¡Hola! Si estás leyendo esto, quiero empezar dándote las gracias por darme una oportunidad. Este es el primer fanfic que escribo, pero le estoy echando muchas ganas e ilusión, así que espero de todo corazón que te guste ^^

Esta historia toma las vidas de las protagonistas de Love Live en un futuro no tan lejano del final de la serie, mostrando cómo son sus vidas un tiempo después y, sobre todo, cómo están las relaciones. Mi idea inicial es que no todas estén con todas, que me queda como muy raro pero, quién sabe. Quizás cambie de opinión con el tiempo :)

Nada más, espero que disfrutes del fic~


CAPÍTULO 1

― ¿Y qué harás con ese asunto de Japón?

Maki suspiró, comenzando a jugar con su pelo. Era una manía estúpida, pero había sido incapaz de borrarla de su manera de ser. En su cabeza vibraba la imagen del último mensaje que había recibido de Honoka. Tanto tiempo después y la antigua lider de µ's pretendía volver a unirlas a todas. Después de todo lo que había pasado. Después de todo...

― No lo sé. De verdad que no lo sé. De todos modos, iba a volver cuando terminase el curso, pero no tenía pensado volver a verlas a ellas.

Abbie miraba a la pelirroja algo preocupada. En los dos años que hacía que compartían residencia en Harvard Maki había puesto al corriente a la chica sobre su pasado como miembro del grupo musical y podía notar a la perfección cuánto le estaba afectando todo aquello. La japonesa tenía la mirada perdida en el ir y venir de la gente al otro lado del cristal, mientras sus manos intentaban entrar en calor apoyadas sobre la taza de café.

― Pienso que deberías ir -espetó de pronto Abbie, llamando la atención de la otra.

― ¿Por qué?

― Son tus amigas, Maki. O al menos lo eran. Compartes un pasado con ellas, quieras o no forman parte de tu vida. Además, será una ocasión perfecta para volver a saborear en directo el mundo de la música.

Maki torció el gesto, insegura. Tenía mucho que meditar. Empezaba a pensar en los pros y contras de aquella reunión. Era una obviedad que recordaba los años de la preparatoria como los mejores años de su vida, pero todo llegó a torcerse de tal manera después del último concierto que... No estaba segura de poder enfrentarse a aquello. Abbie decidió dejarle espacio para pensar y sacó otro tema de conversación más trivial para terminar de pasar la tarde en la cafetería antes de volver a la residencia. Sobre las cinco de la tarde, las chicas se despedían en el pasillo antes de entrar en sus respectivas habitaciones. Como siempre, su compañera de habitación no estaba presente. Mejor. No la soportaba.

Se sentó en el escritorio y conectó su ordenador. El reloj marcaba las cinco en punto, pero estaba segura que, como siempre, sus amigas se habrían quedado dormidas. Tal vez por eso se llevó una gran sorpresa cuando, nada más abrir la aplicación, le saltara un aviso de video llamada entrante.

― Vaya, qué punt...

― ¡AYUDA! -Gritaba Hanayo desde el otro lado de la pantalla, mientras Rin, todavía en pijama, intentaba calmarla-. ¡¿Lo has visto, Maki?! ¡¿LO HAS VISTO?!

― Calma, calma. Imagino que hablas del mensaje de Honoka.

― ¡SOMOS NOTICIA!

Maki alzó una ceja ante esa declaración. Al otro lado de la pantalla, una dormida Rin apartaba a Hanayo de la pantalla para intentar guiar mejor la conversación. Además del mensaje de Honoka, todos los medios de comunicación japoneses habían hecho eco de la noticia del regreso de µ's. Incluso en las redes sociales era uno de los temas más tratados por la mayoría de adolescentes.

― Pero... Todavía no hemos aceptado nada. ¿Verdad?

Rin suspiró, encogiéndose de hombros.

― Ya conoces a Honoka, nya.

La pelirroja cerró los ojos y se llevó las manos a la sien, intentando calmarse. Como siempre, la antigua líder de la banda había decidido por sí misma en lugar de escuchar las opiniones de las demás. En muchas ocasiones aquello había sido una bendición para el grupo, pero dudaba mucho que fuera ocurrir lo mismo otra vez.

― Y bien. ¿Qué pensáis hacer vosotras?

