¡¿Qué tal mis lectoras/es?! Aquí viene hedgehog a traerles otra bonita historia que les estuve prometiendo hace ya algunos días, esta historia está levemente relacionada con mi fic "con su permiso" creo que aquí les dicen precuelas cuando un fic está relacionado con otro, no estoy muy segura, por favor no me maten D: *se esconde*

Espero que le den una oportunidad a este fic y les guste, poco a poco se va mejorando. También agradezco a las críticas constructivas en mi fic anterior y los bonitos reviews que me dejaron. Me inspiraron a seguir :')

Sin más preámbulos, los dejo con el primer capítulo :3

Nota: Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen. Le pertenecen a su creador, sólo la historia es mía.

CAPITULO 1: Culpa

Corría velozmente por las doce casas.

Parecía como si estuviera jugando carreras con alguien y aquel individuo estuviera en último lugar, pero no era así. Las cosas iban mal, muy mal.

Corrió desde quien sabe que casa hasta llegar al cuarto templo quien era protegido por Máscara Mortal de Cáncer. Un santo al que todos le temían por ser sanguinario y no mostrar piedad hacia sus contrincantes o bueno… las cosas habían cambiado y ya no era así. Parecía estar en la luna después de haberse casado con una linda florista de Asgard quien aceptó gustosa la petición del santo. Aun así, Máscara seguía dando miedo si lo hacían enojar.

Aquel sujeto llegó jadeante a aquella casa bastante encolerizado, tenía cara de muy pocos amigos.

Máscara salió a ver qué era lo que pasaba, traía puesta su armadura, pero al mirar de quien se trataba, cambió su semblante serio y rudo a uno más relajado. Hasta una pequeña sonrisa sincera se había dibujado en su rostro.

-¡TE ODIO!

Esas palabras resonaron por todo el templo, dejando a cierto cangrejo bastante confundido sin entender qué demonios era lo que estaba pasando.

-¡TE ODIO! ¡NO QUIERO VERTE NUNCA!- vociferó de nuevo aquel sujeto. Era bastante notorio que el odio lo estaba consumiendo, le dirigió una cruel mirada al santo y salió corriendo de nuevo en dirección a Géminis dejando a Máscara completamente estático.

-¿Qué fue todo ese alboroto?- preguntaba confundida cierta peli castaña que iba saliendo de una de las habitaciones del templo.

-Helena…- dijo en casi un susurro, algo no está bien…- pausó unos segundos- algo le pasa a nuestro hijo.

Aquel individuo que llevaba su escándalo consigo era el fruto del amor entre Máscara Mortal y Helena el día en que se volvieron a encontrar, cuando los dioses le dieron una nueva oportunidad al cangrejo y a sus camaradas.

Era un niño de aproximadamente diez años, su cabello era exactamente igual al de su padre; alborotado y azul, su piel era blanca como la de su madre al igual que sus ojos verdes y su cuerpo no era muy delgado pero tampoco estaba con exceso de peso. Tenía finta de que sería igual al de su padre en unos años más. Su carácter a veces solía ser complicado, no era de extrañarse de quien lo había heredado pero a pesar de todo, era un buen niño.

-¿Pasó algo entre ustedes dos?- preguntaba Helena a su marido dirigiéndole una mirada de preocupación.

-No Helena- respondió serio- todo estaba muy bien hasta ahorita que me empezó a gritar.

Ambos se quedaron viendo algo angustiados por el cambio tan repentino del comportamiento de su hijo, hasta que Máscara Mortal comenzó a sentir que un poderoso cosmos se iba acercando a su templo y como se iban escuchando con más intensidad varios pasos metálicos.

-¡Máscara Mortal!- una imponente voz se escuchó por toda la casa.

-¡Saga!- el cangrejo reconoció de quien se trataba.

El santo de Géminis estaba de pésimo humor. En su mano derecha, traía sujetado por el cuello de una camiseta negra con rayas blancas manteniéndolo suspendido del suelo al primogénito de Cáncer quien, sin éxito, intentaba burlar a Saga para escapar de su casa y cruzar a las siguientes para así lograr salir del santuario.

-Deberías de estar más al pendiente de tu pequeño mocoso si no quieres que lo mande a otra dimensión- reprendía el de la tercera casa.

