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Los personajes de Candy son propiedad de su creadora, yo solo los uso para fines recreativos y sin afán de lucro.

Flor Imperial

Capitulo I

Chantaje para una Boda

Por MaryLuz

Era un caloroso día de Julio, los arboles se agitaban al ritmo del viento mientras los pájaros revoloteaban en el cielo azul.

Candy bajó de la carreta de Tom, mientras observaba fijamente esa casona que se erguía majestuosa ante su vista y a la que ahora se dirigía. ¿Hacía cuántos años se había presentado de igual forma en ella?. Hacía diez años ya que se había presentado por primera vez en esa casona y había sido recibida de forma muy poco cortes por los dos hijos de esa familia. Ahora, después de tantos años, volvía a la mansión Legan.

- ¿Estas segura de que quieres quedarte aquí Candy? – preguntó Tom viendo la actitud de Candy al quedarse parada frente al camino que la llevaría a la mansión Legan.

- Oh, sí Tom, ¡Gracias por traerme! – dijo Candy volviendo a la realidad.

Había estado recordando los momentos dulces y agradables que había pasado en esa casa, recordaba a Antonhy, su querido Antonhy, a Stear, ese dulce inventor y a Archiee, el único de los tres nietos Andrew que aún vivía. Había decidido no recordar los momentos amargos.

- ¡Cuídate mucho Candy! – dijo Tom despidiéndose de ella.

- Adiós Tom y ¡adiós Tommy! – dijo Candy sonriendo y haciendo un ademan con la mano al pequeño niño de tres años que le acompañaba.

- Adiós tía Candy – dijo el pequeño asomando su cabecita para despedirse de Candy.

- Saludas a Anna y al señor Stiv de mi parte Tom.

- Claro Candy, adiós – dijo Tom echando a andar la carreta.

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Tommy tenía ya tres años, hacía cuatro que Tom se había casado con Anna, una chica dulce y tímida que había conocido en una fiesta del pueblo. No era el único que había hecho ya su vida, todos sus amigos ya tenían sus familias. Annie y Archie se habían casado hacía dos años y tenían un pequeño de cabellos negros a quien pusieron Stear como el hermano de Archie. Patty, su gran amiga, vivía en Florida y trabajaba como maestra en un colegio para niñas, de allí que conociera a su futuro esposo, ya que había tardado en aceptarlo por guardarle luto a la memoria de Stear. El propio Archie fue quien le aconsejó que no viviera en el pasado y que estuviera segura de que su hermano estaría feliz por ella.

Albert, su amigo y tutor, también había logrado encontrar a una chica que compartiera sus gustos por la naturaleza y la vida; Dayana, con la que se había casado hacía tres años y tenía una pequeña niña a la que pusieron Pauna, como la mamá de Antonhy.

Todos tenían sus vidas hechas, se podría decir que hasta ella misma. Ella ya tenía su propia vida en el hogar de Pony, ayudaba a sus dos madres en los quehaceres diarios del hogar que eran muchos. Cuidaba a los niños cuando enfermaban, y asistía los fines de semana al pueblo de Lakewood como voluntaria en el dispensario de la Iglesia.

No recibía un sueldo, pero no era necesario, ya que, a pesar de ser ya mayor de edad y haber dejado de ser la pupila de Albert, seguía recibiendo una mensualidad como un miembro más de los Andrew, que ella utilizaba para ayudar a su querido Hogar de Pony.

Estaba ya resignada a no tener un amor en su vida, un amor que no fuera el de los niños del Hogar de Pony o el de todos sus amigos. Después de todos los años que habían pasado, ella seguía recordando a su gran amor: Terry Grandchester. En su corazón guardó por algún tiempo la esperanza de que regresara a buscarla, pero era una esperanza que se encontraba muy en el fondo de ella misma, ya que sabía que Terry no dejaría a Susana sola, ella lo necesitaba más. Sin embargo, su corazón guardaba ese hilito de esperanza, el cual se rompió tres años atrás, cuando leyó en los diarios sobre la Boda de su amado con Susana Marlow. Desde entonces, procuraba no leer las noticias en los diarios, se sumió en su tristeza y se dedicó a cuidar a los niños y a entregarse a su trabajo por completo. Así es como había decidido vivir y así es como vivía, al cuidado de los niños como la señorita Pony y la hermana María.

aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaaaa

Candy caminó de forma decidida hasta la entrada principal de la mansión Legan. Volteó de reojo hasta la parte alta de la puerta, aun podía ver a Elisa y Niel riendo, después de haberle arrojado un balde con agua desde ese lugar. En esta ocasión no había nadie. Tocó a la puerta y esperó hasta que alguien abriera. Aun recordaba el extraño mensaje que un día antes llegó al hogar de Pony; el señor Legan le pedía que fuera a verle, al día siguiente por la mañana. Era extraño que el señor Legan pidiera verle, hacía años que ella había dejado de tener contacto con los Legan, después de que Albert hubiera roto el absurdo compromiso matrimonial con Niel. Desde entonces ella no había tenido mas contacto con esa familia. Pero si estaba enterada, que en los últimos meses, Elisa se había visto en la necesidad de regresar a Lekewood, huyendo de los problemas que le había causado la esposa de uno de sus tantos amantes en Chicago. Elisa se había convertido en una hermosa mujer, pero de reputación dudosa.

De Niel no sabía mucho, solo que después de que quedó disuelto el compromiso matrimonial, él se había dedicado a estudiar Administración, y ahora ocupaba un importante puesto al lado de su padre en la Banca de Chicago. No sabía si se había casado, o si tenía alguna relación sentimental con alguna chica. Simplemente de Niel no llegaban muchas noticias hasta ella.

- ¡Hola Candy! – se abrió la puerta de la mansión

- ¡Dorothy!, ¡qué alegría verte! – dijo Candy abrazando a su antigua amiga y compañera – ¿cómo has estado, Dorothy?, ¿cómo están tus hermanitos?

- Muy bien Candy, todos están muy bien, han crecido mucho y cada que puedo me doy una vuelta al pueblo para verlos a todos – dijo Dorothy al tiempo en que hacía pasar a Candy a la mansión.

- ¡Me alegra mucho Dorothy! – dijo Candy deteniéndose en el recibidor.

- El señor Legan te espera – dijo Dorothy un tanto nerviosa – le avisaré, espérame un momento.

- Si- dijo Candy, mientras veía como Dorothy se alejaba por el pasillo hasta la biblioteca de la casa.

No parecía haber cambiado nada, todo estaba tal y como lo recordaba, la misma seriedad en la decoración, la misma luz tenue colándose por las pesadas cortinas que cubrían las ventanas. La misma soledad de siempre...

- Candy, acompáñame – dijo Dorothy sacando a Candy de sus pensamientos.

Dorothy condujo a Candy en silenció hasta la puerta de la Biblioteca, se sentía un ambiente extraño en esa casa. Candy estaba nerviosa, su corazón latía de forma apresurada, presentía que esa visita a la mansión Legan no le traería nada bueno. Pero confiaba al mismo tiempo en el señor Legan, el siempre había sido bueno con ella, no temía verlo, sin embargo, algo en su corazón le decía que hubiese sido mejor no presentarse ese día.

Dorothy tocó a la puerta y se escuchó una voz diciendo adelante. Los pensamientos de Candy estaban muy lejos y no pudo distinguir la voz de la persona dentro de la Biblioteca.

- ¡Suerte! – dijo Dorothy a Candy alejándose de la entrada de la biblioteca.

- Gracias – solo alcanzo a murmurar.

Candy abrió la puerta y entró al enorme salón que era ocupado por la biblioteca de la mansión Legan. Ella esperaba ver sentado en su escritorio al señor Legan, pero se llevó una sorpresa al ver sentado en el sillón del escritorio, a Niel y a su lado a Elisa.

Niel ocupaba cómodamente el sillón de su padre, mientras Elisa recargaba una mano sobre el respaldo del sillón y la otra en el escritorio mientras ambos sonreían de forma maliciosa al verla. Candy se quedo parada en el umbral de la puerta, ella esperaba ver al señor Legan no a los hijos de esté, ¿de qué broma se trataba?

- ¡Adelante querida! – dijo Elisa, ahora Candy se daba cuenta que la persona que había respondido a Dorothy, había sido Ella – Pasa, te estabamos esperando.

Candy caminó de forma firme hasta el escritorio, no quiso sentarse en ninguno de los dos sillones que se encontraban al frente del escritorio y ninguno de los hermanos Legan le ofreció asiento. Candy esperaba que esta entrevista, o lo que fuera que fuese, terminara pronto. Niel no le quitaba la vista de encima y eso la hacía sentir sumamente incomoda.

Elisa estudiaba a Candy de pies a cabeza desde que la vio entrar a la biblioteca, sin duda había cambiado mucho. A pesar de vestir de forma sencilla, tenía un atractivo interior que se podía percibir a grandes leguas. Caminaba de forma graciosa y gentil, había adquirido un gran porte y una gran belleza. No podía soportarlo, Candy no llegaría nunca a ser más que ella.