Hanayo, llevando todavía la parte superior del pijama, volvió a aparecer en la pantalla, ocupando la mitad del espacio. Miró a Rin y ambas dibujaron una gran sonrisa.

― Queremos participar.

Suspiró. Ya imaginaba esa respuesta. Las dos chicas miraron con preocupación a Maki.

― Ya sabemos que para ti sería mucho más difícil, pero... ¿Por qué no intentarlo? Ha pasado mucho tiempo, tal vez las cosas han mejorado.

Resignada, Maki asintió. Zanjó el asunto con un «me lo pensaré» que no convenció a nadie, y desvió la conversación hacia temas más triviales. Desde el primer día que llegó a Harvard había quedado con las chicas que se llamarían de vez en cuando, y siempre a la misma hora, para evitar problemas horarios. Ambas habían sido un gran apoyo desde el otro lado del charco, y les estaba infinitamente agradecidas. Pero ese día no habían hecho más que empeorar su situación. Estaba totalmente perdida, no sabía qué decisión tomar.

Tras pasar casi una hora hablando con las chicas se despidieron, prometiendo volver a llamarse pronto para hablar del regreso de µ's. Aprovechando la soledad de su habitación, se arrodilló junto a la cama y extrajo un pequeño baúl que hacía mucho tiempo que no miraba. Lo dejó sobre la cama y lo observó durante varios minutos. Lo había arrastrado consigo hasta Estados Unidos en cada viaje, pero no lo había vuelto a abrir. Tal vez, pensaba, había llegado el momento. Sin pensarlo mucho más para evitar dejar atrás la iniciativa, como tantas otras veces le había pasado, se acercó al baúl y lo abrió sin más.

En el interior había varios objetos. El tocado del primer concierto en el que participaron las nueve. Un cartel dibujado por Kotori. Una copia de la foto que se sacaron cerca del mar. La partitura de su última canción. Y, por último, un álbum de fotos. Acarició con cariño la cubierta del mismo, tentada de abrirlo. Pero algo en su textura le extrañó. Estaba demasiado grueso. Curiosa, tomó el álbum entre sus manos y, al alzarlo, algo cayó de entre las páginas. Se quedó inmóvil mirando el pequeño objeto. Había perdido algo de color tras tantos años. Además, cuando lo encontró no estaba en muy bien estado. Pero una oleada de recuerdos le vino a la mente con solo verlo.

Maki agarró la muñequera con sumo cuidado. Ni si quiera recordaba tenerla allí. Fue en su primer viaje en grupo. Habían decidido ir a pasar unos días a la casa de campo de la familia Nishikino, aprovechando un período de descanso para desconectar y centrarse en sus entrenamientos. Ella, Kotori y Umi debían realizar toda la preparación para una nueva canción. Decidieron dividirse en grupos, para así trabajar mejor. Fue una de aquellas noches que se te graban en la mente y siempre te acompañan. Incluso ahora, después de tanto tiempo, después de tanto dolor, Maki sonrió al recordarlo.

― Nico, tonta... Siempre estropeando los momentos...

El último día del viaje decidió salir a pasear por la mañana, temprano. Siempre le había encantado la paz que se respiraba en aquella montaña, y no le vendría mal un poco de paz después de tanto ajetreo. Y entonces la vio. Muy lejos de la casa, a los pies de un árbol, la muñequera de Nico, la que siempre llevaba en todos sus ensayos. Rosa y con un 25. La guardó en su bolsillo, rezando porque su legítima dueña no lo reclamase. O sí, y tuviera una excusa para quedar bien ante ella. En aquella época todo era demasiado confuso para la joven. Maki suspiró y, por enésima vez, pensó qué debería estar haciendo Nico en aquel momento. Si todavía pensaba en ella de vez en cuando, si la habría perdonado. Si la habría olvidado.


― Nozomi, llegas tarde.

― Perdón, perdón – se excusó la chica, sonriendo sin inmutarse-. He tenido que perder más tiempo de lo pensado para traerte una sorpresa.

Eli se asomó desde detrás de la esquina, con una sonrisa cansada y cargada de culpabilidad.

― Hola, Nico-chan. Cuánto tiempo sin vernos.

Nico abrió los ojos con sorpresa y, sin pensarlo mucho, se abalanzó sobre la rubia para estrujarla en un fuerte abrazo. Nozomi, tras darles unos segundos de intimidad, imitó a la pequeña y las estrujó a ambas contra sí.

