Disclaimer: Los personajes de esta historia no me pertenecen, son de la sensei Rumiko Takahashi. Esta historia es mía y es un AU. Espero les guste.

Prólogo. Recordando cuando nos conocimos

Estaba sentada en una roca frente al río, llevaba un vestido ligero color blanco que perfilaba su hermoso cuerpo. Era verano y disfrutaba de sus vacaciones con unos amigos de la universidad en la casa de uno de ellos.

En esos momentos estaba sola, quería pensar un poco, y con sus amigos cerca no lograba concentrarse. Aun extrañaba lo que tuvo que dejar por ese incidente. Aquel incidente fue una consecuencia de lo que vivo y que cambió su vida para siempre, haciendo que dejara todo atrás y comenzara una nueva vida en la ciudad de Osaka.

Comenzó a recordar cuando era niña y ayudaba a su abuelo con la limpieza del templo, mientras su madre preparaba el desayuno para ella y su hermanito Sota. Su familia… ¿como estarían?, muy poco sabía de ellos ya que el único con quien hablaba era con Sota muy de vez en cuando. También recordó a sus amigas del instituto que siempre se juntaban para ver películas y reunirse a conversar de los chicos más simpáticos y personajes de la televisión; el instituto donde pasó muchas vivencias hermosas y otras tormentosas por los exámenes que debía dar. Todo era normal en su vida, hasta el día que todo cambió para ella.

Recordó el día en que se tropezó con él. Ella salía del instituto después del entrenamiento de atletismo donde estaba inscrita para un campeonato a mediados de semestre. Se había demorado cambiándose de ropa y necesitaba llegar rápido a su casa, ya que su madre debía salir a visitar al doctor, y no había nadie que se quedara a cuidar la casa y a Sota – No te preocupes mamá, yo me quedo en la casa con Sota – le dijo, ya que no tenía nada que hacer – ¿estás segura Kagome? – le preguntó su madre y ella le dijo que no se preocupara de nada. Justo doblando la calle para llegar a su casa siente que un muro detiene su avance abruptamente, logrando que ella perdiera el equilibrio y cayera a la acera. Ya estaba preparándose para recibir el duro golpe cuando sintió que alguien la agarraba de la cintura.

Mientras alzaba la cabeza y trataba de gritar al sujeto algún improperio, éste se le adelanto preguntándole – disculpa, ¿estás bien? – ella se quedo hipnotizada por su mirada dorada y su voz tan grave y varonil. Sus mejillas se sonrojaron sin quererlo y, la lengua se quedó atrapada a su paladar sin poder pronunciar nada. El, al ver que la chica no decía nada le dijo - ¿te han comido la lengua los ratones? – con una sonrisa sarcástica, de esas que te hacen suspirar. Ella, despabilándose y dándose cuenta de su mutismo, se separó de él y corrió como alma que lleva al diablo. El solo se quedó ahí parado y sorprendido por la actitud de la chica, hasta que la vio subiendo las escaleras del templo. Levantó los hombros y siguió su camino hacia el instituto para ver si le aceptaban ingresar a terminar sus estudios de ese año.

Cuando Kagome llegó a su casa, se fue directamente a su cuarto. Su corazón seguía latiendo rápidamente. ¡Ese chico de verdad le había impactado, sobretodo sus ojos y su voz! Se sintió una tonta por correr así como una cría malcriada. Se prometió que si alguna vez lo volvía a ver le pediría disculpas, aunque las probabilidades de encontrárselo nuevamente eran muy pocas.

Que equivocada estaba, no solo lo volvería a ver, sino que todo se transformaría en una ruleta rusa donde su única salvación sería escapar de ahí, antes de caer en un abismo.

Notas finales:

Espero que les guste este prólogo. Se ve aun muy vago, pero conforme vayan pasando los capítulos todo se esclarecerá. No pretendo hacerla muy larga, a lo mucho unos 7 u 8 capítulos. Faltas de ortografía, gramática y redacción no son intencionales; si descubren alguna, avísenme para corregirla, igualmente si tienen críticas respecto a la historia (siempre y cuando sean educadas y constructivas) ¡Gracias por haber leído!