-¡Ya suéltame idiota!- gritaba enrabiado el pobre niño que aún se encontraba sujeto por la mano del Saga. Se retorcía como si fuera un gusano. Pataleaba y agitaba los brazos intentando liberarse del fuerte agarre.

-¡Alcander!- Helena intervino- no le hables así a Saga.

El geminiano soltó bruscamente al niño haciendo que este azotara en el suelo dibujándose una mueca de dolor en el rostro para luego liberar un quejido.

-Escúchame Máscara Mortal- el gemelo apuntó con el dedo índice al menor- si vuelvo a recibir otro tipo de insulto, olvídate que vuelva a ser piadoso con ese mocoso.

Saga dio la media vuelta y se marchó de la casa de Cáncer para regresar al templo de Géminis. El niño aún seguía en el suelo con la mirada apuntando hacia abajo con el ceño fruncido y apretando los puños intentando aminorar el coraje que le había provocado el caballero de Géminis.

-Hijo…- Helena quiso acercarse pero Máscara se lo impidió.

-Yo hablaré con él, Helena- le dijo tranquilamente.

El santo se acercó lentamente al niño, se puso en cuclillas para quedar a su altura y lo miró fijamente.

-Alcander- le habló tranquilamente- ¿Qué está pasando contigo?

El menor seguía mirando al suelo ignorando completamente a su padre.

-Alcander, te estoy hablando- ordenó el cangrejo cambiando su tono de voz por uno más firme.

Seguía sin tener respuesta de su hijo. Esa situación estaba comenzando a desesperar al peli azul, si bien, ya no era un loco sanguinario buscando matar como si fuera un cazador de venados, ser paciente era algo que aún no se le daba muy bien.

Acercó su mano para tomar el mentón del niño, pero cuando este sintió la mano de su padre tocando su piel, la hizo a un lado con brusquedad.

-¡NO ME TOQUES!- vociferó.

Levantó la mirada enfrentando a la de Máscara. No había más que odio en aquellos orbes verdes.

-¡No te permitiré que me hables de esa manera!- reprendió bastante molesto sujetando con fuerza el brazo de Alcander obligándolo a ponerlo de pie junto con él.

-¡Te dije que no me toques!- el oji verde se soltó rápidamente del agarre de su padre.

-Alcander ¿Por qué te comportas así?- Helena quería acercarse, estaba bastante preocupada por ese agresivo comportamiento.

-¡No te acerques madre!- ordenó impulsivamente haciendo que la castaña se detuviera.

-No voy a permitir que le hables así a tu mamá- decía el italiano bastante severo.

-¡Tú eres la persona menos indicada para decirme algo así!- volvió a encarar a Máscara- Te haces decir caballero que pelea por la justicia, por proteger "a la vida por más pequeña que sea"… ¡¿COMO TE ATREVES A DECIR ESO CUANDO TUS MANOS Y TODO ESTE MALDITO TEMPLO ESTAN MANCHADOS CON SANGRE DE GENTE INOSCENTE?!

Los orbes esmeralda del niño se llenaban de lágrimas de rabia, apuñaba las manos y su cuerpo comenzaba a temblar. Helena no sabía que decir, se llevó una mano a la boca y observaba tristemente el estado de su hijo tan lleno de ira y rencor. Y Máscara… estaba callado sin quitarle la mirada a su primogénito ¿Cómo podría negar todas esas cosas que en verdad había hecho hace muchos años atrás? Pero sobre todo… ¿Cómo demonios se había enterado de todo eso?

Parecía que Alcander ya había terminado, pero apenas era el comienzo.

-¿Cuánto tiempo pensabas en ocultármelo papá? ¡¿CUANTO TIEMPO MAS?!- unas pequeñas lágrimas comenzaban a asomarse de los ojos del menor pero hacía lo posible por retenerlas- Eres un asesino, ahora entiendo eso de lo que dicen que hasta tu propia armadura te había abandonado una vez, pero no entiendo cómo demonios es que volvió hacia ti. Y ni creas que es lo único. También supe muy bien de todo lo que hacías en Asgard, te divertías con todas las mujeres que te encontrabas, te acostabas con hasta dos al mismo tiempo. Me sorprende que mi mamá haya puesto toda su confianza en ti, pero no sabía que lo único que tú querías era acostarte con ella y dejarla…

Alcander no pudo terminar de decir ni una palabra más. Máscara le propinó una fuerte bofetada a su hijo. Su sangre estaba hirviendo y su cosmos se comenzó a elevar mirando furiosamente al menor que se había llevado una mano a la zona golpeada.

