Lady halcón

Capítulo 1

El sol resplandeciente vestía con tintes anaranjados y amarillos el atardecer en esa tarde tan hermosa. Los pájaros, con su piar, anunciaban la llegada de la noche mientras que la luna ya se podía vislumbrar allá a lo alto, en los cielos. Una brisa fresca removió sus cabellos azabaches y la falda de su vestido negro de seda y con encajes del mismo color revoloteó al compás del viento. Ese atardecer era uno de los más bellos del verano, y deseaba poder disfrutarlo. Deseaba poder mirar a las nubes coloradas que surcaban los cielos, respirar profundamente y aspirar el aroma que bañaba el aire puro, aroma a jazmín y flores silvestres. Deseaba… deseaba tantas cosas de ese fatídico día. Pero para ella, ese día marcaba una inflexión en su vida, el fin de una época, el principio de otra. Cerró los ojos y dejó que las lágrimas que llevaba aguantando toda la tarde cayeran libremente por sus mejillas sonrosadas. Su piel, blanca como la nieve, destacaba en ese vestido que, aunque elegante, demasiado frío y sombrío para la sonrisa que ella solía lucir. Esa sonrisa que enamoró a su padre desde el primer día que, como bebe, la tuvo entre sus brazos y meció hasta que el llanto aniñado dejó de sentirse en la blanca habitación. Ahora volvía a sonreír, sí. Pero su sonrisa ya no iluminaba el lugar. Era una sonrisa triste y apagada, la misma que tuvo durante varios años, cuando perdió a su madre de niña. Esa misma expresión lucía ahora, tras la muerte de su padre. Soun Tendo, adorado padre de tres hermosas hijas. Padre que, tras una enfermedad bastante breve y muy dolorosa, había dejado huérfanas a sus tres ángeles, como él solía llamarlas.

"¡Akane!" se limpió suavemente los rastros de humedad que quedaban en sus sonrosadas mejillas con un pañuelo de lino en el que estaban tejidas a mano con hilo rojo sus iniciales, AT. Ella debía ser fuerte por sus hermanas, no quería que la vieran en un estado tan lamentable y deprimente.

"Te llevamos buscando desde hace rato¿estás bien?" preguntó la mayor. Kasumi siempre había sido como una madre para sus hermanas menores. Tomó el rol de dueña de la casa desde muy joven ya que, con la muerte de la señora Tendo, su padre cayó en una profunda depresión durante largo tiempo, siendo ella quien tuvo que adquirir y llevar las riendas del hogar.

"Sí Kasumi, solo quería tomar el aire un poco" fue la respuesta de la menor. Se quedaron las tres calladas por un tiempo, observando cómo los últimos rayos de la tarde desaparecían tras la vegetación del bosque y las primeras estrellas de la noche empezaron a iluminar el prado. La más hermosa y brillante, Venus, apareció en el cénit, por sobre sus cabezas, iluminando a las tres mujeres de una forma casi mágica.

"Deberíamos volver" sentenció Nabiki. Su pelo castaño claro recogido en una coleta pequeña la hacía ver más mayor de lo que era, pero aún así se veía hermosa. Siempre fue la más independiente de las tres, sociable, extrovertida y, sobre todo, bastante inquieta. Desde muy joven decidió que asentarse y tener una familia no era el futuro que ella deseaba vivir. Soun no estuvo de acuerdo al principio, al fin y al cabo ella era una dama de sociedad y como toda dama de sociedad debía contraer matrimonio y tener una familia bien. Pero Nabiki, por ser Nabiki, consiguió hacer lo que siempre quiso. La sociedad estaba cambiando, aunque a su padre le costó aceptarlo ya que él pertenecía a la vieja escuela, y ella siempre había sido una joven más adelantada de su tiempo. Es por eso que había conseguido un trabajo acorde a sus deseos que la tenía de acá para allá, siempre viajando, siempre sin destino fijo. Ella era así, y le encantaba.

"Sí" respondió la mayor.

Las tres hermanas emprendieron la vuelta a casa. Anduvieron por la colina del cerro que estaba detrás de la mansión, en los vastos terrenos de esta. Los zapatos de tacón bajo y color negro, acorde con el luto que lucían, eran incómodos en la hierba y, más de una vez, hubo algún que otro tropezón que casi las manda directas al suelo. Se sentaron en el banco del jardín artificial que su padre mandó construir como santuario a su esposa difunta, y volvieron a disfrutar del silencio que las acompañaba. Tan solo se oía a lo lejos el sonido de la vajilla y de los invitados en el salón principal. Soun Tendo había sido un hombre importante en vida y mucha gente se había acercado a dar las condolencias a las tres muchachas.

