-Pero Bella... - susurraba la madre de la chica, intentando calmarla.
-¡Pero nada , mamá! - su hija estaba muy indignada, y eso lo hacía notar -, no pienso ir a vivir con Charlie a Forks, dónde se ve que hay una familia de vampiros asentada permanentemente hasta no se sabe cuándo...!
-¡Bella, ya basta! Ya hemos hablado de esto otras veces, y quedamos en que tu misma fue la que decidiste irte a vivir con Charlie...además, ya sabes que ellos también forman parte de la organización...aceptaste la misión con ellos incluidos.
-¡Pero eso era antes de saber que las vampiros esos, vivían allí e iban a colaborar conmigo!¡Pensaba que actuaría sola!
-¿Y que mal hay? Conoces a un montón de vampiros, Bella, y has colaborado con otros en algunas misiones mucho más difíciles..- decía la madre, intentando acariciar la mejilla de su agitada hija.
-Pero a la gran mayoría de ellos los mato, mamá... no són de fiar, me han traicionado muchas veces- le recordó la joven, apartando la mano de su madre con furia.
Renée Dywer dejó de discutir con ella para mirarla con enfado.
-Has tenido mala suerte con tus compañeros... bebían sangre humana, en cambio, estos no, ya lo sabes – Bella tuvo que morderse la lengua para no responder a aquella gran mentira.
-Mira, mamá... hablaremos luego, ¿vale? - dijo la joven mientras miraba su reloj de pulsera y se giraba para ir a su habitación – llegaré antes de cenar... aunque, si tu vas a salir con Phil, ya me verás aquí cuando vuelvas.
Bella notó con enfado cómo su madre, antes ligeramente impresionada y parada, había vuelto a retomar los pasos, ahora en dirección a ella misma.
-¿Adónde vas? - preguntó mientras miraba a su hija con recelo. Bella miró fijamente a su madre, levantando ambas cejas en señal de falsa incredulidad – Bella, por favor...
Pero la joven no le hizo caso. Abrió su armario, medio vacío y sacó una chaqueta de cuero negra que dejó encima de su desordenado escritorio. Después, se dirigió hacia su mesita de noche y abrió algunos cajones, cogiendo pequeños objetos de ellos y guardándoselos en las botas oscuras que llevaba, bolsillos de pantalones y de la chaqueta. Renée miró eso con los labios fuertemente fruncidos. Bella se fue directa hacia el lavabo y se encerró en él. No le apetecía tener a su madre revoloteando a su alrededor, mirándola fijamente con ojos dolidos, en un vano intento de hacerla sentir culpable. Mirandose en el espejo, se lavó la cara para refrescarsela, y luego las manos, para seguidamente coger un peine propiedad de su madre y llevarselo a su larga melena lisa. Seguidamente, y sin mirarse de nuevo al espejo, se dirigió a su habitación de nuevo y abriendo un cajón, ignorando otra vez a su madre, que no se habia movido, sacó un guante algo extraño, colocándoselo en la mano derecha. Cogiendo su chaqueta, se dirigió hacia la puerta de su casa, abriendola y yéndose sin despedirse.
Andando entre la gente de la calle, en plena tarde, la joven se puso los auriculares de su mp3 en los oídos, aislándose de ruidos inservibles. Lo conectó, y empezó a concentrarse en su punto de mira.
Isabella Swan, era una joven de 17 años que engañaba. Su aspecto no era deslumbrante, pero tampoco era precisamente invisible. No era ni alta, ni baja, era de normal estatura y de complexión más bien liviana, delgada y se podria decir que incluso débil. Su largo cabello castaño oscuro, liso, no era nada del otro mundo y le llegaba hasta la cintura, ahora recogido en una cola alta de caballo. Sus curvas no eran tan despampanantes como las de las modelos de las revistas de coches, pero se amoldaban perfectamente a su cuerpo, dando como resultado una bonita figura bien proporcionada. Su piel, contraria al sitio en el que se encontraba, era muy pálida, del color del marfil. Sus ojos eran también como su cabello, marrones oscuros, en algunas ocasiones casi negros. A pesar de encontrarse en un lugar muy soleado, Bella siempre llevaba su chaqueta en la mano, y en algunas ocasiones, puesta.
