Disclaimer| Yuri on ice [ユーリ! on ICE] y todos sus personajes pertenece a MAPPA, Sayo Yamamoto, Mitsuro Kubo, Kenji Miyamoto, y todos los correspondientes, yo solo decidí escribir algo que ellos se estaban saltando.
Pareja | Viktor x Yuri [Vikturi] ligero Viktor x Yurio.
Advertencia |Este fic tiene una temática ''semi-omegaverse'', habrán diferentes tipos de aclaraciones mientras avance, pero espero que si estás aquí es porque quieres ver a Yuri con una pancita y bebés, así que… ¡Mente abierta!
Notas | Gracias por pinchar al fic. Mi nombre es Magi, muchísimo gusto, espero llevarme bien con todos y que les guste esta idea de fanfic, por cada review regalaré una deliciosa galletita, así que quédense al final. Sin más, comencemos.
Sinopsis |Yuri y Viktor tienen algo, que es más que obvio, nunca han hablado de ello pero rebasaron los limites hace un buen rato. Viktor piensa que deben concretarlo. Que unas vacaciones juntos, los dos solos en su ciudad natal los ayudará a conocer ese "lo nuestro". Los planes cambian cuando Yuri enferma repentinamente y su primera vez haciendo el amor se hace inevitable.
Making History
Viktor x Yuri
―Capítulo 1―
San Petersburgo, a dos años de los juegos olímpicos de invierno en Rusia 2018.
Tenía una ligera capa de nieve, como el glaseado de las galletas en caja que vienen rellenas con mermelada, goteaba por el sol que se asomaba por entre los cirros de agua condensada, que cubrían la mayor parte del cielo, pero se seguían viendo difusas. Los abrigos y las bufandas eran suficientes para mantenerse cálido ya que los rayos del sol no alcanzaban a calentar nada. Yuri se había puesto encima toda su ropa de invierno, había valido la pena, solo tuvo dos advertencias de Viktor: 'Es Rusia, finales de invierno, ya casi llega el verano… pero todavía no' y entonces asumió que debía ponerse como mínimo un abrigo de piel, sintética por supuesto, una cazadora, un suéter, botas de nieve, pantalones térmicos, una ushanka negra y peluda, y los manguitos que le regaló Viktor para el viaje, o que le donó de su colección personal mejor dicho.
Y con todo eso encima, claro, hacía calor.
Las banquetas empapadas con hielo y copos de nieve eventuales, el vaho saliendo de su boca cubierta por la bufanda, la nariz roja y Viktor a su lado con una maleta en la mano y la correa de Makkachin en la otra. El peligris no traía todo lo que Yuri se había puesto, se le veían como tres capas menos de ropa, la emoción palpitándole en cada vena de la cara y el pelo revuelto por las 12 horas de viaje y las tres turbulencias. La primera, en la mañana, la segunda saliendo de Moscú y la tercera a diez minutos de aterrizar, el estómago de todos debería estar al revés, pero Viktor tenía los dientes blancos extendidos en una sonrisa jovial e hilarante, ninguna turbulencia le había caído encima.
―Wow― extendió los brazos como si quisiera abarcar en su totalidad la inmensidad de la ciudad ―, ¡Parece que han pasado años desde que me fui!
―Casi un año ― complementó el otro débilmente, sin gastar el preciado calor de su cuerpo ―. Poco menos que un año - agregó.
―Jaja, ya lo sé, Yuri… es la perspectiva, perspectiva.
Para Yuri era la segunda vez que viajaba al lugar más frio de Europa. Su pueblo no padecía este clima ni en el pleno invierno, y solo tenía una pequeña idea del cómo había sido que Viktor lo convenció para permanecer esta temporada en su ciudad natal mientras se congelaban las piernas como pingüinos. El país que había evitado dos guerras, solo con el poder de sus inviernos, poderosos ejércitos y extraños mandatarios. Siempre te esperaba un colchón de nieve de tres metros si estabas justo a mitades del invierno, eran como ligeras almohadas de copos de diferentes y únicas formas, además de inimitables.
―¿Vamos a esperar mucho? ― preguntó Yuri suavemente intentando no sonar irritado.
Pero tenía cara y cuerpo de avión, en cambio, Viktor estaba fresco como una lechuga, era todo sonrisas y mimos al caniche, las maletas botadas detrás de él como si nada. Una montaña enorme que habían traído para el próximo año juntos en San Petersburgo, y se suponía que el ochenta por ciento de las cosas pertenecían al ruso, pero si se suponía que Yuri era el que no tenía nada aquí, nada de nada… ¿Por qué las maletas de Viktor eran ahora muchas más?
―No, no ― dijo Viktor restándole importancia ―. No tardará en llegar nuestro auto. Te habría llevado en la bici pero no quieres…
―Está nevando.
―Es una bici holandesa, podríamos pasar por un tifón japonés y nada sucedería. Y yo podría manejarla en zapatos de mujer.
―No quiero ver eso ― Y lo decía enserio, Viktor manejaba su bici con una confianza desbordante, como básicamente todo lo que hacía ―. Además las maletas…
―Eso luego.
―Tu espontaneidad me da torticolis.
