Con segundas intenciones
Sirius, Remus y Peter guardaban distancia. James actuaba como si no hubiese ocurrido. Lily creía haberlo olvidado, pero no era así. Es momento ya de darse cuenta que todo lo que se intenta esconder siempre encuentra la luz.
Por ClockyEvans
Capítulo uno: El silencio de Lily
Desde aquél accidente que marcó a la familia Evans, Lily y Petunia tuvieron que valerse por sí solas. Por suerte Petunia tenía suficiente edad como para conseguir un trabajo estable y aportar con dinero para la casa, pero Lily aún seguía en la escuela. Las cuentas a final de mes se amontonaban y las deudas aumentaban con el paso del tiempo. Y lamentablemente, el dinero que sus padres les habían dejado en la cuenta bancaria se volvía escaso.
Como era costumbre en época de escuela, los jueves se encontraba con Snape en la casa de éste. El joven se había vuelto su gran confidente desde que trabajaron juntos en un café, el verano pasado, y luego de todo un año escolar conociéndose, cada uno se había ganado la confianza del otro. No había día en que alguno no se preguntara cómo es que nunca se dieron el tiempo de conocerse.
Y el joven agradecía por todos los jueves el poder verla, pero no lo demostraba. No, Snape nunca demostraba lo que sentía. Lo cursi y meloso le daba asco, pero el olor que exhalaba de su cabello pelirrojo y su sonrisa eterna lo enamoraban. Pero no, no estaba enamorado, según él.
Ella, comos siempre, sin maquillaje y de simple figura, lo que más le atraía a Snape. Nunca se preocupaba de estar a la moda, sólo la política, el medio ambiente y la gente necesitada le movían las entrañas. Lily era, sin duda, excepcional.
Los problemas en casa y con compañeros de escuela se le hacían insignificantes cuando llegaban los días para estar con Lily. Y la confianza que ésta le tenía era un incentivo más para ser mejor persona… sólo por ella, y para ella.
- Podrías volver al café. Hablas con Madder, y le pides que te contrate otra vez
- Lo pensé – Lily jugaba con un lápiz, nerviosa, mientras Snape arreglaba unos cuadernos sobre su escritorio – pero luego recordé mi incidente del año pasado – el joven sonrió – y no creo que quiera volver a verme.
- Tuviste varios incidentes, deberás ser más específica – Lily lo observó con el ceño fruncido, y dejó el lápiz sobre la cama, sin intención de guardarlo – Bien, o podrías ir donde la señora Gertrude y ver si te consigue un puesto en el almacén.
- También lo pensé, pero ella es amiga de Madder – las consecuencias de vivir en una pequeña ciudad: las noticias y los rumores se saben enseguida y se recuerdan por mucho tiempo – la verdad es que no sé qué hacer…
Snape dejó de prestarle atención a sus cuadernos y se giró para observar a la pelirroja. La tristeza en su mirada le hizo sentir cierto calor en su interior.
- ¿Y si enseñas después de clases? Muchos de nuestros compañeros me piden que los ayude pero no tengo tiempo… - la joven lo miró interesada – te podría recomendar. Aparte, eres tan inteligente como yo, ¿no? – Lily sonrió. Esa clase de comentarios, impregnados con ironía, eran lo más cercano a un cumplido de parte de Snape.
- Podría ser – pero no estaba completamente segura. Era verdad, Lily Evans era considerada una de las chicas más inteligentes de las que ingresaron a último año de secundaria, pero ella nunca se había sumergido en el mundo de las clases. No tenía la paciencia necesaria.
Pero la idea no estaba mal. Esa tarde Lily regresó a casa pensando en lo que su amigo le había dicho y, al siguiente día, conversó con él para que la ayudara a llevar todo a cabo. Sabía que tenía lo que se requería y, en realidad, necesitaba el dinero.
Comenzó por hacerle clases a algunos de primer año de secundaria, cobrando una cantidad promedio. No quiso ser pretenciosa, pero tampoco quería pérdidas. Lo bueno era que los jóvenes que estudiaban con ella quedaban satisfechos, y como hablaban con amigos y familiares, el asunto se fue difundiendo. Lily ya tenía las semanas copadas.
- Se te ve bastante bien – Snape se apoyó en el casillero vecino al de Lily. Ésta observó con rostro de cansancio a su amigo, pero sin perder ese brillo en sus ojos de satisfacción – Johns me habló de ti ayer, de lo bien que estabas ayudando a su novia.
- Me alegro, y lo mejor de todo es que estoy ganando mucho dinero – Snape sonrió ante el brillo que le transmitía la chica, pero este acto se desvaneció al darse cuenta que la estaba mirando como idiota.
Mientras, un joven de cabello castaño claro se acercaba a ellos sin ser notado.
Lily observó el rostro de Snape tenso antes de darse media vuelta para quedar cara a cara con Remus Lupin.
- ¿Evans, no? – Lily asintió. Nunca se dio cuenta de lo penetrantes que eran los ojos cafés de Remus – Creo que compartimos algunas clases. Escuché que te las estás dando de tutora – Snape corrió la mirada al ver al sonrisa del joven, muy seductora para su gusto - Quería pedirte si podías ayudarme con Matemáticas
- ¿Estamos juntos en esa clase?