"Voy a echar mucho de menos nuestro hogar, tengo tantos recuerdos aquí" suspiró Akane. Sus cabellos revolotearon con la brisa que aún soplaba, y se abrazó a sí misma protegiéndose del frío de la noche.

"Hemos vivido aquí buenos momentos" respondió la joven Nabiki. Miraron la casa con melancolía, piedra maciza daba a las paredes un tono grisáceo con vetas blancas y marrones. Los grandes ventanales que daban al jardín dejaban entrever un interior de madera oscura, la enredadera subiendo por la pared lateral y un pequeño tejado lleno de follaje cubría una mesa de metal blanca con cuatro sillas victorianas del mismo color. La tela de los cojines que cubrían el asiento estaba ya decolorada y un tanto raída, pero aún se podían apreciar las flores amarillas con hojas verde esmeralda que, antaño, fueron cosidas en la misma.

"Siento no poder darte un hogar al que regresar Nabiki, y que tú tengas que marcharte Akane"

"No te preocupes Kasumi, la economía ahora no es buena para nadie y vosotros ya tenéis bastantes bocas que alimentar. Tofu y tú sois afortunados de teneros el uno al otro. Él te adora. Además, yo también tengo ganas de ver mundo, aunque sea un poco, y con los primos Kuno estaré bien" concilió Akane al ver el rostro preocupado de su hermana. "Además, vendré a visitaros siempre que pueda, no quiero perderme como van creciendo mis sobrinitos. Kai, Yunna y Makiko son preciosos Kasumi. Tienes unos hijos adorables."

"Lo sé" respondió la mayor con cierto sonrojo en las mejillas, "lo que lamento es que padre no verá nacer a Suchiya" el tono melancólico que bañó sus palabras provocó que una lagrima se derramara por sus ojos, mientras que la mano derecha enguantada acariciaba con adoración su vientre ligeramente curvado.

"No te preocupes por nosotras Kasumi" añadió Nabiki a la conversación, "ya no somos niñas pequeñas, sabremos cuidarnos bien. Además, puede que padre nos haya dejado en la ruina, pero con la venta de la casa obtendremos un dinero. Poco, pero suficiente para poder salir adelante."

Las otras dos jóvenes sonrieron ante el optimismo de su otra hermana. Se abrazaron efusivamente, sabiendo que, aun en las distancias, siempre se iban a tener las unas a las otras.

Y así, con la luna brillando en lo alto y la cara de mujer que formaban las sombras oscuras sonriéndoles, se adentraron nuevamente en el elegante salón, para así poder despedir a los invitados y terminar este día, día en el que se le había dado sepulcro a Soun Tendo.

Xxxx

Akane descendió del carruaje, ayudada por el cochero que le tendió la mano para que bajara los dos escalones que la separaban del camino de tierra. La mano enguantada ahogó un suspiro de impresión cuando se encontró de frente con el enorme castillo que, de ahora en adelante, sería su hogar. Cuatro torreones limitaban la gran muralla de piedra que rodeaba al majestuoso castillo. Un antiguo foso ya seco estaba a los pies del muro, protegiéndole de los posibles invasores. El puente de madera unía el exterior con el interior de la fortificación. Una gran puerta de varios pies de alto se encontraba abierta invitando a pasar, mientras que dos filas de sirvientes, una a cada lado de la entrada, aguardaban la entrada de la joven. Una gran alfombra roja de terciopelo marcaba el camino a seguir, cruzaba un amplio patio arbolado y con flores de múltiples colores. Akane alzó la vista a lo alto de los torreones, maravillándose con las almenas puntiagudas que cubrían la parte más alta de las mismas.

Tan obnubilada estaba por tanta belleza y riqueza que no fue consciente de que el señor del castillo, Tatewaki Kuno, se acercaba hacia ella, portando majestuosos ropajes cosidos con hilos de oro.

El cochero se había quedado a unos pasos detrás de la joven, portando en sus manos la bolsa de viaje que la muchacha había traído consigo. Los baúles con sus ropas se habían quedado en el coche, a la espera de ser recogidos por los sirvientes.