―Lo que te da torticolis es esa tienda de bufandas que llevas encima, hace frio pero no es para tanto. ¿Se te entumieron los pies? Tendrás que acostumbrarte, ¡Это Россия!
―¿Ruso? Enserio Viktor, llevamos veinte minutos aquí y ya me estás hablando en ruso… ten un poco de consideración, me siento un como un forastero.
―Tonterías, has viajado tanto como yo.
Mentiras. Yuri levantó una ceja retando su seguridad desde el fondo de su subconsciente pero no cedió, incluso el pelinegro se quedó rezagado cuando unas llantas de nieve se estacionaron enfrente de ellos, recorriendo las pavimentadas, pero no libres de nieve, calles de Rusia, justo en la entrada de la primera Bahía del aeropuerto. Parecía que habían tenido tiempo no solo de armar el equipaje, sino de llamar a un chofer y arreglar todo, en lo que Yuri se había lavado los dientes, y lo habían convencido de treparse al siguiente avión con destino a Moscú, y luego a San Petersburgo. Bueno un poco de eso y un buen par de 'Yuriii vacaciones por un año"… 'Yuri mi ciudad natal' 'Yuri Rusia, el mejor lugar para vivir´, 'Yuri los dos solos…' 'Yuri te hice ganar el oro en el grand prix'. Y pues ya, ya, es cuestión de dignidad. Para ambos.
―¿Viktor Nikiforov?―dice el chofer que sale del auto. Mide como 1.90 y tiene el pelo rubio a más no poder, músculos en vez de huesos y cara de matón―. He venido a recogerlos. Soy Aleksei.
―Sí, sí, hola. Soy Viktor Nikiforov y él es Yuri Katsuki ― explica señalando con el pulgar a medio alzar a Yuri ―, ¿Te llegó la dirección?
―Todo en orden.
―Bien pues, vamos ¡Yuri hagamos turismo! ―Pide jalándolo del brazo ―. Bueno tal vez mañana, pero ahora mismo haremos turismo a dónde vamos.
―¿Tu casa?
―Es un departamento de interés social ― guiña el ojo y abre la puerta, el perro entra primero.
―¿No deberíamos ayudar con las maletas?
Viktor mira por encima del hombro de Yuri, observa al macho que carga las maletas de cuatro en cuatro y las mete en la parte de atrás de la camioneta con relativa facilidad, le toma dos segundos pensar que tiene pereza de bajarse de nuevo, que sabe que si le ayuda al sujeto podría sentirse ofendido y que Yuri está intentando subirse a la camioneta con las botas de nieve sobre el borde, que quiere darle un beso en la frente y que si lo hace ahora estarán solos en el auto y en tres segundos mas no lo estarán, ni lo volverán a estar hasta que lleguen al departamento. Lo jala de la bufanda y lo acomoda en el asiento, le sonríe muy de cerca y ladea la cabeza. Cierra la puerta con la habilidosa derecha.
―Él puede solo.
Yuri se baja la bufanda, tiene la cara quemada por el frio, los labios partidos por la falta de agua y lo tiene a dos centímetros, jalándole de la nuca con la mano enguantada y con el colmillo superior sobre el labio inferior, traga saliva acumulada y sabe que si lo deja se pasará de la raya, que le plantará un beso largo e intenso. Pero sus labios rosados y perfectos en forma de una hermosa "O" se posan sobre su nariz respingada, le empujan las gafas hasta que chocan con las pestañas y deja un poco de vapor sobre estas. Le besa la nariz dos veces y luego le pone las pupilas muy de cerca, contra las suyas, frota su nariz en la contraria, una, dos, tres, veces y deja de contar. Viktor le está sonriendo.
―Que nariz tan roja… como un payaso. Como un cerdito.
―¡Viktor! ― se pega contra el vidrio de la puerta y Aleksei entra al auto.
―¡Hagamos turismo! Vamos al malecón del Neva―Levanta el puño en pose victoriosa, como niño que se ha quedado en el asiento de en medio y no duda en asomar la nariz a los asientos de enfrente y conversar con Aleksei de San Petersburgo y de todo.
De todo y de todos, se ríe continuamente y le cuenta lo que ha pasado mientras avanzan, hace la perfecta imitación de un guía turístico. Aleksei agrega comentarios cada dos por tres y parece que el malecón está lejos del aeropuerto.
―o―o―o―
El atardecer en Rusia es igual que la mañana, igual que la tarde. Húmedo, nublado, brumoso. El sol pasa a desaparecer entre los cirros y deja un ambiente húmedo, helado. Uno no podía percibir exactamente en qué instante el cielo se tintaba de naranja, porque no lo hacía, solo las gaviotas volaban hasta sus nidos para refugiarse contra el manto oscuro y negriazul que cubría la ciudad y dejaba ver cientos de estrellas pegadas como luciérnagas. Algo que a Yuri le pareció demasiado fascinante, considerando la cantidad de autos en San Petersburgo. Recorrieron dos horas de camino, no por eso, sino porque Viktor estaba como: "¡Tomémonos fotos en el palacio de no sé qué!" " Sube esto a Instagram Yuri". Felicidad, sonrisas, bufandas tiradas.
