algo estúpida.

– ¡Pero mírate! Que grandes estas, o bueno; de apariencia – le hombre lo envolvió en un fuerte abrazo sin percatarse de la expresión de molestia que puso el más bajo por su comentario – Casi ni te reconozco ¿Qué haces acá? Pasa, pasa – le indicio en cuanto se separaron, abriendo la puerta lo suficiente como para que los dos pudieran ingresar sin problemas aun a pesar de la pesada maleta que cargaba Levi.

– ¿Ahora te dedicas a espantar niños exploradores? – pregunto el azabache de manera burlona, ingresando a la sala de estar para dejar sus pertenencias sobre uno de los sillones. Se sobo el hombro con alivio ante la pérdida del peso extra.

– Esos diablillos son una amenaza para mi economía – gruño con recelo, negando la cabeza repetidas veces en señal de desaprobación – Apenas abro la puerta y ya me estampan veinte paquetes de galletas con la suficiente azúcar como para ponerme en coma diabético – comento exaltado, dirigiéndose a la cocina ante la mirada seguidora de su sobrino.

– No recordaba a este lugar tan… cambiado – comento con curiosidad, siguiéndolo hacia la cocina al tener la oportunidad de tomar asiento de una de las sillas del viejo comedor – O al menos algunas cosas no son las mismas desde que me fui.

– ¿Hace doce años que no regresas? Es claro que las cosas cambiarían – comento como si fuera obvio – Hasta gente nueva ha llegado para alojarse aquí, ha sido interesante – repuso sin tomarle mucha importancia, recargándose de brazos cruzados sobre una de las alacenas vacías – ¿Y bien? ¿Qué te trae a visitar a tu viejo tío abandonado? – su voz tenía un deje de lastima.

Levi ya tenían pensada su respuesta desde que subió al avión.

– Vacaciones – respondió con tono monótono y de manera inmediata después de haberlo practicado un par de veces, adoptando aquella palabra como su más grande excusa – Me he tomado un descanso, y al acercarse Navidad, pensé que sería bueno venir a pasar el rato por acá.

La perfecta excusa.

Kenny desfiguro su rostro con desconcierto, mirándolo como si de repente una anomalía le hubiera brotado por la cara de manera inesperada.

– Di otra mentira y capaz esa si te la crea – repuso alzándose de hombros, aclarando la razón de su actitud.

Adiós excusa.

Levi lo miro con un semblante de advertencia, haciéndole saber que no era buena idea continuar por aquel rumbo y tomar ese tema. No por ahora.

– ¿No debes tener trabajo con tus pinturas? – se atrevió a preguntar curioso, haciendo caso omiso de su mirada – No veo ninguna tela por entre tus cosas.

– Lienzo – le corrigió – Se llama Lienzo. Y no, no tengo nada importante que entregar.

– ¿Falta de inspiración?

– Si se puede llamar así – lanzo un suspiro de pesadez.

¿Era lo que realmente le pasaba?

Kenny frunció el ceño mientras lo miraba con atención. El tiempo que Levi la pasaba con él durante las vacaciones le permitió interpretar cada una de sus expresiones, más cuando el azabache era un niño de pocas palabras. Por lo que ahora, con tan solo mirarlo sabía que no todo andaba bien. Aun después de doce años, lo conocía a la perfección.

– Realmente no esperaba tu visita así que no he preparado nada de comer – repuso al tiempo que se daba la vuelta y comenzaba a hurgar entre su alacena, dejando el tema de lado para completo alivio de Levi.

– ¿Desde cuándo cocinas? – pregunto no muy convencido.

– Desde que el doctor dijo que las sopas instantáneas no son buenas para un viejo como yo – refunfuño por debajo, sacando algunas cosas después de haber buscado en lo más recóndito del pobre mueble – Tengo frijoles enlatados y poco de pan rancio, creo que aun cruje.

– ¿Enserio comeremos eso? – Levi miro al alimento en sus brazos con recelo – No quiero morir de indigestión.

