Este fic participa en la Dramione Week 2016 del foro El Mapa del Mortífago. He escogido el prompt «Lago Negro».

Disclaimer: Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling.

Agradecimientos especiales a MeriAnne Black por betear y animarme a publicarlo :)


ESTRELLAS

I. Lago Negro

En junio, el Lago Negro estaba lleno de vida: el calamar gigante sacaba sus tentáculos al ocasional sol escocés, los pájaros cantaban, las ramas de los árboles se agitaban con el viento y había que esquivarlas bajo riesgo de volver con un ojo menos, los estudiantes paseaban por ahí para intentar relajarse antes de los exámenes…

El único que desentonaba con esa imagen de paz y tranquilidad era –oh, sorpresa– Draco Malfoy.

El chico caminaba a grandes pasos en dirección al lago. Iba sin túnica y sujetaba un libro en su mano derecha con cara de tener ganas de estampárselo en la cabeza al pobre desgraciado que se le cruzara por delante.

Por consiguiente, el espacio circundante al Lago Negro se despejó rápidamente.

Draco se plantó en un claro donde sabía que Granger solía leer y miró a ambos lados. Nada. Ni rastro de la chica.

Como tuviera que buscarla más, la iba a tirar de la torre de Astronomía, el chico lo tenía muy claro. A ella y a su puñetero libro. Porque claro, se le tenía que haber caído en su precipitación por bajar las escaleras. Y claro, él, como un idiota, lo había recogido y lo había guardado.

Maldita fuera ella y maldita fuera su conciencia por no dejarle prender fuego al asqueroso libro.

Al final, después de buscar durante cerca de tres minutos, Draco decidió que había hecho todo lo humanamente posible para devolverle el libro a su dueña y dejó el libro debajo de un árbol.

Antes de irse, y a regañadientes, le lanzó un conjuro de protección al libro.

Fue a darse media vuelta, pero retrocedió y, mascullando entre dientes, colocó una chocolatina encima de la cubierta del libro y garabateó una nota:

Deja de perder tus cosas porque la próxima vez irán directas a hacerle compañía al calamar.


Hermione Granger estaba cerca de sufrir un ataque de histeria.

Había revisado diez veces su mochila, otras diez las últimas aulas, pasillos y sitios por los que había pasado y tres veces más su cuarto, pero nada. El libro –¡su libro! ¡Hogwarts: Una historia edición limitada!– había desaparecido.

Se sentó en la Sala Común, intentando tranquilizarse. Harry y Ron la habían dejado a su suerte para ir al examen de Adivinación, y los echaba de menos como nunca (quizá porque con cuatro ojos y cuatro manos más ya lo habría encontrado). De pronto, se irguió en su asiento, sintiéndose estúpida.

Se levantó de un salto y sacó su varita del bolsillo, haciendo un fluido movimiento y musitando unas palabras que hicieron que una luz se elevara en el aire y empezara a moverse en dirección a la entrada de la Sala Común.

Hermione sonrió, orgullosa. Los conjuros de localización siempre se le habían dado bien.

Echó a correr siguiendo a la luz y atravesó el tapiz para encontrársela al otro lado, esperando. En cuanto puso los pies fuera de la torre, la luz empezó a moverse en dirección a las plantas bajas.

Bajó al Gran Comedor, cogió el desvío a la izquierda, atravesó tres pasillos y finalmente salió a los jardines.

Hermione empezó a pensar que quizá su hechizo no había funcionado tan bien como pensaba, porque ella no había salido fuera del castillo en ningún momento.

Sin embargo, persiguió a la luz durante todo el camino, cruzando los jardines y rodeando el Lago Negro hasta que llegó al pequeño claro donde solía leer. Allí, la luz desapareció.

Hermione echó un vistazo alrededor y, cuando debajo de un árbol vio un bulto que tenía una forma sospechosamente parecida a un libro, se acercó a grandes pasos, esperanzada.

Sonrió cuando vio que no sólo estaba ahí su libro –y en perfectas condiciones, además–, sino que además había una notita en un trozo de pergamino y una chocolatina.

Lo cogió todo, se guardó la nota en un bolsillo y empezó a caminar en dirección al castillo mientras mordía alegremente la chocolatina.

De camino, se encontró a Draco Malfoy, que parecía aún más amargado que de costumbre.

Lo que ese chico necesitaba era una chocolatina como la suya, pensó.


¡Feliz Dramione Week!

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LadyChocolateLover