―No importa como lo veas Viktor, esto no es un departamento de interés social ¡Palacios, hoteles, juegos de luces! ¿En qué clase de barrio vives? – Yuri tiene sus ojos abiertos, sus lentes empañados y una carita llena de sorpresa angustiada.
―Tengo dinero, pero poquito ― juntó sus dedos dejando un espacio microscópico ―. Tu que has vivido siempre allá no estás acostumbrado a esto, pero yo he vivido casi siempre en el barrio Dostoyevskiano, es un lugar histórico, todo esto es así…
―¿Y porque te mudaste aquí? ― la curiosidad era auténtica.
―Es que tiene un espectacular arriba, y me gusta cuando encienden los foquitos, ¡It's amazing! y las pistas de hielo para trineos son grandes y abundantes ― levantó cada uno de sus dedos para señalar las razones.
El edificio conectaba con el canal, lo tenía enfrente. Las ventanas y los balcones floreados daban hasta él, y los autos tenían un ligero espacio para circular, había entonces un pórtico grande adornado con una lona verdosa que daba aspecto de restaurante, luces de colores en los postes y arboles a lado de la vereda, una recepción casi hotelera y unas puertas de cristal, de un blanco inmaculado, nacarado, con columnas salomónicas forradas de pintura dorada. Árboles de hoja caduca, como no, piñas en los pinos y el piso blanquecino en plan galleta espolvoreada. Aleksei dejó las maletas en la recepción, con la araña que iluminaba cada espacio.
―¡Víctorovich! ― completamente canoso, pero altísimo, era el hombre detrás del escritorio.
Viktor lo reconoció al instante y le abrazó quitándose la nieve de los brazos. Sin duda eran amigos o conocidos de años, Viktor le sonreía con una naturalidad sincera, de esas que seguramente tendría de siempre pero que se opacaba con sus famosas y risueñas miradas. Yuri quedó atrás de inmediato, dando espacio al encuentro tras meses de separación, escuchando el intercambio de fuertes vocablos rusos, cordiales, alegres y no hacía falta agregar que se notaba la familiaridad.
―Este es Yuri, ya lo conoces ― Viktor tomó del antebrazo al japonés ―.Son nuestras vacaciones en San Petersburgo hasta el año de las olimpiadas. Yuri, di hola… este es Ivan, el dueño y recepcionista de este edificio… llevo viviendo aquí un par de años, así que somos íntimos.
―Ah… ¡привет! ― gritó inclinándose por inercia.
―¿Íntimos? Nunca se sabe qué hace Viktor detrás de esa puerta, nunca estás además. Simples conocidos de ocasión, pero trae clientela así que le aprecio bastante ¿Verdad pequeño Тигрёнок? Bueno no importa, mucho gusto Yuri, disfruta tu estadía en la ciudad.
―¡Acaso es la voz de Vitya lo que escucho! ―Eran gritos de mujer, de esos que vienen de la boca del estómago y son guturales ―. Pero miren si es el rey de Rusia, el soltero codiciado número uno, la maravilla en persona… ¡Un sensato entre los locos rusos!
―¡Princesa! ― Viktor agregó el titulo aunque estaba por demás decir que la mujer gorda no era una princesa, pero para Viktor y los rusos toda mujer que tuviera más de tres anillos, dos collares y un par de zapatos de terciopelo morados era una princesa ―. Antonida Vaskonila, mi vecina favorita ¿Qué tal este año sin mí?
―Demasiado tranquilo ― sacó el humo de la boca, usando un pitillo de dama del siglo antepasado ―. Si, muy tranquilo sin ti, nadie que me lleve a los trineos, ni se atreven a verme a la cara estos insensibles, que no les gusta mi voz. "Irritante", me han llamado, es una verdadera fortuna que hayas vuelto – Tan pronto como notó el par de ojos de cordero que la analizaban se giró para encarar al recién llegado pelinegro - ¡Vaya! Que tenemos aquí, si es el compañero… Antonida Vaskolina, cariño.
―Yuri Katsuki ― le responde tomándole la mano y besándola suavemente.
La mujer pasa de los sesenta, tiene el cuello colgándole como el de un pavo, la piel demacrada por el cigarro y el pelo rojo naranja completamente lleno de canas que ni el más fuerte de los tintes logra cubrir por demasiado tiempo. Lleva puesto un vestido rosa de puntos negros y parece que padeciera una enfermedad, habla socarronamente pero aparenta ser agradable y buena persona. Yuri no quiere juzgarla así que le sonríe con compasión y suspira cuando la mujer le sonríe de vuelta, es como haber pasado una prueba de intimidantes miradas.
―Es educado ― halaga quitándose el guante ―. Pero, ¿Qué esperas Iván? Lleva las maletas de Viktor a su piso de inmediato y al perro también… Vamos, vamos Yuri ¿Qué hacen para divertirse en Japón? Bueno no importa, vamos al restaurante ¿Ya comieron? Bueno, eso tampoco importa ¡Que tarde es! Seguro que no han comido, Yuri si no fuera por mi Viktor seguiría comiendo atunes con verduras enlatadas, pero no me malinterpretes, es delicioso…
―Viktor tiene buen gusto en comida ― el japonés se deja agarrar y arrastrar de vuelta al frio por la mujer rechoncha y le sonríe con amabilidad―. Lo he visto comer de todo, todo el tiempo, es increíble.
