Kokoro no chikara
Dragon Ball y todos sus personajes pertenecen a Akira Toriyama.
Y ahí estaban todos pensó para sí, la morena mientras examinaba con ojos inquisidores a los héroes verdaderos tras la derrota de Buu.
-Bueno... –dijo entonces el hombre ataviado con un traje de combate naranja y azul, el padre de su amigo, que recordaba le habían llamado: Goku. –creo que ha llegado el momento de retirarnos. –Y sonrió.
Todos tomaron como ciertas sus palabras, y uno a uno, con sus respectivas familias o amigos fueron abandonando ese lugar, que les resguardó en los no tan lejanos tiempos difíciles.
-Videl –llamó su padre a su lado palmeando su hombro. –Vamos, nosotros también tenemos que irnos.
Y la morena de ojos cerúleos fijó sin querer su vista en su compañero de clases; Gohan en medio de sus padres y con su hermano menor sobre su cuello, platicaba con el sujeto alto y verde, que reconocía como el llamado: Piccolo.
Quiso llamarle para despedirse, decirle que habrían de verse en la escuela o en otro lado, claro si él lo deseaba, podrían entrenar de vez en vez, inclusive.
Alzó una mano para decir adiós, pero se detuvo a los pocos segundos, regresó su mano sobre su pecho. Gohan reía por alguna razón desconocida para ella, y él sujeto de piel verde le observaba con una irrefutable mirada de orgullo paterno; el mayor de los vástagos Son, bajó de sobre su cuello a su pequeño hermano, y el padre del mismo pasó su brazo sobre su hombro, ahora ambos reían. Ella ignorando su conversación, no pudo hacer más que mirar.
-Videl –volvió a llamar su padre y ella le miró, años atrás habría estado orgullosa de ser quien era, la hija del salvador de la Tierra, el héroe que venció a Cell, "el hombre más fuerte del mundo" para los meros simples mortales, sus ojos se posaron en la familia Son, "el hombre más débil, para los todo presentes".
Sonrió, jamás se sintió más ajena a él. Bajó su mano del todo, accedió con gentileza a su padre.
-Sí, vámonos, papá... pero no tengo ninguna capsula –explicó ella buscando entre las bolsas de sus pantalones. –Y estoy segura no poderte cargar todo el tiempo volando. ¿Quieres esperar aquí mientras busco algún transporte?
-¡De eso no te preocupes! –Y el hombre señaló por encima de su hombro –Buu podrá llevarnos sin mayor problema. –Y señaló al pequeño perrito que descansaba entre sus musculosos brazos.
-Ahhhh... –y la joven Satán, miró a la figura regordeta y rosada detrás de su padre, que sonreía inocentemente, intentó no mostrar ningún tipo de repulsión demasiado evidente, aun le costaba aceptar la idea de tener al reformado Buu viviendo bajo el techo de su casa. –Entonces, vámonos.
-Videl.
-¡Gohan! –respondió ella volviéndose al instante, reconociendo bien la voz.
- ¿Ya te vas? –preguntó él, sintiéndose torpe por soltar esa pregunta, era obvio que ese era el plan, Buu cargaba a Satán y al pequeño perro y parecían listo para emprender el viaje, al igual que ella. La joven accedió con un movimiento de cabeza.
-Sí, ya nos vamos. - Y por unos segundos al verse reflejada en esos ojos negros, desconoció la razón pero se sintió levemente avergonzada, cohibida, ¿Qué le estaba pasando? – perdón por no decir nada, te vi ocupado.
-No te preocupes, el Sr. Piccolo dijo algo sobre que te ibas, pero... –la joven le regresó una mirada al sujeto verde, sintiéndose observada, los ojos del guerrero de capa y turbante se retiraron al instante, la mujer arrugó la nariz, por unos segundos le dio la impresión de que les escuchaba, rodó los ojos ante lo ilógico de su suposición, estaban demasiado lejos, eso era simplemente imposible.
-Bueno, entonces –Y olvidándose unos segundos de sus suposiciones, se dirigió hacia el moreno, tendió la mano hasta su compañero de clases, después de todo, tras haber pasado el torneo de las artes marciales y enseñado a volar, no tenían más motivos para verse más que en la escuela – ¡nos vemos!
Gohan miró unos segundos la mano de la joven, y luego su rostro, se negó a tomar su mano, le daba la impresión que se estaba despidiendo, ¿eso realmente estaba haciendo? ¿Videl Satán se estaba despidiendo de él? El muchacho frunció el ceño, jamás había sido un joven de impulsos, ni tomaba decisiones sin antes haberlas analizado con rapidez, pero en esta ocasión las palabras brotaron de sus labios sin siquiera haberlas pensado.