Eso le permitía algo más de aislamento. Junto a un anillo que siempre llevaba, iba protegida. Gracias al anillo, el cual tenía la habilidad de confundir y engañar al olfato de un vampiro, Bella se evitaba muchos problemas, no todos, pero si muchos. En ese momento, su equipo era muy simple y de lo más normal, una camiseta a tirantes azul oscura, con un tejano también oscuro a conjunto con las botas negras y la chaqueta, dentro de las cuales, llevaba un par de dagas afiladas.
Con atención, Bella cruzó un par de calles y pasó por algunos parques, hasta llegar a un taxi aparcado. Dirigiéndose hacia él, la chica dió un par de golpes al cristal, para seguidamente, entrar por él al abrirse el seguro. Acomodandose en la parte trasera, sin decir a donde ir y mirando al paisaje, Bella se puso a pensar en lo que habia sido su vida.
Había descubierto de muy joven el trabajo al que su madre antes se dedicaba, y decidió, contra las súplicas de su misma madre, retomar lo que ella había dejado por el bien de la familia entera. Ahora, muchos años después, era una de las mejores cazavampiros de Europa y Asia, y tenía por objetivo, serlo también de America.
Su madre había dejado a su padre en Forks, un sitio pequeño, verde y siempre nublado cuando ella apenas tenia unos meses de nacida. Su pretexto era que el matrimonio no habia funcionado, pero tanto Charlie Swan, como su hija, Bella, sabían la verdad detrás de toda aquella comedia. La vida de un cazavampiros es muy dura y solitaria. Basta solo ser cazavampiros, para condenar al resto del familia por toda la eternidad, o permanencia en la tierra de la misma. Renée podria haber dado otra orportunidad al matrimonio, pero dijo no por el bien de Charlie. Pudo haber dejado a su hija en manos de su marido para protegerla, para mantenerla alejada de su oscuro mundo del que tan difícil era salir, pero también dijo no, porque fue humana. Fue egoísta en la medida de lo correcto, esa era una debilidad humana que nadie prodria reprimir jamás. Pero Renée hizo lo que poca gente de su oficio puede hacer, librarse de su vida anterior. Intentó empezar des de nuevo en otra ciudad, ocultándose continuamente de los vampiros que aún sabían de ella, y con la ayuda de algunos amigos, lo consiguió, consiguiendo una vida para su hija y nueva felicidad para ella, ya que conoció a Phil, su actual marido.
-Pero yo... - murmuró Bella para sí, mientras pestañeaba mirando por el cristal hacia el cielo. Se habian alejado bastante de la ciudad, a una velocidad extrema, por una carretera secundaria en bastante mal estado.
Típico.
Los vampiros con no más de un dedo de frente solían escoger esos sitios, alejados de toda la gente, un sitio abandonado y solitario.
Error, grave error.
La joven sonrió al vislumbrar a lo lejos una gasolinera abandonada. El taxi paró a unos doscientos metros de allí.
-Suerte – dijo la agradable voz del conductor, quien miraba el retrovisor en su dirección.
-No la necesito – murmuró la chica audiblemente mientras le sonreía al conductor, ya más que conocido para ella – lo sabes de sobra.
Bella buscó la manija del coche y después abrió la puerta, poniendo un pie fuera.
-Lo sé, pero nunca va mal desearla de vez en cuando – respondió con una deslumbrante sonrisa el hombre.
Bella salió y cerró la puerta tras ella.
-Te esperaré aquí.
Eso fue lo último que la chica escuchó antes de dirigirse a la gasolinera. Tras unos cuantos minutos, ya que se habia tomado su tiempo, la chica llegó a la puerta del establecimiento, dónde vio unas viejas cadenas junto a un oxidado candado abierto. Bella sonrió, irónica y abrió el candado, apartando las cadenas.
-Esto va a ser rapido. - musitó para sí mientras abría las puertas con gran estruendo.
Entró en la gasolinera, sucia, llena de graffitis y demás. Rápidamente se puso la chaqueta y se subió la cremallera hasta el pecho. Sonrió de medio lado. Iba a tener que pasarselo bien con este vampiro, el último al que mataría posiblemente en meses. Aunque acabaría rápido, pues quería acostarse pronto, ya que pasado mañana cogería el avión que la conduciría a su nuevo destino y aún tenía cosas que empaquetar. Se quedó en silencio, sin moverse unos minutos, notando el trémulo ambiente del lugar, sintiendo la presencia del vampiro dando vueltas, observándola y riendose en su fuero interno, pensando en que realmente podia derrotarla. Bella se rió ante semejante pensamiento. Ella era invencible. O por lo menos lo habia sido en esos 17 años de exsistencia.