―Sí, sí. Eso gracias a mí, ya te digo… ¡Le heredé la curiosidad culinaria!
Y salieron del edificio de nuevo, aguantando entre sonrisas incómodas y cálidas a la mujer que no dejaba de expresarse, era como si tuviese una cantidad desorbitante de cosas que decir y preguntas que deben ser respondidas. Analizaba cada uno de los pequeños espacios del lugar y no aguardaba por una respuesta de ninguno de los dos, solo seguía con la siguiente queja o algún cumplido ligero. Las banquetas hacían un crij craj cuando caminaban sobre ellas y el cielo en su completa oscuridad no emitía ningún sonido más que el de los barcos que alcanzaban a cruzar por el canal, la vida nocturna del barrio era solo demostrada por los juegos de luces y los letreros neón. Antonida hablando en un ruso intenso mezclado con inglés, que hacía que Yuri entendiera apenas: ''odio los edificios remodelados, es que observa por fuera esas fachadas y por dentro se carcomen de ratas... ¡Nunca vivas en un barrio histórico!, ah, pero nuestro edificio es bello, por dentro moderno, por fuera esas columnas salomónicas, ¡que belleza!''
El restaurante estaba a dos manzanas, la cena fue cálida gracias a la mujer. Viktor se notaba complacido por la experiencia que tenía ésta en hacer sentir incómodos a los invitados. Yuri solo sonreía y asentía con buenas intenciones, jugaba con su sopa de remolacha y repollo. Viktor pellizcaba con entusiasmo su zakuski, como si tuviese una eternidad que no probara ni un bocado del delicioso manjar ruso. Su mesa era risas, preguntas, diversión, más preguntas y comentarios sobre la ciudad, los palacios, el arte y mucho más.
―Viktor ayúdame, ayúdame a subir al elevador ― pidió la mujer con tres copas de vino encima ―. Que demonios, ya no tengo edad para beber con jóvenes como ustedes.
―Nosotros no bebimos, Antonida ― le sonrió Viktor tomándola del antebrazo y presionando el botoncito rojo ―. Los deportistas no bebemos.
―¿No? ¡Bobadas! Te hemos visto ebrio hasta decir basta, Yuri se bebió dos copas, él me dijo. Ah, mi cabeza, piso cuatro, cuatro, ya sabes ¡Dios! Todo el mundo lo sabe, ¿Qué haces ahí como estatua? Metete Yuri-chan ¿Si se dice así? Ay, mi cabeza, mis pies me matan…
―Tiene razón ― se rio Yuri bajito ―. No sé porque Viktor no bebió, si su especialidad es ponerse una borrachera en todas las ciudades que pisa…
―¡Yuri, no me difames así! Aguanto de maravilla el alcohol ¡Sino volvamos abajo, conozco un lugar…! - Viktor le regaló a Yuri una de sus sonrisas privadas mientras sacudía su cabello con suavidad. Yuri desvió la mirada apenado.
―No jovencito, yo tengo 60 años y mi único ejercicio es picar el botón del elevador. No me comparen con ustedes… Ya, aquí me bajo. Nos vemos mañana. Viktor, cariño es una delicia que hayas vuelto, no duden en venir a verme al departamento y bueno descansen, descansen.
―Hasta luego, madame ― se despidió Yuri con una reverencia que hizo que Antonida se carcajeara complacida por los modales japoneses y saliera murmurando un montón de 'HAI-HAI-HAI'
―Oh Yuri… cárgame, creo que yo he bebido demasiado esta noche ― Viktor levanta los brazos pegado al espejo del elevador y los tira sobre el cuello del otro, sonriéndole ampliamente ―. Estoy tan cansado…
―No bebiste, mentiroso, Viktor… me tiras ― Yuri suelta risitas mientras se quita al peliblanco de encima, le da un puntapié en la espinilla y se separa de él. El elevador se detiene en el cinco, el pasillo se extiende de forma pequeña y Yuri nota que cada piso es un departamento.
Las paredes blancas de yeso, un par de macetas que seguro Viktor no ha regado desde hace seis meses o más pues las plantas están lo que le sigue a secas, y las flores se caen a pedazos. Se escuchan los ladridos detrás de la puerta, alguien está esperándolos aunque ya son más de las diez, Viktor busca las llaves en su abrigo y saca un manojo pequeño y plateado, la puerta tiene truco y tira las llaves en el sillón, enciende las luces y deja la vía libre para que Yuri mire lo que hay en este lugar, el recinto sagrado de su ídolo y entrenador.
―¡Qué grande es!