― ¡Qué genial volver a teneros a las dos a la vez! -Decía la mayor, feliz como una perdiz.

― Bueno, bueno -dijo Eli, separándose de las dos con una sonrisa-. Será mejor que vayamos a algún lugar para tomar algo, ¿no?

Ambas estuvieron de acuerdo con la iniciativa y comenzaron a caminar en busca de un lugar donde asentarse. El rostro de Nico había cambiado al completo al ver a la rubia aparecer, hacía más de un mes que no sabía de ella más que no la veía en persona. Esta vivía entre Japón y Rusia, asistiendo a una exigente academia de baile y sacándose el título de empresariales a la vez, así que su tiempo era más que limitado. Pero el asunto de aquella reunión le convenía hablarlo en persona, sin duda. Decidieron entrar en una pequeña cafetería para sentarse y tomar algo mientras charlaban. Una vez hubieron pedido, Nico comenzó a sacudir su pie con nerviosismo. Ya no podía dejar más el tema.

― ¡No puedo creer que Honoka nos haya comprometido a todas sin consultarlo!

― Calma, Nicochi. Ya sabemos cómo es Honoka, seguramente no tenía ninguna mala intención.

― Eso está claro. Hablé esta mañana temprano con ella y está muy arrepentida por no haber consultado con nadie -comentaba la rubia con mirada seria-. Pero era una oportunidad increíble, e imagino que le hacía ilusión pensar en volver a juntarnos todas sobre un escenario.

Nico se cruzó de brazos y apartó la mirada. No le gustaba nada de todo aquello.

― Nicochi, sabes que estás encantada con la idea de volver a un escenario. Eso le daría un gran empuje a tu carrera. Sabes perfectamente qué es lo que te está poniendo de mal humor.

― Maki.

― Maki -corroboró Nozomi-. ¿Has vuelto a hablar con ella desde que se fue?

Un denso silencio fue toda la respuesta que obtuvo. Nozomi se limitó a asentir, dando un largo trago a su té. Las chicas permanecieron en silencio varios minutos, sin saber bien cómo continuar la conversación, hasta que Nico decidió dar el paso.

― A vosotras tampoco os hará gracia volver a ver a Umi.

― Es diferente -contestó Eli, agachando la mirada-. Nosotras seguimos hablando con ella, aunque muy de vez en cuando. No es como si llevásemos dos años sin saber nada de ella como tú.

Nico se sonrojó y, de nuevo, apartó la mirada, molesta.

― Sabes perfectamente que sí que sé de ella. Nozomi me mantiene al corriente.

La mayor mostró el signo de victoria con sus manos, sintiéndose orgullosa por ello.

― Maki va a volver definitivamente a Japón, ha terminado su erasmus. Lo sabes, ¿verdad?

Se limitó a asentir, con la mirada gacha.

― Estoy segura de que, después de dos años, las aguas se habrán calmado -continuó Nozomi-. Quién sabe, tal vez no es tan terrible que volváis a veros.

Nico seguía sin contestar, con la mirada fija en su café. Una vorágine de sentimientos la sacudía por dentro. Terminó cerrando los puños, frustrada.

― Maki se fue -dijo con voz profunda, seria. Dolida-. Me abandonó. Eligió irse lejos antes que seguir conmigo. Eso es todo lo que tengo que decir al respecto.

Eli suspiró, negando con pesadez.

― No piensas cambiar nunca tu opinión, ¿verdad?

― Además -añadió Nico, ignorando la pregunta-. Maki está en el pasado. Hitomi es lo único que me importa ahora. No pienso dejarla de lado por nada del mundo.

Las chicas se miraron preocupadas. Nico había comenzado a salir con aquella chica no hacía demasiado tiempo, pero a ninguna de las dos les agradaba en demasía. Por lo poco que la habían visto, era una mujer muy egoísta y manipuladora. Además, había convencido a Nico para dejar atrás sus estudios para volver al mundo de las idols, autoproclamándose su mánager personal. Ambas le aconsejaron que no dejara la carrera a sólo un año de terminar, pero cuando una idea entraba en la cabeza de la gran Nico Nico Ni, pocas cosas conseguían hacerla desaparecer.

― ¿Qué pasa? -Preguntó esta, molesta-. Os habéis callado de golpe.

