TODO FUE PERFECTO.
// COMPLICES MIRADAS//
-Las personas viven la mayor parte de su vida intentando alcanzar metas, sueños. Anhelando el día en que se hagan realidad y puedan disfrutar del gozo de saber que su estancia en el mundo no fue en vano; sin embargo cumplidos los sueños la realidad les tocara a la puerta sin poder esquivarla.
Si te encierras en lo que quieres y solo luchas para alcanzarlo dejaras pasar el verdadero motivo de la existencia, el camino para realizar tus metas, los pequeños aprendizajes que te guiaran a ser una mejor persona, lugares, personas quizá objetos que acompañaran la travesía y que aran valer la pena recordar el arduo camino que seguiste. Al finalizar de tu sueño sentirás un vació, te habrás perdido de la vida, ni siquiera el saber que cumpliste podrá salvarte del arrepentimiento de haber pasado en alto todas las demás emociones, te encerraras en ti mismo y te perderás.
Seto. Un sueño, tu sueño es llevar a KC a la cima, que sea una empresa reconocida, la más reconocida del mundo.
Yo estoy completamente contigo hermano, jamás lo dudes.
Pero tu método para realizar ese sueño no es el mejor,
Tienes que vivir,
Tienes que disfrutar hasta las más pequeñas emociones,
Tienes que ser feliz en el camino por que para alcanzar un sueño verdaderamente; no es solo llegar al final, es el como llegaste al final, en si, el camino es lo mas importante y lo que marcara la diferencia entre la verdadera victoria o la mas dolorosa derrota.
PD. Espero verte pronto en casa.
Con amor Mokuba.
Con la misma lentitud con la que había abierto aquella carta, la volvió a guardar en su sobre para después dejarlo a un lado, en la mesita de noche de aquella habitación de hospital.
Sin evitarlo un suspiro salio de sus labios, rememoro aquel suceso que lo había obligado a ser internado, aquel ataque de estrés reprimido que al final había explotado en su misma oficina, en la cual había sido encontrado por su secretaria en aquel lamentable estado.
Intento cerrar los ojos, la realidad era que no quería estar mas en aquel lugar, los hospitales siempre eran deprimentes y mas para quien había perdido a su madre en uno de ellos. Un doloroso recuerdo por el cual quizás no se inmutaba en el exterior pero era sin dudarlo una dolorosa punzada en su dicho por todos frió corazón.
Otro suspiro salio de sus labios.
Volvió a pensar en la releída carta de su pequeño hermano.
Y como pasaba desde hacia dos semanas, el sueño le llego recordando las primeras palabras que dijo el pequeño al verlo en aquel estado, sin quererlo, las estaba comenzando a aceptar.
-¡Joey! ¡Joey!. Casi exasperado un chico con raro peinado estilizado intentaba llamar la atención de su mejor amigo.
-ah ¿Qué paso Yug? Sonriendo como siempre se digno a contestar al salir de su ensueño.
-te preguntaba si nos acompañaras a visitar a Kaiba. Ya son dos semanas en las que no asiste a clases. Susurro el raro chico asiendo esfuerzos para que el maestro no cayera en cuenta de su distracción y lo castigara.
Pero como pasaba siempre con los maestros cuando intentas ocultar algo, se dio cuenta, reprendiendo la falta y castigando al indefenso Yugi durante toda la semana. No hace falta mencionar que ese maestro en particular era el más estricto.
-claro Yug. Nunca me perdería una visita a ese patán. Aseguro Joey una vez ambos chicos se encontraban a salvo, fuera del aula y caminando por uno de los ajetreados pasillos de la universidad.
Al cabo de un rato se reunieron con el resto del grupo de amigos, saludando a una bonita chica de cabello castaño y ojos azules, Tea Gardner, a un chico de vestimenta aun mas excéntrica que el pequeño Yugi llamado Duk Deblin, y por ultimo a un morocho de rudo aspecto pero bien conocido por todos de grande corazón, Tristan Taylor.