-¡Ondas infernales!- atacó el niño bastante enfurecido. Nació bajo la constelación de Cáncer y estaba aprendiendo las técnicas de su padre.

Aquel ataque terminó siendo retenido por una sola mano del cangrejo que después cerró haciendo nada aquella energía. El oji verde sólo se limitó a mirar como su ataque era nada en contra de su padre.

-Eres más débil que un caballero de bronce- habló en tono decepcionado, pero su humor aún no había cambiado- ahora yo te enseñaré como se debe de hacer- se puso en posición elevando su cosmos lo más que podía y apuntando con el índice dispuesto a lanzar su ataque- ¡ONDAS…!

-¡Ya basta!- Helena se acercó rápidamente bajando el brazo de Máscara obligándolo a detener su ataque- son familia, tienen que quererse como tal- unas diminutas lágrimas no tardaron en hacerse presentes.

-Yo ya no veo a ESTE como mi familia- le dedicó una última mirada al peli azul y se fue velozmente a encerrarse a su habitación.

La pareja seguía sin moverse de su lugar bastantes desconcertados. Helena seguía reteniendo sus lágrimas mientras aún estaba aferrada al brazo del santo y este no encontraba qué hacer con ese molesto sentimiento que recorría por su sangre pero a la vez, no tenía el valor de mirar a la castaña a los ojos. Si bien, ella si sabía cómo era su forma de ser antes de que unieran sus vidas, que su propio hijo hubiera dicho todas esas cosas hacía que se muriera de la vergüenza.

Máscara Mortal se liberó del agarre de su esposa y caminó directo a una de las paredes de su templo dándole un fuerte puñetazo dejando la evidencia de un agujero más o menos mediano. Apoyó su frente contra la pared cerrando con fuerza sus orbes azules.

Helena caminó hacia el cangrejo abrazándolo dulcemente por la espalda esperando a que se calmara. Podía sentir como su cuerpo estaba completamente tenso haciendo que temblara un poco y como su armadura tenía una temperatura más elevada de lo normal debido a su cosmos.

-Por favor Máscara, tranquilízate- le hablaba serenamente.

-Helena…- respondió en un hilo de voz aun sin moverse de la posición en que se encontraba- en estos momentos no tengo cara para mirarte a los ojos.

-Lo pasado es pasado amor, las cosas son diferentes ahora- acariciaba delicadamente la espalda de su amado.

El cangrejo dio media vuelta rápidamente quedando cara a cara con la oji esmeralda abrazándola como si de un reflejo se tratara. La apretujaba fuertemente contra su cuerpo y depositaba traviesos besos en su cuello haciendo que la joven liberada unos débiles suspiros.

-Mi vida se acaba si dejas de amarme- susurró tímidamente con un toque de seducción en el oído de la asgardiana.

-Nunca dejaría de hacerlo- le respondió de igual forma en un susurro usando el mismo tono de voz que el del cangrejo para luego comenzar a besarlo detrás de la oreja y luego pasar a su cuello.

-He creado un monstruo- decía divertido, ahogando algunos suspiros.

Máscara Mortal levantó a Helena entre sus brazos y le dio un par de vueltas. Ambos sonreían. A pesar de que ya habían pasado algunos años desde que unieron sus vidas, aún conservaban ese mismo amor que siempre los mantenía juntos. El santo volvió a depositar a la castaña en el suelo sin dejar de mirarla a los ojos.

-Helena- el semblante del oji azul cambió a uno preocupado- me está inquietando el saber qué fue lo que le dijeron a Alcander.

-¿Crees que fue alguno de los caballeros dorados quien le contó de ti a nuestro hijo?

-Es lo mas probable, pero no todos saben absolutamente todo sobre mi.