-¿Te importa si te acompaño?
-Esto... –Y la joven negó con la cabeza, era obvio que no esperaba esa pregunta – no, claro que no.
-Entonces, vamos. –Y no sin antes volver la vista hacia atrás, se despidió de su familia y amigos. –Ehh, nos vemos después, acompañaré a Videl a casa.
La muchacha volvió su vista hacia atrás, Goten se despedía con la mano en alto de ambos, Chichi en cambio con un gesto de autentica dama en desgracia barboteaba frases imposibles de descifrar. Mientras su padre en una extraña y sorprendente muestra de agudeza, dijo al mayor de sus hijos:
-No te preocupes, toma todo el tiempo que necesites.
Y las mejillas del joven saiya, se cubrieron con su vergüenza antes de saltar al vacío seguido de la heredera Satán y Buu con el héroe del mundo a su espalda.
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La joven mantenía los ojos fijos en el horizonte mientras lanzaba rápidos vistazos a su compañero al lado, ninguno de los dos decía nada, ¿cómo poder? Cualquier frase sonaba de lo más inapropiada.
Hablar del haber estado muertos y revividos gracias a las misteriosas esferas del dragón; aún le extrañaba, hablar de cualquier tema referente a la escuela o los deberes; le parecía una banalidad, y hablar del tener en su casa a un guerrero con fuerzas que apenas podrían manejar los mejores luchadores del universo, ni de broma su padre; le ponía la carne de gallina.
Entonces... ¿Cómo poder?
A su lado, Buu pasó a una velocidad de vértigo, con las palabras aterrorizadas de su padre, ahogadas por la presión del viento. La mujer miró la estela que dejó detrás de él.
-¡Vuela a la velocidad sorprendente! –exclamó el joven, mirando hacia el puntito rosado que se hacía más y más pequeño ante el ancho cielo azul.
-Ahhh... –se quejó la joven, llevando un par de dedos a su sien -¡qué vergonzoso!
-¿Qué?
-¡Se comporta como un niño! –exclamó la mujer, mirando hacia donde suponía habían estado Majin Buu y su padre.
-¡Vamos, que no tiene nada de malo! –Dijo Gohan riendo amablemente –si lo miras bien, ese carácter "de niño" es con el que pudo salvar a la Tierra, gracias a eso Majin Buu pudo confiar en él.
-Sí, pero aunque sea cierto, con ayuda de las esferas borraron la memoria de todos, y él será recordado por una falsa "salvación" la verdad es que mi padre, no podría pelear contra Buu y ganarle ni en un millón de años. Él no es el verdadero salvador de la Tierra. –Y sus ojos se enfocaron en él, antes de volver su vista hacia enfrente.
Gohan rió entre dientes mientras veía a la chica, el viento le alborotaba sus cabellos azabaches, dándole una apariencia salvaje, las mejillas rojas a causa del viento, los ojos entrecerrados, parecía aún queriendo vislumbrar algo en el horizonte. Sonrió.
-La fuerza no lo es todo. –contestó él, notando como la mirada azulada de la joven se volvía hacia él y contestaba con un tono jovial.
-Eso dices tú, porque eres muy fuerte.
-Tú también lo eres. –Replicó él con sinceridad, la chica rodó los ojos mientras soltaba una risita despectiva.
-Sí, claro.
-Es cierto –insistió el joven Son mirando a la chica con esa nueva mirada suya, entre amable e intimidante – no te miento al decirte que seguro eres la mujer más fuerte de toda la Tierra –y apenas pronunció la última palabra, Videl se detuvo y él extrañado, la imitó, permitiéndose los dos flotar a miles de kilómetros del suelo firme -¿pasa algo?
-Gohan –dijo ella mirando hacia sus pies.
-¿Si? –preguntó él, ladeando la cabeza.
-Quiero...
-¿Si?
-¡Quiero tener una cita contigo! –dijo ella mirando fijamente al Saiyan, y señalándolo con el dedo como si hubiera cometido alguna especie de crimen, desvió su mirada añil unos segundos, y él no pudo evitar notar, como su cara enrojecía.
-¿Una cita? –repitió él, logrando que las manos de la joven temblaran. ¿Producto de la vergüenza o nerviosismo? Jamás lo sabría.
-Sí, una cita. –Replicó ella alzando la voz, como hacía cada vez que se mostraba nerviosa -¿si sabes lo que es una cita, verdad? –y se cruzó en brazos, petulante.
-¿Qué si se lo que es una cita? –Volvió a repetir él, rascando su mejilla, con inocencia. –Pues sí, tuve una con Ángela. –respondió él sin pensar, y apenas pronunció la última palabra de la oración se dio cuenta que fue un grave error. El rostro de Videl cambió rápidamente de rojo a azul en cuestión de segundos.