Aquel era el grupo de amigos inseparables que desde hacia tiempo tenían una "relación" de "amistad" con el empresario mas grande de todos los tiempos. Como exageraban en las noticias y lo embromaban cada vez que lo veían.
Seto Kaiba: ojos azules, cabello castaño, alto, de rasgos finos. Era el CEO de Kaiba Corporation, mejor conocido por su abreviatura K.C. junto a hermano Mokuba que se ganaría al cumplir la mayoría de edad (tres años más) la subpresidencia de aquella empresa. Eran los herederos de Gozamburo Kaiba de una gran fortuna y distinguido apellido.
La empresa en manos del mayor había sido un gran imperio que sembraba miedo en las pequeñas compañías, arrebatándolas del medio despiadadamente. Ahora dirigida por Seto seguía siendo sin duda un imperio, pero esta vez en beneficio de los inversionistas y demás grupos que necesitaban financiar proyectos.
-Con algunas labores altruistas el "dragón de los ojos azules" citando al periódico mas reconocido en Japón que lo llamaba así por su obsesión con dicho mounstro perteneciente al juego "duel monsters" el empresario había hecho que K.C. donara cantidades considerables de dinero a diferentes fundaciones.
Sin embargo gracias a todo esto y a su siempre justo trato con cualquier persona o empresa por pequeña que se viera, Seto Kaiba se había ganado un lugar en el corazón de Japón que poco a poco entendió que la actitud y pasos del hijo no seguirían los desafortunados de su padre.
-¿y si vamos esta tarde? Ofreció Duk razonablemente obteniendo otra negativa por parte del grupo de amigos.
-hoy tengo que asistir al taller de danza, recuerden que el festival se acerca. Se disculpo Tea ante la cara escéptica del ojiverde de Duk.
-iré a recoger la motocicleta al taller. Dijo con simpleza Tristan y ante esto Duk asintió como si aquel argumento fuera mucho más convincente que el de la castaña.
-claro baka. Tú eres el que te fuiste a estrellar contra aquel árbol con la moto "prestada" de Tristan. Comento molesta mirando reprovatoriamente al par que sonreía con complicidad.
Después de forcejear un rato por parar la inminente pelea que desatarían esos tres, tuvieron la resolución de visitar a Kaiba al día siguiente sin ninguna excusa. Bueno quizás una, el castigo del pobre Yugi aun seguía en pie y el pobre al confesarlo se gano reverendas carcajadas de los demás que estaban mas que acostumbrados a que su noble amigo no pudiera tener la boca cerrada durante clases.
Mokuba Kaiba cruzo una triste mirada con el siempre fiel subgerente de K.C. Shino Mitashi. Por ese día ambos concordaron dar por finalizada y talvez perdida la búsqueda de alguien competente para ser el asistente del genio y así aflojarle un poco el trabajo a este.
Sin embargo la búsqueda que habían planeado con gran ilusión se estaba desmoronando al no encontrar a la persona adecuada para dicho empleo.
La idea había sido de Shino, quitarle un poco de trabajo a Kaiba. Lo tedioso; los papeleos, cuentas, pequeñas transacciones, etc. Con ese peso menos seguro su apretada agenda y mas importante aun su cabeza no explotaría por exceso de trabajo.
Lo que ninguno se esperaba era que la tarea de escoger a alguien fuera tan poco productiva. Ninguno consideraba capaz de atender a la inmensa empresa a cualquiera de los que habían solicitado el puesto.
Algunos al darse cuenta de la inmensa carga que llevarían en los hombros se habían retirado ofreciendo disculpas, otros que se creían capaces y alardeaban de su inteligencia habían sucumbido en la pruebas practicas que los empresarios les pusieron.
Y la lista de fracasos seguía en aumento, hasta el momento eran dos las opciones viables, las que llegaron mas lejos en las pruebas pero no por ello salieron victoriosos si no que fracasaron cerca del final. Una gran diferencia en comparación a los demás.