Ambos se quedaron pensando por un momento quien podría haber sido el responsable de provocarle serios problemas de conducta a quien podría ser el nuevo portador de la armadura dora de Cáncer en un futuro, cuando en eso, la mirada de Máscara comenzó a cambiar drásticamente.

-¡Ese infeliz!- exclamó furioso el cangrejo comenzando a dirigirse a paso veloz a la salida de su templo.

-¿A dónde vas?- preguntó Helena con un toque de preocupación pensando en qué demonios iba a hacer su marido pero no obtuvo respuesta alguna debido a que ya se encontraba bastante lejos- espero que no se le ocurra hacer ni una tontería.

Un cosmos furioso iba pasando peligrosamente por el resto de las casas sin pedir siquiera permiso a sus guardianes provocando que estos lo miraran preguntándose qué demonios le pasaba por la mente al santo de Cáncer.

La castaña caminaba tranquilamente por un largo pasillo que daba con la habitación de su hijo. Se topó con una fina puerta de madera blanca y no dudó en abrirla. Lo hizo lentamente para no hacer algún ruido que alarmara a Alcander.

La abrió unos cuantos centímetros y miró con cautela aquella amplia habitación de paredes plateadas, una gran ventana que se encontraba situada en medio de una de las paredes y su suave alfombrado azul que cubría todo el suelo. Casi pegada a la derecha de la puerta, casi enfrente de la ventana, estaba una gran cama en donde se encontraba acostado boca abajo el pequeño peli azul.

-Alcander- llamó suavemente entrando a la habitación para luego tomar asiento en el filo de la cama.

El niño no dijo ni nada, pero estaba lo suficientemente despierto como para darse cuenta que su madre había irrumpido en su privacidad.

-Hijo- llamó de nuevo usando el mismo tono, colocando delicadamente su mano derecha sobre los alborotados cabellos de su hijo.

Este acto obligó al menor a levantarse rápidamente, se puso de rodillas sobre la cama y miraba a Helena fijamente obligando a esta retirar su mano.

-¿Qué quieres mamá?- preguntaba indiferente.

-Quiero saber que te sucede Alcander, me tienes muy preocupada.

El oji verde se sentó en medio de la enorme cama abrazando sus piernas liberando un quejido como respuesta.

-Tu padre también está muy preocupado por tu repentino cambio de humor.

-Mi padre no me importa- fue lo único que logró decir en un tono de desprecio, desviando su mirada a las sábanas blancas que cubrían su cama.

-Alcander, no digas eso- le reprendió molesta.

-¿Y cómo querías que reaccionara al saber cuándo me dijeron todas esas cosas sobre él?

-¿Quién te lo dijo?- cuestionó Helena tranquilamente mirando fijamente a su primogénito.

No obtuvo respuesta. Todo fue silencio por un momento.

La asagardiana se quedó pensativa, hasta que por su mente pasó como una estrella fugaz quien podría haber sido el responsable de aquel acto.

-Afrodita…- dijo en voz muy baja.

-No mamá- el oji verde logró escuchar el nombre que la castaña había pronunciado- no fue el tío Afrodita.

-¿Entonces quién fue?- preguntó con los ojos bien abiertos sin dejar de pensar que el santo de Piscis estaría a punto de pasar un muy mal rato con su mejor amigo.

Sus cabellos celestes ondeaban juguetonamente al compás de una suave brisa cálida. El santo de la doceava casa estaba trabajando en su jardín de rosas venenosas podándolas y curiosamente, hablando con ellas.

-¡AFRODITA!- un fuerte grito nada amigable cruzaba por el peligroso jardín.

Piscis se giró para encontrarse con el culpable del grito. Hace un momento había sentido un cosmos perturbado que se movía velozmente por los templos. Ya se estaba haciendo la idea que aquella energía le pertenecía a su mejor amigo y que seguramente iba a pedirle ayuda en tapar algún problema que el santo de la cuarta casa hubiera provocado, pero las cosas no irían por ese rumbo.

El peli celeste caminaba tranquilamente entre sus rosales directo a su compañero de armas pero a este se le hacía una gran eternidad los paulatinos pasos del santo de Piscis.

-¡ONDAS INFERNALES!- atacó Máscara elevando su cosmos lo más que pudo en dirección a Afrodita.