-¿Me vas a hacer esperar mucho más? - preguntó en voz baja, aunque sabía de sobras que seria escuchada.
-Quiero grabarme en mente tu aspecto entero, antes de grabarmelo cuando estes desperdigada por todos estos destrozados estantes... - le contestó una voz suave, musical e impersonal.
-Pues tomate tu tiempo, no tengo prisa, por el momento. - susurró la joven cazavampiros, metiendo la mano izquierda, en la cual estaba el anillo en el bolsillo de la cazadora. La otra mano la cerró, mirándola despreocupadamente. Era un guante de cuero negro, que no le llegaba más allá de la muñeca, como mucho. Era uno de esos guantes sin dedos, y sobre los cinco nudillos había lo que aparentaban ser unos inofensivos pinchos metálicos. Pero todo era apariencia, al igual que lo que parecía ser una simpe anilla grande y plateada con una barra fundida del mismo material a uno de los lados de la anilla, con un cristal enegrecido en el centro, transparente y solo, dejando un bonito apoyo y mejor posicionamiento de la mano dentro de la anilla. Un objeto extraño e inofensivo llamado Briellium, guardado en el bolsillo izquierdo de la cazadora.
Ambos objetos eran las armas y firma de Bella.
Cada cazavampiros es escogido como tal por su gran poder y potencial, esas cosas són las que se guardan dentro de uno mismo, con un sello difícilmente rompible que los encierra. Y a los cazavampiros y demás, en el mismo momento en el cual se convierten en uno, el sello es roto, y todo su poder queda al descubierto, sin barreras. Y alguna vez es tan fuerte y fuera de control, que necesitan un canalizador, un medidor.
Y tanto el guante como la anilla lo eran. En realidad, sólo la anilla tenía un nombre extraño y antiguo, ya que se le podria cosiderar un objeto sagrado, en cierto modo. Tendria cientos de años, y siempre habia pertenecido a algun tipo de sacerdote, de esos de las peliculas pero en plan serio. Pero en esa ocasión, habían pasado más de trescientos años des de que se utilizó por ultima vez.El guante era algo que ella misma había creado, en una de sus clases de cuando era pequeña. Un sencillo guante en apariencia inofensivo, pero mortal si Bella lo utilizaba como era debido.
Bella escuchó con atención el mp3 que aún no habia apagado, y junto a la anilla del bolsillo, le dió al botón de pausa. No iba a durar mucho ese último encuentro. Sin tan siquiera quitarse los cascos, la chica avanzó un paso con pose decidida, mirando a la nada que tenia delante de ella. Sintiendo lo que venía a continuación, se apartó velozmente en una finta, sacando la plateada anilla y sosteniendola horizontalmente, mirando al vampiro con malicia. El vampiro, quien estaba agazapado como un furioso felino, le dedicó una mirada de advertencia, que Bella ignoró con otra de diversión.
Aquello no iba a durar ni cinco minutos, por desgracia.
-Tal vez si que llegue para cenar antes de que mamá se vaya.. - murmuró para sí misma.
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Con un rápido movimiento, se deslizó escaleras arriba mientras iba sintiendo los pensamientos de Emmett sobre su cabeza.
"¡Ya verás, Edward, me las pagarás! ¡Esto no quedará así!"
Con una sonrisa, Edward Cullen no pudo evitar darse media vuelta para ver cómo sus dos hermanas se llevaban a rastras a su hermano, quién tenía una cara de espanto pintada en los ojos. En cuanto Emmett localizó a Edward, se paró en seco, imposibilitando a las chicas de seguir andando, y una mueca de enfado se formó sobre tres de los cuatro rostros pálidos y perfectos que se hallaban en el recibidor de la casa, listos para salir.
-Vamos, Emmett, que tenemos que pasar por unas cuantas tiendas... - le dijo su hermana, Alice Cullen, una chica hermosa con rasgos de duende, de unos diecinueve años, con una esbelta y grácil figura, con piel blanca y cabello negro, cada punta del cual señalaba una dirección diferente.
-¡No pienso moverme de aquí... sin darle su merecido a Edward! - mencionó Emmett mientras estrechaba los ojos sobre su hermano menor.
Emmett Cullen, supuestamente el mayor de los tres hermanos Cullen, un chico con prominentes músculos, de cabello oscuro y rizado, estaba muy enfadado.