-me voy a casa Mita. Mañana seguiremos con esto, estoy dispuesto a encontrar a alguien y no descansare hasta ayudar a Seto. No es justo para el que se pierda de la vida por atender a una empresa…
-debemos darle una oportunidad. Concluyo el subgerente con una media sonrisa.
Ambos se pararon y comenzaron a ordenar un poco el papeleo que yacía sobre el escritorio, desparramado desordenadamente en los intentos desesperados por encontrar el currículo perteneciente a cada persona que había ido a solicitar el puesto.
Cumplida la tarea, o al menos dejando presentable el elegante mueble, se volvieron a mirar con tristeza. La sensación de fallarle al joven empresario en aquella minúscula tarea estaba presente en su cabeza. No era posible que no pudieran ayudar aunque sea un poco. Tan debajo estaban del intelecto del genio.
Suspiraron con frustración echándole una última mirada a la lujosa oficina para después cerrar la puerta de forma definitiva. Y así en penumbras salieron de la empresa mas que cansados, desilusionados y con el desacostumbrado sabor de la derrota.
-¿Mokuba? Llamo el subgerente recordando el paradero de su jefe.- ¿me acompañas por un café?
El aludido que miraba la puerta del ascensor abrirse al estacionamiento asintió. En esos momentos, con Seto en el hospital, la mansión estaba solitaria, aunque con todo el personal, alrededor de 10 personas, se la podía pasar muy bien, la idea de llegar y no encontrar a su querido hermano era desalentadora y dolorosa para el pequeño. Conociendo este hecho y por el cariño fraternal que sin querer había tomado hacia los jóvenes Kaiba, Mitashi intentaba que la actual crisis del mayor no afectara tanto al pequeño Mokuba quien como se daba cuenta todo el que los conociera, le profesaba un gran amor a su hermano.
-quizás aun alcancemos a Matsumoto en Kami`s. sonrió divertido sin perderse la mueca de desagrado del pelinegro.
Hablar de su relación con dicha persona era como hablar de la relación entre los perros y los gatos. Estar en la misma habitación no era opción viable para ellos, simplemente los sucesos ocurridos en el pasado no se perdonaban.
-vamos joven Mokuba, animo, seguramente Matsumoto este ahora en otro de sus largos "viajes de negocios" volviendo a dejar la empresa con aquella chica que siempre lo salvaba. Rememoro ampliando más su sonrisa.
Las peripecias que Matsumoto había hecho para tomar el control de la empresa heredada por su padre eran aun puestas en escena por periódicos locales, aquel chico de la edad de Mokuba, Némesis desde que se conocieron en la primaria, había logrado lo que el pequeño no. Tomar el mando total de la corporación de su padre si haber cumplido la mayoría de edad, claro esta que teniendo de asesor legal al padre; aun vivo.
Le sacaba una enorme ventaja al pelinegro que aunque triunfara en sus planes aun tenia el obstáculo que representaba su hermano, Seto. Por lo que nunca llegaría al mando de la corporación. Como se lo recordaba Matsumoto cada vez que se cruzaban.
El infeliz no tenia hermanos y con un padre demasiado blando no tuvo demasiados problemas para llegar a su actual puesto, aun así se había dado el lujo de tener un as bajo la manga. Una chica que lo asesoraba tan bien, Se había atrevido a decir Mokuba defendiéndose de unos de sus encuentros, que de lo único que se tenía que preocupar en toda la semana era de contratar amiguitas para sus viajes. Desde esa vez que no lo volvía a ver.
Con ánimos renovados subieron a la limusina y se dirigieron entre charlas al café de moda, un elegante local situado en el centro de Domino al que asistían en su mayoría personas de cierta posición social. Ricos.
-frape de Chisque por favor. Pidió amablemente a la masera cuando el y Mita hubieron llegado a su mesa favorita en una de las terrazas.