Si el sueco se hubiera tardado un par de segundos en reaccionar ya estaría en camino a Yomotsu. Logró evadir el ataque dando un gran salto cayendo a un par de metros enfrente del cangrejo. ¿El resultado? Un gran agujero, decenas de rosas arrancadas y cientos de pétalos venenosos danzando en el aire.

-Idiota- lo fulminaba con la mirada- ¿acaso quieres que todos en el santuario mueran envenenados? ¿Qué no sabes las consecuencias que puede traer si lanzas otro ataque así a mi jardín?- reprendía el pisciano señalando los pétalos que, afortunadamente, iban cayendo de a poco en el suelo.

-Vas a morir en este momento Afrodita- el tono del italiano era amenazante.

-¿Qué demonios te pasa ahora?- el peli celeste estaba bastante confundido por la actitud de su mejor amigo.

-¡Te arrepentirás por haberle metido ideas a mi hijo!- rugió el santo de Cáncer.

Se abalanzó sobre su compañero de armas sin importarle que estaba a punto de pelear en el jardín mortífero de Afrodita. El oji celeste le dio un fuerte golpe en el pecho que lo lanzó varios metros hacia atrás lejos del veneno de las rosas.

-¿A caso quieres morir?- reprendía Piscis bastante molesto- ¿Y qué demonios es eso de que le estoy metiendo ideas a tu hijo?- caminaba hacia Cáncer arqueando una ceja y mirándolo confundido.

-Te dije que aún no quería contarle a Alcander sobre mi pasado ¡y fue lo primero que tu hiciste!- Máscara Mortal se puso de pie rápidamente poniéndose en posición de ataque.

-¡Idiota! Parece que ni me conoces- reclamó el sueco- yo no soy capaz de traicionarte a ti, mi mejor amigo.

-¡CALLATE!- gritó bastante exaltado el italiano propinándole un puñetazo en el bello rostro del de la doceava casa haciendo que su casco saliera volando directo al jardín de rosas y un hilo de sangre comenzara a brotar de la frente del pisciano.

-Entonces va enserio.

El choque de los metales dorados producía intensos ruidos. Ambas armaduras resonaban con cada golpe que recibían. Máscara Mortal seguía intentando mandarlo al inframundo con sus ondas infernales y Afrodita se defendía con sus rosas diabólicas pero procuraba que ni una tocara la piel del peli azul. Sabía que en verdad quería acabar con su existencia, pero el peli celeste no haría lo mismo. ¿Por qué demonios lo estaba culpando por algo que él no hizo?

En el cuarto templo, Helena salió de la habitación de su hijo cerrando la puerta blanca para luego caminar rápidamente buscando la salida.

-Tengo que llegar con Máscara antes de que mate a Afrodita- se decía para sí misma a paso veloz cruzando por uno de los pasillos.

Aquellos rápidos pasos se convirtieron en una carrera contra el tiempo, ahora iba corriendo. No tenía tiempo que perder. Cuando estuvo a punto de salir del templo, una silueta familiar se le cruzó enfrente impidiéndole el paso obligándola a detenerse o de lo contrario hubiera sucedido un incómodo accidente.

-¡Helena! ¡Qué sorpresa!- saludaba con una sonrisa de oreja a oreja cierto caballero dorado de la constelación de Escorpión.

-¡Milo!- la castaña se sorprendió un poco al mirarlo aunque no era la primera vez que se le cruzaba así de la nada- discúlpeme caballero, pero tengo que ir rápido a la casa de Piscis- intentaba sonar lo más amable que podía.

-¿Y por qué la prisa?- la miraba pícaramente- tienes todo el tiempo del mundo, quizás… podemos hablar un rato- comenzó a pasar su mano derecha por uno de los mechones castaños de la florista.

-¡Milo!- exclamó quitándose rápidamente del tacto del Escorpión- tengo que irme- le recalcó algo molesta y se fue corriendo a las demás casas.

-Tan linda y con la compañía que se carga- dijo el santo para sí mismo sin dejar de sonreír pícaramente. Si Máscara aun no lo mandaba a Yomotsu era de pura suerte.