La última chica frunció el entrecejo de forma airada, para luego dirigir una mirada a Edward, que sonreía con burla a su hermano. Entonces, una sonrisa de picardía apareció en su rostro, volviendose hacia su marido con pose seductora. Rosalie Hale entraba de nuevo en acción. Con su figura escultural, mejor que la de cualquier modelo o actriz, y su cabello rubio cayéndole hasta la mitad de la espalda. Con un rápido movimiento, Rosalie se encontró susurrándole a Emmett algo de lo que ni Edward ni Alice pudieron enterarse. Lo que Edward sí supo, era de la cara de esperanza y ilusión de la cara de su hermano, que en su mente, no pudo evitar decirle unos breves:
"Je, je".
Porque tanto él como Rosalie bloqueaban sus pensamientos de él. Y tras unos instantes, Emmett se dió la vuelta voluntariamente y se dirigió hacia el BMW descapotable rojo de su mujer Rosalie, dando breves vistazos rápidos a su hermano. Con sigilo, las dos hermanas se despidieron de él agitando las manos y siguiendo a Emmett hacia el coche.
Con aparente frustación, el chico se dirigió hacia su habitación, en el último de los pisos, en menos de un pestañeo.
Edward Cullen era un chico de diecisiete años en apariencia, de tez muy pálida y hermosos ojos dorados en ese momento. Su cabello despeinado le caía por la frente en preciosos y sedosos hilos cobrizos, resaltando su tez demasiado pálida. Con un físico mejor que el de los modelos y de apariencia angelical y divina, Edward, como su família, guardaba un gran secreto.
Edward era un vampiro. Al igual que el resto de los Cullen. Representaba que vivía con su padre, un joven y guapo doctor llamado Carlisle y su mujer, Esme. Tenía dos hermanos mayores, Emmett y Alice, mientras que Rosalie y Jasper se hacían pasar por los Hale. Todos eran vampiros, pero no del típico vampiro maldito por beber sangre humana.
Eran llamados por sí mismos vegetarianos, pues se abstenían de la sangre humana para reemplazarla por la de los animales.
Y toda la família tenía un aspecto parecido. Piel pálida, ojeras ligeras bajo los ojos dorados o negros, según su hambre, belleza divina...
Toc, toc
El corto y bajo toque en su puerta lo sacó de su breve ensimisamiento. Sin necesidad de mirar quién entraba a su habitación, su olor y pensamientos se lo confirmó.
"Se lo has vuelto a hacer a Emmett... eso de engañarle y enredarle de tal forma que tenga que ser él quién lleve a las chicas de compras y le sirva de perchero no es muy elegante.. y más cuando te tocaba a ti"
-És muy fácil engañarle... sus pensamientos y gustos son muy predecibles.
"Le hiciste lo mismo a Jasper la semana pasada"
-Es verdad...
"No debes utilizar tu poder de esta forma.."
-No hago mal a nadie.
No recibió más respuestas que la sonrisa de Carlisle, su padre. Con el cabello rubio y la apariencia de una estrella del cine, se encontraba a no más de un metro de distáncia, sonriendole paternalmente.
-¿Y bien? - preguntó Edward, mirándole fijamente.
"¿Y bien qué?"
-¿A qué has venido? ¿Has cancelado nuestra acampada de mañana?
Carlisle no se extrañó de que el joven vampiro supiera ya de sus planes cuando aún no habían sido anunciados, al fin y al cabo, su don le daba muchas ventajas.
-No, simplemente venía a hablar... hace tiempo que no lo hacemos. - esta vez, el el rubio vampiro habló en voz alta, en un susurro sólo audible para ellos.
-No tenemos de que... - Edward escudriñó con la mirada la mente del vampiro, para encontrarse con una sólida pared Había bloqueado sus pensamientos.
-El día en el cual haya alguien a quien no le puedas leer la mente llegará, deberás acostumbrarte entonces.
Edward sonrió de medio lado y se dejó caer en su sofá de cuero negro. Carlisle se quedó en la entrada, observando el paisaje que ofrecía la pared de cristal. Estaba anocheciendo. Para un humano normal, salir apenas una media hora antes de que los rayos de sol empezaran a ser demandados para hacer unas compras, resultaría del todo imposible... incluso difícil para un vampiro. Pero para Alice y Rosalie, nada relacionado con las compras era imposible (en especial para Alice.)
"Según he oído, la hija del Jefe de policía Swan llega pasado mañana, ¿no?"