― Perdona -se excusó Eli-. Es el cansancio, que me hace desconectar.

― Entonces, ¿qué haréis con lo del concierto?

Volvieron a mirarse. Eli asintió, y Nozomi miró directamente a Nico.

― Vamos a participar. Lo hemos estado hablando y, a pesar de que está claro que va a ser algo incómodo para algunas de nosotras, nos hace mucha ilusión volver a vivir algo así. Echamos de menos la época en la que todas éramos amigas y no había ningún problema entre nosotras. µ's fue una parte muy importante de mi vida, de nuestras vidas, y no podemos darle la espalda así como así. Además -añadió con una sonrisa-, hace mucho que no sé nada de las pequeñas, esto de hacernos mayores nos está distanciando bastante.

Nico asintió, apurando su café. Ella todavía no tenía claro qué iba a hacer. Por un lado, estaba claro que subir a un escenario como parte de µ's le daría un gran empuje a su carrera como idol profesional. El problema era Maki. La sola idea de verla otra vez la revolvía por dentro. Habían pasado ya dos años desde la última vez que se vieron, en ese maldito aeropuerto, en ese maldito día.

― Entonces te vas.

No era una pregunta. No era un ruego. Estaba derrotada y con la voz rota. Habían sido muchos meses de discusiones, de decisiones cambiantes, de peleas y largos silencios que ninguna de las dos se atrevía a romper. ¿Y todo eso para qué? Para terminar igualmente en el aeropuerto, acompañándola por última vez. Una Maki de tan solo dieciocho años, cargada de maletas, la observaba con mirada triste. La mirada más triste del mundo.

― Sólo van a ser dos años y... Vendré a verte siempre que pueda. Te lo he dicho millones de veces.

― Quédate -fue su única respuesta, con un hilo de voz-. Quédate conmigo.

La pelirroja soltó las maletas y se abalanzó sobre ella para estrecharla entre sus brazos. Ambas lloraban en silencio, dejando que sus emociones expresasen todo lo que las palabras no podían.

― «Pasajeros del vuelo B-541 con destino Boston, embarquen por la puerta seis».

― Nico, tengo que...

― Quédate. Por favor.

La mayor estrechaba aún con más fuerza a Maki entre sus brazos. No quería dejarla escapar, no podía. Tenía que entenderlo, tenía que entrar en razón. La joven suspiró, separándose de Nico. Con una triste sonrisa limpió las lágrimas que resbalaban por su mejilla.

― Ya lo hemos hablado mil veces, Nico. No puedo desaprovechar esta oportunidad. Será poco tiempo. Te llamaré cada día, te lo prometo. Casi ni notarás que no estoy aquí.

Nico cerró los ojos, dolida. Había llorado. Había suplicado. Había hecho todo lo posible. Y pese a todo... Maki se iba. Su amor la abandonaba. La pelirroja estaba recogiendo sus maletas mientras daban el segundo aviso para los pasajeros de su vuelo. Se miraron en silencio una vez más. La menor suspiró, enjugándose las lágrimas.

― Nos veremos pronto, lo prometo. Te quiero, Nico.

Se besaron. Fue un beso largo, intenso. Cargado de emociones, sentimientos. Cuando terminaron, Nico se sentía vacía, como un frasco de cristal que no contuviera nada. Había dejado en ese beso toda su ilusión, toda su fuerza, toda su esperanza.

― Maki -dijo con voz neutra, llamando la atención de la pelirroja-. Hemos terminado.

Nico parpadeó, volviendo a la realidad. Sus amigas la observaban con preocupación, pero habían decidido no interrumpir sus pensamientos. La muchacha sacudió la cabeza, adoptando su fachada de súper estrella.

― Qué le vamos a hacer -dijo, poniéndose con soltura sus gafas de sol rosas-. Está claro que el alma de µ's es la gran Nico Ni y sin ella en el escenario no habrá quien os preste atención.

Las otras dos rieron por la actuación de la chica, celebrando interiormente que el mal momento hubiera pasado y, sobre todo, saber que podrían contar con ella para lo que les venía encima. Después de aquello el ambiente se relajó bastante. Salieron a dar un paseo mientras Eli y Nico se ponían al día, aprovechando que hacía tanto que no se veían. Unas horas más tarde, mientras estaban sentadas en un parque disfrutando de los últimos rayos de sol, una mujer alta ataviada con una fina bufanda gris se les acercó.