Aquel alboroto de los santos de Cáncer y Piscis había empezado a llamar la atención de otros santos que estaban ahí cerca. Camus y Aioros no dudaron en llegar al sentir aquellos cosmos luchando entre ellos. Incluso Seiya que iba bajando de los aposentos del patriarca junto con Hyoga que en un momento entrenaría con el caballero de Acuario.

-¿Vas enserio?- exclamó Afrodita haciéndose notorio algo de agotamiento en él.

-¿Y qué creías?- respondió iracundo- ¡Ondas infernales!

-Si a esas vamos- el peli celeste le lanzó una mirada amenazante, borrando de su mente esa idea de que no envenenaría al cangrejo- ¡Rosa sangrienta!

Una bella pero mortífera rosa blanca se dirigía directamente al corazón de Máscara Mortal y las ondas infernales estaban por mandar a Afrodita al inframundo. Todos miraban perplejos consumidos por la tensión en como terminaría aquella batalla, pero los espectadores estaban completamente seguros que ambos santos de Athena terminarían muertos después de eso.

Cuando los ataques de ambos estaban a punto de llegar a sus objetivos, otra poderosa fuerza se hizo presente volviendo los ataques a nada y lanzando a aquel par estrellando sus cuerpos en las columnas de la casa de Piscis para luego caer de cara a punto de quedar inconscientes.

Los espectadores giraron sus miradas a las escaleras que daban al templo del patriarca. Divisaron al responsable de haber interrumpido aquella batalla, era nada más y nada menos que el mismísimo patriarca, Shion, ex caballero de Aries.

Caminaba lentamente bajando los escalones de piedra uno por uno, sus cabellos rubios se mecían a direcciones diferentes con la brisa suave y su mirada ambarina no miraba a otro lado más que aquellos dos compañeros que aún estaban tendidos en el suelo con varias heridas en el cuerpo las cuales la mayoría estaban sangrando. Se habían hecho mucho daño pero con el poder del cosmos de Shion que utilizó para separarlos fue suficiente para casi medio matarlos.

Los santos que estaban ahí comenzaron a arrodillarse mostrándole sus respetos al rubio, a excepción de Seiya que lo miraba fijamente, pero Hyoga le dio un fuerte puñetazo en la rodilla haciendo que el santo de Pegaso no tuviera otra opción que imitar a los demás liberando un pequeño quejido de dolor.

-Retírense- ordenó Shion- necesito hablar seriamente con aquellos dos- su tono de voz no tenía emoción alguna.

Todos lo obedecieron y abandonaron pronto la entrada de la casa de Piscis.

El patriarca avanzó en dirección a aquel par que luchaban con todas sus fuerzas para arrodillarse e implorar a todos los dioses existentes que les perdonara la vida. Los pasos del ambarino se detuvieron a medio metro de aquellos caballeros. Sentían como la mirada del ex caballero los taladraba.

-Los quiero mañana a primera hora en mis aposentos- les dijo fríamente.

-Le ruego que nos disculpe…- Afrodita intentaba pedirle disculpas pero fue interrumpido nuevamente por esa voz indiferente.

-Ya les dije. Ambos a primera hora mañana y ni se les ocurra llegar tarde. Y no quiero volverme a enterar de que están peleando de nuevo- después de eso, Shion dio media vuelta para regresar a su templo dejando a Piscis y a Cáncer no muy tranquilos que digamos.

-Todo esto es culpa tuya- reclamó Máscara logrando ponerse de pie.

-¿Mi culpa?- respondió molesto Afrodita imitando a su compañero- ¿sigues creyendo que le conté todo sobre ti a tu hijo?

-¿Quién más sabe absolutamente todo sobre mi?- el cangrejo estaba por ponerse de nuevo en posición de ataque cuando sintió un delgado cuerpo que se apegaba rápidamente al suyo.

-¡Máscara!- Helena lo abrazó fuertemente.

-Helena- el de la cuarta casa se sorprendió con su presencia y aceptó su abrazo pero no pudo contener un quejido de dolor.

-¿Te encuentras bien?- la castaña elevó su mirada para encontrarse con la de su marido. Estaba muy preocupada.

-Son algunos rasguños, no te preocupes- intentaba regalarle una sonrisa forzada.

-Que no se te olvide que mañana a primera hora con el patriarca- habló el santo de Piscis bastante incómodo para luego regresar a su templo.