―¡Bienvenido a casa! ―Cierra la puerta ―. Este será tu hogar por un año ¿Estás emocionado? Mmm pero no he limpiado, seguro hay polvo - Viktor miraa su alrededor, frunce el ceño, y hace un gesto que oscila entre lo reprobatorio y lo indiferente -… Oh ya vendrá la muchacha de piso no te preocupes ¿Quieres tomar un baño? ¿Dormir? ¿Lavarnos los dientes juntos? No metí las maletas, estaban en el corredor…
―Creo que tomaré un baño ―Yuri observa lo moderno del lugar y sus inmaculadas paredes, acomodadas en perfectos espacios de relajación con muebles ―. Tu mete las maletas ¿Si? No nos vayan a robar algo… tienes todos esos trajes afuera y yo… realmente los adoro.
Viktor se retuerce en su propia felicidad, aprieta sus manos una contra la otra y sus ojos brillan con fuerza. Ladea la cabeza, complacido, se da la vuelta para meter la nariz en el pasillo y cargar con todo el equipaje, Yuri hecha el vistazo definitivo al departamento. Y recurre al pasillo para comenzar a buscar el baño, no espera las indicaciones y prueba con la primera puerta, acierta. Dentro el mosaico azulado da un aspecto marino, con tonalidades verdosas y cantidad de frascos de sepa-Dios-qué en cada uno de los estantes. La bañera es grande, hay tiempo de sobra para llenarla. Hace bastante frio.
―¿Podemos encender la calefacción? ― Pregunta dejando la ushanka y el abrigo sobre el sillón
―¿Qué calefacción? ―Pregunta confundido el ruso ―, ¡Ah, la calefacción! Pero si hace calor, bueno para ti tal vez no… si, la encenderé.
Para Yuri, que Viktor no se tome la molestia de encender la calefacción ya es motivo de una mueca, pero se reprime porque sabe que estas temperaturas no deben ser nada y que tampoco deberían ser nada para él, pero se siente tan susceptible a cada uno de los climas nuevos a los que viaja que le resulta abrumador no comprender como Viktor puede andar con un suéter en V, como si nada de nada, pero luego recuerda que están viviendo en la ciudad natal del ruso y se lo piensa mejor antes de hacer su comentario de ''Viktor debemos estar bajo cero''. Si, probablemente es exagerado, pero Viktor siempre es exagerado, letal y caprichoso. Mejor ponerle orden cuanto antes. El calor varía lentamente y se mete por las paredes. Yuri puede seguir quitándose la ropa.
Observa, ya sin ropa interior, el resto de botellas que han quedado impregnadas del aliento de vapor del agua y escucha que Viktor parlotea sobre algo en la estancia, ''Tizana de tutifruti para antes de dormir y las maletas en no sé dónde… el caniche alimentado'' y encuentra una que dice sales relajantes, burbujas suavizantes de piel, colores, olores y sabores. Toma las dos sin fijarse detenidamente y tira el resto.
―Oh, Dios ¡Ya he revuelto todo esto! ― deja ambas botellas en la orilla de la bañera y se inclina para recoger las que se han derramado por el piso, las acomoda sin orden alguno y espera que se vean igual a como Viktor las había dejado―, Ah… ¿Se molestará?
Y plash, las dos botellas caen dentro de la bañera, Yuri ve la tapa soltarse, el líquido derramarse por todos lados y las cuatro llaves de agua abiertas llenando la bañera hasta límites insospechados. Comienza a oler como a sales relajantes de frutas dulces, fresa y hojas de naranja, definitivamente, las burbujas tardan tres segundos menos en formarse y cuando Yuri saca el frasco y lo deja sobre el piso se ha vaciado más de tres cuartos de ambas. El baño no deja de llenarse, el agua se derrama y lo que parecía ser un baño relajante se convierte en algo estresante, un desastre.
―¡De que sirvieron 23 años viviendo en unas aguas termales si arruinaré la loza de Viktor! ― se reprende y mete la pierna derecha, en la tina, le escuece por la alta temperatura pero lo aguanta.
Está como para pelar pollos.
Cierra los grifos, las burbujas empañan parte de las paredes. Y la puerta se abre.
―¡Te traje esto Yuri! ― Viktor entra con un tazón precioso de color morado transparente y con aza que Yuri ha visto en los restaurantes de bebidas americanas con la tizana de Tutifruti.
Le clava la mirada, Viktor no trae nada de abrigos, ahora usa una playera sencilla de estampado blanco en un fondo azul, los jeans oscuros desabotonados y Yuri piensa que debe ser parte de su estado natural, está descalzo y siente el agua derramarse, que escena tan familiar la de encontrarse. En terrenos ajenos uno del otro, completamente desnudo con la pierna dentro del agua, el vapor por todos lados y la sorpresa, aunque de diferente tipo. Viktor parece tener ganas de tirar el té y lanzársele, se muerde el labio y con los nervios de punta Yuri se lanza a la tina. Se cubre con las burbujas excesivas y deja que se le ponga la piel roja como de un tomate.
―Yo también me bañaré―decide de inmediato.
―¿Dejaste mi té en el excusado? ― Yuri se quita las gafas empapadas en gotitas y vapor y procura no mirar ni sentir cuando Viktor se quita la ropa ―. En los baños de mi ciudad no se permite la comida…
―Tu ciudad tus reglas, mi ciudad mis reglas. ¿Por qué te cubres tanto Yuuuri? Ya te he visto todo, todo, más de… ¿Veinte veces? He visto tu cuerpo de cerdito y tus más eróticos abdominales ¡No hay nada de qué avergonzarse!
