Chapter 1
Los personajes del anime Naruto no me pertenecen :D, este fic es sin fines de lucro y por pura diversión, espero les guste!
En el universo ninja, nuestro protagonista debe pasar por innumerables pruebas para cumplir su sueño y de paso combatir con cientos para volverse más fuerte. Ganando pelea tras pelea y derrotando a cada enemigo que se pusiera enfrente.
Denominados "enemigos" a los que difieren de los ideales comunes y complican la existencia al pobre adolecente. Cualquiera caería en las garras del mal en esos tiempos, habitando un mundo plagado de pasados tristes y personas con rencor y venganza.
En particular un grupo se ha reunido, con su pasado oscuro o sus simples razones, pero con un mismo objetivo en común. Una organización sin fines de lucro, aunque últimamente se murmure lo contrario. De exclusivo reclutamiento, solo lo mejor de lo mejor.
Esta organización, sin un buen acrónimo si se lo intenta buscar, está muy bien equipada con los mejores oriundos de seleccionadas aldeas ninjas. Algunos muy jóvenes, otros pruebas vivientes de los dinosaurios y vecinos de Jesús, pero generalmente personas activas con ganas de lograr un cambio en el mundo.
Uno bueno, claro que sí, ¿Quién consideraría la meta de la paz mundial como aberrante? ¡Nadie! Claro que el fin justifica los medios, ¿Imaginan a lo mejor de lo mejor trabajando en campañas colectivas y partidos políticos intentando hacerse escuchar frente a gente totalmente desinteresada? ¡Nunca llegaran a nada! Los niños correrían despavoridos al verlos, porque efectivamente servirían para crear historias de terror, inventadas por madres para que sus hijos les hicieran caso.
Por eso es que tras fallar con su plan A, pasaron al B, de "Bestias con cola". Sacaron a relucir sus tremendos poderes e hicieron notar su genialosa genialidad ante todo el mundo. Gracias a los rumores adquirieron el título de "Organización criminal" y como todos eran Ninjas renegados de Clase S con un especial lugar en el famoso libro Bingo ni se preocuparon en desmentirlo.
Pero ya estuvo de comienzos e historias y cosas que ya saben, aquí llegaron por algo en particular y la escritora solo está siendo y diciendo pendejadas.
Algo en particular pasó, –luego de ya pasar mucho tiempo como organización activa y estar registrados en la – con los integrantes de Akatsuki, un suceso que les arruinaría la reputación si se comenzara a rumorear por aquí y allá.
Algo tan malo que solo debería ser deseado a tu peor enemigo, ¡Y que creen! Akatsuki es la temible y repelida organización enemiga de todas las aldeas. ¡Pero vamos! Ni ellos se merecen pasar por algo así.
La historia comienza una tarde soleada, con el suficiente calor como para freír un huevo en una roca y con escasez de aceite, un día fácil de recordar por el simple hecho de que Hidan –el miembro inmortal malhablado de Akatsuki, especializado en ataques mortales ejecutados con su guadaña de tres hojas, tan filosa como su lengua al hablar –se había estado quejando todo el camino.
¿Qué culpa tenía el sol si al albino se le daba por andar semi-desnudo por dónde quisiese? Cualquiera con más de dos dedos de frente habría protegido su cuerpo de los potentes rayos del sol. Sin embargo y para su mala suerte, Hidan había preferido hacerle la contra a los consejos de su compañero azabache y había terminado tan colorado como el cabello del Kazekage.
Deidara se burló todo el camino, mientras Itachi solo suspiraba ignorando a los dos ruidosos.
Eran un extraño equipo, pero la misión de la que volvían lo había requerido, Pain pensó acertadamente al conformarlo y había dado en el clavo; con la combinación de poderes de Itachi, Hidan y Deidara lograron salir victoriosos.
Aunque claro, ninguno de los tres admitiría eso, no vaya a ser que les vuelven a juntar y deben convivir juntos por otro día más, ninguno lo soportaría.
Por eso ahora, de camino a la cueva donde se refugia Akatsuki, las tres personas de capa con nubes rojas va a gran velocidad, ansiando llegar a descansar de ellos mismos y darse los lujos que no cubren el presupuesto de la misión.
—Mierda... ¿Cuánto más falta para llegar? —gruñó el inmortal.
Hidan iba hasta atrás de los tres, ya cansado de seguir corriendo ahora por la sombrita de un bosque, gracias a Jashin-sama. La picazón que dejaron las quemaduras del sol lo estaban fastidiando de sobremanera y si no llegaban rápido a algún lado comenzarían a rodar cabeza en nombre de su diosito todo poderoso. (En algún lugar de la cueva Pain estornudó por sus pensamientos)
—Has preguntado eso los últimos veinte minutos, ¿Cuál crees que será la respuesta? —preguntó el rubio de la coleta molesto, perdiendo la poca cordura que le quedaba — Mucho, ¡Falta mucho! ¿No te sabes el camino, hm?