― Qué agradable coincidencia -dijo la recién llegada.

― ¡Hitomi! ¿Qué haces aquí? -Preguntó llena de alegría Nico, levantándose para abrazarla.

La chica sonrió, estrechándola entre sus brazos. Lucía una larga cabellera negra y sus ojos eran de un marrón amielado que, con la luz del atardecer, casi parecían de oro líquido. Le sacaba casi una cabeza entera a Nico, y tenía una manera de observar a la gente que a Nozomi le ponía los pelos de punta.

― Toujo-san, Ayase-san. Un placer volver a veros.

― Lo mismo digo, Shiga-san.

― ¿Qué hacéis por aquí? -Preguntó ella, acariciándole la cabeza a su pareja, que todavía no se despegaba de ella.

― Teníamos que ponernos al día -contestó Nico, con su voz más dulce-. Ya sabes, todo el asunto de hacer un concierto para µ's.

― Feo asunto. A Nico-chan le incomodó bastante que se accediera a hacer ese concierto sin su consentimiento. Como su mánager, debería hablar con Kousaka-san. ¿Así se llamaba la chica, cierto?

― No te preocupes por eso, Hitomi. Hemos estado hablando y he decidido participar. Sería una gran oportunidad para brillar de nuevo en un escenario y hacer que todas las miradas se posaran en mí, ¿no crees?

Eli y Nozomi se mostraban claramente incómodas ante la situación. La chica había robado por completo la atención de su amiga y, además, estaba hablando de temas que sólo les concernían a ellas tres. La rubia fue la primera en levantarse. Nozomi trató de detenerla, pero fue imposible. Mostrando su mejor sonrisa, se acercó a la pareja para despedirse.

― Nico, ha sido un placer volver a verte. Nos mantenemos en contacto, ¿vale? Shiga-san -añadió con un deje de cabeza.

Nozomi se despidió rápidamente de las dos, corriendo tras Eli. Nico observó a sus amigas marchar con el rostro torcido, algo apenada. Tenía la idea de pasar algo más de tiempo con ellas, y más teniendo en cuenta que Eli había hecho hueco en su agenda solo para verla a ella. No entendía por qué les había entrado tanta prisa. Le estaba dando vueltas a ello cuando, de improviso, Hitomi la agarró por el mentón, atrayéndola hacia sí para besarla con gentileza.

― Qué ganas tenía de verte, Nico-chan. ¿Por qué no aprovechamos esta fortuita coincidencia y vamos a cenar por ahí? Yo te invito.

― C-Claro -contestó abrumada-. Me encantaría.


En el respetado dojo de la familia Sonoda volaban las flechas con una velocidad increíble, mientras unos pocos miraban con admiración a la arquera. Umi llevaba una racha de tres dianas seguidas, a pesar de todo el follón que tenía en su cabeza. Con los años había aprendido a canalizar todos los pensamientos a través del entrenamiento y, por suerte, ahora su mente se encontraba en blanco. Estaba segura de que, si no fuera así, no sería capaz ni de cargar una flecha.

― Tan genial como siempre, Sonoda-san -le felicitó un muchacho al finalizar la sesión.

Umi se secó el rostro con una toalla, asintiendo.

― Eres muy amable, Kodama-san. Tan sólo he hecho mi trabajo.

― Esa modestia tuya es realmente... -el chico no terminó la frase, sólo dibujó una traviesa sonrisa en su rostro-. Te dejo que vayas a descansar. Ha sido un placer, como siempre.

Umi se limitó a despedirse con una reverencia de todos los presentes y fue directa a tomar una ducha. Sin la firmeza del arco entre sus manos le era más difícil mantener los pensamientos a raya.

― Maldita Honoka -murmuró, negando con la cabeza.

Ya hacía un par de días que le había llegado la noticia del inesperado regreso de µ's, pero todavía lo estaba asimilando. Estaba en el dojo cuando Kodama-san se le acercó con su sonrisa socarrona.

― No sabía que tenías intención de volver a un escenario. Ya pensaba que la seria Sonoda-san viviría para siempre por y para el dojo.

― ¿De qué estás hablando, Yutaka? -Preguntó ella, olvidándose por completo de las formalidades.

