1. Introducción
Después de despedirse de su preciada amiga, Homura Akemi despertó en su cuarto, recostada en la cama. Se reintegro y se hincó. Su cara aun marcada con la tristeza de haberse separado de la persona más importante para ella, no dejaba de derramar aquel liquido salado que salía de sus ojos y terminaba en la palma de sus manos. ¿Por qué? ¿Por qué tenía que haberse ido de esa manera? ¿Por qué tenía que quedarse sola sin la existencia de ésta?
Sabía que todo lo hacía por su bien y por el de las demás personas que habitaban el planeta Tierra... pero ¿realmente eso cambiaría la historia? ¿Realmente eso podría terminar con el peso que cargaban las Chicas Mágicas? Talvez había terminado con las brujas, pero eso no significaba que no habría otra cosa con que luchar... fue así como nacieron los demonios. Son seres que igual nacen del sufrimiento de las personas, pero al parecer ya no nacen de las Chicas Mágicas, de las cuales si sus Soul Gem se oscurecía se convertían en brujas. Ahora en cambio, con las nuevas leyes del universo que creó Madoka, si la Soul Gem de una Chica Mágica se oscurecía... ésta simplemente desaparecería sin dejar rastro alguno de su existencia.
A pesar de que Homura pensó que nada cambiaría en un principio, creyó en su amiga. Creyó en que la peli rosa haría lo que estuviera al alcance de sus manos para salvar a las personas del sufrimiento, sobre todo a aquellas muchachas que luchaban todos los días y arriesgaban sus vidas para proteger a la humanidad. Y así fue. Todo ser sobre el planeta vivía seguro gracias a ella.
La chica de cabello azabache se talló los ojos secando sus penas, y remplazo esa expresión de angustia por una pequeña sonrisa. Ya no tenía a aquella persona torpe y de sonrisa cálida que la hacía sentir tan especial. Lo único que quedaba de la pelirosa eran solo recuerdos, recuerdos que solo ella poseía. Ya que con su deseo se borró toda huella de ella, todo lo que estuviera relacionado con ella... nadie más que Homura, se daría cuenta que algún día existió Kaname Madoka.
Después de pensarlo por unos minutos más se dijo a sí misma que el seguir llorando no la ayudaría en nada, que tenía que seguir adelante que eso era lo que Madoka ubiera querido para ella. Así que se puso de pie y decidió salir a dar la vuelta por el nuevo mundo. Pero un sonido persistente la detuvo. Era el reloj despertador que marcaba las 7:00 a.m. y según la fecha era martes. ¿Día de escuela? Aunque la verdadera pregunta sería ¿Aún asisto a la escuela? No estaba segura de ello, pero por si las dudas se puso su uniforme, se alistó y se fue.
Si el uniforme estaba ahí entonces era señal de que aun iba a estudiar. Al llegar al salón varias chicas la saludaron con un "Buenos Días" a lo cual ella respondió de la misma manera. Todo le era extraño y nuevo, de cierta forma. Hizo caso omiso de ello y se ubicó en su lugar, dejando el portafolios en su escritorio. Al cabo de cinco minutos el profesor entró y comenzó a pasar lista.
-Miki Sayaka. ¡Miki Sayaka! - repitió subiendo la voz - ¿Qué no vino la señorita Miki?
-No, al parecer no ha llegado- respondió uno de los alumnos. El maestro continuó con el pase de lista.
Al terminar la escuela Homura decidió volver a lo de dar un paseo por la ciudad. Tenia curiosidad de saber si algo había cambiado o seguía siendo el mismo lugar que conocía.
- ¡Akemi! - alguien la llamó a lo que ésta se giró encontrándose con una rubia de cabellos arremolinados -¿Estas lista para irnos?
- ¿Eh? - respondió con sorpresa
- ¿Ya no recuerdas que quedamos de vernos con Sakura para ir a cazar demonios?
- ¿Demonios? - preguntó la de ojos púrpura
- ¿Te sientes bien? - le toca la frente con la palma de la mano -Te ves algo extraña hoy
-Estoy bien, enserio- trató de sonreír -Es solo que no dormí muy bien anoche
La rubia asintió y ambas comenzaron a caminar en dirección a la iglesia abandonada. Algunas calles estaban totalmente desiertas, mientras que otras estaban atiborradas de personas que iban de un lado al otro. Quizás algunas caminando sin rumbo, al igual que lo había hecho la pelinegra durante mucho tiempo. De pronto la chica que la acompañaba miraba a todas partes como si buscara a alguien.
-Oye Akemi, ¿dónde está Miki? - cuestionó
-Ni idea. Tampoco asistió a clases, quizá se enfermó- respondió con algo de indiferencia
-Extraño, ¿no crees? Ayer tampoco nos acompañó... ¿le habrá pasado algo?
Homura no respondió esta vez, solo continuó caminando. Al estar frente a la enorme edificación una chica pelirroja salió a su encuentro. Llevaba el cabello recogido en una cola de caballo y en la boca un pocky.
-Por fin llegan- sonrió y enseñó un reluciente colmillo
-Al parecer ya nos esperabas- agregó la rubia
La sonrisa de la pelirroja desapareció al ver a solo dos chicas.
- ¿Dónde está Sayaka? - preguntó - ¿Hoy tampoco vendrá?