Splash. Viktor entra a la bañera, lugar hay de sobra y suficiente para que se vaya a la otra orilla pero no, de eso nada, se espabila con toda su amplitud hasta tocarle los pies a Yuri y se desliza entre las burbujas para quedar justo por encima de sus piernas, pegando las orejas a los pectorales. Él que tiene el corazón en un puño, las ganas de mirarle a Viktor hasta donde no le da el sol y los ojos cerrados en contradicción es Yuri, pero jadea cuando sabe que Viktor está desnudo encima de él y con la cara a dos centímetros de su yugular. Como un tiburón.
―La dejaste caliente...
¿Se referirá al agua?
No se han besado, ya ha pasado un buen rato, tal vez no tanto… pero no se han besado, no se han tocado y por supuesto jamás lo han hecho. Hay un vacío en su relación, uno que necesita ser llenado de fundamentos y hablado ávidamente lo más pronto posible. Al punto tal en que ninguno ha intentado tener la charla, o tal vez es que alguno lo ha evitado, sus formas de relacionarse a este punto pueden ser distintas, Yuri desconoce la perspectiva de Viktor… las ideas que tienen sobre ''lo nuestro'' Por qué… ¿qué es exactamente? Evidentemente han rebasado el nivel de ídolo, él de maestro, inspiración, su entrenador, él sujeto que te encanta y que te besa, al que besas de vuelta y que te pone en cuatro durante los concursos en los vestidores para hacer una paja a doble mano. Sonrojos, sonrisas y todo eso, ya ha quedado claro. La atracción es precoz y subyugante. Yuri tiene que gemir para asegurarle a Viktor que está demasiado cerca.
Finalmente abre los ojos, se enfrenta ante los azules que lo analizan con devoción y detenimiento. La boca rosada mojada, el pelo escurriendo gotitas y las sales relajantes están surtiendo efecto en sus extremidades porque ya no está tenso pero su corazón golpea su pecho como el de un tambor alocado. Viktor siente las pestañas de Yuri llorar agua de la tina y le rodea la mejilla con el dedo, quiere lanzársele encima, pero se limita a tocar su cuerpo suave, sintiendo el calor del agua. Es como si la humedad fuera propicia para ellos.
―Tantas veces desnudos bajo el agua ¿no? ― sonríe a la perfección.
―Ah… si ― titubea y sonríe bajito, coloca sus manos en los hombros de Viktor ―. Nunca solos completamente.
―Desafortunadamente.
Siempre era Viktor encima de Yuri, normalmente el que se agazapaba sobre su cuerpo y con el que había que cargar peso, un poco más de peso y hasta que fuese toda la carga encima, después los labios se posarán sobre los suyos y las manos y los brazos pasaban a convertirse en verdaderos tentáculos sobre el cuello, el cabello, las rodillas en la cintura, la lengua en el paladar. Todo el cuerpo sufría una revolución hormonal intensa y unánime, al chapoteo del agua indicaba que Viktor estaba por recargar su pecho en el contrario, que estaba bajando y que estaban a punto de pegarse como lapas, Yuri se deja guiar y enreda los brazos en el cuello, atrayéndolo hasta si como desde la altura de sus codos, una llave al cuello para jalarle.
―Eres tremendo ― Se burla Viktor y le besa los labios.
Yuri los deja ahí suaves y cálidos por dos segundos, pero abre la boca dispuesto a terminar con el beso, aunque eso suponga que se separen por un segundo, saca los dientes de su pequeño hogar y tira con fuerza del labio superior de Viktor, aprieta la rosada carne y escucha el chillido sorprendido del ojiazul. Lo mira con las pestañas llorosas y los dientes aún engarzados en su boca.
―¿Yuuuri? ―Pregunta y es soltado ―, ¿Me mordiste?
El otro no responde y solo ríe bajito, se achica en el agua buscando las salidas de emergencia, y hay un agujero entre sus brazos y la mano recargada en la orilla de la bañera, si es rápido puede huir por ahí, restringirle a Viktor la visión de su cara sonrojada o de su palpitar infernal. Acongojado por sentirse preso de la excitación de ver a Viktor sonreír y mostrar la punta de la lengua en una mueca carismática, con el rostro empañado de agua y la inflación de su excitación y expectativa. Sabe que va a volver a besarlo, baja lento y eterno se estira con los talones y Yuri puede medir la inmortalidad de su belleza, quiere huir. Colapsará en cualquier momento.
―Me encantan las mordidas ¿Ya sabías?
Sí, claro que sí.