Niel por su parte hacía lo suyo, sin duda Candy había cambiado. Ya no era aquella niñita pecosa y rubia de coletas. Ahora era toda una mujer de 22 años, con una figura envidiable y una belleza natural que hacía que se despertaran los sentimientos que creía olvidados. Sus hermosos ojos verdes se habían clavado en su mirada y pudo ver una ligera sombra de tristeza en ellos. Hacía varios años que no la veía, se había sentido herido en su orgullo al ser rechazado en público por esta chica que ahora tenía enfrente. Tenía en su poder la forma de vengarse de ella y ya todo estaba planeado, por eso la habían citado. Pero en su mente las cosas comenzaban a fraguarse de forma distinta. Tan solo había bastado verla para cambiar los planes de Elisa...

- ¿Te preguntaras por qué te hemos citado? – dijo Elisa caminando hasta donde estaba ella y observándola de arriba abajo. Candy permaneció callada ante la pregunta de Elisa.

- Si – contestó después de un rato en el que se hizo el silencio entre los tres.

- Queremos que te vayas de Chicago, por eso te hemos citado hoy aquí – Candy abrió grandemente los ojos. ¿Cómo era posible que aun después de tanto tiempo, ellos quisieran seguir haciéndole daño?

- ¿Qué les he hecho para que me odien tanto? – preguntó Candy dándole la cara a Elisa y la espalda a Niel.

- ¿Te parece poco? – Contestó enojada Elisa, mientras sus ojos chispeaban por la furia – me arrebataste el amor de Antonhy primero, después, por tu culpa murió en ese absurdo accidente, entonces fuiste a Londres y me quitaste el amor de Terry. Representas todo lo que odio, eres una huérfana y ladrona además, tú con tu carita de mosca muerta engatusaste a mi hermano y después lo rechazaste. ¡Te Odio! – dijo Elisa furiosa.

- Yo no he hecho nada de lo que dices, me odias sin razón Elisa y no tengo porque escuchar nada más, ¡así que me voy! – dijo Candy disponiéndose a salir. Entonces Elisa se atravesó a su paso.

- Aunque no quieras, tendrás que hacer lo que te digamos querida... – su mirada brillaba de maldad. Candy se sorprendió ante este comentario, ¿qué se tramaban?

- Mira Candy – dijo Niel que hasta el momento se había mantenido callado. Candy volteo hasta el escritorio y observo aquello que Niel le mostraba.

- ¿Reconoces estos papeles, querida? – dijo Elisa acercándose al escritorio y empujándolos un poco para que los viera mejor.

Candy observó los papeles que le mostraban, estaba segura de que eran importantes ya que su corazón latía de forma apresurada desde el momento que se los mencionaron.

Pudo ver que eran varios papeles notariales, eran las escrituras de una propiedad en Lakewood, sintió como el corazón se detenía al ver el nombre de la propiedad. Trató de tomar los papeles entre sus manos para cerciorares de que eran verdaderos, pero Niel fue más rápido que ella.

- No amor, estos papeles son míos – dijo tomándolos en sus manos y retirándolos del alcance de Candy.

- ¿Por qué los tienes tú?, ¿qué haces tú con ellos? – preguntó Candy al borde de la histeria, olvidando la forma en que la había llamado, no era posible que Niel tuviera esos papeles en su poder.

- Los gane – fue todo lo que dijo Niel con una media mueca.

- ¿Los ganaste?, ¿cómo que los ganaste?, ¿a quién? – preguntó desesperada.

- A tu adorado Jimmy.

- ¡A Jimmy! – se sorprendió Candy al saberlo.

Hacía unos días, el señor Cartwright había ido al hogar de Pony a hablar con ella sobre Jimmy. Ahora podía entender la preocupación del señor Cartwrigth. Jimmy ya no era un niño, era un apuesto adolescente de 15 años, el cual cuidaba del rancho Cartwrigth. Era admirado por su valentía al enfrentarse solo a lidiar con el ganado. Había aprendido a disparar muy bien y había logrado vencer varias veces a Candy en el arte de enlazar. No, Jimmy ya había dejado de ser un niño. Sin embargo, le había ganado un pequeño vicio. Salía casi todas las noches al pueblo y regresaba a altas horas de la madrugada. Su padre se preocupaba por él, no sabía a donde iba ni que hacía. Lo había mandado seguir con uno de sus trabajadores y fue así como se enteró que Jimmy entraba todas las noches a una cantina. Jimmy había comenzado a beber y a jugar a las cartas. El señor Cartwrigth estaba preocupado por esos vicios y el que Jimmy llegase a caer en algo peligroso, por eso había ido a buscarla al Hogar de Pony. Jimmy la respetaba y la quería mucho, ella podría aconsejarlo ya que la propia rebeldía del chico hacía casi imposible que su padre pudiera darle un consejo sin que lo considerara una orden.