Con la mirada aburrida puesta ahora en uno de sus CDs, Edward asintió mientras respondía.
-Si... por lo que he oído de la mente del Jefe Swan, hace unos cuatro años que no la ve por estar ella en Europa... - el vampiro miró a Carlisle y sonrió con burla – y tiene muchas ganas de verla. Además, no se habla de nada más en Forks des de hace meses...
-Los cotilleos suben como la espuma en un pueblo tan pequeño...
-Si...
-¿No tienes curiosidad por saber cómo será? - pregguntó Carlisle como quién no quiere la cosa. Edward se lo quedó mirando con el ceño ligeramente fruncido.
-¿Debería? - preguntó con sarcasmo.
-Deberás conocerla...al fin y al cabo va a ser tu ccompañera en el instituto...
-.. y compañera en esa estúpida misión – concluyó el joven vampiro con aborrecimiento.
Carlisle asintió imperceptiblemente mientras sonreía interiormente. Le vendría bien compañía a su hijo.
La familia Cullen había sido perseguida, bastantes años atrás por una gran, secreta y poderosa organización de cazavampiros. Pero tras varios encuentros y pequeñas batallas y explicaciones tardías, la organización dejó de perseguirles un día sin dejar rastro. Dejaron de pensar en ella hasta que, un par de años después, la misma organización les ofreciera un trato. No tenían por que perseguirles, ya que no suponían demasiado peligro para los humanos mientras estuvieran bien alimentados, pero ellos podrían ayudarles. La familia Cullen era una família muy fuerte de grandes luchadores, tres de ellos con dones muy últiles, y podrian servir a la organización sin tener que entorpecer la vida "humana" que llevaban. Por lo que, des de entonces, la familia Cullen formaba parte de la organización, la cual se concentraba en encontrar y exterminar a los vampiros más fuertes y malvados, además de licántropos y demás seres oscuros.
Esas últimas semanas les habían llegado ciertos comunicados en los que la organización les pedía ayuda para exterrminar a un poderoso vampiros, obsesionado con la carne humana y sediento de cualquier tipo de sangre. Se decía que llegaba a beberse la sangre de los mismos vampiros. Era muy peligrosa la misión y la organización decidió asignarles un compañero, un fuerte luchador y poderoso cazavampiros que justamente se mudaba a Forks, el pueblo donde ellos vivían.
En el tiempo que hacía que pertenecían a la organicación de cazavampiros, apenas les habían mandado misiones, pues los consideraban demasiado valiosos.
Y entonces llegaron y les propusieron ese trabajo. Todos muy aburridos aceptaron de inmediato, aunque algunos, entre los cuales se incluía Edward, se resistieron a trabajar con un compañero a quien no conocían. Alice investigó un poco (también con la ayuda de sus visiones) y descubrió que la repentina mudanza de la esperada hija del Jefe de Policia Swan y el compañero en su misión no era una coincidencia. La joven Isabella Swan iba a ser cu compañera de instituto, vecina del pueblo (no vivían exactamente dentro de Forks) y compañera de misión.
-Una humana!! - Rosalie puso el grito en el cielo al enterarse. En la organización había otros vampiros, habían esperado a alguno de ellos. Rosalie empezó a enfurecerse, pues incluso antes de conocerse ya tenía celos de la chica Swan. Ella añoraba su vida humana, y al no tenerla, odiaba a todos los que se relacionaban con su familia, acusandoles de ser un peligro. Emmett en cambio se lo tomó mejor que ella, con una sonrisa burlona.
-A ver cuanto dura con nosotros. Seguro que la asustamos nada más vernos. - dijo mientras se reía.
-Trabajamos mejor solos – murmuró el chico de cobrizo cabello. No le gustaba para nada tener a un humano pululando cerca suyo, siempre molestaban y en las pocas misiones en las que había colaborado, habían resultado ser un estorbo al que no se le podía dejar solo ni un momento, en especial a las mujeres, ya que se distraían con ellos mismos al admirar su belleza. Una adolescente iba a ser peor. Jasper no dijo nada, pero frunció el ceño con pesadumbre. A pesar de su don para manipular las emociones de la gente, no iba a resultar fácil tranquilizar el ambiente en presencia de una humana. Él era el miembro más reciente del clan Cullen, y antes de eso, había llevado una vida como la de los vampiros que perseguían, y necesitaba de mucho autocontrol en el instituto para no echarse sobre ningún alumno. El llegar a casa siempre había sido un gran alivio para él, pero trabajando con un humano eso iba a resultar difícil, y más si por cualquier razón, la chica se hería y sangraba.