-Claro –respondió ella con los dientes apretados. -Ángela.
Volvió su cara llena de fastidio, y sin darle tiempo a replicar o contestar nada, emprendió nuevamente su camino con el guerrero siguiéndole de cerca, Gohan le miró con la cabeza inclinada hacia un lado.
¿A qué venía esa actitud?
Videl volaba lo más rápido que podía, a sabiendas de que no le ganaría, pero al menos podría intentar dejarlo atrás.
¿Qué demonios le había pasado?
¡Había actuado sin pensar, había dicho las palabras sin pensarlas siquiera!
¿¡Una cita?!
¡Pedir ella una cita!
¡Jamás!
Ella era Videl Satán, ella jamás solicitaría una cita. ¡Era ella quien las rechazaba!
Citas de hombres fatuos que apenas conocían, hombres a los que solo les importaba verse acompañados de la hija del Grande y Único Mr. Satán. Era ella quien rechazaba regalos de los más fervientes admiradores y rodaba los ojos ante los poemas sosos que encontraba al menos una vez a la semana en su casillero, provenientes de jóvenes que aseguraban les había robado el corazón.
Nunca la rechazaba, jamás la rechazada.
Era Videl Satán, la hija del salvador del mundo, el héroe que derrotó a Cell.
Mentira.
Él nunca. Era una mentira. Solo una gran mentira.
-Videl. –Llamó Gohan, al acercarse lo suficiente.
-¿Qué? –gruñó ella volteando su cara hacia el otro lado, el saiyan extrañado llevó una mano hacia sus cabellos y los meció contra el viento, antes de volar hacia el lado donde ella había volteado la cara. La joven al verlo, no tuvo más remedio de volver la cara, airada hacia el otro lado. Le pareció escuchar una risa ahogada proveniente del joven Saiyaman, pero dado que no estaba segura y no iba a corroborarlo volteando a verle, se cruzó en brazos.
-Ehhh... –escuchó al joven -no sé mucho sobre citas... pero... –y se aclaró un par de veces la garganta -¿qué se hace después de aceptar una?
-¿Qué? –Y sin poder evitarlo, volvió su rostro hacia él, estaba vez, el moreno no le miraba, veía hacia el frente con expresión resignada, casi enfadado, parecía estar recordando algo.
-Verás, cuando salí con Ángela ella dijo todo lo que se tenía que hacer no sé si es siempre así o si... se debe cambiar algo, o si hay alguna especie de protocolo que seguir. Así que... no sé realmente que se hace en un cita... ¿tú lo sabes?
Videl le miró extrañada, ¡realmente estaba aceptando la cita! ¿Había aceptado?
-Lo, que... quieras... puedes hacer lo que quieras. –explicó ella sin saber que decir, jamás creyó que llegaría el día que tendría que explicar los pasos y reglas de una cita, incluso ella misma no se decía que lo supiera realmente, jamás había tenido una, y lo poco que sabía, era gracias a su rubia amiga, Iresa, que contaba con lujo de detalles, toda y cada una de las experiencias que había tenido con chicos.
-Comprendo. –dijo él, mirando hacia sus pies. La joven casi lamentó que ambos fuesen un par de introvertidos con cero experiencias en cualquier tipo de relación.
Seguro Iresa, hubiera reído, lo habría besado y le pondría fecha y hora sin siquiera cohibirse un poco. Pero, ella... era valiente en situaciones de vida o muerte, en casos de rehenes, asaltos, secuestros, incendios, y cuanta catástrofe se le pasara por la cabeza, pero en cuestión amorosa, era un cobarde:
-El sábado en la estación Satán, a la una. –dijo ella, trastabillando, sonrojándose y balbuceando como una boba, y Gohan se sorprendió de la rapidez con que lo había dicho, con trabajo entendió sus palabras.
-El sábado en la estación Satán, a la una. –Repitió él esperando confirmación.
-Sí. –Y el rascó su cabeza torpemente.
-Bien. Y ella miró la punta de sus zapatos.
-Te veo el sábado –balbuceó ella. Parecía incomoda, intentó acercarse pero pareció pensarlo mejor de repente y se echó hacia atrás. –El sábado.
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Mi primer fic de una de mis parejas favoritas de Dragon Ball Z. Aunque me parece que Dragon Ball es el primer anime que empecé a ver religiosamente. Nunca había escrito nada de ésta serie, supongo que nunca es tarde para empezar.
¡Espero que les guste!
Por cierto, el titulo se traduciría espero que algo así:
La fuerza del corazón. (jajaja, lo sé... un poco cursi...)
Muchas gracias por leer.
María de las Mareas.