Él no había querido decirle nada a Jimmy, ya que a pesar de llegar tarde algunas noches, al siguiente día se levantaba temprano para cumplir con sus labores. No parecía algo peligroso lo que hacía, pero podría llegar a serlo.

- Ahora las escrituras de tu querido Hogar de Pony, ¡Son mías! – dijo Niel mientras Candy regresaba de sus recuerdos.

- Y si no haces lo que te digamos, se las daremos al señor O'Hara. Y ya sabes que hará con ellas, ¿verdad querida? – dijo Elisa cínicamente.

- ¿Al señor O'Hara?

- Claro, a O'Hara, para que convierta a tu querido hogar en zona de pastizales – concluyó Niel.

- No pueden hacer eso – dijo Candy al tiempo en que su voz se quebraba. Pudo imaginar como el señor O'Hara mandaría desocupar a los niños del hogar obligando a sus dos madres a irse, y como demolería la cabaña que servía de techo a los niños, para convertirla en pastizales para su ganado. Candy entonces bajo la cabeza y apoyo sus brazos en el escritorio – No pueden – repitió con voz ahogada.

- Si no quieres que lo hagamos, deberás irte de Chicago – dijo Elisa satisfecha de la reacción de Candy. Candy sabía de lo que eran capaces estos dos hermanos, sabía que si ella no aceptaba irse, ellos cumplirían su amenaza.

- Son... – estaba a punto de decir Candy

- Te estamos haciendo un favor querida – dijo Elisa sonriendo, dándose cuenta que Candy estaba vencida - ya que vives como monja, deberás irte a Italia, a un convento de monjas – dijo Elisa esperando ver la reacción de Candy.

- ¡Como Monja! – levantó la cabeza sorprendida.

- Sí, ya que no te has casado y no tienes pretendientes, te haremos un favor al mandarte de Monja, yo ya mande pedir una solicitud para ti, solo falta que la firmes y te marches – dijo Elisa al tiempo en que sus ojos brillaban de felicidad.

- Como sabré que mientras este allá, ustedes no venderán el hogar de Pony a alguien más.

- Cuando proceses como monja, nosotros mismos te las entregaremos – dijo Elisa de forma seria. Candy bajo la mirada de nuevo.

- De monja...- pensaba.

Niel observaba a Candy, ese era el plan; mandar a Candy a Italia, alejarla del mundo. Pero algo le hacía ya no desearlo así. No podía permitir que la alejaran de él. Ahora tenía en sus manos la forma de retenerla, ya no podría rechazarlo, esta era su gran oportunidad y no podía desperdiciarla mandándola lejos.

- No, no debes ir a Italia – dijo Niel. Elisa y Candy voltearon a verlo sorprendidas.

- Pero Niel, en eso habíamos quedado – replicó Elisa.

- Lo se Elisa, pero he cambiado de opinión – Elisa cambió su expresión de felicidad por un puchero. ¿Ahora qué se le había ocurrido a su tonto hermano? Candy por su parte, esperaba para saber que tenía Niel en mente – Candy – dijo Niel observándola, al tiempo en que comenzaba a sonreír – deberás casarte conmigo.

- ¡Qué!, ¡No!, ¡Nunca! – Dijo Candy golpeando el escritorio – prefiero irme a Italia y ser monja que casarme con un ser tan vil como tú – dijo Candy enfadada, ¿cómo era posible que Niel tratara de chantajearla para casarse con ella?

- ¡Estás loco hermano!, ¿cómo vas a convertir a esta recogida en tu esposa?.

- Si no lo haces Candy, las tierras del hogar de Pony pasaran a ser tierra para pasto del señor O'Hara. En tus manos esta el destino de tu querido hogar de Pony- dijo Niel ya sin sonreír. Lo que acaba de decir Candy de él no le había agradado, no sabía que seguía teniendo la misma impresión de él.

Candy apretó fuertemente los puños de sus manos sobre la falda de su vestido. Si, todo estaba en sus manos ahora, pero seguramente había algo que Albert pudiera hacer. El era el único que ahora podría ayudarle. Sabía que estaba en Lakewood, saliendo iría a verle para pedirle ayuda.

- Está bien, acepto casarme contigo – Niel esbozó una gran sonrisa, al tiempo en que Elisa se sorprendió y después lanzó una maldición saliendo de la biblioteca sumamente enojada.