Alice, en cambio, estaba la mar de contenta, esperando entablar amistad con la nueva compañera. Por su condición, nunca había podido tener una verdadera amiga fuera de su familia, ya que corría todo tipo de peligro. Ni en sus visiones podía observar cómo iba a ser su relación con la nueva compañera. Esme, siempre tan abierta y pasional, les miró a a todos con preocupación. A ella no le importaba la nueva chica siempre y cuando las cosas no se fueran a salirse de control. Carlisle tenía plena confianza en todos ellos para saberse controlar y tenía ganas de algo de acción, aunque le apenaba el hecho de tener que matar a uno de su misma especie.
-¿Has descubierto algo que quieres que sepa? - murmuró Edward mirando a su padre, quien estaba sumido en unos pensamientos que no le dejó observar.
-La organización me ha mandado un breve informe de Isabella...
-¿Y?
"No es una simple cazavampiros"
-Se supone que ha de ser bastante fuerte para esta misión – contestó a los pensamientos de su padre a media voz el joven vampiro.
"Tiene tu misma edad, y ya la han clasificado como la mejor cazavampiros de Asia y Europa"
-Mucha palabreria..
"He leído que a llegado a exterminar un clan entero de vampiros ella sola en menos de un cuarto de hora"
-¿Quién demonios hace esos informes?
"Charlie Swan sabe sobre nosotros, la organización y su hija"
Edward no contestó, sólo miró a su padre con algo de sorpresas.
-Pero según e oído, no quiere saber nada del tema, por lo que nuestras reuniones serán en nuestra casa.
-¿El bosque no iría mejor? - preguntó con enfado. Edward era el más susceptible a esa misión y deseaba acabarla contra antes mejor.
-No, no queremos parecer maleducados ante la que va a ser nuestra compañera en esta misión, además, nos va a ser de mucha ayuda. Es una experta.
El bello vampiro de cabellos cobrizos sonrió de medio lado, con pose malévola.
-Tú dejame a solas con ella dos minutos, ni uno solo más, y te aseguro que de experta no tendrá nada. Saldrá por patas.
Carlisle suprimió una sonrisa. Había averiguado más cosas acerca de Isabella, cosas que no estaba dispuesto a que su hijo supiera por el momento. Estaba convencido de que quién saldria mínimamente espantado de esa "reunión" a solas con Edward no sería Isabella, precisamente. Edward lo leyó en la mentet de su padre y frunció el ceño con enfado, pero no dijo nada.
-Recuerda que las apariencias engañan... sólo e venido a recordarte que llegará pasado mañana, por lo que hemos adelantado nuestra excursión a cuando vengan Alice y los demás de comprar.
-Lo sé... - contestó aburrido el chico mientras giraba su perfecto rostro hacia la ventana, donde los últimos rayos de sol le iluminaron la piel. Oyó a Carlisle dirigirse hacia la puerta para cerrarla luego. Cerró los ojos mientras conectaba su sistema de audio para escuchar una de sus canciones preferidas.
"Olvidé decirte que no soporta a los vampiros y que no está acostumbrada a no matarlos tras haber trabajado con ellos..."
La enigmática frase de su padre le hizo esbozar una sonrisa burlona. La misión iba a resultar mucho más interesante ahora.
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Bueno, aquí está el "prologo" de mi primera historia de Crepúsculo. No suelo poner el disclaimer ese porque es más qque evidente que los personajes y todo són de nuestra más que adorada Stephenie Meyer, yo sólo e cambiado la historia a mi estilo. Espero que os guste, porque a mi me encanta. Tanto si recibo algún review como si no, seguuiré publicando, al menos de momento, pues el segundo capitulo ya lo estoy escribiendo.
Considero esto como un prólogo por que me suena demasiado corto, sólo por eso, pero cada uno que lo considere como guste. El siguiente capitulo tratará de...
... la llegada de Bella a Forks y su primer día de instituto. Bueno, tampoco diré que no quiero reviews, sólo que me gustaria que la gente me diera su opinión, la que quiera, claro. Besos! Adiós y hasta pronto, espero!
Atte
Gise
P.D. Peke, esto va por tí, ahora ya puedes ir escribiendo el capitulo de tu fic ¬¬ no tienes excusa xD adiós! Besos!
