¡Hola!
¿Como estan? Espero que muy bien.
Antes que nada, sé que debería estar actualizando las fics que están paradas, sin embargo, confieso que paso por un momento de bloqueo con ellas.
Pido humildemente la paciencia y comprensión de todos. Juro que daré continuidad a todas.
Mientras tanto, ¿qué tal aprovechar más un AU completamente fuera del estándar?
¡Besos y buena lectura!
En Líos
Prólogo
By Misako Ishida
Observaba, por primera vez en la vida, aquellos ojos azules expresándose. Y demostraban sorpresa, asombro y confusión. Ella misma también se sentía así. Sorpresa, sorprendida y confusa. Pero, de una cosa estaba segura: le gustaba.
Las manos de Hikari temblaban y sudaban. Ella estaba insegura y su reacción no ayudaba mucho. Envergonzada y ruborizada, había bajado la cabeza al darse cuenta de que estaba en shock. Esperó pacientemente que dijese algo.
– Hi-Hi-Hikari-chan... Yo... Yo... – no podía expresarse, no podía pensar. La chica de cabellos castaños le había arrinconado. – Yo... No sé ni qué te dice... Lo siento, pero...
Hikari reaccionó inmediatamente.
– ¡No! – eso lo sorprendió. – Por favor, diga cualquier cosa, pero no hable que no puede corresponderme. Yo sé que... Yo sé que jamás pensarías en eso... Sin embargo, a pesar de todo, todavía soy una niña que merece una oportunidad. – dijo con desesperación y sin saber de dónde había sacado todo ese coraje.
Eso era un tremendo absurdo. Ella se declaraba abiertamente para él. Le dije que le gustaba. Le dije que quería quedarse con él. Como lo había hecho era un misterio. Simplemente, en la hora de la desesperación, las palabras fluyeron con poca dificultad. Pensaba que sería difícil, que no iba a poder hablar nada, que quedaría paralizada. Pero la simple idea de ser rechazada le impedía flaquear.
El rubio suspiró. Estaba en un callejón sin salida. Entre la cruz y la espada. Era una situación que no tenía ni siquiera un adjetivo adecuado para caracterizarla. Pasó las manos por el pelo frustrado. ¿Qué haría ahora? Allí en su frente estaba aquella niña que había conocido cuando era un niño. Y hoy se estaba declarando para él. Para él. ¿Como así? Podría esperar una declaración de varias chicas, pues las recibía casi a diario, pero de ella. No, no lo imaginaria. Parecía un cuento de ficción que Hikari Yagami se declaraba para él. Suspiró sin tener mucho que decir.
– Hikari... No puedo. Simplemente no puedo... Eres... – y fue bruscamente interrumpido.
Los labios de la pequeña Yagami los encarcelaron en un beso tímido e inexperto. Sus ojos se abrieron. Pensó en alejarla, pero Hikari le abrazó por el cuello con fuerza. No supe lo que estaba pasando, pero de cierta forma le agradó. No de una manera extraña o bizarra, pero fue algo dulce. Podía sentir que la niña realmente estaba enamorada.
Y ahora estaba en un conflicto. Entre la razón y la emoción. Entre el prudente y el deseo. Duró sólo unos segundos, se esfumó junto con el final de aquel inesperado beso.
Colocó la mano en su boca, no creyendo todavía que ella había hecho aquello. Hikari miró profundamente en sus ojos y notó una determinación tan grande que no sabía que ella poseía.
– Por favor, antes de que me dés un montón de justificaciones para no aceptarme, sólo quiero pedirle que no me rechace sin antes darme una oportunidad. – hizo una pausa en la que respiró profundamente. – Dame una oportunidad, sólo una. Y si aun así no puedes me corresponder, no insistié más y aceptaré cualquier decisión que tomar.
Sus ojos brillaron intensamente. Definitivamente ella era una buena jugadora. Estaba en conflicto. Era un juego injusto. Tres contra uno. Hikari contra él. Él contra él. Y él contra él. Respiró profundamente y se sentó en el suelo, apoyado en la pared. Miró hacia arriba y vio la cara angustiada de la niña esperando una respuesta. Cualquiera que fuera su decisión lastimaría a alguien. Sólo tenía que escoger quién se lesionaría menos.
– Todo bien. – susurró después de unos minutos en silencio, donde la tensión los consumía. – Te daré una oportunidad. – no sabía de dónde había salido aquella respuesta.
Estaba sorprendido consigo mismo, pero Hikari parecía más. Una lágrima, que consideró de felicidad a causa de la sonrisa que se estampó en su cara, rodó sutilmente. Ella se arrodilló y lo abrazó.
– Gracias. – murmuró. – Gracias, Yamato.
Yamato correspondió al abrazo de ella de forma torpe. Se dio una pequeña sonrisa y acarició el pelo de la chica. Se dio un corto beso en su frente y la ayudó a levantarse al mismo tiempo en que también se levantaba. Una sonrisa radiante adornaba el semblante de la chica. Y una gran preocupación invadía sus pensamientos: Taichi y Takeru.