Desde el punto de vista de la pelinegra ese momento le parecía en cierto modo "familiar". ¿Sayaka desaparecida? Eso solo podría significar una cosa... su Soul Gem se había oscurecido por completo. Era de esperarse, que su destino no cambiaría mucho. Aunque realmente quería enterarse de cómo había sucedido eso. El hecho de la desaparición tras haberse oscurecido la Soul Gem le parecía mejor que convertirse en bruja. Era un destino menos cruel, aunque igual de complicado.
Habían pasado ya un par de horas desde que habían empezado con la cacería del día. Las chicas estaban exhaustas y dispuestas a regresar a sus respectivos hogares. De pronto detectaron a uno más y se apresuraron al encuentro del demonio, pero para su sorpresa cuando llegaron... se encontraron a alguien a quien habían estado buscando.
- ¡Sayaka! - gritó la chica vestida de rojo a la que se encontraba frente a ella. Corrió hasta alcanzarla. Las otras dos la siguieron - ¿Dónde demonios has estado? Nos preocupaste. ¿Estás bien?
-Yo...- le temblaba la voz -yo, vi a Hitomi y a Kyousuke juntos y ...- la chica rompió en llanto
Kyoko se acercó y la abrazo tiernamente. Apretó los puños y le habló a la peli azul.
- ¿Lo ves? No vale la pena- se separó de ella y le sonrió. Las otras dos solo miraban la escena en silencio -Nosotras estamos aquí... a nosotras si nos importas. Por eso no llores- acercó su mano al rostro lleno de lágrimas y las fue secando una por una con su pulgar.
-Es cierto, nos importas- dijeron Homura y Mami Tomoe -la rubia- al unísono.
Sayaka dejo de llorar. Kyoko le extendió una mano invitándola a ir a cazar demonios. Seguro eso la pondría de buenas otra vez, aunque aun así se le veía un poco apática.
Encontraron otra criatura cerca de un hospital. Sabían que tenían que apurarse, sino de otro modo, terminaría matando a las personas enfermas del edificio. Pero por más que luchaban al parecer no podían con eso. Era demasiado rápido. Ni siquiera la habilidad de detener el tiempo de Homura ayudaba mucho. La pelinegra no sabía si eso se debía a que se encontraba en un momento muy difícil o si el demonio era mucho más ágil que ella. Entonces saco de uno de sus bolsillos un par de listones rojizos que le recordaban a su mejor amiga. Pensó que eso le daría más valor quizá más poder, pero parecía inútil.
- ¡A un lado! - dijo por fin Sayaka -Yo lo detendré
-Pero...- la pelirroja abrió la boca para protestar, pero fue silenciada rápidamente
-No te preocupes, estaré bien- sonrió débilmente -Gracias chicas por ser mis amigas- agregó y salió corriendo a toda velocidad a buscar al monstruo para acabar con él.
Después de eso todo sucedió en un momento: Sayaka concentrando todo su poder en su espada y eliminando al demonio de un solo golpe; Kyoko llorando al lado de la peli azul que reposaba en el suelo y una Soul Gem oscurecida por completo en su mano; Sayaka desapareciendo; Mami dejando caer un par de lágrimas, Homura bajando la cabeza con expresión de tristeza; y finalmente una Grief Seed cayendo al término de la desaparición de la Chica Mágica.
- ¡Demonios, Sayaka! - maldijo -Y justo que nos acabábamos de hacer amigas- completó
Mami la miró mientras se secaba las lágrimas restantes en su rostro. La chica de cabello azabache apretó con fuerza los puños arrugando un poco los listones y soltó en un susurro "Madoka".
- ¿Akemi?
- ¿Quién es? - la pelirroja ladeó un poco la cabeza
-No importa... no es nada- hizo bolita los listones y los metió rápidamente en sus bolsillos.
Las tres chicas se despidieron y cada una se dirigió a su respectivo hogar, excepto Homura quién decidió quedarse un rato más en aquel sitio. Estaba oscuro y callado. Ya debían de ser más de las nueve de la noche. Se sentó en una de las vigas del edificio en construcción que se encontraba a un lado del hospital.
-Me suponía que esto podría pasar- suspiró -Después de todo no cambio mucho el destino de Miki Sayaka
- ¿A qué te refieres, Akemi Homura? - preguntó el animal blanco que salía de las sombras - ¿Acaso sabías que Miki Sayaka desaparecería? ¿Cómo te enteraste? - se sentó a su lado mirándola con sus ojos rojos inexpresivos
- ¿Es necesario explicártelo, Kyuubey el Incubador? - clavó su mirada violácea en el animal
-Si eres tan amable- se acomodó esta vez en el regazo de la chica la cual suspiro.
Le contó sobre lo que había hecho con su deseo, lo que hizo en cada línea del tiempo, sobre las brujas, que él les había mentido y ocultado la verdad sobre las Chicas Mágicas, y finalmente que Madoka había cambiado las leyes del universo eliminando a todas las brujas.
- ¿Estas seguras de que todo lo que me dijiste es cierto?
-Totalmente- respondió muy segura de sí
-Bueno, debido a que tú eres la única que lo recuerda... es posible que solo haya sido un producto de tu imaginación- habló sin mover el hocico y se giró a verla
-No lo creo- bajó la mirada -Todo es cierto- sonrió - ¿Verdad... Madoka? - alzó la mirada al cielo nocturno lleno de estrellas resplandecientes.