- Creo que te he visto… - Lily dudó – Me cuesta entender sobre raíces y funciones, es más, creo que me humillé en la primera prueba – el joven se ruborizó. Lily pensó que se veía muy tierno y no pudo evitar sonreír de vuelta.
- No hay problema – Snape tosió, por incomodidad y miedo a que la pelirroja se hubiese olvidado de su presencia. Fue en ese instante en que Remus lo observó. El ambiente de pronto se puso tenso – porqué no me das tu número de casa y te llamo hoy para que acordemos el día y la hora, ¿te parece?
Remus la miró esta vez y asintió, agradecido. Le escribió rápidamente en una hoja su número y se alejó con una sonrisa.
- ¿Qué fue lo que acaba de pasar?
Snape no dejó de mirarlo mordazmente mientras el joven se alejaba.
- Uno de los merodeadores le pide ayuda a Lilian Evans, vaya sorpresa
- Y yo que pensaba que Remus Lupin no necesitaba ayuda en cualquier tema con relación a la escuela – Lily estaba bastante intrigada.
- La vida trae consigo muchas sorpresas – y la mirada de Snape se clavo en la de Lily. Ésta sólo se limitó a asentir.
James llevaba tres años dentro de la elite adolescente, pero sentía como si fuesen décadas. Recordaba cuando era un niño, en primer año, soñando con pertenecer a aquél grupo de jóvenes sentados en las mesas más "cool" del casino, y estaban siempre rodeados de mucha gente, de muchos amigos. Él soñaba con tener esa cantidad de amistades, pero ahora se daba cuenta que las verdaderas las podía contar sólo con tres dedos.
A diferencia de los chicos populares, James se estaba cansando de su prestigiosa vida. Tal vez a Sirius le gustaba estar rodeado de chicas, recibir invitaciones a fiestas todos los fines de semana, que le cedieran las mejores mesas en el casino del colegio o los asientos en clases, pero James ya no le veía lo emocionante. Sí, tenía cariño por todas y cada una de esas actividades nombradas, pero al parecer ese cariño comenzaba su viaje de regreso a la tienda donde fue comprado.
James ya estaba aburrido de que todos le dieran la razón y le hicieran sentir como el resto. Nadie tomaba un camino diferente al de su grupo, y aunque eso le hacía sentir aires de grandeza, le molestaba que nadie tuviese opinión propia o voz.
Remus le encontraba razón a veces, cuando conversaban del tema, pero Remus siempre había tenido los pies en la tierra, tal vez mucho antes de nacer. Sirius era quien le decía que se le iba a pasar, que no fuera aguafiestas, y ahí aparecía con dos chicas de la mano y una sonrisa de esas que caracterizaban a Sirius Black. El único que quedaba era Peter, pero de él no se podía esperar nada inteligente o astuto, ni razonable. El joven secundaba todo lo que Sirius tenía para decir.
Una sensación de rebeldía nacía en el interior de James, pero era dormida al final del día sólo porque no tenía las agallas para hacer algo diferente… para hacer un cambio en su vida.
- No puedo esperar por salir del colegio y entrar a la Universidad –Sirius le sonrió a su amigo, con picardía – No por las mujeres, si no por el conocer gente nueva.
- Estás loco, James - el grupo de amigos se encontraba sobre el pasto, en minutos de receso. Un grupo de chicas los observaban de lejos y reían. Sirius las miraba de vuelta.
- Claramente estaré feliz con las chicas… y ellas estarán felices conmigo – James sonrió. Sirius se había estado preocupando porque no veía una sonrisa como esa en James hace días – pero conocer gente diferente no tiene nada de malo.
- Conocerás al mismo tipo de gente que acá frecuentas – dijo Sirius – a menos que te vayas fuera, lejos. Son los riesgos de vivir en un pequeño pueblo como este
- Espero que te equivoques
Remus apareció de la nada y se sentó junto a James. Se veía emocionado.
- ¿A quién besaste ya, eh? – le preguntó Sirius con una pizca de indiferencia. Remus negó con la cabeza.
- Llevas horas mirando a esas chicas, Sirius, me sorprende que aún no hayas hecho tus movidas – Sirius rió, mirando para otro lado.
- Ya las conoce – dijo Peter, riendo – estuvo con la de la izquierda hace dos días
Remus no se sorprendió ni en lo más mínimo.
- La idea es mostrarse indiferente – explicó Sirius. Sus tres amigos compartieron miradas cómplices, porque sabían todo lo que les diría el joven en esos momentos – y vendrán solas… Alana siempre regresa a mi lado, y mientras no lo hace… disfruto con otras chicas que mueren por estar conmigo – James rió – siempre funciona, créeme.
- Gracias a eso, tienes tu fama de cretino – Peter le sonreía a su amigo, con algo de temor por si se molestaba.