Y esta vez el beso es real, Yuri abre las piernas por necesidad, las pega en las caderas del otro, como si quisiera probar sus huesos sobre las rodillas, levanta los pies y los lleva hasta arriba, no sabe porque lo hace, no quiere darle el mejor acceso para hacer eso que no han hecho pero es como si el instinto de sentirse sometido y abrumado le dijera si, hazlo, ábrelas, déjate, déjate. Y no quiere pero arranca algunos gemidos sordos desde el fondo de su garganta. Viktor se pone tieso y sigue lamiendo de aquellos labios carnosos, buscando el momento en el que pueda quitar sus manos de la orilla y ponerlas en su espalda, delinearle los huesitos, las costillas, detenerse en la pelvis, enterrar las uñas ahí una vez más y luego acariciar toda la piel de la zona para meter los dedos en las profundidades de su interior, y las sales relajan sus músculos, y todo es perfecto… y parece que esta vez sí van a seguir con los besos, que tal vez por esta ocasión, esta primera noche en San Petersburgo consigan su primera vez juntos.
Su "hacer el amor".
Si Yuri se dejara más, si tan solo levantara las caderas un poco más.
El chirrido de las uñas contra la madera o lo que fuera no es suficiente para despistarle, es más ni lo notan, es más como un cojincito suave empujando la puerta y chapoteando entre los pequeños charcos de agua que han quedado en los azulejos estancados. Y el caniche hace ruidos sordos, solo ve espaldas mojadas, las piernas del pelinegro levantadas y expectantes y Viktor no sabe que su perro está mirándole todo.
Woof, woof.
Y se suponía que estaba alimentado. Pero ambos se alocan, se separan, Yuri avienta a Viktor y se desliza al otro lado de la tina cayéndose dos veces mientras que el otro se masajea el dolor de la frente, ha detenido el impacto con ella sobre los azulejos, grita de dolor agudo y el perro brinca adentro de la bañera. Tal vez se estaba sintiendo un poco solo.
Media hora después Yuri trae un pijama que había sacado de una de las maletas al azar y la mitad superior es un polo de Viktor, el otro trae una pijama que la mamá de Yuri le había regalado antes de irse como recuerdo del onsen, y Viktor verdaderamente la adoraba. Es como volver a estar sentado sobre esos tablones cálidos de madera. Trae el peine con el que cepilla el cabello de Yuri hacía atrás y Yuri la secadora con la que el caniche estaba secándose. Viktor había eliminado el exceso de agua de su propio cabello con una toalla que descansaba sobre sus hombros y ya estaban sentaditos como trenecito en el sillón del recibidor.
―Las secadoras inalámbricas son geniales ― dijo Yuri sorprendido ―, quiero una como estas. Oh, Makkachin espera un poco, ya casi estás seco.
―Te la regalo, si quieres― Viktor pasa el peine repetidas veces por la misma zona ―. Ese baño relajante fue estresante ¿No?
―Solo cuando el perro comenzó a rasguñarte la espalda ― Yuri se rio en voz baja pero Viktor suspiró y pensó que tal vez no debía burlarse ―. Eh, lo siento.
―No ― Viktor masajea con las púas el cuero cabelludo del pelinegro ―. Solo me arrepiento de que fuéramos interrumpidos de nuevo. Pondré el seguro la próxima vez…
―¿¡Que?! ― Yuri es todo coloreo y preinfarto, se levanta del sillón con una sonrisa tímida―. Bueno, estoy cansado me voy a dormir…
―Yuri, durmamos juntos ― pide Viktor levantándose a su vez, tomándole de la muñeca ―. Una pijamada ¿quieres?
―¿La habitación de huéspedes? ― pregunta soltándose y dándole un beso en la mejilla ―. ¡Que descanses!
Sale hecho un huracán, seguido por el perro en busca de la primera habitación que luzca como una recamara neutral. La encuentra al final del pasillo y cuando el perro quiere entrar para acompañarle, se ha quedado afuera y suelta un chillido desolado. Viktor mira las maletas sin sonreír, hace una mueca y suspira. Toma cada una de ellas hasta dejarla en su puerta y guarda las suyas en su propio cuarto. Que aprensivo, que desconfiado resulta ser Yuri, si tan solo pudiera decirle que quiere hacer el amor, salir a cenar, hablar animadamente de lo suyo…
Que pueden omitir la parte de hacerlo, pero que quiere que ambos tomen ya todo más enserio.
―¡Tan tímido Yuri! ― se tira en la cama y gruñe contra la almohada.
Yuri en la habitación más alejada a la de Viktor, que en realidad si ha resultado ser la recámara de los huéspedes, está recostado sobre el colchón suave y refrescante, con el clima cálido abrazando ya las paredes y las cobijas, aprieta las almohadas color vino que rodean la colcha, suspira mirando al infinito, se tienta la cara a sabiendas que debe seguir tan roja como antes y suspira. A su mente viene Minako, no puede evitar pensar en ella, sobre todo ahora que están tan alejados el uno del otro, igual piensa en su familia, pero sobre todo piensa en ella porque antes de irse tuvo una conversación demasiado… animada.
''―Así que, ¿Cuál es exactamente la razón por la que Viktor y tú no lo han, ya sabes, hecho?
Yuri se detiene en su laboriosa forma de guardar las camisetas en la maleta. Se pone pálido como muerto y mira a su maestra.
― ¿Qué con esa cara? ¿Acaso nos crees tontos? Ustedes tienen algo, tú, yo, Viktor, todos lo saben, el mundo del patinaje.