– Tan especial, como siempre – el viejo rodó los ojos ante su comentario, dirigiéndose hacia el bote de basura para poder tirar aquellos alimentos que en algún momento tuvieron una mejor apariencia. A fin de cuentas, ni a él le apetecía – Toma – dirigió la mano a su bolsillo antes de tomar las llaves de su vieja camioneta y aventarlas en dirección a Levi – No nos queda más que ir a salir a comer. Hay un pequeño café–restaurant por el centro del pueblo. Es buena – repuso al tiempo que se colocaba su abrigo.

Levi bufo por debajo al escuchar al lugar. ¿De qué le sirvió salir de aquel laberinto si al final volvería a él?

– ¿Esa carcacha a un sirve? – giro las llaves por sus dedos, sorprendido.

– No te dejes llevar por las apariencias, esa pequeña nena corre como nueva – presumió el hombre, dirigiéndose hacia la salida.

En cuanto estuvieron en el exterior el semblante de Levi no hizo más que arrugarse ante la inconformidad. Ahora creía que el término 'vieja' le quedaba corto.

– Vamos, sube – ordeno Kenny mientras se dirigía del lado del copiloto, haciendo rechinar la puerta en cuanto trato de abrirla.

¿En qué momento se le hizo buena idea dejar su carro en la ciudad?

Levi no tuvo más opción que montarse y encenderla después de varios intentos, siguiendo las instrucciones de acuerdo a los comentarios burlones de Kenny.

Durante el recorrido hablaron sobre temas variados, desde la nula vida amorosa del azabache hasta los años que seguramente aun le quedaban por vivir a al viejo de su tio, siempre teniendo la alerta de no tocar algún tema que tuviera que ver con la profesión de Levi.

– Es ahí – Kenny señalo a un pequeño establecimiento, asegurándose de volver a resguardar sus manos en el reconfortante calor de sus bolsillos.

Levi giro la cabeza y pudo ver el local, decorado con colores claros y alegres junto con un letrero en lo más alto de su puerta, siendo seguramente el nombre del establecimiento.

"Little Titan"

Menudo nombre.

– Es un lugar familiar – reconoció Levi en cuanto se estaciono en un cajón vacío, teniendo especial cuidado de no forzar el motor ante la amenazaba de que se apagara – Nunca pensé que te gustaran estos lugares.

– La comida es buena – comento Kenny con simpleza, como si aquello fuera suficiente para complacer a su peculiar sobrino.

En cuanto apago el vehículo, los dos salieron para ingresar al pequeño restaurante, siendo envueltos por el olor a café en cuanto las puertas se abrieron. En el interior se encontraba a una temperatura cálida, por lo que lo primero que hicieron en cuanto se sentaron cerca del ventanal fue despojarse de sus abultados abrigos, aliviados de poder tener algo más de movilidad en su cuerpo.

El invierno seria duro esa temporada.

– ¿Aquí pasas tus tardes solitarias? – el azabache dio un vistazo a su alrededor, notando como solo unas cuantas personas se encontraban en la barra tipo desayunador.

– Y las mañanas – completo sin inmutarse – Carla, la encargada, hace un chocolate caliente tan delicioso que te volverás adicto a él.

– Pensé que no debías de consumir muchos azucares – le reprocho con tono de desaprobación.

– Una vez al año no hace daño – contradijo, tratando de excusarse.

– El invierno no dura un día.

– Entonces de algo me tengo que morir ¿Quién eres? ¿Tu madre? – se quejó al tiempo que tomaba el menú frente a él, inspeccionándolo con atención.

Levi giro los ojos ante su comentario, dudando seriamente en si todas las personas maduran mentalmente. Repitió las acciones de su acompañante y tomo entre sus manos la carta del menú que reposaba sobre el centro de la mesa, teniendo una bonita presentación lo que decoraba su portada. La mayoría de las cosas tenían buen aspecto, sin embargo lo que más abundaban eran las bebidas calientes y los dulzones postres.

Antes de que pudiera opinar al respecto y sugerir un lugar más razonable, pudo percibir de reojo como una silueta se posicionaba a su costado, justo frente a su mesa.

– ¡Eren! – su tío se dirigió al extraño frente a él con demasiada familiaridad, cosa que logro desconcertarlo en gran manera – Te veo con mucha frecuencia. Es bueno que ayudes a tu madre pero deberías de tomarte un descanso – opino con un tono de reprensión pero sin sonar enojado.