"¡Prima!" gritó con voz ronca el joven Kuno. Ella dio un brinco asustada, no esperándose que él se encontrara tan cerca de ella. El hombre se arrodilló ante su persona, apoyando una rodilla en el suelo, y tomó la mano derecha, besándola. "¡Qué alegría que hayas llegado tan pronto! No te esperábamos hasta el atardecer" dijo Kuno mientras se volvía a poner de pie y le dedicaba una amplia sonrisa.

"Decidí salir más temprano, para evitar el calor del sol en esta época" contestó simplemente. Hacía más de quince años que no veía a sus primos. Por lo que tenía entendido, eran familiares lejanos suyos, de parte de madre, con los que perdieron el contacto durante años hasta hacía poco tiempo, cuando su padre, debido a las deudas que había adquirido en el juego, pidió un préstamo de una sustanciosa cuantía de dinero que nunca pudo devolver. Estudió detenidamente y durante los pocos segundos que le tuvo delante, al que decía ser su primo. Debía de admitir que era un joven guapo y atractivo, de pelo negro bien recortado y demasiado repeinado para su gusto, orejas medianas, bonita sonrisa.

"No importa, está todo listo. ¡Sasuke!" de inmediato apareció un hombre pequeño, calvo y con grandes ojos marrones, boca amplia y pronunciada y mejillas redondeadas. Vestía un extraño traje de ninja de color negro y, en la cabeza, un pañuelo rojo tapaba su calvicie. Arrodillado, en pose de sumisión, se situó delante de Kuno, con la cabeza gacha y esperando órdenes.

"Sí mi señor"

"Lleva a la dama a sus aposentos, y que se encarguen de recoger sus cosas del carruaje"

"Sí mi señor" se levantó y se dio la vuelta dando órdenes a todos los presentes. Las filas se rompieron y cada individuo marchó ordenadamente a realizar su cometido.

"Por aquí mi señora" Sasuke se había dado la vuelta nuevamente, encarando a la joven que no salía de su asombro. No estaba acostumbrada a tantas comodidades, y eso que ellos habían sido una familia adinerada, sin embargo su estilo de vida siempre había sido más sencillo y menos ostentoso. Estaba claro que debía acostumbrarse.

Kuno le dio un ligero saludo con la cabeza, besó nuevamente su mano por encima del guante y la invitó a compartir con él la comida, que se serviría en el salón principal en un par de horas.

Si el jardín era imponente, el interior de la edificación no se quedaba atrás. Las antorchas y los candelabros iluminaban amplios pasillos con gran cantidad de puertas a cada lado, encajadas en los huecos con grandes forjas de hierro. Subieron unas escaleras talladas en piedra que se encontraban al final en la derecha hasta el siguiente piso, donde fueron saludados por una cantidad igual o mayor de puertas. Giraron a la derecha y caminaron un par de metros hasta detenerse en una puerta redondeada y que se diferenciaba de las demás porque estaba pintada de verde y custodiada a cada lado por un hombre que, por las ropas que vestía, Akane dedujo que debían pertenecer a la guardia.

No hubo intercambio de palabras entre Sasuke y los dos hombres, simplemente se detuvieron frente a la entrada de la habitación y el más alto les dio permiso para pasar.

El cuarto en el que iba a alojarse era precioso. Ancho, espacioso, con una gran cama doble de roble junto al ventanal del final. El dosel que la cubría estaba decorado con rosas talladas en la propia madera, y una tela a modo de velo blanco también de flores rojas terminaba de ornamentar el conjunto. Al lado había una mesa de la misma madera, con los mismos tallados y de estilo colonial y la silla a modo de butaca forrada con tela gruesa roja entonaba con el estilo de la habitación. El baúl de metal estaba justo a los pies de la cama, con su mismo ancho, y dos antorchas más a cada lado, iluminando la habitación.

"Es preciosa" expresó con sinceridad. Su cuarto de su antigua casa era apenas la mitad que este. Estaba segura que, si quitaba la mesa, podrían entrar otras dos camas más iguales a la suya dentro de la habitación.

"Espero que sea de su agrado. Descanse, un sirviente vendrá a recogerla para llevarla al comedor" y dicho esto, Sasuke dio paso a los chicos que traían el equipaje de la joven y se despidió.