― Ya sabes. El regreso de µ's. Reconozco que no soy un gran fan de las school idols pero, si es por ver a Sonoda-san en vestido y con una sonrisa, no me importaría ir a verte.

Era incapaz de creer sus palabras, así que el chico le mostró desde su móvil la noticia que estaba revolviendo todas las redes sociales japonesas. "El famoso grupo µ's volverá a reunirse con motivo del Love Live para dar el concierto de apertura". Sus ojos viajaban con velocidad por la noticia, donde hablaban del pasado éxito de las musas y de cómo, tras uno de los más espectaculares conciertos jamás visto en todo Japón, las chicas habían decidido separarse como grupo musical. Pero la organización del Love Live había contactado con la líder del mismo, Honoka Kousaka, que había accedido encantada, manifestando su deseo de volver a un escenario. Umi se disculpó de todos los presentes y se fue directa a por su teléfono, marcando el teléfono de Honoka con gran velocidad.

― Ho-Hola, Umi-chan... ¿Qué tal?

Podía notar el miedo de la chica a través del auricular. Tomó aire, intentando calmarse. Pero no pudo. Claro que no pudo.

― Veo que ya intuyes por qué te llamo, ¿verdad?

― ¡Por favor, no te enfades conmigo! No lo pensé, me pidieron una respuesta inmediata y, bueno... No fui capaz de decir que no. Puedo hablar con la organización y decir que no podemos, les puedo hablar de Kotori y Maki, que están lejos y no pueden venir, y...

― No podemos decir que no, Honoka -dijo cortante Umi. Se hizo el silencio entre las dos, hasta que la arquera suspiró-. Ya no nos podemos negar. La noticia está en todas partes, hay gente deseando comprar las entradas ya. ¿Has entrado en las redes sociales? µ's es prácticamente el tema del que más se habla.

El silencio se mantuvo al otro lado de la línea. Umi esperó paciente a que su interlocutora contestase, pero lo único que escuchó fue un leve sollozo.

― Honoka...

― ¡No podía decir que no! -Decía la antigua líder intentando aguantar el llanto-. Cuando me dijeron que había una oportunidad de volver a reunirnos todas sobre un escenario no pude decir que no. Imaginarnos a todas otra vez reunidas, compartiendo lo que tanto nos gustaba, yo... Sencillamente no podía decir que no...

Umi suspiró por enésima vez. Su amiga siempre había sido muy impulsiva y no solía pensar en las consecuencias de sus actos. Pero entendía sus sentimientos. Una parte de sí misma deseaba ver el evento de la misma manera que había imaginado Honoka, pero sabía que no sería así. Había habido muchos problemas entre ellas, y estaba segura de que habría personas que no querrían participar con tal de no ver a otras.

― ¿Se lo has contado a alguien?

― Rin-chan me llamó prácticamente al momento de aparecer la primera noticia... Hanayo se enteró en seguida, como imaginarás. Y... Fui a ver a Eli.

Ahí estaba. Umi tomó aire, esperando la respuesta de la rubia. Honoka esperó unos segundos, pero al ver que su amiga no decía nada, continuó hablando.

― Al principio estaba muy molesta conmigo. Me dijo que no debería tomar decisiones tan grandes sin el consentimiento de los demás, pero... También dijo que lo hablaría con Nozomi para ver qué pensaba ella. Pero... Creo que querrán participar. A pesar de la bronca que me cayó había un brillo en sus ojos... Creo que le hará ilusión volvernos a juntar.

― No estoy segura de eso, Honoka.

― ¡Ha pasado mucho tiempo! Vosotras dos estabais muy unidas, no sé por qué...

― Ya sabes que no quiero hablar de eso -dijo cortante Umi, algo irritada. Durante mucho tiempo, tanto Honoka como algunas más del grupo habían intentado indagar en qué había pasado para enfriar tanto la relación que mantenía con la rubia, pero ella era incapaz de hablar del tema. Le daba demasiada vergüenza.

― Bueno, pero da igual. Ha pasado mucho tiempo y no se me ocurre nada tan fuerte como para que no podáis volver a veros.

Las últimas palabras de Honoka eran las que más resonaban en su cabeza ahora, mientras el agua caliente intentaba a la desesperada quitarle todas sus preocupaciones sin demasiado éxito. Ella todavía no había podido perdonarse por lo que hizo. ¿Lo habrían hecho Eli y Nozomi?