Levi giro levemente su rostro ante la curiosidad, encontrándose con la mirada del aludido justo al tiempo en que sonreía con algo de vergüenza, riéndose levemente ante las palabras de Kenny.

El ceño de Levi se frunció automáticamente al reconocerlo.

– ¿Tú? – alzo la ceja con inconformidad, mirando al castaño frente a él con una expresión recelosa.

Los dos se giraron a verlo en cuanto pronuncio aquella palabra. Kenny se mostró extrañado ante la actitud de su sobrino mientras que el semblante de Eren cambiaba a una de sorpresa, recordando su encuentro hace un tiempo atrás.

Era el mismo chico que le pidió indicaciones.

– ¿Se conocen? – pregunto Kenny con duda, sin comprender exactamente la relación que tenían los dos.

– No es algo de lo que este orgulloso – respondió Levi con desagrado.

– ¿De qué habla? – miro a Eren en busca de una respuesta.

– Me refiero a que no pensé que las personas de aquí fueran tan maleducadas – interrumpió con rapidez, negándole la oportunidad al castaño de que dijera algo – Me perdí antes de llegar a la casa, por lo que le pedí al mocoso aquí presente que me ayudara. ¿Qué hizo? Le puso más atención al interior de su mochila, como si mi presencia no estuviera – acusó exaltado.

Nadie dijo nada más.

Los dos miraron a Levi con atención y un tanto sorprendidos por aquel arranque de enojo, notando como el azabache tomaba aire ante el mar de palabras que habían salido por su boca.

Kenny carraspeo un poco antes de romper el silencio y comenzar a reír en una sonora carcajada, atrayendo la mirada desaprobatoria de Levi.

¿Ahora el viejo se estaba volviendo loco?

– Ya veo que no se conocen – corrigió el mayor con dificultad, tratando de recuperar un poco el aire.

Eren aprovecho la oportunidad y saco una pequeña libreta que guardaba en el bolsillo de su delantal, comenzando a escribir en ella con un trazo rápido pero legible. En cuanto termino, se la paso a Levi con insistencia, quien tomo la libreta entre sus manos con completo desconcierto.

"– Te fuiste antes de que pudiera sacar la libreta de mi mochila"

Levi lo réyelo por tercera vez, tal vez hasta una cuarta, sin embargo tuvo que mirar a Kenny en busca de una aclaración. No entendía que sucedía.

– Su nombre es Eren, es hijo de la propietaria de este lugar – comenzó a decir el hombre ante la mirada interrogante de su sobrino – Vinieron a vivir aquí unos años después de que te fuiste a estudiar a la ciudad. Eren no puede relacionarse fácilmente con las personas por medio del habla, por eso seguramente no te contesto cuando le preguntaste la dirección, y conociéndote, estoy seguro que no le diste tiempo al pobre chico de explicarse.

Levi volvió a dirigir su vista hacia la libreta, sintiendo como ahora aquella frase comenzaban a tomar coherencia en su mente. Alzo la vista hacia el castaño a los pocos segundos, quien le dedico una mirada de disculpa en cuanto sus ojos se encontraron.

Los engranes de su cabeza comenzaron a unir los cabos y la idea llego a su mente como si de un rayo se tratara.

Ahora lo entendía.

El chico era mudo.

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"Cuando a veces nos sentimos perdidos, necesitamos de un nuevo ambiente, de nuevas cosas, de nuevas personas, para poder disfrutar de aquella virtud que se nos ha dado; La vida"

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Si seguiste leyendo hasta el final !Muchas gracias!

¿Eren mudo? !Que chulada! Muy pocos fics he leído sobre eso, así que; vamos por ello ;A; Creo que le da una apariencia más adorable, capaz solo es delirio mio ;-;

Cualquier comentario, critica reconstructiva, consejo, apoyo; no duden en dejarlo en un review.

Sin más por decir, espero sinceramente que les guste el capitulo. Lamento cualquier error ortográfico que se encuentre escondido por ahí.

!Nos leemos a la próxima!

Besos, abrazos y apapachos.

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~ ¿Review? ~