Digimon no me pertenece.

Este escrito participa en el concurso "A la espera de Tri" del foro Proyecto 1-8.


Recuerdos

Ese año la primavera se había adelantado. El frío que acompañaba al invierno desaparecía, la espesa niebla que solía cubrir la ciudad ya no se formaba y los rayos del sol se asomaban con mayor frecuencia entre las nubes que se disipaban.

Tras desperezarse sin disimulo sonrió a la suave brisa que despeinaba los apenas florecidos brotes de los árboles, se dio una ducha rápida para despertarse y, luego de colocarse el uniforme, se sentó a la mesa donde aguardaban sus apuntes y los enredados auriculares que todas las mañanas acostumbraba utilizar. Hacía muy poco había salido una reversión de una vieja canción que él solía escuchar, y aunque esta nueva interpretación no era perfecta, le animaba lo suficiente como para ser aplicado con sus estudios.

Sus resúmenes y cuadernos de apuntes se encontraban desparramados por toda la mesa, solamente quedaba lugar para una taza de café que el muchacho se sirvió después de una hora remarcando las páginas a estudiar con su resaltador anaranjado. A Taichi Yagami le gustaba el anaranjado, le hacía recordar el pasado. Pensaba que recordarlo así, en las situaciones cotidianas, haría que algo de todo eso regresara.

La apacible voz de su hermana interrumpió el silencio deseándole un somnoliento buen día y, arrastrando ligeramente los pies, se aproximó a la cocina para prepararse un escaso desayuno. Hikari Yagami decidió no fastidiar a su hermano pidiéndole que apartara sus apuntes para darle espacio, al contrario, permaneció de pie, tomando su té de a sorbos pequeños, sosteniendo la taza entre sus manos.

Miko se acercó ronroneando y dio varias vueltas entre sus piernas. Ella se inclinó para acariciarlo y antes de irse, después de saludar a su hermano, dejó el plato de Miko rebosante de comida.

La muchacha pedaleó en su bicicleta varias cuadras, sin pasársele por alto el detalle de que las flores parecían querer abrir sus capullos antes de tiempo. Le gustó pensar en ello, la naturaleza peleando para abrirse paso y colorear el mundo. Su estación favorita se había adelantado, recordándole situaciones pasadas que le arrancaban hermosas sonrisas.

En cuanto divisó a su amigo, bajó de su bicicleta y esperó a que terminara su plática con una joven. Pensó en que él se había vuelto popular entre las chicas y no quiso interrumpir.

Takeru Takaishi se despidió de su compañera de aula y al darse vuelta se encontró con el rostro de una gran amiga. La saludó como siempre y caminaron juntos lo que restaba del trayecto. Charlaron poco, ella llevaba a un lado su bicicleta y él sopesaba interiormente las cargadas palabras que había compartido con una persona que le importaba, no se perdonaba el hecho de haber sido tan frío y buscaba la manera de revertirlo.

Los celulares de ambos sonaron acordes, pero ninguno necesitó revisarlo para saber qué decía. Ese mismo día, volverían a reunirse y tal vez ese era el motivo por el cual tantos recuerdos afloraban en sus mentes, como si la primavera hubiese llegado antes de tiempo.


Son 500 palabras, lo juro. Acortar esta historia me dio dolor de cabeza, ¡me había quedado de 780!

Así que no estoy del todo conforme porque tuve que sacar muchas cosas :( -voy a llorar-

Espero que haya agradado al menos un poco.

¡Gracias por leer!