Deidara, segundo en la carrera hacia la cueva, había comenzado a exasperarse de tan solo respirar en el mismo ambiente del albino y no lo ponía más feliz el tener al Uchiha un poco más adelante, liderando el equipo, mientras que con sus pisadas le tirara basuras al único ojo visible. Lo único que pedía el rubio era llegar y encontrar comida en la nevera para luego tirarse a dormir, ni ánimos tenía de jugar con arcilla o molestar al idiota de Tobi.
— ¡No me grites mocoso oxigenado! ¡No me aprendo el camino todavía maldita sea!— contestó Hidan, cruzándose de brazos molesto —No es mi culpa que andemos cambiando de cueva cada dos por tres…Tsk
Itachi los observó de reojo, no iba a intervenir en sus peleas, tan solo una vez tuvo la intención de hacerlo y nada terminó bien. ¿Por qué no podían ser como su compañero tiburonezco? Él si lo entendía y no necesitaba siquiera usar palabras. Es decir, todos tendrían que ser como Kisame, pero más lindos, no solo se necesita de la belleza interior, la perfección debe tener un buen recipiente. Como él mismo, con sus fabulosas pestañas y envidiables Mangekyo Sharingan.
Deidara bufó por la idiotez grandísima del inmortal y comenzó nuevamente a explicarle —Todavía nos quedan al menos treinta metros, luego la roca del viejo Bill donde giramos a la derecha, ¿Recuerdas el árbol de la cruz invertida, hm? Por ese no hay que acercarse, un mapache rabioso vive ahí y ya nos quitó suficiente dinero…
Hidan lo interrumpió levantando un brazo al cielo — ¡Maldito animalejo! ¡Jashin-sama no le perdonará el que lo haya arrebatado de mi lado!. —Deidara lo observó sin entender por unos segundos hasta recordar de que hablaba. Mucho tiempo habían perdido persiguiendo al animal bandido cuando este les quitó sus cosas y solo habían recuperado una mínima cantidad de ellas, Hidan lloriqueó todo el camino por no recuperar su collar de ese dios falso —El avaro de Kakuzu no me dejará comprar uno nuevo por internet.
—Ya deja de ser un bebe, hm…
(….)
Luego de seguir corriendo por unos cuantos muchos minutos más, y evitar que Hidan subiese al árbol donde dormía tranquilamente el mapache masticado su collar colgado del cuello casi burlándose de ellos, llegaron a la cueva. La nueva, no la otra. Esa que estaba en el lago no, otra. Si, esa.
Llegando a la piedra gigante que caracterizaba a todas sus demás cuevas y los mantenía seguros de cualquier metiche que quisiera entrar, pasaron de largo yendo hacia uno de los costados ocultos con ramas y hojas, descubriendo una pequeña puerta que todos pasaban desapercibidos.
Itachi formó las respectivas posiciones de manos para quitar el sello de la puerta y una vez abierta, sin perder más tiempo, se adentraron a un oscuro pasillo. Unos metros más recorridos, girar a la derecha y en un santiamén ya se encontraban en la puerta de la mansión perteneciente a Akatsuki.
Nada sofisticada, dos plantas, cinco habitaciones, tres baños, cocina de ensueño, piscina, patio, salón de entrenamiento, sala de estar con una gran pantalla, y un sótano donde torturar a personas, pero no entraremos en detalle sobre ello.
El primero en entrar fue Hidan, exasperado de que Itachi solo se mantuviera parado como estatua en las escaleras del porche, pasó por su lado chocando sus hombros en el proceso, fastidiado le fulminó con la mirada. Itachi permaneció estático, escuchando los extraños sonidos provenientes del interior de la casa.
Al abrir la puerta, percibió una veloz sombra acercándose a ellos, más precisamente a él, tumbándolo en el suelo por el choque y haciéndoles rodar escalones abajo, no tantos, el golpe dolió pero más sentir como las piedritas del suelo se incrustaban en su espalda por el peso encima suyo.
El albino escuchó a Deidara soltar una exclamación de sorpresa y tras centrar su tambaleante mirada sobre su pecho, encontró a un niñito moreno de débil contextura. Intercambiaron miradas por unos segundos, verde y violeta, un estruendoso alarido desde dentro de la mansión los alertó.
—¡Kakuzu! ¡Vuelve aquí ahora! —la voz de Pain resonó por todo el lugar, inmediatamente después el pelinaranja salió por la puerta, buscaba con la mirada al anteriormente nombrado. Los otros tres ninjas también buscaron al nombrado, sin tener éxito.