- Pero también, gracias a eso, tengo mi fama de ser el mejor amante que una chica puede tener. Todo está aquí – dijo Sirius, indicando con un dedo su cabeza – Y aquí también… - indicando su parte inferior delantera. Los amigos rieron porque su amigo nunca dejaría de ser Sirius Black.
La primera clase en casa de Remus no fue para nada incómoda como Lily esperaba que fuera. El joven se comportó educadamente, hasta pidió pizzas para él y ella, y el estudio cundió de manera satisfactoria.
Es más, Lily comenzó a interesarse por la vida de Lupin.
Nunca antes habían mantenido una conversación, ni una mirada. Y como siempre observaba a Remus acompañado por Sirius y James, Lily no tenía esperanzas en él. Pero se sorprendió esa tarde. Era realmente una buena persona.
- Muchas gracias por tu ayuda – Lupin se veía muy agradecido con la pelirroja – ¿mañana de nuevo?
- No creo que pueda, ¿viernes mejor? – Remus asintió, faltaban exactamente dos días para el viernes - te dejé anotado en una hoja los temas para mañana, para que repases. A las seis en punto estaré acá – Lily le sonrió. Remus comenzó a ordenar y la pelirroja no perdió tiempo en ayudarlo.
- No, Lily, no te preocupes – la joven lavaba unos platos cuando Remus entró en la cocina con las cajas de pizza – yo arreglo
- No tengo problema en ayudarte, Remus, de todas formas no ando apurada – el joven le sonrió.
Mientras se secaba las manos, Lily vio una nota de la madre de Remus pegada en el refrigerador. Lily la conocía, es más, muchas veces se habían saludado en el supermercado o en el centro, hasta que el padre de Remus la dejó y nunca más se le vio por el pueblo. Muchos cuentan que el padre de Remus tenía otra familia, otros hablan que la señora Lupin lo engañaba con el jardinero. Lily no conocía la verdad, ni se interesaba en los rumores. La verdad es que nunca le interesó, ya que no tenía ninguna relación con Remus. Menos la tendría con su familia.
- ¿Tu madre trabaja hasta muy tarde?
- Sí, los cinco días de la semana. A veces debe viajar por negocios, sábados y domingos.
Los dos regresaron al comedor, donde habían estado estudiando. Lily recogió sus cosas y esperó a que Remus subiera a buscar una chaqueta para ir a dejarla. Lily se negó pero el joven era lo bastante caballero como para hacerlo.
Mientra, la joven observó las fotografías en las viejas paredes. La verdad es que la casa tenía un aspecto antiguo pronunciado.
Una de las fotografías que más le llamó la atención fue una donde un Remus de, tal vez, cinco años le sonreía a la cámara. Estaba de la mano de un señor sonriente, alto y delgado, de mirada alegre.
- Tu padre se ve muy feliz en esta foto – le dijo a Remus al verlo entrar. Éste se acercó a ella y observó el cuadro. Se dio cuenta que era la única foto que tenía de su padre sonriendo.
- Tiempos aquellos… - Lily se dio cuenta de la mirada triste de Remus, y decidió cambiar el tema.
- No te preocupes, Remus, yo puedo caminar, es más, deseo caminar en estos momentos… estudiar me estresa y me relajo caminando.
- Lily, vamos que yo te acompaño - pero antes de que pudiesen darse la vuelta, un joven apareció a sus espaldas.
- Te he dicho, Lupin, que dejes la puerta con llave – se detuvo un momento para estudiar la escena que acababa de presenciar: Lilian Evans en la casa de Remus Lupin.
- Lily Evans, James Potter… creo que se conocen, ¿no? – Remus los presentó sin mucho preámbulo y, luego de que James negara con la cabeza, caminó hacia la puerta de entrada, saliendo del lugar.
Lily observó a James, pero no pudo mantener por mucho tiempo la mirada. Bajó un poco la cabeza y, algo ruborizada, salió de la habitación. James se quedó estático un momento, hasta que reaccionó en ir tras la pelirroja y su amigo.
- Te acompaño, Remus – dijo James. Lily negó con la cabeza y tocó el brazo de Remus, con algo de fuerza.
- No te preocupes, puedo irme sola – le susurró. James la observó, detenido bajo el marco de la puerta. Lupin pensó que ya era tarde y si acompañaba a Lily, volvería a casa después de que su madre regresara del trabajo.
- ¿Segura? – La pelirroja asintió – Está bien… ten cuidado.
Remus entró a la casa, mientas que James observaba detenidamente a Lily.
Expresaba un semblante serio y tenso, y parecía tener algo atascado en su garganta. Dudaba en hablar o no.
- Una cosa… - intentó decirle.
- No te preocupes – le dijo ella, sin rodeos ni amabilidad - no diré nada.
James la miró mientras Lily se alejaba del lugar. Podía escuchar sus latidos, fuertes y acelerados. Nunca pensó lo que le provocarían esas palabras por parte de la chica.
Remus lo llamó de la cocina… pero James seguía observando la puerta.
Hola a todos! He decidido arreglar la historia, ya que sentía que no estaba yéndose por buen camino. Ahora sí.
Ojalá les guste!
ClockyEvans.