Xxx

Unas horas después Akane estaba sentada sobre una silla con toques dorados, frente a una mesa en la que podrían entrar más de quince comensales y saboreando los deliciosos manjares que habían preparado en la cocina. Se había aseado y había descansado del viaje largo y fatigoso de la mañana. Cambió su traje sencillo, que había utilizado para el angosto camino hasta la casa de los Kuno, por un vestido también sencillo y modesto, pero muy elegante. Era de color azul claro, con cuello alto de encaje. Un camafeo en forma de piedra adornaba la garganta y unos cuantos volantes escondían las uniones de las diferentes partes de la prenda. El faldón caía por sus piernas sobre unas enaguas blancas, y los zapatos negros planos terminaban el conjunto.

"Estás preciosa" halagó cortésmente el hombre cuando la vio entrando al comedor. Ella solo se sonrojó ante el comentario y agradeció que la acompañara hasta su asiento, él la acomodó en la silla y se sentó a su lado, en la cabeza de la mesa.

"Y dígame…" empezó a decir Akane.

"Por favor, somos familia. Basta de formalismos, llámame Tatewaki"

"De…de acuerdo" dijo dubitativa "Tatewaki¿dónde está su…esto…tú hermana?"

Él se recostó en la silla. "Ahora mismo está de viaje, en el norte. Volverá en unas semanas"

Se hizo el silencio tras esta declaración, y así se mantuvo el resto del almuerzo.

Kuno terminó de limpiar la comisura de los labios con la tela a modo de servilleta que un sirviente pelirrojo le había ofrecido. Se llevó la mano al estómago y lanzó un suspiro de satisfacción. Se volvió a sentar más apropiadamente y dirigiendo su vista a la mujer que le acompañaba en la comida le propuso que si quería ir a ver las tierras y las caballerizas.

"¡Sería perfecto!" exclamó Akane encantada. Desde muy pequeña estaba enamorada de los caballos. Al contrario que sus hermanas, ella era una jinete experta y, desde muy pequeña, se escapaba con Shippo, su caballo, hasta la laguna más cercana. Lástima que no había podido traer a Shippo consigo.

Anduvieron durante largo rato por los terrenos dentro de la muralla. Akane iba del brazo de Kuno, mientras él le explicaba con gran lujo de detalles la historia de sus tierras.

A lo lejos un caballo relinchó y Akane pudo vislumbrar cómo un estupendo semental español de cabellos negros se dirigía trotando hacia ellos.

"¡Buenos días señor!" saludó el joven que estaba subido el animal.

"Buenos días¿alguna noticia?"

"No señor, todo tranquilo. Los programas de entrenamiento van perfectamente y los nuevos voluntarios están siendo probados ahora mismo por otros guardias más experimentados."

"Estupendo. Akane" la llamó. "Te presento al jefe de mi guardia, él se encargará de tu completa protección".

"¿Acaso estamos en peligro?" preguntó ella asustada, sin quitarle la mirada al joven de ojos azulados que la miraban con intriga.

Kuno rio ante la inocencia de la muchacha. Sin embargo, la charla se vio interrumpida por Sasuke, que pidió al amo Kuno que volviera a palacio, pues habían venido a verle y solicitaban su presencia.

"General, encárguese de acompañar a mi prima y complacerla en todo lo que haga falta. No quiero que le falte de nada" y entonces besó, inesperadamente, la mejilla de la joven.

Cuando Kuno desapareció camino al castillo, Akane volvió su vista al general que acababa de descender del caballo.

"Encantada, mi nombre es Akane"

"Un placer señorita Akane" saludó el joven esperando acompañarla. Cuando ella no se movió preguntó, "¿A dónde desea ir?"

"Bueno, en verdad querría saber a quién me dirijo, usted aún no me ha dicho su nombre"

El sonrió ante lo dicho, le sorprendió el espíritu impetuoso y salvaje de la joven. Ella se cruzó de brazos y le miró con impaciencia.

"Mi nombre es Ranma. Saotome Ranma"

Continuará…

Finalizado 21 Enero 2008

Pues aquí estoy de nuevo, con una historia de idea o título menos original, pero con un enfoque distinto, con mucho amor, con muchas sorpresas, con una historia en la que espero conseguir que os metáis en la piel de los personajes y viváis con ellos sus experiencias. Ambicioso, lo se. Aquí dejo el primer capítulo de la historia. Espero que os guste y ya sabeis, para cualquier cosa, un review siempre es bien recibido.