―No sé de qué me hablas, Viktor y yo llevamos una relación de entrenador y pupilo cordial y…. ¿Esto tiene que ver con el discurso que di sobre el amor en el Gran Prix? ¿O con las veces que he dicho…?
―Tiene que ver con todo ― la profesora arroja una cantidad desmesurada de toallas adentro del neceser ―. Cada desgraciada cosa que ha pasado contigo desde que Viktor llegó aquí, cariño es más que evidente que ustedes han estado en besuqueo, abrazo, mimarse uno al otro, no quiero saber si han tenido sexo… pero creo que no, y quiero saber ¿Por qué? ¿Por qué tú y Viktor no han formalizado su relación?
―¿Enserio Minako sensei? ― Yuri se cubre la cara roja como un tomate ―, ¡No quiero responder eso! ¡Es personal!
―¿Personal te parece besarte con tu entrenador medio a escondidas terminando la presentación? De acuerdo no te estoy echando en cara nada, solo digo que si tú y Viktor llevan esto más lejos, digo se van a mudar juntos, tienen que concretar algo… ¡No vayas a quedar como señorita abandonada! ―Analiza al mismo tiempo tres tipos de rastrillo, desodorante y cosas parecidas que pone con cuidado dentro de la maleta ―. Y que si te vas a ir de viaje por un año, tú solo con Viktor, a la larga terminarán haciéndolo.
―¡Ya lo sé! ― Yuri no puede estar más avergonzado, por eso sus maletas parecen chiqueros ―. No soy un niño pequeño, hemos estado cerca… no ha pasado porque o tengo competencias o tengo prácticas, no puedo estar en malas condiciones, Viktor suele dejarse llevar, pero es prudente y… suave, tan… cuidadoso a veces.
Minako guarda silencio sepulcral, Yuri está recargado contra una de las paredes mirándose las manos, acariciando un pantalón de mezclilla que es suyo desde hace años, con las cejas fruncidas como dos pequeños animales y una sonrisa débil en la comisura de la boca. Es que, está acariciando un pantalón mientras su estómago seguramente revolotea feliz de la existencia de Viktor.
―Creo que te dejaré a solas con el pantalón ―Minako estalla en carcajadas.
Yuri lo arroja como si le quemara.
―No te preocupes por mí― pide sudando nervios ―, de verdad estaremos bien.
―Bueno, pero habla con él, recuerda que el amor no es solo dejarse llevar y patinar el uno para el otro, las cosas serias merecen momentos serios ― la profesora se levanta de la cama y le entrega a Yuri su maleta ya en perfecto estado ―. Y yo creo que lo de ustedes es serio. Así que dale la seriedad que merece.
Yuri toma la maleta con ambas manos, se la pega al estómago y aunque es pesada la aprecia porque la ha hecho su profesora, le ha ayudado a guardar todos esos pequeños detalles e incluso aprecia el gesto de tenerla enfrente dándole ese gran consejo sobre lo que podría llamarse una relación con su entrenador, la persona que lo hizo conocer el amor, pero que los dos no han comentado absolutamente. Aunque parece que ya se han dicho todo, entre líneas, subtexto, e indirecto es igual a no decir nada.
Ella se detiene en el marco de la puerta.
―Y si te vas a ir un delicioso año a Rusia, no olvides que seguro Viktor te pone las manos encima.
―¡Ya deja de repetírmelo!
―Tenías razón Minako― Yuri suelta las almohadas mientras siente que los parpados se le vencen, se dibujan figuras en la negrura de sus ojos ―. Voy a tener que lidiar con varias cosas en este viaje.
Más que entusiasmarle… Yuri está preocupado… pero decidido. Parece que la relación que lleva a lo largo de esta temporada con su entrenador, ligera a base de cucharadas está a punto de desbordarse y aplastarle con su propio peso insostenible.
N/A: Bueno antes que nada, prefieren que escriba las frases en ruso y que coloque el significado al final del capítulo o al principio, o puedo colocarlo a su lado pero no es tan estético. Ustedes decidirán (?). En segundo lugar tengo la sensación de que estaba escribiendo este fic para hacer un mpreg, pero me gustaría primero profundizar un poquitín en su relación… Será un fic lleno de headcanons, cosas de su vida juntos y eventualmente mpreg.
Así que tampoco sean muy ansiosos sobre si estará embarazado pronto o no, porque es probable que no, e incluso puedo meditar el meter el mpreg. Es decir, me siento confundida.
Tal vez me siento un poco deprimida porque no creo que sea el graaan fic, pero espero que al menos a un poquito de gente le guste. A mí me gustó escribirlo.
Por último, gracias a las hermosas personas que me ayudaron con este cap. Lia, no sabes la ayuda que me das todo el tiempo no se ni que haría sin ti, tus correcciones molan un chingo y me hacen tan feliz jajaja. Mi nueva beta, brindemos por esta nueva historia juntas, Luna –un corazón- gracias por todo, las notitas son mi droga. Y mi beta grandiosa Charly, a la cual espero su regreso con ansías. Las adoro muchísimo a las tres.
*u* ¿Un review para que les de galletita o prefieren una tizana de tutifruti? :-)