Hidan frunció el ceño, volviendo la mirada al niño frente a él, ¿Acaso ese niño… no pensaba levantarse nunca? ¡Pesaba como el demonio! —Oye niño… —cualquier cosa que el inmortal hubiese pensado decir fue detenido por los movimientos del castaño, que aplastó su estómago con su rodilla al levantarse dejándolo sin aliento y luego maltrató su rostro con su pequeño piecito al salir corriendo lejos de la casa.
Encolerizado, el albino se levantó con las intenciones de sacrificar a la pequeña rata por tratarlo como tapete de baño, sin embargo su Líder pasó a su lado persiguiendo al niño gritándole un millar de amenazas para que este no siguiera escapando.
De la puerta salieron dos pequeños más, uno un poco más alto que el anterior se aferró a la pierna de Deidara, haciéndole saltar cono un gato asustado. El otro mucho más bajo, y con una extraña mata de pelo verde en lo alto de la cabeza, se tambaleó en sus pequeñas piernitas hacia el inicio de los escalones, sosteniéndose de la valla para bajar de a poco, escalón a escalón, una vez terminó, echó a correr hacia Pain, a lo que sus cortas piernas le permitían, yendo de acá para allá, como el mayor persiguiera al escurridizo niño moreno, soltando carcajadas cada vez que cambiaba de dirección.
—¡Oye, suéltame! ¡¿Qué te pasa, hm?! —Deidara meneaba su pierna de lado a lado intentando quitarse al chiquillo de encima, que con una sonrisa divertida se aferraba cada vez más a su extremidad.
— ¡Deidara senpai~ Deidara senpai~ Lo extrañé mucho! —chillaba el pequeño, de cabellera y ojos negros. —Sasori-chan no ha querido jugar con Tobi, Tobi extraña mucho a su senpai, ¡Juegue con Tobi senpai~!
— ¡¿De qué hablas, hm?! ¡Quítate! ¡Líder-sama ayuda! —el artista comenzó a alterarse cuando "Tobi" inició a trepar más arriba en su cuerpo, Deidara se tambaleó en su lugar cuando el pequeño llegó a su espalda, aferrándose de su cuello, asfixiándole. Sacó de sus bolsillos arcilla, empezando a armar cualquier explosivo que se le ocurriese, urgió sacarse al engendro del mal sobre él de inmediato.
— ¡Deidara detente!— la fría voz de Konan resonó junto al rubio, quien detuvo sus movimientos en seco —Tobi, baja de ahí y vuelve a la casa — Tobi rió en la espalda de Deidara y segundos después se deslizó hasta el suelo, corriendo a refugiarse detrás de la capa de la mujer. El rubio lo observó enojado, cruzándose de brazos.
— ¿Qué ocurrió aquí, Konan? —Itachi habló, luego de estar todo el rato observando a sus compañeros criminales. Sospechaba que no era nada bueno. Y no se equivocaba. Hidan se acercó a ellos, sacudiéndose el polvo de la parte trasera de su capa.
—Lo que vez, no sabemos cómo realmente pasó, pero aquí lo tienes. Son niños. —Konan acomodó a un pequeño en sus brazos, era pelirrojo y de blanquecina piel, dormía profundamente sobre su hombro, ni todo el escándalo que se había producido lo había perturbado de su sueño.
— ¿Ese es Danna, hm? —Deidara se acercó curioso, a inspeccionar el rostro del pequeño pelirrojo que respiraba tranquilamente. Konan asintió, el rubio no creía del todo lo que estaba pasando.
Itachi iba a preguntar por su compañero de misiones, pero se interrumpió a él mismo cuando sintió un piquete en la pierna izquierda, seguido de un molesto ardor. Cuando bajó la mirada hacia el sitio halló a un pequeño de azulina tez, mordía su pantorrilla dejando escurrir baba por sus pantalones.
El oriundo de Konoha lo tomó en brazos, pasando sus manos por debajo de las axilas del niño y exponiéndolo frente suyo. El de cabellera azul le sonrió, mostrando una escasa dentadura y uno que otro diente puntiagudo asomándose por sus encías.
—Itachi-san~ —pronunció el infante, estiró los bracitos para tomar los mechones de cabello del azabache. Itachi lo alejó evitándolo. El niño continuó intentándolo, ahora inclinándose a morder sus brazos para bajar.
— Itachi, Hidan, Deidara, tendremos una reunión dentro de treinta minutos, los espero en mi despacho. —la profunda voz del líder llamó la atención de los ninjas renegados. Pain pasó por su lado, subiendo los peldaños del porche y entrando a la casa, traía al niño -que suponían era Kakuzu- al hombro como costal de patatas, y al pequeño peliverde del otro brazo, cargándolo normalmente, movía su pequeña manito en un gesto de despedida.
Konan le siguió, llevándose a los tres niños consigo.
Los tres se quedaron unos minutos más afuera. Una frasca brisa les sacó un escalofrió, volviéndolos a la realidad.
—¿Todavía tenemos tiempo de salir corriendo? Hm.
Continuara...
No olviden dejar Review!