-lo de siempre. Sonrió a la chica que asintió y regreso rápidamente con los pedidos.
En silencio saborearon uno el dulce y el otro el amargo sabor de dichos cafés.
Como siempre que llegaban a ese lugar se encontraban a alguien conocido desviaron la vista hacia la calle, intentando ocultar sus rostros. No estaban con humor para banales pláticas con aquellas personas.
Pronto terminaron con sus bebidas, pero aun así se quedaron un rato observando la ruidosa ciudad que a pesar de que ya pasaban de las 11 de la noche aun tenia demasiado movimiento.
Era jueves por lo que las personas en su mayoría eran adultos.
-hey hey, acabo de recordar que mañana es tu examen importante. Dijo Mita de repente mirando acusadoramente al chico que apenas asentía con la cabeza.-y yo te tengo aquí despierto, Kaiba se enojaría si supiera que no estas en la mansión repasando tus apuntes.
-por que tanto empeño en ese tonto examen, lo pasaría hasta con los ojos cerrados. Parece que olvidaras que soy un genio como mi hermano. Se quejo Mokuba con gesto dolido sin apartar la vista de la avenida principal por la que no dejaban de transitar decenas de carros.
-no es eso. Mascullo Mita siguiendo con la mirada uno de los carros ultimo modelo que aceleraba después del semáforo.
Después de perderlo de vista y mirar al pelinegro que tenia el ceño fruncido, decidió no seguir con el tema.
Para aliviar la tensión de ambos, de repente se escucharon las voces de dos personas discutiendo en el balcón siguiente al suyo.
Sin intención de ninguno, ya que no era su naturaleza la de ser chismosos, las voces se escuchaban demasiado claras para ignorarlas.
-…tus viajecitos y ya no lo soportare. Te ayude en todo momento, aguante la esquelética paga, hice recapacitar a tu padre, lleve en orden tus finanzas, soborne al encargado de…
-si, si. Baja la voz. La gente nos escucha.
-¡me importa un carajo la gente! ¡Necesito que me des esa plaza!
-no puedo, no puedo. Ya lo razonamos. Es imposible para mi, eso esta en manos de mi padre.
-tu padre te dejara hacerlo si tu se lo pides, has el intento.
-no puedo, entiende.
-no me tendrás para siempre. Cumplí con mi contrato y soy libre de irme en cualquier momento, mas vale que cumplas lo que digo o ahora mismo renuncio.
-se razonable Kerian, me pides imposibles. Si bien esta en mis manos el poder dártela, pero…
-¿pero? Vamos dilo, quiero oírlo de una buena vez.
-Kerian por favor.
-Renuncio. Arréglatelas tu mismo.
La discusión termino con el rechinido de una silla al ser alejada con violencia y luego la puerta corrediza del balcón siendo abierta y cerrada bruscamente.
Ambos empresarios cruzaron por penúltima vez esa noche una mirada cómplice.
Esa voz pertenecía al mismísimo Matsumoto y a su ahora ex asesora.
Sin pensarlo siquiera la reacción de ambos fue levantarse rápidamente y comprobar tales hechos.
El pobre chico se encontraba en un estado lamentable, tomándose la cabeza con ambas manos, con los codos recargados en la mesita de café y la vista perdida en algún lugar de los azulejos de la misma.
Por otro lado la ejecutiva salía con paso decidido del café fulminando con la mirada a quien se atreviese a comentar algo.
Cuando observaron el taxi que transportaba a la chica, ya desempleada, alejarse por la avenida, la última mirada cómplice fue lanzada al aire.
Con un pequeño guiño ambos asintieron y se dirigieron a sus respectivas casas, mañana se encargarían de resolver el asunto del asistente del genio.
Ya en su acolchonada cama, Mokuba sonrió feliz, estaba a un paso de ayudar a su hermano.
-Mita. Gracias por el café.