-Vamos Helena, hay que regresar- ordenó un poco serio rodeando la cintura de la joven con su brazo derecho y esta solo se limitó a asentir.

Bajaban las seis casas tranquilamente, ambos abrazados. El cangrejo le iba contando cada detalle a la castaña porque sabía que ella era un poco insistente cuando de problemas se trataba y solía preocuparse bastante.

-¿Entonces lo mas seguro es que les pongan un castigo a ti y a Afrodita?- cuestionó la oji verde un poco seria al llegar a la casa de Cáncer.

-De seguro que sí, pero no quiero pensar en eso ahorita- volteó en dirección al pasillo que daba con la habitación de su hijo- ¿Cómo está Alcander?

-Sigue molesto contigo- respondió con un dejo de tristeza.

-Iré a verlo- comenzó a caminar rápidamente por el largo pasillo siendo invadido por el sonido de los pasos metálicos de la armadura dorada.

-Máscara, también tengo que decirte otra cosa más- intentaba seguirle el paso, pero el cangrejo parecía no haberla escuchado.

Cuando llegó al final del pasillo hasta toparse con la fina puerta blanca, la abrió clavando su mirada azul en el interior de la habitación, pero para su sorpresa, Alcander no se encontraba ahí.

-¡Helena!- la llamó con impotencia.

-¿Qué pasó Máscara?- se acercó rápidamente preocupada por el comportamiento del italiano.

-Alcander no está en su habitación.

-No pudo haber salido del santuario, los demás santos no pudieron haberlo dejado pasar.

El cangrejo entro a la habitación y buscaba con desesperación a su hijo esperanzado que estuviera en el suelo o escondido, pero para su mala suerte, se percató que la gran ventana estaba abierta.

Su hijo se había escapado.

Mi mente comenzó a llenarse de ideas y para hacerlo one-shot me iba a salir ridículamente largo, así que decidí hacerlo de varios capítulos. No creo que salga muy largo aunque todo depende de como ande mi inspiración xD

El significado del nombre griego Alcander es "fuerte" (eso me dijo el internet hahahaha xD) más adelante aclararé el porque ese nombre.

El hijo de mascarita si que tiene casi el mismo carácter que el del cangrejito, eso de decirle tooooodoooo a su padre si estuvo gacho. No les miento que sentí raro haciendo esa parte, más en donde el cangrejo le da su buena cachetada a su hijo y quería mandarlo a Yomotzu, pero Helena al rescate D:.

Por favor, que alguien se ofrezca a ser la novia del escorpión ese que quiere picar en donde no se debe -w-. Máscara aun no se ha de dar cuenta que le gusta coquetearle a su esposa porque aun sigue vivito y picando, digo, y coleando.

Afrodita estaba a punto de ser puré de pez -w-. Entonces si el no fue quien contó el pasado del cangrejito... ¡¿Entonces quien fue?! D: *exigiendo respuestas* (aooow, Alcander considera a Afrodita como su tío :3)

Sí Máscara, haz creado a un monstruo xD, que forma de olvidarse de los problemas por un rato ewe.

Shion ha aparecido D:. Casi siempre dudo con las características físicas de este caballerito, en la saga de Hades su cabello es como verde-rubio o solo verde y luego verde-rubio de nuevo y en lost canvas es rubio. Igual con sus ojos casi no de bien que onda, en Hades son como rojos o rosas o combinación de café y en lost canvas son como café y de la nada rojo-rosas así bien raro Dx y pues los describí como un color ambar y su cabello rubio como en LC xD no me golpeen ;c.

¿A dónde habrá ido ese pequeño demonio? D: *se transforma en Homero Simpson*

Bueno, como mencioné, este fic se relaciona levemente con el anterior "con su permiso" tendrá algunas referencias pero no hay mucho pierde si alguien no lo ha leído. Se me ocurrió en un momento cuando estaba escribiendo uno de los capítulos de mi fic anterior pensando en cómo podría nuestro caballero de Cáncer resolver un problema fuerte si tuviera un hijo y pues tadá xD salió esta cosa (8

Bueno, ya los entretuve mucho D: nos leemos en el siguiente capítulo :D