- Sabía que aceptarías, pero hay algunas otras cosas que hay que aclara antes de cerrar el trato – dijo Niel ofreciéndole asiento a Candy. Candy se negó a sentarse y permaneció de pie mientras Niel se paraba para estar igual que ella.

Niel entonces la observaba de pies a cabeza, por fin la chica que tanto lo había hecho sufrir en el pasado, estaba en sus manos. Estaba solo a un paso de ella, estiro una mano para tocar sus rubios cabellos, pero entonces Candy retrocedió.

- ¡No me toques! – dijo en un gesto defensivo. Niel entonces hizo una mueca de desagrado y regreso a su lugar en el escritorio.

- Te casaras conmigo por el civil y por la iglesia, ambas serán celebradas en un mes – Candy escuchaba incrédula lo que Niel decía – Después de seis meses de nuestra boda entraras en posesión de las escrituras del Hogar de Pony. Viviremos en esta casa, y te guste o no, deberás cumplir con todos los deberes de una esposa para con su esposo – Niel entonces miro a Candy a los ojos y una chispa se reflejo en sus ojos marrones - con todos...

Candy cruzó sus brazos sobre sus hombros, sabía lo que eso significaba, debería entregarse a Niel. No, eso no podría hacerlo, pero estaba decidida a mentir por esta ocasión para pedir ayuda a Albert, aceptaría todo, ya se las arreglaría para salir del embrolló.

- Entiendo – dijo Candy sumisa. Niel sonrió – Si eso es todo, entonces me retiro.

- No, no es todo – Niel volvió a sonreír – Has aceptado todo con demasiada sumisión y se que tu no eres así – Candy lo miró entonces, Niel no era tan tonto, sabía que algo estaba pensando para no cumplir con lo que le pedía – Creo que me estas dando por mi lado para salir en busca de ayuda. Pero créeme Candy, ya me lo temía. Así que de aquí a un mes te quedarás aquí, en esta casa – Candy se sorprendió – no podrás decirle a nadie el verdadero motivo por el cual nos casamos, si me llego a enterar de que alguien lo sabe, la propiedad del Hogar de Pony pasara directamente a O'Hara. No puedes decirle a nadie de la familia, no puedes decirles a tus amigos ni a la gente del Hogar de Pony. Siempre que salgas de esta casa, deberás salir acompañada. Si te preguntan el motivo del nuestra boda, dirás que es por amor.

- ¡Pero nadie me creerá! – dijo Candy.

- ¡Pues deberás convencerlos! – Dijo Niel levantando la voz, ahora sabía que realmente eso era lo que planeaba Candy, pedir ayuda y él lo evitaría a toda costa – esta vez Albert no podrá ayudarte, amor – dijo Niel sonriendo. Entonces se paro del escritorio y se dirigió a la puerta para llamar a Dorothy.

Candy se quedó viendo al piso, abrazándose a si misma, no era posible que esto le estuviera pasando a ella. De poder elegir irse de monja o casarse con Niel, mil veces prefería irse de monja. Niel, Niel Legan siempre le había molestado, desde niños, tanto él como su hermana Elisa se encargaron de que sus días en la mansión Legan no fueran nada felices y ¿ahora?, Ahora quería que viviera de nuevo bajo el mismo techo, en esa casa en la que había vivido hacía tantos años. No, no podía...

Dorothy escuchó lo que Niel le pedía y se sorprendió enormemente cuando este le pidió que preparara la habitación de huéspedes para ella. Candy se quedaría en esa habitación hasta que se celebrara el matrimonio entre ellos.

Dorothy condujó a una pensativa Candy hasta la habitación que le habían asignado. Estaba a un costado de la habitación de Niel, lejos de la de Elisa, por lo menos no tendría que verla. Por un momento pensó que de nuevo la mandarían al desván de la mansión o a los establos. Por lo menos en los establos no tenía que soportar a la familia Legan y se sentía más libre de salir, que estando dentro de la casa.

- Jimmy... ¿Jimmy qué fue lo que hiciste? – se dijo Candy tristemente mientras se dejaba caer sobre la cama, de la que desde ese día, sería su habitación.

Continuara...

Notas de la Autora

Este FanFic esta basado más en el manga que en el anime, pero aun así tiene mezclas de ambas y se desarrolla varios años después de que concluye la historia.

¿Se llegará a Casar Candy con Niel?, ¿podrá hacer algo Albert, o alguien más, para evitar la boda?

Este es un Terryfic, escrito entre el 2003-2004.

Terminado.

Lo voy subiendo conforme vaya corrigiendo.